sábado, 30 de marzo de 2019

La gratitud es riqueza.


El hecho de sentirte agradecido, nos es más que una felicidad que encontramos en nuestro interior, que a veces es el resultado de una serenidad de nuestro espíritu que, cuando está cuidado y fortalecido nos muestra la verdadera identidad, y al mismo tiempo representa la verdadera existencia de una vida sana y equilibrada.
Si hiciéramos un recorrido a través de nuestra vida, serían innumerables las gentes que han hecho posible que sigamos ante nuestro “estatus” social o que disfrutemos de nuestro momento actual tal como es. Y para poder expresarlo sería necesario tenerlas muy presentes y seamos conscientes de las cosas buenas y positivas que en determinado momento nos recomendaron.
Todo es una disposición natural de nuestra mente, y sin duda, la relación con los demás, al establecer con ellos un vínculo de afecto, puesto que, al fin y al cabo, no es más que una parte de nuestro instinto emocional. Posiblemente esto te haya sucedido: que descubrieras al cabo de muchos años… un amigo que quizás tú no lo considerabas y, en cambio otra persona que tenías muy descuidada, resultó ser un gran amigo. En estos casos, también es una gran dicha y un enorme placer, pedirle perdón y darles las gracias, porque, aunque tarde, seguro que no se enojará.
Es justo sentirse agradecido a la vida por lo que somos, y estar siempre preparados para el fin de nuestros días. Consideras siempre que el significado de nuestros sufrimientos y enfermedades, identifican de alguna manera un sentido en nuestras vidas; amar todas las cosas que nos rodean con verdadera empatía sin esperar nada a cambio, aprendiendo al mismo tiempo de las adversidades que, inevitablemente fuimos encontrando. Todo ello son actitudes que todos nosotros podemos ir adoptando desde nuestros primeros años, hasta el fin de nuestros días.
Siempre lo espiritual nos aportará cierto placer interior, dotando de sentido nuestros momentos cotidianos, orientándonos y testificando la base de nuestros sueños y esperanzas. Levantarse cada día siendo agradecido por lo que eres, y por lo que ya tienes, ya es un triunfo personal. Piensas al menos en una cosa, “sentirte orgulloso de haberlo conseguido… y das las gracias por todo ello” ¡Alégrate por ello! Sí, las gracias por hacerte valorar y conservar lo que ya eres, tienes y haces. Y lo más importante es que tu mente se alegra y al mismo tiempo se tranquiliza y se calma para emprender y tomar las decisiones más adecuadas para ti cada día.
Por eso, cultivar y custodiar nuestra naturaleza espiritual es una responsabilidad que todo ser humano debería ejercer, puesto que siempre nos conducirá a nuestro bienestar físico y psicológico hacia una vida feliz.
Han pasado muchos años y aquí estoy… compartiendo sensaciones, pensamientos y todo aquello que me hace ser consciente de que el tiempo pasa. Para algunas personas sería conveniente recordarles aquello de: Lo que naturaleza no da, Salamanca no lo otorga. Mi estimado amigo que me sigues, piensas que la vida es un suspiro y se vive antes de que puedas darte cuenta. Y aunque estés muy lejos y el mundo parezca inmenso, gracias a las nuevas tecnologías, siempre estamos globalizados y algún día llegaremos a encontrarnos, compartiendo vivencias, emociones y sentimientos.

Meditación: Aquel que no agradece un pequeño favor, jamás agradecerá uno grande.

domingo, 24 de marzo de 2019

Decisiones difíciles.


        Frente a situaciones complicadas que la vida nos presenta, hemos de tomar decisiones realmente con valentía. Porque si no, nos envolvemos en problemas en que las palabras ya no sirven de nada, puesto que todo está basado en una relación desequilibrada. A veces para solucionar un dilema, hace falta valor, aunque a menudo creamos lo contrario. Siempre es complicado para todo el mundo decidir cuándo se presenta un problema en la vida, porque da igual lo que hagas, al final siempre estás en una encrucijada y tenemos que decantarnos por un camino determinado. ¿Qué hago en este momento? ¿Cómo soluciono esto? ¿Cómo le digo la verdad? etc.
            Frente a la mala fe, a la manipulación o al acoso, a menudo no nos queda más remedio que hacer acopio de coraje y correr el riesgo de pasar por grandes sufrimientos. Cuando nos encontramos ante ese camino que solo nos conduce a un objetivo común; ¡Debo tomar una senda determinada a pesar de que, uno de ellos, puede que te cambie la vida para siempre! Tú vida y tu suerte no la decide el destino o los caminos que tomas, la mayoría de las veces lo decide como actúas en esas situaciones, debiendo saber aprovechar el momento. En todo acto de valentía, hay un sentimiento de culpa, porque, cuantas veces, el principal obstáculo que nos impide callar es la propia sinceridad.
            Siempre debemos exteriorizar lo que pueda ayudar a los demás. Y si va dirigida a una persona cercana o a la que apreciamos, debemos tener la sensación de que estamos actuando con valentía. La vida más que tomar decisiones se basa en saber razonar esas decisiones, esto es muy importante porque muchas personas solo tienen en cuenta la formas de tomarlas, cuando lo que más importa es saber manifestarse con toda franqueza.
            ¿Cuántas veces la toma de una decisión, provoca tal situación, incitando una ruptura de lealtad? Sin embargo; ¿En cuántas ocasiones nos vemos atrapado en “nudos” interiores, los cuales se resisten a tomar una alternativa? Para sobrevivir en estas ocasiones nos vemos obligados a desconectarnos de esos sentimientos, para evitar sentirnos culpables.
            Sin embargo: Ante cualquier cambio o decisión importante que decidamos tomar en nuestra vida, siempre debemos buscar un razonamiento de apoyo el cual hará que nos sintamos más seguros y acompañados ante la determinación de que hemos decidido con corrección. En ocasiones la razón puede no ser entendida, puesto que disponer de ese soporte en nuestro entorno hará que nos reafirmemos para demostrar que no es un acto de cobardía, sino que hemos de convertirlo en un primer paso para la resolución de un conflicto que puede traer complicadas consecuencias. Sólo entonces estaremos seguros que “esa” era la única forma de encontrar el camino, para evitar obstáculos y confusiones.
           
Meditación: No importa si no te entiendan, lo que importa es tener el valor de decirlo.

lunes, 18 de marzo de 2019

La alegría genera felicidad.


La alegría es el sentido interior que nos ayuda a atravesar tiempos difíciles, aunque nos sintamos tristes. Sin alegría interior todos nuestros sentimientos dependen de lo que nos suceda. Cuando las cosas marchan bien afuera, nos sentimos bien, cuando las cosas marchan mal, nos sentimos mal. Sin alegría interior estamos continuamente entre el dolor y el placer de lo que nos sucede. Cuando dejamos de vivir con alegría perdemos nuestro estado de ánimo, junto a nuestra felicidad.
            Cierto es que no somos muy alegres, pero es posible que a veces tengamos buen humor, e incluso irrumpan en nuestra vida cotidiana euforias, más o menos caprichosas. Pero la alegría es otra cosa. No siempre los alegres suelen ser bulliciosos. Es más, la alegría es desconcertante y contagiosa.
            Los sentidos se nos abren durante la vida, nos enseñan a descubrir las primeras alegrías. Nos vienen, nos llegan, se ofrecen y a veces se van. Poco a poco, el ser humano va evolucionando hacia un estado de alegría menos sensitiva y más interior, en la medida en que accede a la completa madurez, de acuerdo con la armonía y al entendimiento con nosotros mismos, todo ello a través de la aceptación de la realidad que nos ha tocado vivir. De esta manera nos condicionamos hacia esa alegría que pone al hombre consigo mismo y con los demás, y que sólo es posible encontrarla, a través de los más nobles sentimientos que anidan nuestros corazones.
            La alegría es un modo de ser, un modo de hacer. Es hermoso estar contento. Pero es justo reconocer que lo más equilibrado, ha de ser siempre la situación más estable dentro de nuestro ánimo.
            No perdamos el tiempo mirando hacia atrás, para ver lo que los demás han hecho, mirar siempre hacia adelante y caminar confiados y alegres, practicando el bien y ayudando todo lo posible a quienes nos rodean.
            No es fácil proponernos ser alegres. Aprender a ser alegre es ajustar y armonizar nuestra existencia, para saber convivirla con los demás. Podemos quizás cultivarla cotidianamente y frecuentarla con quienes son capaces de proporcionárnosla.
            Entonces: ¿podemos ser más alegres? ¿Por qué estar toda la vida guardando rencor? ¡No sólo se!, ¡Como se puede vivir con esa pesada carga! En tiempo de alegría, nuestra fuerza es más vital, nuestro intelecto, más agudo y nuestro entendimiento menos oscuro.
            Para muchas personas la alegría es sinónimo de diversión, y así, buscamos mil maneras de distraernos en juegos, espectáculos y posiblemente en vicios. Es una idea totalmente errónea: la diversión depende de lo que sucede afuera, mientras que la alegría personal, es lo que sucede dentro de nosotros. Por tanto, deberíamos intentar comprender que la alegría, es un grato y vivo reconocimiento del ánimo, que puede manifestarse con signos exteriores, como la sensación de bienestar o el fruto de sentirse amado y saber amar.

Meditación: Las amistades son capaces de multiplicar tus alegrías y restar tus tristezas.

martes, 12 de marzo de 2019

¡Qué nos cuesta razonar!


Qué más quisiéramos; estar siempre en posesión de la verdad, pero desgraciadamente las cosas no suelen ser así. Ésta, debemos y tenemos la obligación de contrastarla, para hacer ver que muchas no son como nosotros quisiéramos que fueran, por mucho que las pregonemos. Este es uno de los errores que en cualquier discusión solemos cometer. Ellos nos hacen ponernos a la defensiva, probando continuamente que nuestras ideas son las correctas, acudiendo a esas famosas frases tan conocidas, como: “Sé que llevo la razón, por tanto, no me digas nada más” o aquella también famosa que dice: “Todo el que no esté de acuerdo conmigo, aquí sobra” 
Desafortunadamente hay personas que viven como si la vida fuera una batalla: “O ganas tú o gano yo” “O tienes razón tú o la tengo yo” Sacando también en conclusión ese dicho tan popular que dice: “Si no piensas como yo, estás en mi contra” Así terminamos de ver el mundo y de relacionarnos con él. Estas son frases populares que nos advierten del poder que las emociones tienen sobre determinadas cuestiones, pero hasta la fecha reciente no se han confirmado ni considerado un elemento determinante en el cual actúen procesos de auténticos razonamientos.
Esa razón que tantas veces defendemos, nace de una necesidad y sobre todo de una adaptación imaginativa, sólo con la idea de protegernos ante un sentimiento de amenaza. Pero consideremos en definitivas, que esta forma de pensar no nos suele aportar ninguna clase de beneficio, adaptándose más a una forma de “terquedad” ilusoria. Siendo todo producto de una desatención a los más elementales principios del razonamiento, y no teniendo en cuenta, o dicho de otra manera; desacreditando a aquellas personas que nos pueden asesorar.
En realidad, razonar es llegar a un conjunto de actividades mentales, que nos conducen a una conexión de ideas de acuerdo con un proceso lógico que sea capaz de llegar a una coherencia de la verdad auténtica. Ante esta definición, a veces no crean Uds. que resulta fácil llegar a la auténtica razón, sobre todo cuando topamos con personas obsesionadas por desear tener siempre el control de la razón. En estos casos, son personas poco flexibles y casi siempre todo lo convierten en un estado de “manía” haciendo ver una y mil veces, y tomando a veces una actitud insegura de soberbia, en vez de conseguir un resultado de convencimiento ante los demás.   
Tampoco es nada fácil llegar a razonar con personas orgullosas, éstas suelen tener un exceso de confianza tal en ellos mismos que, todo lo que piensan lo consideran perfecto, siendo difícil dilucidar con ellos el concepto de razón. Ante este tipo de personas suele esconderse de forma inconsciente cierto tipo de inseguridad, utilizando el orgullo personal como arma de defensa.
Y, para terminar, aunque parezca una utopía; una de las características del razonamiento es aceptar que habrá muchas cosas que sabemos, y comprendemos, pero de todas, siempre habrá muchas más por aprender y razonar. Que verdad es aquello que se dice. “A veces se valora lo que se pierde” Solo la madurez emocional nos demostrará que debemos ser capaces que admitir que cuando estamos equivocados, sepamos comprender que, aunque siempre queramos llevar la razón es necesario disculparnos.

Meditación: Existen personas que es preferible darles la razón rápidamente antes que escucharlas.

miércoles, 6 de marzo de 2019

No olvides tu pasado.


Aceptar el pasado implica hacer las paces con lo que sucedió en tu vida, aunque todos sabemos que el pasado es inmodificable, pero a veces pretendamos olvidarlo. Una de las formas que deseamos cambiarlo es a base de imaginarnos escenarios hipotéticos; diciendo “Si lo hubiera pensado antes”, “Si hubiera hecho esto en lugar de aquello”, etc.
El pasado es dueño de nuestro presente. Del pasado nada podemos cambiar, y los momentos futuros no podemos controlarlos; lo que ocurrirá es una incógnita. Perdemos a menudo las cosas que nos depara nuestro presente por tener la mirada puesta en el pasado o en el futuro. En algún momento de nuestras vidas recordamos el pasado, y momentos vividos, “cosas que dijimos” “cosas que pensamos” “cosas que quedaron escritas” y ya no podemos borrarlas. Si, aprendimos de gente que conocimos…, pero en ocasiones nos encontramos con personas que realmente están ancladas en su pasado y ni viven el presente ni se plantean el futuro.
Una de las creencias que nos estanca en el pasado, es la idea de que no hubiera existido. Sé que cuando lo recordamos nos llenamos de resentimiento, deseando que la vida nos presentara una realidad con lo que realmente hubiéramos querido. Aunque no siempre se vive el pasado de forma cómoda, ni podemos hacerlo retornar de forma obsesiva en un momento determinado, deseando que no hubiera sido del modo que fue. Este es el error más común, ya que lo pasado, pasado está y por mucho que desees que no fuera así, no hay vuelta atrás; no podemos basar nuestra vida actual en aquello que hubiéramos deseado. Por tanto, los síntomas más habituales de este comportamiento son la melancolía, recuerdos, estados depresivos, tristeza, impotencia por no poder “volver atrás”
Piensas siempre que, si ese pasado vuelve a nuestra conciencia, es porque algo de nuestro presente lo invoca o quizás algo bueno había, o puede ser que haya dejado un vacío que a pesar del tiempo no hayamos conseguido borrar.  De nada sirve repetirnos: “no voy a pensar más en ello”. Aunque lo consigas, tarde o temprano, aquellos recuerdos siempre regresan. Por tanto, es absurdo torturarse con lo que se pudo haber hecho en aquellos momentos del pasado y no se hizo, dándole vueltas a la cabeza buscando posibles soluciones que se podían haber tomado. Ese comportamiento lo único que nos hace es maltratarnos, castigarnos psicológicamente, no dejarnos vivir nuestro momento actual y no solucionar absolutamente nada.
El pasado está escrito con todas aquellas vivencias que nos han traído aquí y ahora, a este lugar y de esta manera. Es un “baúl” lleno de experiencias buenas y malas, de decisiones erróneas y afortunadas, de tristezas y alegrías, de personas que entraron y salieron de nuestra vida, pero jamás las olvidarás
Por tanto, permanecer atado a nuestro pasado indudablemente nos impide avanzar. Olvidarlo, por el contrario, nos impide aprender. Con esto no se nos presenta ninguna otra alternativa que aceptarlo sin reproche ni resentimiento.

Meditación: Vivir en el pasado es elegir morir en el presente.