martes, 13 de noviembre de 2012

Como envejecer juntos.

            La respuesta está clara para los enamorados, pero ¿es posible mantener la ilusión? Y aunque no existan recetas mágicas, ¿qué es necesario para lograrlo?
            A la hora de hacer balance es inevitable preguntarnos si nos imaginamos un futuro como pareja. Pero soñar con envejecer junto al otro es, más que un compromiso, una voluntad: la de querer atravesar las dificultades y fomentar los buenos momentos.        Los conflictos normales de pareja generalmente no se deben a que nos hayamos equivocado en la elección de la persona, sino a que nadie nos enseña la difícil tarea de convivir.
            La respuesta que podemos dar a esta situación es un claro indicador del estado que llevamos de pareja. Sentir que queremos pasar toda la vida juntos es algo normal en las primeras etapas de nuestra relación.
            Cuando nos enamoramos, que es un periodo muy primario, tenemos la fantasía de vivir siempre con esa persona, e incluso de envejecer juntos. Sin embargo ese sentimiento puede acabar  desvaneciéndose si descuidamos la relación. Para que ese deseo se mantenga hay cultivar la relación en el día a día, para que a diario nos  encontremos con nosotros mismos y con la vida, que estamos llevando con quien queremos estar.
            Una de las variables para tener una buena relación de pareja es el compromiso de saber que esa persona que tienes a tu lado te va a apoyar en los momentos buenos y en los difíciles.
            Lamentablemente, a menudo no es, precisamente, hasta que atravesamos un momento difícil cuando realmente valoramos el apoyo que nos brinda nuestra pareja o nos demostramos a nosotros mismos, con nuestra entrega, la fuerza de nuestros sentimientos hacia él o ella.

Meditación: Nada nos hace envejecer con más rapidez, que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Decidir sin razonar.

            Desde toda la vida existe la creencia de que un comportamiento inteligente es el que se basa en un buen razonamiento. Cuando se trata de tomar decisiones importantes, lo tradicional es pensar que razonar ampliamente es lo que se debe hacer, antes de tomar la determinación de emprender una acción, resultando totalmente necesario e imprescindible.
            Generalmente se ha considerado que la razón es el instrumento principal y superior  de los seres humanos y que la intuición es algo infalible y secundario, propio de mentes inferiores.
            Pero las investigaciones han hecho ver que la mente es algo así como una caja de herramientas adaptada para utilizarla en  más de una ocasión, llegando a decisiones importantes, recogiendo a su vez  comportamientos de carácter individuales.
            Por eso, en realidad en esos momentos tan importantes, acabamos de forma natural, dejando que las sensaciones hagan el trabajo que habíamos reservado a la mente y a la razón.
            Las decisiones más importantes de la vida no se toman de manera estrictamente lógica y racional, sino dejándose llevar por sensaciones que uno no puede explicar muy bien, pero que le guían de una manera bastante firme.
            Está comprobado, incluso al decidir, qué actitud tomamos en determinados momentos. La satisfacción posterior es mayor cuando uno se basa en la sensación interna de que ha elegido lo que más le gusta, no lo más adecuado. Aunque dejar en manos de la intuición la resolución de los dilemas más transcendentales de nuestra vida, es algo muy habitual.
            De hecho cuando una persona tiene que empezar a sopesar los “pros y los contras” de lo que quiero o lo que no quiero; algo nos suele salir mal.

Meditación: La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que debemos callar.

Come un delfino - Ennio Morricone.


Meditación: Cuando un sueño se cumple, un pequeño duende esboza una sonrisa, porque tarde o temprano por fin se ha cumplido. Y si durante toda una vida se ha deseado, esa magia se convierte en tu mayor destino y tus ojos en la mayor felicidad.


viernes, 9 de noviembre de 2012

¡La llegada del viernes!

            Para la mayoría, el viernes es el mejor día de la semana. Es el día en todos estamos de mejor humor. El domingo a última hora de la tarde nuestro estado de ánimo empieza a empeorar, el lunes solemos estar muy desanimados, pasamos el peor día de la semana, el martes lo retomamos a partir del miércoles.
            Así lo revela un estudio basado en 2,4 millones de personas de 84 países, que analizaron el contenido de 510 millones de mensajes de Twitter, enviados a lo largo de dos años.
             Gracias a una técnica de análisis de textos capaz de inferir el estado de ánimo de los que lo han escrito. Los “twitter`s” no sólo revelan cómo cambia el humor a lo largo de la semana, sino también a lo largo del día. Así, si por las mañanas predominan el entusiasmo y la alegría, a mediado que pasan las horas, el humor decae, para subir de nuevo al atardecer. Aunque este ciclo coincide con el horario laboral, al observarse también en fines de semanas, los investigadores creen que se debe a razones bilógicas como el sueño y nuestro reloj interno
            Los primeros análisis muestran que los que formaron parte de la experiencia, si mejoraron su calidad matrimonial. Al convivir con nuestra pareja antes de que seamos infelices, estos controles identifican conductas potencialmente “corrosivas” y ayudan a cambiar la comunicación antes de que los problemas nos descontrolen. Lo más típico es la falta de tiempo y culpar al otro por el estrés debido a la lucha durante la semana.
            A veces los psicólogos nos asesoran durante todo el proceso semanal, en pautas de comunicación con nuestra pareja, los hijos y los amigos, así como el manejo de las emociones, en determinados momentos, y en el control de nuestro pensamiento que a veces, son negativos y no se ajusta a la realidad.
            Los hallazgos de este estudio nos confirman la relación entre la música  y el desarrollo familiar, animándonos a pensar no sólo en la música como una herramienta a través de la cual no aplicamos un tratamiento a nosotros mismos.

Meditación: Al cuerpo no se le engaña, es viernes y lo sabe.

martes, 6 de noviembre de 2012

La mentira II.

             Mentir es un recurso fácil de valor sin tener que pasar por esfuerzos ni penurias, aunque el precio que se corre es la posibilidad de ser descubierto. En esto sucede algo similar a la persona que lanza rumores falsos con las personas que trata: puede ser descubierto y la conducta desvelada, ir en su contra desprestigiándose ante a los que se quería influir. El que miente necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene.
              El que recurre a la mentira no está conforme consigo mismo y en lugar de mejorarse auténticamente se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente.  Pero: ¿qué es la mentira? La mentira es una forma de eludir la realidad y por lo tanto la responsabilidad que tendría al afrontar la verdad de algunas cosas. Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la mentira como forma de evitación de circunstancias. Sin embargo a la larga si llega a convertirse en hábito, puede suponer un problema psicológico considerable.
               Estarán de acuerdo conmigo, estimados amigos, que la mentira es uno de los peores defectos del ser humano, sobre todo, la mentira dicha con el único afán de obtener un beneficio personal en perjuicio del resto de las personas. Es tan detestable la mentira, que desde niño nos enseñaron sobre las mentiras de un personaje llamado "pinocho" a quien le crecía la nariz cada vez que decía un embuste. Un cuento al fin, pero lleno de sabiduría.
             Nuestra reflexión nos lleva también a considerar que hay quienes se justifican diciendo que nunca levantan falsos testimonios ni expresan mentiras, sin embargo, no debemos olvidar que "ocultar la verdad" es también una forma de mentir, y en consecuancia de hacer daño a terceros logrando bebeficios personales. Quienes ocultan la verdad, son igualmente detestables. Podemos completar diciendo que la persona que le gusta o disfruta diciendo mentiras o engañando a los demás, igualmente le disgusta ser enganñado con mentiras. Aquí se refleja un ego adicional en este tipo de personas, que además de mentirosos y embusteros, son aquellas que solo atienden a sus conveniencias, sin miras ni preocupaciones.
               Existe un aforismo muy conocido que dice: "la mentira dura mientras la verdad llega", lo que significa que la mentira no es infalible y no puede ocupar el lugar de la verdad, pues mientras ésta es brillante y llena de luz, aquella es opaca y tenebrosa.
               A pesar de ello, hay personas que son hábiles diciendo mentiras, que en ocasiones se auto engañan y durante muchos años viven creyéndose sus propias mentiras y fantasías. Esta ha sido a veces la vida de personajes de nuestra historia.

Meditación: Una mentira repetida mil veces, puede parecer una verdad, sin embargo, en su esencia, siempre será una mentira.

         
           

Memory - Richard Clayderman.


Meditación: Que triste es cuando descubres que la persona que aprecias no siente lo mismo por ti.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La mentira I.

            Las mentiras son muy elocuentes. No tanto por lo que dicen o fingen, sino por lo que desvelan  y revelan. En cierto modo, resultan en determinados momentos,  delatoras y transparentes. Y no sólo cuando son detectadas o cazadas sino, en cualquier caso y sobre todo, para uno mismo. Por eso de que la mentira consiste en decir lo contrario de lo que se piensa es tan sólo la epidermis de su verdadero sentido.
            No se juega su suerte contra la sinceridad sino que su auténtico desafío es el de la cuestión de la verdad. Lo más triste es cuando no nos decimos lo que pensamos, o lo que es aún peor, tratamos de pasar por pensamientos lo que no es, sino un ocultamiento de lo que pensamos.
            Pero si lo pensamos bien, no es sólo que nos engañamos, es que nos mentimos, por temor o por debilidad, que son dos de las causas fundamentales del mal que somos capaces de producir.
            En cierta medida decimos y no hacemos lo que decimos, y así, efectivamente lo que pensamos no tiene que ver con lo que vivimos. Cuando nos encontramos con alguien que dice lo que se hace y piensa lo que dice, estamos no sólo ante alguien veraz, sino concretamente con quien dice la verdad.
            Por eso las mentiras tienen tanto de personal. Muestran las insuficiencias, las incoherencias, los límites y muy singularmente nos constituyen antes los demás, queriendo hacer ver lo que realmente no es.
            No por eso debemos de confundir un descuidado y precipitado de contar todo, de cualquier modo, de forma insensible, sin considerar al otro, con una generosa espontaneidad, haciéndonos querer demostrar amiga de la verdad.
            La verdad no es simplemente contar lo sucedido, de ahí se deduce que consista en ocultarlo. Hay quien utiliza la mentira como un modo de vivir. A veces es comprensible, pero ni es aconsejable, ni produce buena sensación la persona que miente.  

Meditación: No porque todo el mundo crea en tu mentira, se convierte en verdad.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La muerte.

           Aunque se oiga decir “yo no tengo miedo a morir”, a todos, de una forma u otra, nos asusta la muerte, a pesar de que tendamos a considerarla como algo “ajeno”, que nunca nos afectará directamente, ni a nosotros ni a quienes amamos.
            La vivencia de la muerte de hecho no sólo afecta al que se acerca a ella, sino a todas las personas que lo rodean y lo quieren. El envejecimiento y la vivencia de la muerte suelen estar íntimamente relacionados. A medida que la vida avanza, el aviso de su fin se hace cada vez más insistente. Hay que tener en cuenta el  aumento de los años de vejez en los países occidentales en los que la población general va envejeciendo. El hombre prehistórico tenía una vida media de dieciocho años, en la época de la revolución americana alcanzaba los treinta y cinco años, y en 1900, los cuarenta y nueve años. Hoy la esperanza de vida en las sociedades industriales oscila alrededor de los ochenta años. Un bebé suizo puede esperar vivir como mínimo ochenta años, mientras que su contemporáneo en la India probablemente muera a los cuarenta y seis.
            A esta mayor previsión de vida hay que añadir el alarmante descenso de la natalidad en estas mismas sociedades, de forma que cada vez hay más ancianos que van teniendo más años. Pero, curiosos, no son los ancianos los que tienen miedo a morir, sino los jóvenes y los adultos, personas que en teoría tienen la muerte más lejana.
            Cuando una persona se entera de que va a morir entra en una especie “shock” y lo mismo les ocurre a las personas que la quieren. Luego, tanto el afectado como sus seres queridos, entran en un proceso de esta fase.
            Múltiples factores influyen en la actitud de las personas ante la muerte. La fe, el creer en Dios y la esperanza de una vida futura, confortan, dan entereza y resignación a la hora de enfrentarse con la muerte y soportar la pérdida de seres queridos; hay personas que han vivido alejadas de todo lo divino, y que al acercarse sus últimos días necesitan reencontrarse con Dios.
            Existen factores sociales que están cambiando, entre ellos, el entorno de los enfermos incurables; antes, estaba limitado al hogar al que iba a morir rodeado de familiares, luego se ha circunscrito a los hospitales. Ahora hay una especie de vuelta atrás, y enfermo, médico y familiares suelen preferir el propio hogar. También se ha modificado la estética de la muerte y todo el simbolismo acompañante. Si hubiese que resumir es una palabra la actitud social de hoy ante la muerte, sería la de la “desdramatización”. En este caso, es imposible dar una norma justa sin arriesgarse, tal vez habrá que esperar a que todas las estructuras sociales lleguen a un acuerdo.

Meditación: La muerte es la única enfermedad que no tiene remedio alguno.