miércoles, 30 de agosto de 2017

Todos necesitamos amar.

¡Verás! No es que todos queramos amar, es que el ser humano por naturaleza, necesita amar. Las formas son indiferentes, pero así está establecido. Sería imposible por muy “dura” que sea una persona, vivir sin sentir afecto por algo o alguien; sería realmente triste. Existen periodos en nuestra existencia que necesitamos que nos aprecien, que sientan algo por nosotros. No es nada nuevo lo que digo. Incluso la persona más solitaria que podamos encontrar, siempre necesitará dar y recibir amor. (Caso muy frecuente son los indigentes) Raro es, el que no expresa un extremado cariño con cualquier animal de compañía. Son capaces de quedarse sin comer, y compartir lo poco que tienen con su mascota. 
La pregunta en estos casos sería: ¿es fácil amar? Es posible que digamos que no, pero pensemos al mismo tiempo, que es uno de los actos más importantes en nuestra vida. Todo consiste en la convicción de que uno se sienta aceptado por los demás. Sólo con eso, ya consigues una paz interior, incapaz de poder describirla, pero esa simple aceptación ya te hace sentirte seguro de ti mismo y al mismo tiempo notarte valorado por los demás. El buen amor, es el que se promueve en mayor medida; es decir, que el otro sea plenamente quien es, y sólo por ello, nos brinda la mayor satisfacción.
Verdaderamente el amor es un sentimiento que solo tiene que ver con uno mismo, puesto que así empieza, luego se propaga hacia los demás, y al final lo aceptas de forma recíproca, de la misma forma donde se originó, sin saber por qué. El amor es así, sin embargo, con frecuencia pedimos a quien amamos, que modifique su manera de ser, que sea más expresivo y, a medida que uno va entrenándose en el amor, al mismo tiempo que lo sientes, las experiencias van siendo cada vez más gratificantes y enriquecedoras.
            Todos deseamos amar en libertad, pero no debemos dejar de aprender, en primer lugar, ser dueño de nuestras vidas y de nuestras emociones, sabiendo gestionar nuestro estado de ánimo, nuestras palabras y nuestras atenciones para con lo demás. El buen amor no pretende poseer al ser amado. El amor es uno de los sentimientos más importante del ser humano. El amor es comprender, servir, dar, querer, compartir, respetar y convivir. Todos queremos amar profundamente a otra persona; desnudar nuestro interior ante esa persona; pero muchos no se atreven a correr el riesgo de entregarse porque siempre hay la posibilidad de ser rechazado.
            Creemos que “amar” y “desear estar con el otro” son la misma cosa. Pues no. Estamos muy equivocados. Desgraciadamente en la actualidad el amor en algunas personas, por lo que estamos viendo es desamor, puesto que el tiempo que dura es muy poco ya que según ellos “se les acaba el amor” cuando en realidad lo que pasó es que nunca hubo amor sincero.
Generalmente el ser humano solo tiene una necesidad: Amar. Cuando se descubre esto, entonces notaremos que nos transformamos. El amor no es dependencia. El amor no es compartir nuestra soledad. El amor no es deseo de “lo tengo que conseguir” ya que de esta forma nos lleva al origen del sufrimiento; pensemos siempre que el amor perfecto elimina los miedos, consigue estabilidad y nos da seguridad.


Meditación: Amar es la solución para vencer a la soledad cuando se está sólo.

domingo, 20 de agosto de 2017

¡Mira que nos quejamos!

Y es cierto, si lo miramos desde cualquier punto de vista, vivimos siempre bajo una continua y persistente queja que diariamente nos hace la vida más molesta y preocupante. De ahí ese tópico famoso que hasta las redes sociales nos advierten de que “al fin viernes”, pensando en el respiro de un fin de semana. Aunque al mismo tiempo ya nos estamos preocupando, que se nos viene el lunes de inmediato y parece que se nos cae el mundo encima. Pues no digamos con el tiempo: “que si con este calor no se puede vivir” o “llevamos toda la semana sin parar de llover” o “este levante me deja el cuerpo, que no sirvo para nada”
Pensemos siempre que nadie está exento de problemas y es lógico que nos quejamos, pero a veces deberíamos tomar cierta actitud en la vida, puesto que tenemos que pensar que las cosas siempre serán de la misma forma, y es absurdo estar molesto continuamente, a pesar de que todos tenemos derecho a quejarnos. Sin embargo, nos encontramos mal con todo lo que nos rodea. Es preocupante, ya que puede que se convierta en un hábito, y es cuando vale la pena plantearse pensar ¿qué nos ocurre?, será que nuestro estado adopta permanentemente síntomas de disconformidad, o es posible que tengamos tendencia a culpar a los demás, o a las circunstancias de lo que está ocurriendo y por eso nos quejamos de ello. Existe un proverbio muy antiguo que nos dice: ¡Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco los serás con lo que te falta”
Cuántas veces nos quejamos de forma sistemática, y no nos damos cuenta que el problema radica en nuestra forma de funcionar. Por tanto, sería de vital importancia reconocer que actuamos ante un comportamiento muy personal, y somos nosotros los primeros que deberíamos dar el primer paso para poder cambiar los hechos, y salir de esas continuas quejas iniciando una forma distinta de actuar y a la vez más positiva. El problema de ese estado de malestar, a veces proviene de la frustración que sentimos a ver que nuestras expectativas no se hacen realidad y nos consideramos víctimas.
Mientras no aceptemos dichos cambios y busquemos una nueva manera de vivirlo, las quejas siempre nos acompañarán. No es que no tengamos derecho a quejarnos, pero si sólo nos quedamos en la queja, no nos hacemos responsables de nuestras vidas. Las quejas sabemos de ante manos que no resuelven nada, puesto que es una situación inoperante, es decir no aportan ni resuelven soluciones, sencillamente es el recurso de los que continuamente se sienten ante un estado de amargura, ya que no se atreven a cambiar aquello que no les agrada, ni aceptan que nadie intente remediarlo.
Ante lo visto, siempre existirán personas que continuamente prefieran quejarse en lugar de cambiar las cosas. Me pregunto: ¿Es tú caso uno de ellos?  Piensas que si no lo eres, no te responsabilice de aquello que te ocurre, puesto que siempre te quedarás instalado en el más continuo inmovilismo, aceptando como si no tuvieras otra forma de conducirte a través de tu propia vida.  Obtener lo que queremos o deshacernos de lo que no queremos, ocupa gran parte de nuestros pensamientos, llegando a ser, en ocasiones agotador. Pero quizás sería interesante hacer un repaso a ese estado de quejas y hasta qué punto están o no, bajo nuestro control, ya que muchas de las circunstancias que la producen, es nuestra propia forma de vivir.


Meditación: Mientras muchos de nosotros nos quejamos por estupideces, algunos luchan por un día más de vida.

martes, 15 de agosto de 2017

Profundizar con la madurez.

Una de las señales de la madurez, no es otra que la capacidad de las personas para aceptar la responsabilidad de su propio talento, de desarrollar diligentemente esas habilidades que le fueron dadas por la Providencia, y de saberlas utilizar al máximo con todo tipo de sabiduría y generosidad. Esa estabilidad debería contener una gran dosis de prudencia y sensatez, que quizás no todos podamos entender e interpretar en su justa medida.
            Las personas relativamente maduras suelen tener una capacidad emocional y una identidad desarrollada, las cuales les hacen ser fieles a sí mismas, mostrando un comportamiento de acuerdo muy personal, y no según las modas o lo que dicte el grupo al cual perteneces. Fuertemente arraigadas en nuestra sociedad es la llamada “crisis de los sesenta” provocando inquietudes y al mismo tiempo suelen empujarnos a introducir cambios bruscos en nuestras vidas. Aunque pensándolo bien, es una magnífica oportunidad para hacer balance, valorar lo conseguido y descubrir lo que deseamos experimentar.
            No suelen ser personas pasivas ni dependientes, sino independientes y sobretodo asertivas, capaces de reconocer sus propios derechos, luchando incensantemente por ellos.
Hacen todo lo posible por reconocer sus defectos y errores, buscando soluciones a sus problemas en vez de culpar a los demás. Piden ayuda cuando realmente las necesitan, y las aceptan de buen grado, aunque no piden ayuda innecesariamente. No se sienten sometidas a los juicios de los demás, siempre obrando por sí mismo, aunque al mismo tiempo son dueños de sus actos. 
            El haber atravesado ese periodo de existencia, la vida suele significar, por lo general, que ya han tenido la oportunidad de haber establecido y consolidado una buena relación de pareja, de habernos formados en una profesión consiguiendo un mínimo de estabilidad económica. Existe una gran diferencia entre madurar y envejecer; muchos se equivocan. Creen que envejecer es madurar pero el envejecimiento pertenece al cuerpo  y la madurez al espíritu. Todo el mundo envejece, todos nos volvemos viejos, pero no necesariamente maduros.
            Son muchas las personas que sostienen que la auténtica felicidad es propia del principio y del final de nuestra vida. En el periodo medio, afirman que existen inquietudes que la mayoría de las personas identifican con la necesidad de ir modificando aspectos importantes de su propia existencia, materializado normalmente por cambios de aspectos personales, de ciudad o de pareja.
            La madurez significa culminar con la palabra dada. Las personas que carecen de ella son maestros de las disculpas, son aquellas que viven confusas, que no saben cómo organizarse, sus vidas se convierten en largas cadenas de promesas rotas, de amistades pasajeras, de negocios sin terminar, y de buenas intenciones que nunca llegan a materializarse.
            Piensas siempre en esos momentos de madurez, en todas las decisiones que tomaste tanto personales, familiares como profesionales, puesto que ellas pueden ser cruciales a través de los años vividos. Pero no te obsesiones a esas alturas poniéndote objetivos. Las grandes metas ya fueron conseguidas, solo quedan valorarlas. Puede que no hayas alcanzado todos tus objetivos, pero tratas de que no te causen ansiedad.

Meditación Una señal de madurez es la capacidad de estar a gusto con personas que no son como nosotros.