sábado, 29 de agosto de 2020

Epílogo.

         A veces siento que, durante este último periodo de mi vida, carezco de un auténtico amor sano y verdadero, que cubran mis necesidades emocionales. Por ese motivo arrastro durante esta última faceta de mi vida, una profunda sensación de vacío. ¿Cuántas veces ese malestar me resulta tan intenso, que llego a sentir como si tuviera un profundo hueco en mi corazón? Esa es la manera que siento al recordar la falta de ese amor que permanentemente estoy sufriendo.

            ¿Cómo llenar ese hueco que deja la pérdida de alguien? Ese sentimiento de falta, es la sensación que actualmente necesito para poder sentirme completo y feliz Así me digo. ¡En mí vida, faltas tú! Tal vez esa sensación de vacío no es una invención, es un sentimiento real, que merece ser escuchado y atendido. Pero cuantas veces nadie te escucha o quizás a nadie le interese; ante esto; ¡lo escribo! Y es posible que esta acción me lleve a la calma o pueda que me tranquilice, aunque en ocasiones no sea lo suficiente 

            Lo que verdaderamente pesa sobre mi ánimo es una terrible soledad cargada de tristeza; es como sentirme aislado, deprimido, incapaz de expresar mis sentimientos, desconectado de lo que ocurre a mi alrededor, e incluso aunque esté rodeado de gente.

            Son justos esos momentos en los que estoy solo, sin nadie; olvidado, perdido; lo que me da tiempo a pensar, recordar todos y cada uno de los momentos vivido con ella. Sinceramente no puedo darme una respuesta lógica o al menos que me consuele, puesto que cuando llegó la muerte de esa persona con la que he compartido toda mi vida… ¿Cómo se supera esa ausencia?  No existen manuales, ni enciclopedias que me digan las palabras “mágicas” para aliviar ese dolor que invade mi alma.

            Sí, necesito recordar, pero no con la memoria cerebral sino con el ser que llevo dentro, aquel que me hace regresar a la calma y a la serenidad, intentando superar ese triste suceso, ante un proceso de ajuste emocional que solo el tiempo es el mejor aliado para sentirme mejor, y cuando esto sucede, me propongo aceptar el final de mi vida.

            Mi pregunta es: ¿Qué debo hacer? Sí, no hay más solución que seguir el camino destinado y caminar con la esperanza de que todo irá relativamente bien. Noto que los días son diferentes y mi aliento, aunque parezca igual, se desvanecen con el paso del tiempo. Es un acto realmente difícil, y al mismo tiempo lleno de valentía, puesto que ella siempre representó todo en mi vida, y eso ha quedado depositado en mi subconsciente, quiera o no, haciéndose notar por cualquiera circunstancia evocando momentos positivos. Si es cierto, que llegamos a la aceptación a través del abatimiento ya que la vida y el tiempo, así nos lo rige. Es una nueva etapa para vivirla en paz nuevamente.

            En el silencio de la noche, cuando todo se cubre, es cuando mejor veo su imagen, recordando una larga historia de amor. Es como una crónica que puso fin a mi vida, pero que se mantiene viva en mi pensamiento.

No desearía terminar tan catastrofista, sólo haceros ver que todos deberíamos tener la valentía de lanzarnos a las “aguas profundas” de nuestro ser interior y descubrir ese gran tesoro que hay dentro en cada uno de nosotros: puesto que lo más increíble es que siempre nos sorprenderemos, al descubrir lo maravilloso que es el ser humano que tenemos en nuestro interior.

 Meditación: Empezamos con un simple “hola” y terminamos con un triste “adiós”

 Un día cualquiera.

 

martes, 18 de agosto de 2020

La meditación.

 

            Aunque la ciencia se interesa ahora por la meditación, distintas tradiciones la han practicado durante miles  de años, y un gran número de personas han comprobado por sí  mismas los beneficios que supone. Esta es una herramienta que sirve para introducirnos en nuestro interior y ver nuestras  deficiencias  psicológicas, emocionales y psíquicas, desde el conocimiento de lo que somos en realidad, para realizar el camino de nuestra propia recuperación.
        El proceso de “calmarse y centrarse” son todos caminos que nos permiten beneficiarnos del poder terapéutico de la meditación, que carece de efectos positivos y, además ¡es gratuito! Normalmente vivimos en un estado de tensión y nervios en el que nuestros problemas más profundos quedan enmarcados por otros sucesos más triviales o también por la sucesión de los días de nuestro trabajo diario.
        La meditación es un estado de percepción del presente en el que no interviene el pensamiento. En este estado, ya no hacemos ni pensamos nada, simplemente somos. Sin embargo, la meditación es algo más que un fenómeno psicológico, como muchos creen, está directamente asociado a un gran número de cambios físicos en el cerebro.
           Meditar es experimentar el alivio del desasosiego y de la rutina constante de la mente para sentir el silencio y la paz interior. Existen muchas maneras de lograr estas técnicas de meditación, para cual se adecua a nosotros mismos. En realidad, cuando estamos en estado de meditación, la mente como entidad no existe. Pero si observamos, existe una sucesión de pensamientos que son más o menos automáticos.
       Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de nuestro interior. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros neutrales en contenido de sentimientos. Es muy posible que éstos, desaparezcan casi de inmediato, otras veces insisten en perdurar en nuestra conciencia, reclamándonos nuestra atención, de manera obsesiva o persecutoria.
         Todo esto es debido a que el sentimiento sigue al pensamiento, pudiendo hacernos sentir cualquier cosa, desde feliz, eufórico, deprimido o desesperado. Empezar a meditar, no quiere decir que necesariamente tengas que cambiar de peinado y mudarte a vivir en un templo, tampoco tiene que ver con la religión. De hecho, puedes acercarte a esta práctica de forma neutral y objetiva. Simplemente como si se trataras de una rutina de ejercicio para tu cerebro,
        Solo deciros para terminar de una forma breve, que la meditación aumenta la felicidad al favorecer estados mentales positivos, como la compasión, la amabilidad, el amor, la amistad, la generosidad, la paciencia y sobre todo la tolerancia, haciéndote ver cosas que parecen mentira que en algunas situaciones hayan podido suceder. Estos estados mentales positivos que genera la meditación, pueden hacerte recapacitar y comprender que cuando algo se pierde, nunca es definitivo, siempre que utilices, como decía en uno de mis artículos, llamado “la teoría del pensamiento”

 Meditación: Ayer fue una historia, mañana es todo un misterio.

 

lunes, 10 de agosto de 2020

Los desafíos.

           A veces cuando nos enfrentamos a momentos felices o prometedores, necesitamos ser tremendamente ilusos para pensar que determinadas promesas pudieran haber sido reales. Ante todo, deberíamos acudir a “La teoría de la lógica” o al “Conceptos de los sentimientos humanos”, todo ello recogido en los textos del prestigioso psicólogo y analista Carlos Castilla del Pino. En ellos se analiza todo lo concerniente al sistema emocional, caracterizado solo y exclusivamente por el “deseo de posesión del objeto” 

Una vez pasado ese deseo queda en peligro el anhelo de posesión, resultando que todas aquellas promesas se diluyen ante un esquema que sólo representa la indiferencia. Así podríamos “recomponer” muchos diálogos, puesto que al fin y al cabo son desafíos de tiempos pasados y observamos que es muy posible que fueran situaciones que en realidad no se sostenían, puesto que no existía el auténtico sistema evolutivo de la suficiente presencia de la imagen ante el objeto deseado. Muchos me dirán: ¿Por qué tenemos que pensar así? Sí, es cierto, podrían haber sido, auténticos, pero en este caso no lo fueron, solo basta con aplicar la sencilla tesis de “La teoría del razonamiento” del mismo autor.

Reconozcamos que a veces somos nosotros mismos los que hemos dejado pasar ese problema que siempre lo hemos considerado como hiriente, encontrándonos ahora como lapidado, por no haberlo atacado a su debido tiempo. En verdad, ¡No es fácil! Ante tal situación, todo requiere tiempo, pero la recompensa que obtenemos es digna de tener en cuenta. Ante estos desafíos siempre pensamos que nos vemos ante una situación terrible, pero casi nunca llegamos a meditar las múltiples cualidades que tenemos a nuestro alcance para llegar solventar ese problema que diariamente nos hace la vida imposible, sólo pensando que somos incapaces de darle una solución.

Muchos de nosotros no estamos preparados para los desafíos de la vida. A menudo nos encontramos con que durante esos momentos nos rendimos ante la presión. Podemos cuidar alegremente a los seres queridos que están enfermos durante los primeros días o semanas, pero a medida que su enfermedad persiste y no encontramos cambios en su progreso, podemos sentir que las tensiones de la vida comienzan a amenazar nuestra tranquilidad y paciencia.

Pensemos ante cualquier situación que existen innumerables argumentos lógicos que nos ayudarán a combatir esos desafíos. La mejor estrategia suele empezar por las actitudes más convincentes, ante tú propia forma de ver las cosas, para a continuación ir añadiendo nuevas metas a fin de que uno mismo quede satisfecho y ante esa actitud   pueda quedar atajado ese desafío. ¿Quién de nosotros querría vivir muchos años siendo un profundo desgraciado? Por eso tenemos que vivir con los desafíos. ¿De qué nos serviría la salud si no gozamos de la vida?

Todos hemos de afrontar problemas, dificultades y obstáculos en la vida y, mientras que a algunas personas esos desafíos les paralizan o les hacen dar media vuelta, otros lo afrontan con el coraje de levantarse de nuevo e intentarlo de nuevo.

        Meditación: Cuanto mayor es el obstáculo, más gloria hay en superarlo. 

lunes, 3 de agosto de 2020

Aprovechar el día.

          Todos en este mundo contamos con el mismo tiempo. Por eso, el tiempo es quizás lo más equitativamente repartido en nuestra vida. Al hablar de gestionar bien el tiempo, nos viene a la mente la idea de aprovecharlo mejor, haciendo más y mejor en las veinticuatro horas del día.

            Aprovechar bien nuestro tiempo, puede marcar la diferencia entre ser una persona con éxito y ser al mismo tiempo una persona que vive en el límite de que nunca llegará a ningún lado.

            La conclusión, por consiguiente, es realmente fácil: no solo debemos concentrarnos en aprovechar el tiempo, sino también en no desperdiciarlo. Pero ¿cómo se pierde el tiempo? Aunque los días son largos, es fácil perder muchos de ellos por no hacer nada o hacer cosas que son innecesarias. Esos días pueden hacerte sentir improductivo y frustrado. Si estamos buscando las formas el día de una manera más productiva, para obtener metas profesionales y personales debemos considerar el desarrollo de una rutina que nos ayude a no perder el tiempo.

            Aquí tendríamos que hablar de los ladrones de tiempo: como situaciones, personas, tareas, etc. que hacen que utilicemos nuestro tiempo en cosas que no son importantes, que no nos ayudan a avanzar hacia nuestros objetivos. Por ejemplo: las redes sociales son un motivo de pérdidas de tiempo; bien utilizadas son excelentes. Pero más allá de un sano límite, pueden generar adición y pérdidas de tiempo.

            Otras de las causas que nos hacen perder un precioso tiempo, es el que pasamos “pegado” a nuestro móvil, contentando los emails conforme nos llegan, esto nos roba mucho tiempo. Ganarás más si, en su lugar, dedicas dos o tres momentos al día. Aunque nos parezca imposible, es posible hacerlo incluso si recibes cincuentas mensajes o más cada día. ¡Todo es cuestión de probarlo!

            Cuantas veces decimos: ¡Se me va el tiempo volando! Sencillamente se nos va el día pensando que no hemos hecho nada de provecho. “Me tendría que haber dado tiempo a hacer muchas otras cosas” Y otras cuando estamos sobrecargados de tareas para hacer, parece que no hay tiempo suficiente en el día para hacerlas todas. O también nos sucede que intentamos hacer todo lo que podemos lo más rápido que podemos y terminamos agotados antes de tiempo.

            Atesoremos cada momento que vivimos y atesorémoslo más si lo compartimos con alguien especial, lo suficientemente especial para como para dedicarle tu tiempo y recordar que el tiempo no espera por nadie. Piensa siempre. Ayer es historia. Mañana es misterios. Por eso a hoy se le llama ¡presente!

            Conquistar el día consiste en aprovechar sus veinticuatro horas para sacarle el máximo rendimiento. La mejor forma de conquistar el día es comenzar con inercia y organizarnos para de esa manera aprovechar al máximo todas nuestras energías y nuestro tiempo.

                  Meditación: Hay que vivir intensamente, no es un día más, es un día menos.



lunes, 27 de julio de 2020

Confías en tí mismo.

     
Sí, pensándolo bien veremos que es una situación muy corriente que a menudo nos sucede. Perdemos la confianza. Muchos acuerdos, compromisos, palabras dadas, se pierden sin saber por qué. Posiblemente hayamos perdido la confianza en nosotros mismos. Es cierto, los tiempos han cambiado y son pocas las personas en que podamos confiar a través de nuestro entorno. Ante esto ¿qué podemos hacer? Reducir el medio de nuestro entorno estrechándolo a la mínima expresión de confianza. Cada persona debe saber valorar su nivel de confianza ante los demás para saber valorarse a sí misma.
            Es posible que nuestra autoestima sea la personificación básica de nuestra propia forma de ser. De nuestra autoestima siempre dependerá, a que aspiramos en la vida, que podemos lograr y por supuesto, que deseamos conseguir. Muchos se preguntarán: ¿en qué consiste la autoestima?  La autoestima podría definirse como el aprecio y valoración que uno tiene por sí mismo, siendo esto un aspecto muy importante en todo ser humano. Es ser consciente de que somos competentes para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida. Es decir, confiar en nuestra capacidad de pensar, aprender, elegir y tomar nuestras propias decisiones.
            Es importante señalar que, aunque nosotros somos los responsables de definir nuestra autoestima, conseguir tener una autoestima alta no es sencillo. La autoestima conlleva diversos procesos internos a través de los cuales se debe llegar a la aceptación de todo lo que forma parte de una persona, es decir: su imagen física, capacidades, defectos, valoración de nuestras virtudes, etc.
Siempre deberíamos estar dispuestos a hacer un favor o ayudar a nuestros seres más queridos, aunque tampoco debe convertirse esto en una prioridad. Es de relativa importancia que también nos tengamos en cuenta a nosotros mismos. Si decidimos ignorar estas “señales”, podríamos condenarnos a repetir la misma historia una y otra vez. Una de las mejores recomendaciones que hay para evitar tener que decir continuamente a todo que si cuando en realidad se quiere decir que no, cuando nos piden algo, debemos pensar tranquilamente por unos momentos, teniendo el deber de plantearnos si realmente queremos y podemos hacer eso que se nos pide, o si tenemos otras prioridades que interfieran con dicha actuación. De esa manera nos acredita en poder manifestar una determinada confianza en uno mismo.
             El principal concepto de la autoestima es, vivir conscientemente y respetar la realidad de los hechos sin evadirse ni negarla, siempre presente en lo que hacemos. Actuar de esta forma requiere un esfuerzo que en algunos momentos no estamos dispuestos a poder realizar.
            Pensemos siempre que la autoestima reside siempre en el centro de nuestro ser. Que es como una experiencia íntima, un crecimiento que a veces puede tener riesgos y no menos sufrimientos, pero que nos ofrece una gran recompensa. En definitiva, es el orgullo de ser aquello en lo que hemos deseamos convertirnos y de la misma manera nos forjamos en poseer una confianza de nuestra propia forma de ser.

Meditación: La confianza en uno mismo es el prime secreto del éxito.

lunes, 20 de julio de 2020

Aceptar los cambios.

Nunca los cambios son bien aceptados, o mejor dicho nos producen algunas alteraciones, puesto que nos acostumbramos a la rutina diaria y el hecho de cualquier nueva experiencia, nos hace pasar una etapa de incertidumbre, la cual nos sentimos alterados anta nuestros ritmos de vida. Sería imposible pensar que toda una vida la pasemos sin que se produzca en nosotros una forma distinta de vivir.
Por lo general todos los cambios forman parte de nuestra existencia, pensemos por ejemplo la venida de los hijos, nuestra misma edad hace que a medida que avanza irremediablemente es necesario adaptarnos a nuevas situaciones, no digamos cuando por desgracia nos quedamos sólo o cambiamos de pareja, todos son momentos que nadie está libre que a través de una vida puedan producirse. Todo nos obliga a tener modificaciones en nuestras rutinas y costumbres, obligándonos a tomar nuevas alternativas y por supuesto, no nos queda otro remedio, que la aceptación.
Recuerdo que cuando empecé a estudiar, no en los primeros cursos; es posible que fuera a partir del tercer año, notaba de manera muy subjetiva, las formas de interpretar las distintas formas que se nos presenta mediante análisis exhaustivos los caracteres motivados por aquellos cambios que la vida adopta ante momentos determinados. Pensemos que el cambio en sí, no hace daño, casi siempre son las circunstancias que lo provocan, es entonces cuando decimos: “Que barbaridad, cuanto he cambiado o cuanto has cambiado” Esto suele aparecer en nuestro subconsciente no permitiéndonos evolucionar nada, solo mantenemos el deseo de permanecer como antes.
Sin embargo, muchos se obstinan no en cambiar ellos, sino en hacer cambiar situaciones que no dependen de ellos mismos, generando de esa forma una gran frustración e impotencia. Es posible que alguna vez nos sintamos “estancados” y sin poder avanzar. Es normal que esto nos suceda. Todo consiste en la aceptación y sobre todo tu potencial de desafío ante una nueva realidad. También existen personas que se resisten al cambio que la vida les pone por delante, y ante esto, solo pueden esperar incertidumbre, miedo continuo e inseguridad. Es necesario reconocer que el primer paso es la aceptación. Aunque muchos se pregunten: ¿pero qué es la aceptación, es posible que detrás de cada cambio, nos encontremos con unos problemas o algo que queremos dejar atrás. La idea no es escapar de ese cambio que se no presenta, sino enfrentarnos de una manera activa, consiguiendo que nuestros pensamientos o sentimientos, se activen de una forma relevante a fin de que nuestra mente haga reaparecen una forma nueva de adaptar nuestra vida.
La idea es no escapar ante este nuevo cambio que se nos presenta, al contrario, debemos enfrentarnos a una manera que haga parecer que es una nueva continuidad. No esperemos que todo sea fácil. ¿Cuántos de nosotros esperamos o creemos que las cosas van a ser fáciles y que vamos a adaptarnos, pero todo tiene su proceso? En realidad, todos los cambios nos obligan la mayoría de las veces a tomar decisiones distintas en nuestra vida y posturas a veces incómodas ante los demás, pensando que la única forma de seguir adelante es simplemente la aceptación de ese nuevo cambio.

Meditación: Mi vida cambió cuando por fin entendí qué si yo cambiaba, mi vida iba a cambiar.

lunes, 13 de julio de 2020

Emociones agradables.

       
¿Quién no ha tenido emociones a lo largo de su vida? Ya sean de carácter positivo o negativo, aunque lo realmente evidente es que siempre las hemos tenidos. Pero: ¿qué son las emociones? ¿Cómo actúan en nuestra vida? Las emociones son aquellas reacciones fisiológicas que se desencadenan en nuestro ser, las cuales se generan por experiencia directa y se perciben ante la continua observación de las personas de nuestro entorno. Estas emociones siempre están presentes en nuestra vida, actuando siempre de base al comportamiento experimentado, y sujetas a “controlarlas o reprimirlas” Sin lugar a dudas éstas, podemos controlarlas de forma adecuada cuando surgen, ya que en función de ellas solemos tomar decisiones de una forma u otra y al mismo tiempo nos motivan de una manera positiva o a veces negativas, según las consecuencias del objetivo a experimentar.
Por eso decimos que dejar libres nuestras emociones y pensamientos sin tratar de juzgarlas, ni tratar de evitarlas, siempre nos conducirá a un camino que nos liberará de las inquietudes y sobre todo del estrés. Con esa práctica siempre llegaremos a ganar lo que se llama “equilibrio emocional” Todas las emociones llegan a tener una gran importancia y utilidad en nuestras vidas, puesto que nos ayudan a responder a lo que nos sucede y a tomar decisiones, con el fin de revivir el recuerdo de algunos sucesos importantes. Aunque también pueden acarrearnos consecuencias negativas en momentos inapropiados, y en ocasiones daños substanciales debido a una inestabilidad personal.
            Experimentar emociones positivas es siempre agradable y placentera a corto plazo, puesto que tendrían otros efectos beneficiosos más duraderos en la medida que se sostienen para tiempos de larga duración. Es decir, cuando sentimos algún deseo o vemos cumplido alguna ilusión llegamos a una agradable sensación emocional, de seguridad, bienestar y energía positiva. Las emociones no son buenas ni malas, pero pueden resultarnos agradables o desagradables. Todas ellas son necesarias, por tanto, etiquetarse por algunas emociones de carácter negativas no es conveniente. Lo que tenemos que hacer es aprender a situar cada emoción donde toca y a otorgar a cada una el peso necesario en cada momento. Las emociones se sienten y no debemos permitir que nos dominen.
            Del mismo modo que hablaba de emociones agradables, éstas pueden llegar a ser de carácter desagradables, llegando a formar parte del repertorio natural de nuestras emociones humanas. ¿Cuántas veces nos bloqueamos y llegamos a pensar en “círculos viciosos” para evitarlas? El esfuerzo de no valorarlas y aceptarlas sin más, hace que no las rechacemos; en estos casos uno se da cuenta de que el malestar, el enfado o la contrariedad a que estamos sometidos, no es algo que podamos huir, sino que forma parte de la experiencia humana de la vida misma.
            Pensemos siempre que provocar alegría en los demás puede ayudarnos a conseguir situaciones agradables de emotividad, que poco a poco son asimiladas contigo mismo y éstas son asociadas a un estado de alegría generalizada. Desgraciadamente existen personas que se encierran de forma hermética no permitiendo vivir dichas emociones. Es bueno que sientas emociones agradables cuando alguien piensa en ti. Siempre te llenará de orgullo, y si lo planificas bien, conseguirás que ese concepto emocional sea de carácter positivo y agradable.

Meditación: Quien no sabe llorar con el corazón, tampoco sabe reír.

lunes, 6 de julio de 2020

¡El temor al miedo!

          En verdad no os lo puedo asegurar, pero sí que existen personas que perciben continuamente un cierto estado de temor o miedo, por llamarlo de alguna manera. No es que sean ataques de pánico, pero sí una cierta incertidumbre ante cualquier estado en que se presentan. Sin lugar a dudas esos miedos o temores, como al principio decía, dependen de una estricta situación debido a su propia personalidad. Es posible que esa situación llegue a limitarle e incluso impedirle que realicen ciertos actos en su vida privada. Otra cosa son los llamados ataques de pánicos, los cuales hacen que nos provoquen una inestabilidad, la cual no pueden superar.
Estos nos son conscientes del nivel de agobio el cual expresan, al mismo tiempo que atraviesan una inquietud o tensión que pueden llegar a ser preocupante, llegando en algunos casos a que nuestro organismo no sea capaz de tolerar. Los síntomas aparecen de repente en cualquier momento, sin predecir en qué lugar nos puede sorprender. Son miedos ante un estado de perturbación de nuestro estado de ánimo. Quien lo padece no suele identificar que le sucede, ni siquiera el riesgo ni la amenaza que perciben.
Como es habitual no dispongo de muchos espacios para explicar dicho fenómeno, pero ateniéndome al corte espacio de estos artículos, solo deciros que aquellos que lo padecen se manifiestan ante una persecución, suscitada por una sensación de mareos, falta de aire, vista nublada y en general ante una inseguridad de que alguien les hace daño. Son casos en que se pierde la confianza de los propios recursos para poder afrontar situaciones concretas. La principal causa que los motivan no son otros que una disminución del propio sentido de seguridad.
En general, todos hemos sentido miedo alguna vez, pero estos casos presentan  carácter neurológicos, acompañados de unos comportamientos anómalos, motivados a veces por causas que quedaron a través del tiempo “paralizadas” en nuestro subconsciente y cuando se presentan no guardan ninguna relación con la causa que lo desencadenan, siendo muy recomendable en estos casos acudir a especialización facultativa. En definitiva, cuántas veces esos miedos cumplen en nuestro interior, una actitud de arma defensiva, la cual nos advierte de los peligros que continuamente padecemos, permitiéndonos que sigamos “luchando” y al mismo tiempo facilitándonos nuestra propia supervivencia. 
Es justo reconocer que ante estas actitudes, solemos actuar sin saber en realidad que nos ocurre, y ni siquiera sabemos cómo prevenirlas, terminando siempre ante un estado de vergüenza ante los demás, debido a las dificultades de intentar disimularlas.
No siendo mí intención dramatizar ante estas situaciones, y comparándolas en forma de metáfora con nuestra propia vida, siempre diré que el verdadero miedo o temor es el “estar muerto en vida”, es decir; no saber por qué luchar. Repito una vez más que vivir esta vida que nos ha tocado, no es fácil. El valiente no es aquel que jamás siente miedo, sino aquel que se enfrenta a sus propias dificultades. Sólo nosotros tenemos el poder de dar sentido a nuestra vida, escapando a esos temores imaginarios.
Por tanto, no nos sintamos temerosos ante las adversidades que la vida nos depara, y pensemos siempre que nunca llegaremos a comprender lo que nuestro cuerpo es capaz de soportar.

Meditación: No es miedo a preguntar, es miedo a que te respondan lo que no quiere escuchar.

lunes, 29 de junio de 2020

El sentimiento de agravio.


Es posible que nunca lleguemos a entender que cada sentimiento generalmente tiene un nombre. Hablar de nuestros sentimientos siempre es bueno, ello nos permitirá que no nos sintamos incómodos, al tener que expresar lo que sentimos, además siempre encontraremos alguna persona con la que poder hablar o sincerarnos, o al menos que ser capaz de reflexionar lo que realmente sentimos o queremos.
El relacionarse diariamente con una misma persona, llega a situaciones muy placenteras, pero con el tiempo, pueden establecerse grandes confusiones, llegando a lo que se puede llamar a un sentimiento de agravio. Si lo consideramos de carácter intenso es suficiente para contaminar otros aspectos. Mientras pasa el tiempo, lo analizas y lo revives nos cargamos de energía negativa haciendo distorsionar la manera de ver lo que sucedió, no siendo motivo para emplear comportamientos de ofensas.
Para determinadas personas, incapaces de controlar su mente, cualquier comentario desafortunado puede perseguirle permanentemente, haciéndole adoptar una postura ofensiva. También se afectan quienes son como permanentes “esponjas” para absorber agravios, dado su tipo de personalidad, Incluso se sienten el blanco de las ofensas y desaires de quienes les rodean.
Cuando nos encontramos envuelto en una conducta de ira, por ese sentimiento agresivo, tenemos que tratar de desprendernos, para no sentirnos agraviados. No es fácil, pero desde luego sí es posible. Y al mismo tiempo aprender a combatir la ira como puede ser a través de la comprensión, la tolerancia, etc. Muchas de las cosas que nos dicen o que nos hacen no necesariamente son personales ni tienen la intención de herirnos ni ofendernos; por el contrario, a veces puede ser una manera de ayudarnos.
¿Cuántas veces de tanto acumular, reacciona violentamente ante cualquier pequeño estímulo que nos desagrada no evaluamos adecuadamente si la ofensa merece esa respuesta o si se trata de cosas no suficientemente elaboradas en el pasado que tienden a exteriorizarse frente a una situación parecida?
Sobrevivimos a días de abandono, a días de dolor, y seguimos adelante, pero los relegamos a un lugar del corazón, donde un día gris de otoño, cuando nos sintamos nostálgicos; emergen y esos sentimientos que aquel día nos ofendió, nos traiga recuerdos felices, que todo parece confabularse para no borrar de nuestra memoria, los momentos que todos quisiéramos olvidar. La ofensa siempre es un “veneno” que tomamos esperando que actúe la actitud del otro. Aprender a aceptar las limitaciones propias y las de los demás seguro que pueden ayudarnos a vivir con mayor plenitud. 
Siempre existe el momento de devolver algo, aunque no podamos devolver todo lo que la vida nos ha dado; el dar algo siempre es agradecimiento, aunque sólo sean palabras.

Meditación: Estar enfadados con los demás, es estar enfadados con nosotros mismos.

lunes, 22 de junio de 2020

Ser cordiales.


         Las persona sensatas y amables, deberían dar una explicación de a qué obedecen esa forma de ser. En realidad no se limitan a una cuestión de maneras, es que son así por naturaleza. Puesto que a veces ser cordial y amable con alguien que no te cae bien, significa que tienes la suficiente madurez para tolerar su personalidad.
            Quien es capaz de dar, sin recibir nada a cambio, muestra una cordialidad diferente, no sólo de trato, sino de modo de hacer y de ser. A veces somos amables y cordiales con quienes no nos caen bien, y es porque tenemos un propósito de acercamiento o simpatía con esa persona, a pesar de no ser honesta con nosotros. La cordialidad y la amabilidad es referencia de amor y el acto de amar lleva implícito el respeto, la consideración y aceptación de la persona tal como es.
            Hay ocasiones en las cuales deberíamos de lamentarnos cuando no nos comportamos de modo afectuoso y cordial, y reconocer que no está mal ser encantador.
            Decimos de alguien que es estupendo y cordial cuando no nos genera problemas. Es decir, cuando lo es con nosotros. Generalmente cuando somos cordiales con los demás, habitualmente también somos alegres con los demás, puesto que ser amable y cordial es una cualidad en la cual se combina el amor, la comprensión y la generosidad, es una auténtica virtud de estar libre de segundas intenciones.
            La cordialidad es, también tratar si es posible con amabilidad, al menos con el respeto y el reconocimiento que merecen las personas que nos prestan un servicio, sabiendo tener, al menos alguna vez, palabras afectuosas para agradecer los servicios que nos prestan.
            Ser cordiales y amables son actitudes que se pueden dar en todas nuestras relaciones humanas, aunque en muchas ocasiones parece que andamos tan preocupados en nuestros propios intereses que se nos olvida practicarlas. Sin embargo, debe existir sinceridad, ya que las actitudes amables y cordiales, pueden reflejar nuestra educación y reflejar nuestro sentimiento hacia las personas.
            La palabra cordialidad está referida al corazón, es decir, que aquello que se ofrece, fluye de adentro hacia afuera, no es apariencia de sólo cumplir las formas de convivir con buenos modales, sino aquello que tu ser experimenta.
            En ocasiones, nos sorprende el comportamiento de algunas personas que con su actitud, muestran continuamente un estado de desprecio y descortesía. No pocas veces, las razones deberían pensarse y meditarse para analizar su alcance. Aunque no es de reconocer, que hay personas con las que da gusto comunicarse, a pesar de que algunas no entiendan la cordialidad como simple acto de afectividad. Todos deberíamos poseer  un ámbito de sentimientos y afectos compartidos, resultando sencillamente como personas amables y cordiales.
            La sinceridad contribuye con la cordialidad cuando se busca el aspecto positivo de todos los momentos y situaciones de cada persona, porque en caso contrario, sólo resaltaría nuestro aspecto negativo. 

Meditación: Hay dos cosas que me admiran; la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los seres humanos.

lunes, 15 de junio de 2020

Nuestra imagen.


Sencillamente lo primero que tenemos para ofrecer ante los demás, es nuestra imagen. Ella es la que a primera vista nos define. Por eso: ¿cuántas veces deseamos mostrar la realidad limitando nuestras apariencias? Nuestra imagen es como nuestra carta de presentación, ella refleja la manera en que queremos relacionarnos con el mundo y con los demás. Con frecuencia le damos mucha importancia a la imagen que mostramos a los demás, hasta el punto de olvidarnos de nosotros mismos.
Cuando hablamos de imagen, no nos referimos solo a la vestimenta sino a algo mucho más amplio que incluye también la postura, los movimientos, los rasgos físicos, la manera de caminar, la mirada, la risa, el tono de voz, la higiene, la cortesía, la educación, etc.  Es decir, es un estilo de vida, una forma de ser y actuar ya que cada persona tiene la suya, y que sin querer mostramos ante los demás.
Ese es el motivo por el que cuidamos lo que de nosotros se ve, lo que parece, aunque a menudo intuimos que lo que parece no es. Curiosamente sin darnos cuenta, cuando nuestra imagen y nuestro interior se mezclan y se complementan, aparece nuestra verdadera identidad. Es de exclusiva importante cuidar nuestra imagen personal porque es lo primero que los demás ven de nosotros y, aún sin pronunciar palabra, estamos transmitiendo datos y proyectando nuestra personalidad a través de la imagen que ofrecemos al exterior. Nuestras sensaciones, emociones, nuestra forma de hablar, etc., en general son actos que nos ayudan a mostrar lo que queremos y lo que realmente somos. Puesto que en realidad no es solo eso que aparece ante nuestros ojos. Incluso sin darnos cuenta tenemos facetas desconocidas para nosotros mismos, con las que muchas veces sorprendemos a los demás.
Cuando nos preguntamos por nuestra forma de ser, en realidad no debemos basarnos solo en lo que piensan los demás u opinan de nosotros. Unos de los objetivos principales es renovar nuestra imagen y no aparecer siempre con ese esquema que habitualmente llevamos, ya que todo esto identifica nuestro simbolismo personal. 
Es de suma importancia aceptar cómo nos sentimos, sabiendo a veces que nuestro estado de ánimo puede ser pasajero y emitimos una situación personal que no es nuestro estado propio. Nuestra imagen personal y visual que ofrecemos, no sólo refuerza nuestra seguridad, sino que también fomenta la aceptación social y sobre todo nuestra confianza hacia los demás. Así, el hecho de conectar con nuestro interior, ya aceptamos que éste nos guíe y nos presente una apariencia digna ante los demás. Aunque para eso es necesario que nos arriesgáramos a compartir y saber comunicar nuestras emociones personales.
Nuestra imagen es ver reflejada nuestra propia realidad a través de aquellas elecciones que hayamos tomado a través de nuestra vida. Cada una de estas elecciones nos llevará hacia un lugar o hacia otro. ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido de algo que hicimos o dijimos en determinado momento? La formación de nuestra propia imagen tiene mucho que ver con quien eres y con quien llevas dentro de ti. Crear tu propia imagen, tiene mucho que ver con ser capaz de soñar y de visualizar aquello que queremos lograr. Tenemos que convencernos que cuando queremos algo, debemos poner todas nuestras fuerzas y, es entonces cuando algo mágico sucede, algo se “abre” en nuestra vida, llegando a idealizar una nueva forma en nuestra nueva imagen.

Meditación: Tu imagen no consiste en ser notado, sino en ser recordado.

lunes, 8 de junio de 2020

Superarse a sí mismo.

       
En la vida se nos presentan a veces situaciones incomprendidas, y junto a ellas nos surgen estas preguntas: ¿Por qué ese comportamiento? ¿Por qué a mí? Estas preguntas casi siempre son las mismas; parejas que se separan, familiares que se “nos van”, negocios que fracasan, amigos que desaparecen, etc., en definitiva, son situaciones que vemos diariamente. Solo tienen una explicación: es la vida misma, la vida que tenemos, la vida que necesariamente tenemos que superar.
            Podríamos preguntarnos mil veces “por qué” y podríamos encontrar mil y una respuesta, pero ante determinada situación nunca habrá un porqué hecho a la medida de nuestro dolor, de nuestra confusión, de nuestro agobio, de nuestra tristeza.
            Me pregunto: ¿Hemos dado con el por qué? ¿Calma eso la angustia? ¿Serena nuestra alma? ¿Nos devuelve la tranquilidad perdida? Habitualmente no. Las respuestas a estas preguntas, son analgésicos que anestesian momentáneamente nuestro dolor, pero una vez pasado su efecto, éste regresa más potenciado.
            ¿De quién esperamos las respuestas cuando preguntamos por qué las cosas son como son? Del universo, del destino de la vida, de los astros. En definitiva, son todas abstracciones y al final ninguna respuesta nos vale. Sería de sabio responder que a la vida hemos venido a preguntar y no a responder.
            En realidad, todo tiene un sentido en nuestra vida, y aquello que nos ocurrió que nunca comprendimos, e incluso lo más duro, es posible que al cabo del tiempo comprendamos que todo tenía unos propósitos existenciales, para que revisemos el estado de nuestros vínculos en nuestra vida.
            El apego a determinadas circunstancias, nos lleva a menudo a no aceptar que las cosas son como son y jamás deberíamos desperdiciar la oportunidad de explorar nuevos caminos y poner en uso ese potencial de superación que todos poseemos.
            Cuantas veces tratamos de cobijarnos en nuestro bienestar, y nos decimos que, si somos “buenos”, no nos tocará el sufrimiento, huyendo por los caminos del placer y del interés personal, tratando de que no nos alcance las situaciones adversas.
            Sería justo repetirnos: “Si hoy disfruto mientras contemplo los pájaros, y los pájaros no tienen horarios” Entonces comprenderé; ¿por qué estar atado continuamente a nuestros horarios, si nunca llegamos a entendernos? Es entonces cuando quizás podamos comprender, que todos tenemos un espíritu de superación y aunque con sacrificio y tesón, podremos superar el mundo trágico en que nos ha tocado vivir.

Meditación: A la cima no se llega superando a los demás, sino superándote a tí mismo.

lunes, 1 de junio de 2020

Ser responsable.


La responsabilidad podríamos definirse como una opción moral en la que los demás no son meros objetos a intercambiar, sino sujetos de derechos como nosotros mismo. La responsabilidad se expresa en el compromiso por lograr una sociedad justa.
Los denominados responsables son aquellos que actúan conscientemente, y a su vez, son causa directa o indirecta de cualquier hecho ocurrido. También podemos decir que es aquel que cumple con sus obligaciones o que pone cuidado y atención en lo que hace o decide. Una persona responsable suele tomar decisiones conscientemente aceptando las consecuencias de sus actos, y siempre dispuesto a rendir cuenta ante ellos.
Es cierto que muchas veces confundimos la responsabilidad con el hecho de cumplir ante otras personas aquello que se tiene prometido, podríamos considerarlo como cierto, pero sin embargo es solo uno de los aspectos de lo que debe comenzar por uno mismo. El simple hecho de satisfacer todas nuestras necesidades, ya lo podemos considerar como un acto de responsabilidad.
Nos situamos en determinadas ocasiones, con que es difícil encontrar la medida justa del ejercicio de la auténtica responsabilidad. Algunos no conocen siquiera el significado de esta palabra y se conducen por la vida dejando un rastro de víctimas por no hacerse cargo de cumplir nada tan sencillo, como sus propias obligaciones, en cambio otros exageran esas mismas atribuciones y las asumen con demasiado rigor.                                             
Aunque nos parezca difícil de entender, existen personas que no comprenden los valores de la responsabilidad. Y es que, el ser humano tiene la increíble capacidad de mantener la responsabilidad con otros y ni siquiera escuchan la que cada uno tiene consigo mismo. Cuántas veces nos vemos complicados asumiendo hacia los demás, responsabilidades que no nos competen.
A veces el exceso de responsabilidad para algunas personas representa un verdadero desafío, identificándose con un proyecto que no es el suyo y que no siempre redunda en beneficio de los demás. Esa exigencia nos hace vivir pendiente de unas expectativas que tienen los demás hacia uno mismo, obligándonos a responder a una imagen sobre nuestra persona. Tanta responsabilidad en muchas ocasiones no deja de ser una verdadera ilusión. Ahora que tan de moda está el tema de los “emprendedores” apareciendo como “caballeros andantes” que intentan salvar las penurias de nuestra existencia.
            Es muy frecuente hoy en día, percibir cuanto nos cuesta mantener nuestra vida en un término medio, aunque a través de todos nuestros comportamientos, siempre vamos de un polo a otro. Estamos felices o tristes; trabajamos mucho o poco; somos diligentes o perezosos, en fin; todo redunda en la responsabilidad.
Asumir la responsabilidad en nuestra vida implica ser responsable de nuestras elecciones y acciones, de nuestro tiempo, de nuestro trabajo, del cuidado de nuestro cuerpo, de nuestras amistades y cómo las tratamos, sobre todo ante el significado de tu propia existencia.

Meditación: Llega un momento en que hay que asumir la responsabilidad por los errores cometidos.

lunes, 25 de mayo de 2020

¿Sentir o sufrir?


¿Debemos volver el rostro a lo que nos hacen daño? ¡Jamás! A tu enemigo hay que mirarlo cara a cara, entenderlo y saber por qué te ha hecho daño. Para cerrar una etapa necesitamos entender, comprender y no huir. Cuántas veces nuestras relaciones de amistad también suelen ser muy determinantes para muchas personas. El verse traicionado, engañado, nuestras rupturas traumáticas suelen dejar su oscuro sustrato en nuestra personalidad. Dejamos de confiar en las personas y, simplemente, valoramos que es más preferible no volver a tener una relación para no sufrir.
Así, los sentimientos son los fenómenos que nos constituyen desde lo más simple a lo más complejo como individuos únicos, capaces de sentir muy diversas cosas y completamente diferentes entre sí. Los sentimientos humanos nos colocan, además, mucho más cerca a nuestro yo más íntimo, ya que el momento de mayor sentimentalidad es aquel en el cual los estímulos surgen y se hacen claramente visibles.
Cuando hablamos de personas sufridas nos referimos siempre a aquellas cuya inseguridad proviene de una falta de confianza en sí misma, que se manifiestan a través de unas carencias de forma casi constante, y que persisten continuamente desde hace bastante tiempo, formando parte de los rasgos que integran su personalidad. Debemos entender que ese sufrimiento es parte de nuestro cerebro y realmente son las emociones las que nos ayudan a saber sobrellevarlos. Esto, tiene diferentes sinónimos y aparece de múltiples formas, como estrés, angustia, ansiedad, etc. Entendiendo esto, deberíamos evitar sufrir por algo que forma parte del cerebro de nosotros mismos.
Sin lugar a dudas, con más edad la memoria acumula más sufrimientos. Luego no es verdad que todo “los malos ratos se olvidan”. Quizás se olviden los detalles, pero queda en el pozo de la memoria la causa del sufrimiento.
Al mismo tiempo podríamos pensar que el sufrimiento es una especie de pesar en la vida, esto es, nos toca a unos más o menos de manera imprevisible. Aunque no es así del todo. A salvo de los casos personales, hay determinadas circunstancias que nos permiten asegurar que unas personas suelen sufrir más que otras. Por si fuera usted una de las que ha acumulado sufrimientos, puede que le consuele comprobar, que sea posible que sus circunstancias personales le llevaron a ese resultado. Lo malo es que no hay ninguna ventanilla ante la que reclamar el exceso de sufrimiento.
No podremos evitar que algunas veces sucedan que esos sentimientos nos entristezcan, puesto que son parte de nuestra vida.  Lo que sí podemos es disfrutar de aquellos momentos buenos y superar los malos cuando éstos vengan. ¡No debemos resignarnos a la tristeza, y luchemos contra ella!
Cuando aparece en nuestro estado ese sentimiento de tristeza, reflexionemos sobre aquello que hemos perdido y dándole “vueltas” mentalmente, percibamos lo afortunados que podríamos haber sido ante aquella sensible pérdida. Pero a pesar de no poderlo remediar nos quedamos en esa fase, en que todos son lamentos, llegando a un tremendo estado de total impotencia. Entendamos siempre esta forma de ser, tenemos que ser capaces de enfrentarnos a nuestros próximos retos, con la firme condición de olvidar, evitando sufrir por aquellos sentimientos, haciendo que seamos capaces de sobreponernos a fin de formular todo nuestro potencial que llevamos dentro.

Meditación: El dolor de la mente es peor que el dolor del cuerpo.


lunes, 18 de mayo de 2020

Toda una vida para amar.

       
No pensemos en el tiempo. Cada minuto es el comienzo de “algo” ¿De qué? No lo sabemos; ¡Esperemos que pase! Nunca trates de medir el tiempo, el tiempo no pasa, pasamos nosotros, así podemos entender que siempre estamos en el “tiempo” o quizás si nos aferramos al tiempo, tenemos que pensar que el tiempo es ilimitado, y que nuestras vidas perderían sentidos si nos preocupáramos de tenerlo en cuenta. Si amas, no te preocupes, ya el tiempo se encarga de encontrar la solución. ¡Déjate llevar! Así es la vida. Por eso, ante la llamada del amor no dramaticemos.
El deseo no siempre viene de una forma ascendente. No nos preocupemos, Puedes que digas: “por qué no ahora” o “hasta cuando” Sólo el tiempo te lo dirá, según nuestros momentos vitales. Siempre deberíamos tener en cuenta que el amor y la pasión, a pesar de todo, son dos cosas muy distintas, siempre van unidos de profundos sentimientos, puesto que el amor nace de esos mismos conceptos que prevalecen en nuestro interior. Pero casi siempre nos preguntamos: ¿cómo puedo saber que no me equivoco? No te preocupes, ya te lo decía al principio; sólo el tiempo te dará la respuesta. ¡Él nunca se equivoca! Son muchos los momentos que nos vemos aturdidos, con un sinfín de preguntas. Piensas siempre qué si la vida ya de por sí engendra dolor, no te martirices y cuando el amor llegue, no le hagas esperar. Nunca podremos neutralizar el azar, pero sí permitamos educar nuestros sentimientos y pensar que siempre hay un tiempo para amar.
             El deseo, permíteme decirte, que es otra cosa muy distinta, éste; suele estar  marcado por diferencias muy subjetivas, utilizando casi siempre procesos muy distintos, así decimos que el deseo, vale más por lo que guarda que por lo que muestra.  
El amor es la mayor expresión de afecto que podemos ofrecer, se adueña de todo nuestro ser, y a veces hasta de nuestras formas de perder la razón. Amar es compartir su sentido, es tan inmenso que en ocasiones nos hace perder la razón. Entonces, ¿por qué decir, que ya no tienes tiempo para amar? No seas injusto contigo mismo. El amor no necesita tiempo, necesita intimidad. No es una flor de temporada, que solo florece durante un pequeño espacio de tiempo. El amor tiene todo el tiempo necesario para mantenerlo junto a ti. Muchas personas nunca comprenderán, ni tratan de conocer el secreto, de porqué todo esto sucede en nuestra vida. Perdona, quizás yo no sepa explicarme con la debida claridad. Pero dentro de tú subconsciente empezarás a notar que “algo te está sucediendo que no te deja dormir” Piensas que la edad es lo que menos importa y que tienes toda una vida para amar: sí, podrás equivocarte, pero también la misma vida te da opción a rectificar.
Todos tenemos la esperanza de que un día aparezca el verdadero amor, no te aferres a cambiar tus ideales. Entonces: ¿por qué no lo encontramos? Tal vez no lo buscamos en los lugares adecuados o no sabemos reconocerlo cuando lo vemos. Piensas que cuando llegue, él te reconocerá y el nuevo idilio comenzará.

Meditación: Todo lo que deseas, suele venir después de que dejas de buscarlo.

lunes, 11 de mayo de 2020

¡Queremos ser perfectos!


            El mensaje que continuamente recibimos a través de todos los medios está claro: para encontrar la felicidad, debemos alejarnos de la mediocridad y aspirar a destacar por el éxito. Todos los seres humanos, buscamos la perfección tanto física como mental, pero, ¿existe la verdadera perfección? O simplemente es el afán de todos nosotros a superarnos a sí mismo. Por eso, si miramos bien como somos tanto físico como mentalmente y consideramos nuestras virtudes, podemos sacarle provecho y ser personas perfectas, porque de cualquier punto de vista, todo es empezar por querernos a nosotros mismos y sacarnos todo el partido posible a nuestro potencial.
            Así desde pequeños se nos corrige constantemente, y de adultos, en el trabajo se nos mide por los resultados. Por tanto, la lista de exigencias es interminable: atractivos, delgados, musculosos, seductores o triunfadores… El resultado es compararse con ideales destacables, para no llegar a vernos conducidos por sentimientos de frustración.
            Pero cuántas veces en nuestra vida se nos induce a querer conseguir las cosas a un estado de perfección. Muchas veces esto nos lleva a una continua ansiedad y de esa manera las realizamos peor, ya que la ansiedad impide pensar con claridad. Hacer las cosas a la perfección es un ideal irracional, puesto que la perfección no es un atributo de la naturaleza humana. Todos queremos lo mejor, de eso no hay duda. Pero en ese intento, queremos siempre rayar en la perfección. Pensemos siempre antes de emprender cualquier acto, aceptar una pequeña realidad: la perfección no existe. Siempre será subjetiva y nunca será igual para todos, esto debido a que todos pensamos de maneras tan diferentes, siendo imposible satisfacer todos los pareceres personales.
            A veces en infinidad de ocasiones, por querer ser perfecto, nos olvidamos que todo proyecto debe ser ante todo, divertido para uno mismo. Es decir, si no disfrutas lo que haces por tender a perfeccionar las cosas, es momento de reflexionar lo que sucede y tomar vías alternas que nos eviten vivir bajo tensión.
            Frente a esta actitud tan exigente, siempre hay otros comportamientos más equilibrados y por supuesto más saludables. El de la persona que huye de los extremos, y no es excesivamente meticulosa. En definitiva, saber sacar el mejor partido y aceptarse con arreglo a nuestras virtudes e imperfecciones.
            En cada vida existen momentos de mucha tensión, que nos hacen partir de la propia perfección, hay gente que no dejan pasar su vida en blanco, y para conseguirlo, se proponen recurrir a todo tipo de artimañas, como el desprecio, las malas formas, el rechazo, etc., llegando de esa manera a tratar de vencer y convertirlo en una ventaja personal.
            Consideremos siempre en la flexibilidad de nuestras expectativas y no nos preocupemos de llegar a toda costa a la perfección. Por eso, no nos van a considerar una persona descuidada. Huyamos de lo excesivo y no demostremos actitudes rígidas ante nuestro cometido. Conseguir las cosas con poco esfuerzo puede producirnos mayor satisfacción que dedicarle todo nuestro afán, ya que también es una manera de controlar y optimizar nuestro tiempo.
           
            Meditación: Querer ser como otros, es querer dejar de ser tú mismo.


lunes, 4 de mayo de 2020

¡Escribe lo que sientas!


              Escribir siempre es una vía para expresar lo que sentimos y, cuantas veces para manifestar nuestros deseos más profundos a fin de poder alcanzarlos. Escribimos para quitarnos imágenes dolorosas o para asentar hechos extraordinarios que en su tiempo fueron acaecidos; para aceptar la ruptura de lo que creemos que fue perfecto.
            La escritura marca un antes y un después en nuestra historia personal, pero también es importante, ya que los relatos y tradiciones orales se pierden o se modifican a través de la palabra, dependiendo del interlocutor, mientras que los escritos se tratan de documentos donde el autor emite un mensaje hacia un destinatario a veces invisible pero que transmite una prueba irrefutable de su contenido, quedando constancia. Sin embargo; ¿por qué escribimos? Pensemos que nuestra mente es como una centrifugadora de ideas presentes y pasadas, que funcionan a toda velocidad y si no la escribimos las perderíamos.
Escribir lo que sentimos siempre nos ayudará a reconocer emociones, siendo posible que pudiéramos llegar a entender el verdadero sentido de aquello que vivimos. En ocasiones nos es difícil admitir que detrás de una sensación de rabia o ira, por ejemplo, se esconda la vulnerabilidad o la tristeza, existiendo una inseguridad que enmascara todo aquello que llevamos dentro.
Poner el corazón en el papel puede tener consecuencias que van más allá de lo imaginable, dando expresión a nuestro estilo de ver las cosas, facilitando de esa manera una forma de entendernos. Cuantas veces escribimos aquello que nos sale del corazón, de nuestro más profundo ser, haciéndolo plasmar en palabras lo que sentimos, permitiéndonos conocer cómo somos, cómo nos afectan las circunstancias de la vida, y cómo es esa rabia o esa frustración que sentimos, poniéndole nombre sin necesidad de mirarnos a la cara.
A lo largo de nuestra vida experimentamos muchos sentimientos para los que no basta con darles voz, sino que necesitan ser escritos, secándolos a la luz para ser vistos a través de las palabras y en frases a fin meditar una vez leídos. Si te sientes mal, si estás triste, si estás alegre, si tu amor se ha marchado, si alguien cercano ha fallecido, Escribe, y no pares hasta que te vacíes de todas las letras que expresan tus sentimientos, y tus sensaciones. No lo pienses, sólo escribiendo, más adelante lo comprenderás mejor.
Escribir nuestros pensamientos es mucho más lento que hablar. Cuando uno escribe puede borrar si te equivocas, puede agregar un pensamiento o editar lo que ya escribiste. Al escribir nos permite meditar con mayor calma sobre los problemas y, sobre todo, recapacitar en nuestras decisiones antes de llevarlas a cabo.
Escribir nos permite abrir los sentidos, ponernos en contacto con los sentimientos reprimidos y dejar “volar la pluma” como se suele decir. Una historia escrita, nos permite regresar y repasar algún momento de nuestra vida, que a veces es necesario para llegar a una conclusión determinada o tomar una decisión. Si no nos paramos a pensar o reflexionar podemos tomar actitudes apresuradas que posiblemente no sean correctas. A pesar de mis años, estoy plenamente convencido que el ser humano es una persona en construcción, desgraciadamente no estamos bien terminado; por mucho que vivamos, tenemos que seguir aprendiendo, y por mucho que sepamos, seguiremos cometiendo errores. Esto lo ratifica la demoledora situación de nuestro mundo.

Meditación. Con el tiempo uno aprende a querer más… pero a menos gente.