miércoles, 29 de abril de 2015

Afrontar los retos.

             Es posible que a lo largo de nuestra vida hayamos dicho: "¡Que feliz sería si no tuviera tantos problemas!" Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida nos presentará inevitablemente problemas para resolver, y el hecho de ser feliz no está relacionado con la existencia del problema, sino con la manera en que los enfrentes. El concepto que tenemos de nuestras actitudes como persona no se basan solo y exclusivamente en nuestra forma de ser. Todo lo que nos pasa, tanto los éxitos como los fracasos, van en relación con lo que hemos experimentado en nuestra vida.
              Entonces es cuando podemos comprobar que esos retos son una parte ineludible de la vida. Si queremos “vivir”, forzosamente tendremos que afrontar los retos que la vida nos ponga por delante. Aunque no deberíamos entender que eso es un mal irremediable, sino una oportunidad para podernos superar. Pensemos siempre que cada reto es una nueva oportunidad que se nos presenta para ejercer un nuevo razonamiento, que al fin, no es otra cosa que una nueva manera de crecer. 
           El afrontar los “retos”, siempre va condicionado a la valoración de nuestras relaciones sociales, y por supuesto siempre aprendiendo de los fracasos, ya que en infinidad de veces, éstos nos ayudan a conseguir nuestras metas. Así cuando nos consideramos persona de baja autoestima, es frecuente que no tengamos ánimo para afrontar y tomar decisiones. Es en estos casos, cuando necesitamos la aprobación de los demás, quedando más conforme cuando los demás aprueban nuestras cualidades. 
         Cuando tenemos que afrontar varios problemas al mismo tiempo, lo primero que tenemos que hacer es jerarquizar los mismos. Habrá algunos más importantes y otros que lo son menos. Tus recursos no son ilimitados y es probable que, al tratar de solucionar los menos importantes, comprometas la solución de los más urgentes. Entonces sería una decisión sabia ignorar aquellos problemas que en el momento no te son tan importantes.
         Estos retos en general son como la sal de la vida. Podemos verlos como retos y como obstáculos superables en nuestro camino hacia los objetivos. Al agilizar nuestra mente y expandir nuestra imaginación, pensemos siempre que los problemas nos educan. Siempre llegaremos a sentirnos bien, si nuestro comportamiento se corresponde con lo que los demás esperan de nosotros, aunque siempre sin inquietarnos, si por algún casual no coinciden.
          Las calificaciones académicas o profesionales no se acaban en un determinado periodo de tiempo, sino que siempre deben ir superándose hasta el fin de conseguir una fuerte autoestima que con el tiempo deberán ir moldeándose y profundizando para conseguir afrontar los retos que la vida nos presenta. Como decía anteriormente, muchas personas intentan teorizar acerca de vencer los retos a través de esfuerzos personales, Esta teoría a que muchos enfocan su convencimiento, a la larga se encuentran sesgada por el condicionante de sus límites personales, a los cuales no cumplen el rol fundamental a que una persona pueda vencerlos, sintiéndose incapaz de conseguir el bienestar o calidad de vida a que pueda enfrentarse ante dichas adversidades.

 Meditación. Los retos son los que hacen la vida interesante: superarlos es lo que hace que tenga sentido.

domingo, 26 de abril de 2015

Nunca es tarde.

            Nunca es tarde para rectificar aquellos sentimientos que hoy pudieran ser  encuentros equivocados. Sí, es posible que no fueran muy acertados, aunque la vida es así, siempre llena de aciertos y equivocaciones. Sin embargo: ¿Has oído alguna vez la frase que dice: ¿tomas algo para ser feliz? ¡Sí, decisiones! Pues no lo pienses, ya que existen momentos que debes romper tajantemente con lo que sucedió anteriormente. Es el mejor regalo que puedes hacerte para ser feliz. ¡Tus decisiones!
           Siempre existen momentos difíciles y días complicados en nuestra vida, y hoy nos da la impresión de que ciertas cosas simplemente no estaban destinadas a pasar y que algunos proyectos no estaban destinados a funcionar. Pero desgraciadamente, así se realizaron, aunque nunca es tarde para rectificar. Si lo que hicimos no funcionó, hagamos otra cosa. No nos rindamos y busquemos otra posibilidad hasta encontrar ese “momento acertado” para rectificar. Deja que la vida modere tus convicciones y te muestre todo lo que estaba oculto detrás de aquella escena que hasta hoy, no la veías.
            Esa profunda paz del cambio de lo que ahora vez lo que significa, te hará descubrir de nuevo aquel amigo y comprender que nunca es tarde para volver a empezar
            El cambio implica responsabilidad en tu vida y humildad para reconocer que, si quieres transformar determinados actos, has de empezar por ti mismo. Comprendo que son muchas las personas que se resisten a reconocer su error, pero comprenderás que debemos hacernos cargo de nuestra vida y, si no entramos en razonamientos, enseguida aparecen respuestas demagógicas y derrotistas que nos dirán; “el mundo es así” o “cada uno es como es”.
            Nada nuevo si digo: “rectificar es de sabio”, cosa que se nos dice desde pequeño que aprender de nuestros propios errores, pero ¿Como vamos aprender de nuestras equivocaciones si no admitimos nunca, o rara vez, que nos hemos equivocados? A lo largo de nuestras andaduras en la vida, a veces me asombra contemplar cómo cada persona tiene una peregrinación que llevar a cabo, un camino personal e intransferible donde las “heridas” son la semilla de sus propios ideales que a veces sembramos sobre nuestro propio mundo. Intentemos soltar todas las cosas que nos han hecho sentir culpables, y que nos hubiéramos gustado hace de otra forma. Quizás no supimos hacerlas mejor en ese momento, aunque nunca es tarde para rectificar.
             Siempre decimos que hay situaciones que se nos escapan de las manos, siendo entonces cuando debemos poner límites y no pensar que todo está perdido, sobre todo cuando más tiempo va pasando. Lo más importante, es mirar siempre adelante y no lamentarnos constantemente de lo que hicimos. Esa actitud nos aleja más de aquellas personas y nos crea una barrera que difícilmente romperemos.
              Lo más importante de todo, es no centrarnos únicamente en lo que hicimos mal, sino procurar recuperar parte del tiempo perdido y no volver a cometer los mismos errores. Afortunadamente todos tenemos la capacidad de perdonar, aunque con los años parece que se va perdiendo. Pensemos siempre, que un pequeño cambio puede obrar milagros, solo tenemos que proponernos modificar nuestra forma de pensar transformando las prioridades en nuestra vida. Y añado que “nunca es tarde para rectificar” puesto que nunca es tarde para hacerlo.

 Meditación: Nunca es demasiado tarde para hacer que nuestra vida sea diferente.

jueves, 23 de abril de 2015

Escuchar implica respeto.

            Es de suma importancia comprender que para poder abordar una reflexión entre dos interlocutores, es necesario disponer de la máxima información sobre todos los datos de los cuales vayamos a  dialogar. Escuchar a una persona, ya de por sí, revela un respeto que desinteresadamente tú le otorga. Por eso la mayor parte de esa información que intercambiamos reside en nosotros mismos, ya que es de máxima prioridad saber adquirir la capacidad de compartir una escucha de respeto.
           Todos tenemos sentimientos distintos y sobre todo, vidas complejas, llenas de emociones y pensamientos que nos acompañan en todo minuto, por eso cuando interaccionamos a través del diálogo es difícil ponerse de acuerdo, haciendo que en nuestra conversación influyan factores contradictorios.
          Pero escuchar no es suficiente para un perfecto entendimiento; es necesario en primer lugar, “darle espacio” a tu interlocutor, es decir, regalarle tiempo, sin que se sienta abordado por un cúmulo de interrupciones, lo cual hará fácil poder llegar a un mutuo acuerdo. Para conseguir dicho propósito debemos conseguir que nuestras preguntas sean de carácter inteligente, procurando realizarlas de la forma más eficaz posible a fin de canalizar un perfecto diálogo, sin parecer que actuamos de forma inquisitiva o acusadora. De esta manera, es fácil promover entusiasmo y sobre todo franqueza, sin intuir que estamos a la defensiva.
            Todo ello es necesario para que nuestro interlocutor se sienta reconocido y al mismo tiempo respetado, e incluso podamos llegar a estar de acuerdo. No es nada nuevo reconocer a las personas que escuchan atentamente y saben callar durante las conversaciones, demostrando de esa manera una gran inteligencia. Indudablemente son personas que saber evitar conflictos y problemas innecesarios, que pueden llegar a un falso entendimiento sobre tu interlocutor.
            Cuando intentamos formular una distendida conversación con alguna persona, es posible que tropecemos con aquellas que nos hacen ver que, “siempre están en posesión de la verdad”, tema que debemos  tener muy en cuenta, y en virtud de lo cual, tenemos que optar por un tipo de escucha, pero siempre con respeto, manteniendo que de esa forma se manifieste. En algún momento apreciará que nuestro contenido está completo de fundamento, aunque nunca haciéndoselo ver. Sólo él recapacitará y comprenderá que su intervención es posible que no sea razonable. 
           Quien habla siempre en función de lo que le interesa a sí mismo, es difícil que pueda relacionarse, no consiguiendo ni escuchar ni ser escuchado. Así saber escuchar es indudablemente una forma de respeto hacia los demás. Sin embargo pocos son los que lo valoran, tratando siempre de imponerse a nuestras reflexiones. Siendo esto unos de los errores que cometemos al tratar de mantener una conversación con carácter positivo.
             De esta manera demostramos ante nuestro interlocutor que le hemos escuchado con toda atención, haciéndole ver que su intervención ha sido de pleno convencimiento terminando siempre con alguna pregunta sobre el tema que nos ha desarrollado; de ésta forma siempre quedará convencido que le hemos escuchado con atención y respeto.

 Meditación: Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa

lunes, 20 de abril de 2015

¡Cuándo estaremos de acuerdo!

            Existe un dicho muy antiguo que dice: “el tiempo lo cura todo” pero pocas veces es cierto. No necesitamos estar de acuerdo para amar. Sólo el respetar al otro como es y permitirle ser a su manera, ya estamos ofreciendo lo mejor de nosotros. Hay situaciones que nos parecen extremadamente sencillas como, mostrarnos como si no pasara nada, reconocer nuestras diferencias, expresar cómo nos sentimos y sobre todo, estar siempre a la escucha del otro; todo es indispensable para lograr que las desavenencias no se conviertan en verdaderos problemas.
         Ante esto podríamos preguntarnos, ¿pueden dos caminar juntos sin antes ponerse de acuerdo? El “arte” de una pareja radica en la capacidad de que ambos lleguen a un acuerdo satisfactorio. Muchas veces nos da miedo cuando hay el más mínimo problema, puesto que la relación con una persona que nos suele importar, se esté deteriorando. En esos momentos sentimos que nos enfrentamos a un verdadero problema. O bien mantenemos nuestra posición o bien tenemos que renunciar a nuestras necesidades para mantener la relación. Por eso, como decía al principio “que el tiempo lo cura todo” en el caso de estos problemas, pocas veces es cierto. En definitiva, afrontar lo que ocurre, en vez de ignorarlo, es la mejor forma de solucionarlo.
            No pretendo afirmar con esto que uno de los dos deberá ser un mártir en la relación, mientras que el otro siempre es complacido. Más bien, ¿qué pasaría si ambos  decidieran ser altruistas en sus comportamientos de forma conjunta? Ambos vivirían buscando dar, en lugar de pedir, y como consecuencia ambos recibirían.
           Ante estos casos me gustaría distinguir lo que es una discusión de pareja. Una discusión es un momento en el que las dos personas pueden estar emocionalmente muy crispadas, y en esos casos sí que muchas veces, es mejor dejar pasar un poco el tiempo, para que las aguas vuelvan a su cauce. Es decir, no se trata solo de saber que llegar a un acuerdo es indispensable para caminar juntos, sino que ambos deben conducir sus vidas guiados por unos acuerdos, el cual nos llevará a una relación firme y estable.
           Así podríamos definir un conflicto; es una relación que se está llevando mal. Probablemente, lo que nos puede suceder es que, vamos a estar en una situación de desconfianza mutua, es decir, no hablamos de ello, pero los dos lo sabemos qué algo está pasando, llegando a la conclusión de “cómo eres tú”, “cómo soy yo” y a partir de ahí es cuando se puede producir una escalada de auténticos problemas, por lo que cada vez será más dura la reconciliación, y el vínculo se irá deteriorando, hasta llegar a la ruptura. En definitiva, afrontar lo que ocurre, en vez de ignorarlo, es la mejor forma de solucionarlo. ¡Cuántas veces la educación emocional de muchas personas es una de las asignaturas pendiente y debido a eso, manejamos muy mal los sentimientos!
 
Meditación: Para que una pareja sea feliz, el acuerdo entre los caracteres es más necesario que el acuerdo entre inteligencias.

 

sábado, 18 de abril de 2015

Siempre hay buenos momentos.

             Nuestra vida diaria se convierte no pocas veces en lo que no deberíamos llamar ratos, ni instantes; sino simples momentos. Ella nos enfrenta, a veces con esos pequeños espacios de tiempo, que preferimos olvidar. Porque en un instante, las cosas se complican o quizás sentimos que el mundo se nos cae encima.
             Sin embargo pasamos por momentos, que poseen  cierto atractivo, aunque  desgraciadamente son más bien cortos. Es entonces cuando nos preguntamos: ¿y ahora, qué hago? A lo cual respondo: “no tengo nada que hacer”; es cuando no podemos controlar las circunstancias pero sí nuestros sentimientos. Siendo entonces cuando necesitamos darnos cuenta que ese es el único camino en el cual no podemos intervenir. Son nuestras zonas de influencias y las que más necesitamos enfocar. Solo nosotros podemos elegir nuestra manera de ver las cosas y activar nuestros pensamientos para alejarnos de lugares negativos y no nos veamos anclados en  situación aún más dañina para nosotros.
            Sin embargo estos momentos, son determinantes en nuestro quehacer diario, hasta tal punto que hay quienes saben dulcificarlos cuando esos momentos nos ocurren, e incluso en tales ocasiones es necesario abrir un ámbito para disfrutar de esos espacios,  estando preparado para cuando se nos presenten..
             Si, aún recuerdo momentos en mi vida en la cual no podría reconocer mi rostro de tanto sufrimiento. Todo mi mundo se iba desmoronando y no podía encontrarle sentido a la vida. Sin embargo, dentro de tanta confusión, elegí vivir y volver a empezar. Sentí como una fuerza dentro de mí, de la cual aparecían recursos que me conectaban con acciones para poderme contener y sobretodo resistir.
           Quienes son capaces de otorgar buenos momentos o, mejor aún, de abrir espacios en los que algo agradable puede llegar a ocurrir, son especialmente sugerentes.
           No siempre nos gustan los estilos de momentos espectaculares, capaces de improvisar o irrumpir solo buscando momentos apoteósicos. Seguramente aparecerán en nuestra vida momentos en que creemos que esa tristeza la cual nos embarga, suele ser eterna. Ante todo, los buenos momentos ni son fáciles ni frecuentes, ni ocurren con cierta prestancia. Son muy exigentes con las situaciones, con las circunstancias, ni tampoco se presentan con frecuencias. A veces cuando menos lo espera, pasan los mejores momentos de tu vida, siendo tal, que jamás podrás olvidarlos.
           Ellos hicieron volver a sorprenderme a mí mismo, pensando que esos momentos que viví, nunca jamás podrían haber sido recuperado. Como por ejemplo: la lectura de un libro, asistir a un concierto, la llegada de una nueva primavera, la recuperación de aquella amistad perdida, etc., etc.
            Hay quien ni pueden recuperarlos ni tal vez sabrían reconocerlos. Pero siempre debemos tener espíritu libre, luminoso, y exento de rencores. Los buenos momentos de nuestra vida son perlas, en lo que uno se reconforta, cobrando fuerzas y razones para seguir adelante.

 Meditación: No esperes los buenos momentos para ser feliz…se feliz y los buenos momentos vendrán.

jueves, 16 de abril de 2015

Analizar los problemas.

           Por regla general la vida tiene grandes contradicciones, entre ellas, una muy significativa y sorprendente es el hecho de que personas que creemos afortunadas y felices se consideran, en el fondo desgraciadas: y al inversa, otras que parecen no poseer ninguna fuente de alegría, experimentan una gran satisfacción en la vida.
           La manera de como analizar algunas de las situaciones que se nos presentan en determinados casos, nos lleva a considerar los diferentes tipos de soluciones. Todos tenemos nuestros propios problemas, por lo cual es fácil pensar que estas acciones de definir problemas, es necesaria.
           Una de las variables más importantes que podemos apreciar, es la base de una constante preocupación. Los efectos y las consecuencias de dichas preocupaciones, están siempre experimentados en algún momento de nuestra vida.
            Para poder analizar estas cuestiones, es necesario llevar a buen puerto el contenido de esas situaciones, abriendo nuestro espacio físico y de tiempo. Si no es así estamos abocado a dejarnos llevar por las tareas que nuestra mente considera imprescindibles, dejándonos arrastrar por las pautas socioculturales, abriendo la puesta al estrés, la ansiedad, al logro de la conquista de forma precipitada, pero no a una determinada finalización.
             Todos conocemos, por experiencia propia, los efectos paralizadores de las preocupaciones, que nos pueden anular nuestra capacidad de concentración y la facultad de tomar decisiones.
             Así de esta forma, siendo tan devastadores los resultados y las secuelas de la situación de nuestros problemas, ¿cómo podemos bajar el nivel de tensión y reconvertir nuestras inquietudes, para ser capaces de comprender una situación debidamente comprometida y encontrar las vías oportunas para una resolución?
             Cuando uno necesita innovar, suele lanzarse a buscar respuestas. Un paso clave para conseguir ideas y soluciones, es conseguir caminos que aporten valores, para encontrar nuevas entradas a esa situación, y al mismo tiempo, generar  preguntas que nos permitan nuevas salidas.
              El pasado, siempre nos reviste una crucial experiencia, por cuanto nos supone una inagotable fuente de soluciones de la que extraer valiosas lecciones de actuación.
             Todas estas expectativas nos generan pensar en el futuro, otorgándonos sentido a nuestro pasado, al mismo tiempo que orientamos y regulamos nuestras acciones y decisiones presentes. Permitir que la memoria del pasado o la mirada hacia el futuro no deriven en remordimientos, sensaciones incontrolables de culpas, angustias o ansiedad. Si no es así, todo esto nos restarán competencias y destrezas para focalizar nuestra atención a los problemas actuales. Analizar los problemas constructivamente y adentrarnos en su interior, nos aportará paz en nuestra mente y en nuestro corazón

 Meditación: El sentido común es el arte de resolver los problemas, no de plantearlos.

 

lunes, 13 de abril de 2015

No perdamos el tiempo.

                Cada vez que perdemos el tiempo, estamos desaprovechando nuestras valiosas horas libres. Y a la vez, no estamos aprovechando el tiempo para trabajar más y mejor. Esto provoca que nos atrasemos en nuestro trabajo, que perdamos algo y que nuestra estabilidad disminuya. A la vez, nos atrasamos en casa y nos es más difícil participar de las actividades que más nos gusta porque siempre tenemos trabajo  atrasado.
             ¿Qué es entonces lo esencial? Vivir a fondo nuestra existencia, no perder el tiempo con lo superfluo, con lo que nos llena o nos aleja de lo que realmente somos o queremos. Es una época inquieta la que actualmente vivimos, todos deseamos ir a lo importante, pero no es fácil definir qué es realmente lo esencial para cada uno.
             Cuando tenemos problemas, no debemos caer en la trampa de malgastar el tiempo compadeciéndonos con la excusa de que “la vida no es justa”. La vida es lo que hacemos con ella y todos elegimos vivirla de manera diferente. La vida consiste en ventajas y desventajas, más que en justicias e injusticias. Todos tenemos en algunas ocasiones ventajas disponibles.
             Respondiendo a lo anterior y queriendo ir a lo esencial es, por así decirlo, decidir renovar nuestros deseos. Elegir a emprender nuestro pequeño camino dibujado por el “tengo ganas”, más que continuar por los grandes raíles de “tengo que”. Aprende del pasado, pero no te quedes anclado en él. Todos tenemos un pasado. Hay cosas de las que podemos no estar orgullosos, pero ya la hicimos y debemos aceptarlas y dejarlas atrás. Desear que el pasado hubiera sido diferente es una pérdida de tiempo y energía, puesto que siempre limitará nuestro futuro.
             Es fundamental no perder el tiempo discutiendo. ¿Realmente nos aporta algo demostrando que tenemos razón? Invertir el tiempo en discusiones inútiles es una pérdida de tiempo. Lo mejor que podemos hacer ante esas situaciones es escuchar y tratar de entendernos. Puede que sigamos teniendo diferentes puntos de vista, pero al menos mantendremos el respeto y una posible cooperación y, sobre todo, no estaremos perdiendo el tiempo.
             Escucharse a uno mismo es también imprescindible, sobre todo para ser “auténticos”, para tener respeto por uno mismo y para no engañarse afrontando las cosas sin tener que arrepentirnos de nada. No perder el tiempo preocupándose por lo que los demás piensan de nosotros. Es imposible caer bien a todo el mundo y no podemos hacer que las gentes, siempre piensen bien de nosotros. Lo verdaderamente importante es tomarse los comentarios de los demás simplemente como opiniones. Escuchar siempre las opiniones, y aprender de aquellas acciones positivas que sean de utilidad, siguiendo adelante. Sin embargo no nos damos cuenta de todo el tiempo que perdemos por querer tener determinado tipo de cosas que creemos que nos van a hacer vivir mejor. Aprovechando mejor nuestro tiempo, conseguiremos nuestro ritmo, y nos daremos cuenta de que todo lo anteriormente expuesto es esencial.  

 Meditación: Si amas la vida economiza el tiempo, porque de tiempo se compone la vida

viernes, 10 de abril de 2015

Miedo o inseguridad.

              Decir que en determinadas ocasiones anteponemos las exigencias de los demás a las propias, es indudablemente falta de seguridad, es como entregarnos a los demás sin que nos lo hayan pedido. La seguridad, sin embargo, es una especie de valentía que nos hace creer en nosotros mismos y en nuestra capacidad personal. Todos solemos sentir inseguridad alguna vez. La inseguridad tiene que ver directamente con el miedo a no saber afrontar una situación y sobre todo a las circunstancias negativas de la misma.
             En muchos momentos de nuestra vida, por miedo o por inseguridad, no nos decidimos a expresar nuestros sentimientos y deseos. Acceder a las peticiones de los demás nos resulta más fácil que defender nuestros derechos. Sí, es cierto, aunque todos, alguna vez experimentamos esa inseguridad ya sea de forma consciente o inconsciente.
              Aunque el precio que pagamos por nuestra seguridad es elevado, es un vacío que solo podemos conseguir dando prioridad a nuestras necesidades y aprendiendo a decir “no” al miedo. Anteponer las exigencias de los demás a las propias, y entregarnos incluso sin que nos lo hayan pedido tenemos que reconocer que nos genera frustración. Así demostramos que la inseguridad es esa voz interior que nos dice: “no sé si podré” o “si soy lo suficientemente capaz para enfrentarme hacia nuevos retos” “tengo miedo de esto o aquello” o “no me animo, podría fracasar”.
             Por eso la inseguridad tiene que ver con el modo de tolerar las situaciones que la vida nos presenta. Dice ese refrán muy antiguo: “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Muchos nos aferramos a esto, para no sentir el miedo que nos provoca una nueva andadura o incluso esa inseguridad que nos aterra ante situaciones nueva de la vida. Casi todos a través de nuestra vida hemos tenido muchos sueños, muchas acciones que realizar, pero vemos que la vida sigue su curso e irremediablemente se nos acaba sin poder cumplir todo lo que durante ella hemos anhelado. El miedo al no poder conseguir todo lo que nos hemos propuesto, es lo que nos hace sentirnos fracasados. Es un miedo que nos tiene detenidos, imposibilitados a convertir nuestra vida en aquella realidad, en aquello que siempre tuvimos la intención de realizar y hoy por miedo o inseguridad no pudimos conseguir.
              Ante esta situación, podríamos preguntarnos: ¿Qué es lo que nos detiene y nos hace tener esa inseguridad que nos inmoviliza? Solo es el miedo a equivocarnos y a las consecuencias que pudiera originar ese posible error. Por eso creo, que muchas de nuestras acciones pueden tener efectos dolorosos para nosotros mismos o a veces hacia otra persona. Lo verdaderamente importante es que en todo momento estemos dispuestos a afrontar esas consecuencias y que no busquemos un desdichado a quien echarle la culpa. Y si en muchos casos las cosas no salen como esperábamos, tampoco es aconsejable llenarse de culpas. Siempre tenemos que ser responsable a nuestros actos pero no culparnos de ellos.
             Decía Albert Einstein: “El miedo a fracasar siempre nos detendrá a intentarlo de nuevo, y siempre te mantendrá en el mismo lugar, haciendo las mismas cosas y anhelando resultados diferentes”

 Meditación: Lo más triste de la vida no son sus pérdidas y desventuras, sino sus miedos.

martes, 7 de abril de 2015

La vida con la música.

           Eso es lo que nos dice Friedrich Nietzsche, “Sin música no podríamos vivir” De ahí que abunden un sin fin de frases tratando de darnos la pista de esa envolvente realidad. La música  la podemos considerar como un lenguaje, una ciencia y un arte.
           Es por excelencia el lenguaje del sentimiento, cuando la escuchamos sentimos que en nuestro interior se producen una serie de estados de ánimos tales como alegría, pena, tristeza, devoción, admiración, etc. Y si quisiéramos aproximarnos a una definición, diríamos que es como una emoción placentera que se percibe a través de nuestros sentidos. Existe una gran relación entre la música y la vida de las personas. La música como producto cultural ha ido cambiando a través de los tiempos. Desde los inicios en la antigua Grecia ha ido evolucionando cada vez más y más.
            Determina en la persona un estado de paz, de tranquilidad, de meditación, y esto es lo que radica la importancia que tiene en la formación moral y espiritual del educando. Entre los beneficios que se consigue con la práctica de la música son los siguientes: Desarrolla, educa y estimula noblemente los sentimientos estéticos religiosos, sociales y morales. En definitiva nos enseña a valorar y descubrir emociones.
            La música se reencuentra con nuestro estado de ánimo, se funde con nosotros, para generar melancolía, y al mismo tiempo llenarnos de alegrías o recordarnos esa amistad perdida. La música no solo es una forma de pasar el tiempo sino que despierta profundas emociones, aunque nos parezca imposible, suele tener un gran poder terapéutico y suele aliviar los síntomas de ansiedad, de estrés, de depresión y también para insomnio ha sido demostrado como altamente positivo.
           Creo que en alguno de mis artículos dije que  estudié música; Pues así es, y con toda sencillez relataré que la música cumple diversas funciones; nos hace soñar, nos hace compañía, alivia nuestras preocupaciones y nos permite sentirnos agrupado en un determinado grupo social. Por tanto la música representa en nosotros una influencia que se da y que se ha utilizado tanto para potenciar la agresividad como la tranquilidad, al mismo tiempo contiene mensajes que en muchos casos son utilizados para una forma de vivir, representando en la persona un carácter que nos distingue de los demás para hacernos únicos del mismo modo que se emplea para dormir, relajar, estimular y por qué no decirlo: Para amar.
           El hecho es que hay autores que van desde la tragedia de la filosofía griega hasta nuestros días, considerando la música como un componente de lo más místico. Se ha llegado a decir que después de escuchar a Bach, uno no puede por menos que creer en Dios. Puesto que la música es universal, entendamos entonces, que cualquier ser humano es capaz de percibir y entender toda aquella comunicación emocional que recibe a través de la música, lo mismo que por ejemplo, las expresiones faciales. El que ama la música, se dice que es un ser noble, lleno de luz y de amor, el cual refleja en su rostro una mirada llena de expresión, transmitiendo a través de su mirada ese sentido que le da sus palabras por medio de su mensaje. En general la música ha sido y es un medio de expresión y de motivación que se ha utilizado como instrumento, para manipular y controlar el comportamiento del ser humano.

 Meditación: El arte de la música es lo que más cercano se encuentra entre las lágrimas y los recuerdos.

sábado, 4 de abril de 2015

¡Qué incómodas son las prisas!


             No es nada nuevo mencionar que las prisas no son las formas para llegar a una buena actitud en la vida. Ya sea en los estudios, en el trabajo, e incluso en el amor. Siempre nos conducirán a un estado de inestabilidad. Vivimos en una situación de momentos realmente difíciles, en los cuales debemos aceptar la realidad, y con el convencimiento que es mejor renunciar a las prisas.
             No me negarán que al leer diariamente los titulares de los periódicos, es como si nos viéramos obligados a vivir de una forma acelerada, ya que la opción de dejar de luchar, equivale a quedarnos atrás, comprobando que si nos mantenemos en un estado de quietud, perderemos “el tren” a que la vida nos somete.
           ¡Qué de veces recordamos las batallas perdidas, las amistades desaparecidas, puertas que dejamos de abrir, todo por el simple hecho, de que las prisas no nos dejaron tiempo para reflexionar! La vida es una sucesión de “dardos”, de problemas, de baches continuos. He aquí la pregunta que continuamente nos hacemos: ¿por qué casi nunca recordamos los momentos buenos? Muy sencillo, tengamos en cuenta que esos momentos suelen permanecer poco tiempo en nuestra vida y por tanto deberíamos de saborearlos con tranquilidad, (sin prisas), puesto que el estado acelerado en que vivimos nos hace que permanezcamos casi siempre dolido. Aceptar la realidad no es resignarse   
            Las prisas a veces se nos presentan de forma que nos dice; ¡no sé qué hacer! Todo se nos pone al revés, puesto que la vida es eso, levantarse diariamente y tratar de ver y vivir una situación posiblemente incómoda, con el propósito de trabajar para que sucedan las cosas lo más satisfactoria posibles, sobre todo, sin pretender ni exigir resultados inmediatos. Pensemos siempre que aquellos que son capaces de renunciar a las prisas, tomarán mejores decisiones.
            Si, es cierto que vivimos en un mundo apresurado. Todos “corremos” hacia una vida mejor, y pierden al mismo tiempo esos momentos de las experiencias sencillas y cotidianas que posiblemente nos hagan felices. Nos olvidamos de las pequeñas cosas en medio de tantos asuntos, sobre todo el espacio para el reposo y la meditación. En algunos casos se trata de liberar nuestro pensamiento de la confusión de las prisas, al querer realizar todo apresuradamente. Cuando más prisa tenemos, menos nos damos cuenta que realmente la tenemos. Se nos acumulan los motivos, a veces imaginarios, mezclándolos con los auténticamente reales, es decir; quedamos a merced de ese enemigo mental que son las prisas.
             De esta  manera mientras caminamos ansiosos hacia esa promesa que se nos presenta diariamente, la vida pasa frente a nuestros ojos, sin apenas percibirla. Nos enredamos, en una cosa y en otra, y no respiramos, no observamos, no apreciamos lo que está sucediendo en ese preciso momento. Nuestra atención y nuestra ilusión se descuidan del mundo real, todo por no querer levantar el pié del “acelerador”.
             Aunque nos parezca mentira las personas que continuamente tienen prisa, son víctimas de experimentar sensación de culpas, todo por creer estar perdiendo el tiempo y la vida. El problema está que ese futuro anhelado no existe, sencillamente es una idealización mental, puesto que nadie vive en el pasado ni en el futuro. Todo lo que nos ocurre, sucede en el preciso momento en que lo vives.

 Meditación: No hay que hacer de prisa lo que es para siempre.

miércoles, 1 de abril de 2015

El dolor en la intimidad.

           La intimidad no es más que una situación personal de cada uno, en donde residen los valores humanos y personales, siendo todos ellos un conjunto de derechos fundamentales para el desarrollo de la persona y de la familia. Junto a esto, nos creamos un ámbito reservado interiormente ante los demás, contra las intromisiones y las indiscreciones ajenas.
          Esta intimidad nos conduce a un conjunto de acontecimientos emocionales que ocurren a través de nuestra vida y en nuestra mente, siempre junto a comportamientos emocionales, sentimientos y demás pasiones. Si estas relaciones personales de las cuales hablaba anteriormente, no son fáciles de llevar en general, mucho menos serán las que se establecen entre dos personas  que se aman y deciden vivir juntas, pero al mismo tiempo sobrellevan emociones y contra posiciones de valores muy distintas. Todo se presenta cuando deseamos establecer una relación con alguien, aunque lo que más desearíamos es tener una pareja estable con quien compartir nuestra vida y al mismo tiempo planificar un futuro de a dos.
              Si, el amor, es enviado como el regalo esencial para cada persona. Cuando nos lo proponemos, bien vemos que todo nace del amor. Pero existen momento que esa falta de amor genera situaciones complicadas llenas de emociones. Sé que cuesta entablar relaciones profundas con alguien, pero la sola imagen idílica, nos provoca, miedo e inseguridad, que al mismo tiempo nos sentimos vulnerables, solo con el simple hecho de hacernos sufrir. Debemos comprender que el amor y el dolor lo llevamos anclado en el mismo lugar.
               Lo más preocupante y de peor pronóstico para una pareja es que se haya instalado el desamor, que se hayan roto los últimos hilos de ese sutil y quebradizo vínculo que une a dos personas para constituir una pareja. ¿Por qué a veces son tan complicadas nuestras relaciones? ¿Por qué provocan tanto dolor y sufrimiento? ¿Por qué se termina el amor? A pesar de que parezca muy difícil explicarlo, cada vez nos convencemos que, todo esto sucede, en primer lugar porque “el amor nunca existió”. Muchos dejan de amar porque ya no tienen sentimientos de amor hacia su pareja. Sé que esto es un enfoque personal y muchos no estaréis de acuerdo, pero hay que reconocer que los sentimientos surgen como consecuencia de nuestras actitudes y comportamientos amorosos.
           Es importante distinguir entre el dolor y el sufrimiento. El dolor nos lo trae la vida, siempre estamos expuestos a él, y el amor, como parte de la vida, implica dolor por los desencuentros, pérdidas, enfermedades, etc. Sin embargo, no tenemos por qué implicar el sufrimiento propiamente dicho, con el dolor que nos proporciona el empeño de cambiar la realidad, o las actitudes de alimentar nuestras heridas.
             La verdad es que no nos queda más que enfrentarnos al abandono, no quedando otra solución que asumir el dolor en nuestra intimidad que nos produce ese duelo que irremediablemente hemos ido generando.

 Meditación: Durante la juventud creemos amar; pero solo cuando hemos envejecido en compañía de otro, conocemos la fuerza del amor.