Muchos de los
recuerdos más extraordinarios de nuestras vidas son momentos compartidos;
son pedacitos de mágica complicidad con personas extraordinarias. Fueron, son y
serán momentos felices que agradecemos y que a su vez nos dan fortaleza en
instantes difíciles. Es posible lamentar que no se sucedan con más
frecuencia esos momentos de perfección absoluta, lo único que debemos
hacer, es agradecerlos.
Cada vez son más
las personas que afirman que la felicidad se compone de pequeños momentos, pero
pocos se toman la molestia de explicar qué significa esto realmente, y cuál es
la profundidad que alcanza dicha revelación, Sin embargo, estos momentos, son
determinantes en nuestro quehacer diario, hasta tal punto que hay quienes saben
dosificarlos para cuando esos momentos se nos presenten, estar preparados para
abrir un ámbito y disfrutar de esos espacios.
Sí es cierto que
todos tenemos vidas muy ocupadas. Pero es importante ser capaz de tomarnos
al menos un momento cada día en el que no hagas nada más que pensar. Guarda tu
móvil, ve a algún lugar donde puedas estar solo y reflexiona sobre aquellos
días que pasaron y lo que pudiste aprender de ese pasado.
No siempre nos
gustan los estilos de momentos espectaculares, capaces de improvisar o irrumpir
solo buscando momentos apoteósicos. Seguramente aparecerán en nuestra vida
momentos en que creemos que esa tristeza la cual nos embarga, suele ser eterna.
Ante todo, los buenos momentos ni son fáciles ni frecuentes, ni ocurren con
cierta prestancia. Son muy exigentes con las situaciones, con las
circunstancias, ni tampoco se presentan con frecuencias. A veces cuando menos
lo espera, pasan los mejores momentos de tu vida, siendo tal, que jamás puedes
olvidarlos.
En ocasiones,
dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que
nunca se fue. Es como si nos diera miedo de soltar los recuerdos que una
vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño y
evita que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante.
Con toda
seguridad, hay un lugar de nuestra memoria en donde están impreso el recuerdo
de aquellos momentos, ellos hicieron volver a sorprendernos a nosotros mismos, pensando
que esos momentos que vivimos, nunca jamás podrían ser recuperado: como la
lectura de un libro, asistir a un concierto, la llegada de una nueva primavera,
la recuperación de aquella amistad perdida, etc., etc.
Hay quien ni
pueden recuperarlos, ni tal vez sabrían reconocerlos. Pero siempre
debemos tener espíritu libre, luminoso, y exento de rencores. Los buenos
momentos de nuestra vida son perlas, en lo que uno se reconforta, cobrando
fuerzas y razones para seguir adelante.
Tengamos siempre
presente que nuestra memoria nos proporciona un bagaje de recuerdos y
experiencias vividas que configuran nuestra personalidad y nos hacen ser
quienes somos.
Meditación:
Nuestro pasado nunca está donde creemos que lo dejamos.