lunes, 28 de septiembre de 2015

Cuatro años de reflexiones.

            Es posible que muchos de vosotros no hayan leído todos los pequeños artículos de este sencillo Blog. Nunca pensé que pudiera cumplir cuatro años, a pesar de que durante este tiempo he tenido que sufrir el destino que la Naturaleza me impuso. Nada fácil resulta vivir de esta manera, pero la vida resulta siempre bastante diferente a como la soñamos, y desgraciadamente a ella tenemos que ceñirnos. Diariamente debo hacer frente a esa situación dolorosa vivida, de la cual jamás podré apartarme de ella.
              Comprendo que no soy el único que le haya sucedido “esto”, aunque reconozco que no es fácil vivir así. ¡¡Pero debo aceptarlo!! Todos vivimos un abanico de sentimientos, los cuales no tenemos por qué hacernos víctima de ellos.
            Una vez hecho este pequeño preámbulo, algunos estarán diciendo: ¿qué relación tiene todo lo dicho con el título de este artículo? Verán: es muy sencillo. Como decía al principio si alguno han leído la gran mayoría de las más de 400 “reflexiones” observarán que la gran parte de ellas, todas giran hacia estas tres hermosas palabras: “el amor” “la felicidad” y “la amistad” ¡Qué difícil es mantener las tres! 
            Por fortuna el amor no muere por causas naturales, muere por negligencia,  abandono, ceguera o indiferencia. Todos tenemos acceso al amor, aunque por desgracia los malos hábitos, las críticas, el desprecio; o cuántas veces, por nuestra actitud siempre a la defensiva, hacen que sean los mayores enemigos del amor. Siempre he dicho que uno de los grande “motores” de la vida es el amor. ¡Sin amor no se puede vivir!  El verdadero amor nunca nos hace sufrir. El ser humano necesita amar, pero amar todo lo que nos rodea. Esa es la única forma de sentirlo. Aunque a veces se pueda considerar como la más injusta de las emociones, hay momentos que no te deja vivir, pero al mismo tiempo, te impide morir.
             Sobre la felicidad, ¿qué os podía decir? Mis conocimientos son muy parcos y sencillos, aunque procuro decir siempre lo que siento. Ser feliz forma parte de nuestra naturaleza. La felicidad es la búsqueda central de nuestras vidas, y siempre que me comunico con cualquier persona, es lo primero que le deseo: “que sea feliz” Pensemos que es el único objetivo que tiene el ser humano, y que la felicidad no es algo que viene y llama a tu puerta, para instalase en tu corazón. Nacemos para luchar por la felicidad, es decir para construirla, a pesar de las tristezas, los errores, y las malas jugadas que la vida nos pone por delante. Pensemos siempre que cualquier motivo es suficiente para ser feliz, sólo está en saber elegir correctamente los tipos de emociones que ocupan nuestro corazón, para saber disfrutarla al máximo
            ¡Oh, la amistad! ¡Cuántas desilusiones! Siempre he tenido presente que la amistad es un valor indiscutible entre las personas. Pero cuando desaparecen sin motivo: ¡cuánto daño!, ¡cuánto dolor! y ¡qué cruel! Todo porque a veces ni tú mismo sabes “qué hiciste mal” para que te anulen de una manera tan ingrata.  Cuando me expreso a la amistad me dirijo a la amistad sincera y verdadera, a aquella que cuando le preguntas a alguien, ¿qué tal estás? o, ¡cuídate y que seas feliz! esperas una respuesta cordial la cual genere plena confianza. Siempre pienso que en cualquier momento de nuestra vida podemos encontrar un verdadero amigo, incluso aunque llegue tarde, siempre encontrará un corazón para acogerlo.

 Meditación: La verdadera felicidad no es una multitud de amigos, sino buenos y elegidos.

jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Eres persona afortunada?

           ¿Crees que existen personas que de alguna manera especial tienen suerte para todo, o que todo les sale bien? Cuando hablamos de suerte, suelo referirme a la existencia de hechos o situaciones afortunadas, que se dan debido a la casualidad, al azar, o a causas que nosotros desconocemos y que están fuera de nuestro control.
           Ahora bien, si le pregunto ¿es usted, por casualidad, uno de esos afortunados? Me diría que “no”. Es evidente la contradicción. Todo el mundo asegura conocer personas con mucha suerte, pero luego esas personas, cuando se le preguntan a cada una, no aparecen. Es posible que nos digan: “preferiría ser mejor persona que afortunado”. En ese caso tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente suele reconocer que parte de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sean tantas las cosas sobre las que no tenemos control.
            La paradoja se debe a que la suerte aparece mal distribuida. Por lo general, cada uno de nosotros cree tener un poco de buena suerte. Es la creencia que sustenta la esperanza de ganar alguna vez en los juegos  de envite. Ahora bien, lo de tener buena suerte para todo, es un atributo todavía más misterioso que sólo algunos raros afortunados deben poseer. A los que sólo creen en el azar, les resulta absurdo; a los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa: la clave reside en  visualizar aquello que deseamos conseguir. Si se visualiza el peor escenario posible y se preparan las soluciones al mismo, estaremos preparados para enfrentarnos a cualquiera contingencia.
            Ahora bien: ¿Cree usted que hay “gafes”, es decir, personas que dan mala suerte a quienes se relacionan con ellas, o que traen mala suerte con su sola presencia? No me diga que la pregunta es extravagante, porque, resulta que cuatro de cada diez personas preguntadas, dicen que “sí”. Es un porcentaje abrumador, si tenemos en cuenta que estamos ante una lógica barbaridad.
            Nadie puede vender suerte: hay que desconfiar de los vendedores de suerte, de aquellos que proponen fabulosos negocios en los que solo es necesario hacer una “pequeña inversión” y esperar a que lluevan los beneficios. En la mayoría de los casos suelen ser fraudes. Lo importante cuando se habla de estos temas, es lo que tú crees, no lo que supones que crees, o quizás lo que te interesa creer. Lo importante es lo que tú  subconsciente percibe, puesto que es ahí donde está la realidad de la vida.
            ¿Cuán misteriosos son los rumbos de la vida; lo que se dice y no se cumple. Esas autopistas sin rumbo ni destino, que se enredan en palabras trucadas por la mala fe, hacen que los caminos se pierdan para siempre. En ese afán por impresionar, está basada la imperiosa necesidad de resultar en geniales medios tramposos que amparados en la simpatía y la nobleza, que no dudamos en creer.
           A veces confundimos desilusiones, contrariedades, frustraciones con una especie de “estado” o “entorno” que a la larga llegan a envolvernos. Y a eso les llamamos “mala suerte”, ¡No! Jamás deberíamos atribuírselo a un mal destinos: sencillamente resulta que, ¡No lo vimos a tiempo!

            Meditación: El amor es lo más grande que Dios nos pudo dar, si no lo tienes, búscalo; si lo tienes cuídalo y da gracias, ¡eres persona afortunada!

domingo, 20 de septiembre de 2015

El sosiego interior.

              ¡Que de falta echamos esa paz interior que continuamente deseamos! Los quehaceres apurados de la vida cotidiana y los conflictos que cargamos diariamente nos consumen. Sin embargo, curiosamente cuando interpelamos a algún introvertido sobre sus rasgos de caracteres, todos coinciden sin excepción en que su tranquilidad es su fortaleza, y que es a través de esa quietud donde encuentran su inspiración vital y el verdadero sentido de las cosas.
               A veces nos sentimos cansados, llegando nuestras energías a fragmentarse, siendo imposible encontrar una base firme para nuestro bienestar. Sencillamente la carencia de esa paz interior es la consecuencia de la falta de esa calma interior que deseamos. Todo es debido al derroche de recursos vitales como las preocupaciones, lamentos, culpas, indecisiones, estupideces, etc.
             Pero si diariamente continuamos adaptando nuestro buen o mal humor a las circunstancias, permitiéndonos que sean estas quienes marquen nuestro estado de ánimo somos nosotros mismos los que nos convertimos en el problema, impidiendo que la paz y el sosiego interior se activen dentro de nosotros, en lugar de crearnos un refugio seguro de tranquilidad y de equilibrio que nos permita disfrutar de cada instante. Pensemos que todo lo que nos preocupa, nos lleva a contribuir a que todo lo que nos suceda a lo largo del día, nos desequilibre y nos inquiete.
            Siempre hemos reconocido el valor de la soledad y la introversión. ¿Cómo es que lo hemos olvidado en estos tiempos? Vivimos momentos históricos convulsos con grandes problemas por resolver. Ellos requieren que los introvertidos se sientan libres para aportar esas soluciones que derivan de nuestras propias perspectivas existenciales, colaborando de esta forma en la creación de una sociedad estable que sepa aprovechar el talento y las capacidades de los individuos que la forman.
             La mayoría de las personas no llegan a tener paz ni estabilidad interior. Viven tan dispersos en las cosas del mundo, que confunden lo que tienen con lo que son. Cuando una persona confunde lo que es, con lo que desea, es cuando empieza a perder la paz interior.
             Ese sosiego interior llega cuando nos apartamos mental, emocional y hasta físicamente de los dramas mundanos, de los conflictos, de todo aquello que creemos que debemos decir, es decir: hacer o defender.
            Nuestro sosiego interior se convierte en una realidad cuando decidimos íntimamente trasladarnos de las tristezas y las preocupaciones a la tranquilidad y la dicha. Nuestra paz interior no debemos confundirla con inactividad. Tampoco es la ausencia de sufrimiento: no hay verdadera paz interior sin cruz. Aunque os parezca mentira, se puede sufrir mucho y crecer con un gran sosiego y una paz interior.

Meditación: El paz interior no se puede mantener por la fuerza; solo se puede conseguir por la comprensión.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Saber entenderse con los demás.

          Me reconocerán que es verdad. ¡Qué difícil es entenderse con los demás! Siempre estamos a la expectativa para reprocharnos de alguna medida  que estamos equivocados. ¿Cuántas veces la intención es sólo compartir alguna reflexión o idea que surge de improviso, con el ánimo de analizar, comentar o advertir de “algo” que hemos visto que “eso no es así”. ¡Pues nada! Lo justo para que aparezca la discrepancia, y los malos entendidos.
          La pregunta ya lo dice el título. ¿Por qué es tan complicada la comunicación? Simplemente, por la intervención de las emociones, caracteres, sentimientos, instintos, etc. Llamémosle como queramos, la verdad es que nos complicamos la vida sólo por hecho de discutir. Así cada persona, más que escuchar e intentar comprender lo que dice el otro, solo interpreta su criterio y su forma de entender las cosas de forma personal.
            Por otro lado, aparece la novedosa costumbre muy de los últimos tiempos; el de “ganar” o “me salí con la mía”: es decir, en no pensar o razonar quien de ambos está en lo cierto. Todo parte de imaginaciones que brotan de nuestra mente, que a veces son ideas difíciles de entender que hacen moldear las verdaderas decisiones que debemos tomar. Es posible que el simple hecho de, que todos venimos al mundo con un “equipaje” genético ya preconcebido, nos impulsa a determinar nuestra verdadera situación en la vida. En el fondo, aunque no nos pongamos de acuerdo a la hora de definir una situación, ambos la reconocemos, pero no somos capaces de considerar, que la razón es aquella que está “al otro lado del ring” frente a las emociones.
           No es necesario estudiar mucho para darse cuenta de que la mayoría de la gente “moldea” su personalidad de la forma que le conviene, no admitiendo el diálogo ni el razonamiento, para llegar a la verdadera razón. En el fondo, lo que la mayoría busca es la simple aceptación y la completa aprobación de los demás. Con todo esto, lo que se consigue es fingir unos sentimientos y actitudes, con el fin de mantener una imagen que no es real. 
           Sin ánimo de entrar en discusiones filosóficas al respecto, tanto en lo que somos como en lo que hacemos y nos ocurre, influyen factores que a veces se escapan a nuestro control, sin embargo todavía hay mucho que podemos hacer para superar las situaciones que nos hacen infelices, ya sean limitaciones personales, problemas de relación, etc. Es cierto que hay mayoría de personas, que disfrutan de la vida, solo con el hecho de saber “entenderse con los demás” (qué no es poco), inclinándose siempre hacia lo positivo. Con estas sencillas palabras podemos reconocer que a menudo muchos de nuestros objetivos es ocultar algún rasgo que los demás consideran negativo.
          Pensemos siempre que la verdad es lo que queda. En nosotros está sólo, rechazarla o aceptarla. Lo peligroso es cuando nos negamos a entendernos o hacemos juicio con demasiada ligereza. Juzgar es demasiado fácil, lo complicado es entender al otro, intentar ponerse en su lugar, porque todos tenemos derecho a opinar, pero entonces ¿debemos entender a quién juzgamos? Eso sería ponerse en la piel del otro, porque es más fácil juzgar a “la ligera”, que comprender los sentimientos de los demás, aunque merece la pena el esfuerzo de intentarlo.
 
Meditación: El verdadero amigo es aquel que a pesar de saber cómo eres te aprecia.

lunes, 14 de septiembre de 2015

El amor como experiencia.

            Un nuevo amor puede que sea una nueva experiencia, pero desgraciadamente tal como se utiliza el término, no es amor; es deseo. Cuando esa rigidez llega a evaporarse, solo culmina en un simple impulso emocional, para transformarse en un sencillo goce,  acabando en una transitoria pasión. 
            Pensemos que somos seres sociables, necesitamos amar y sentirnos amados, crear lazos, vínculos con las personas y con nuestros medios. ¿Pero de qué estamos hablando cuando nos referimos el amor? Los seres humanos somos tremendamente complejos. Todos tenemos historias, experiencias, expectativas, sueños, aptitudes y sobretodo personalidades diferentes. Desconocer ese hecho es alterar la relación de pareja  Así pues cuando hablamos del amor, en muchos casos nos referimos a una forma limitada y condicionada de amar. Y no solo eso, también solemos pensar únicamente en la relación romántica. Actualmente en nuestra sociedad, el amor constituye la base de la estructura de la pareja
            Anular las diferencias para formar pareja, no es nada fácil, es simplemente, mutilar la vida. Los seres humanos necesitan su individualidad para ser. No se debe de ser individuo solo para estar en pareja. Por tanto ser pareja es compartir la vida, no anular los sueños personales, construyendo juntos un proyecto que nos satisfaga.
            Todos y todas tenemos esa capacidad de amor y conexión, de sentirnos parte de algo. Cuando somos conscientes de ello, las personas no nos encontramos solas porque estamos conectados, formamos parte del vínculo que nos une esa plenitud de amor que poseemos y podemos dar. ¡Cuántos problemas se vencen por amor! ¡Dar sin recibir nada a cambio! Aunque difícilmente podrás darlo si te sientes cohibido y reprendido por algo. Y una cosa que debemos tener en cuenta, si dos personas que en verdad saben aplicar a su relación, esta ley de dar sin esperar nada a cambio, son prácticamente invencibles y su corazón será invulnerable ante el mundo exterior y sus problemas.
            En el mundo de las relaciones, un nuevo amor es un compromiso por nuestra parte para mejorar algo en relación a una persona, en definitiva, a un vínculo. Aunque nos suenen a hechos increíbles, las relaciones que se basan en esto, son las que en verdad triunfan. Todas las demás, son las que sucumben ante los problemas del día a día, la rutina, los celos, los engaños, las mentiras, etc., solo pueden dar a su pareja placer momentáneo y una idea ficticia de que estás enamorado. Todos los amores que se forman con esa base suelen tener los días contados y tarde o temprano acaban siendo destruidos.
            Toda nueva experiencia de amor tiene una duración, generalmente de pequeños momentos, que a veces confluyen con proyectos de otras personas con las que podemos disfrutarlos, sintiendo al mismo tiempo nuestra propia capacidad amorosa, creativa y transformadora.
             No es mi intención convencer que debemos entregarlo todo por alguien que nos quiere, más bien es necesario hacer ver a la otra persona hasta donde somos capaces de dar por amar. Sé que es fácil de decir y difícil de realizar, pero todos sabemos, como habitualmente suelo decir: que la vida nunca fue, ni será de “color de rosas”

 
Meditación: Si realmente quieres a alguien, lo único que quieres para él es su felicidad, incluso si tú no se la puedes dar.
 

 
 

 

jueves, 10 de septiembre de 2015

A veces somos frágiles.

            A todos nos gusta sentirnos fuertes, incluso “invencibles” pero cuando nos rompemos por dentro, negamos lo vivido, nos castigamos por ello o sufrimos en exceso. Cuántas veces esa fragilidad, la vulnerabilidad o la simple necesidad de depender de otros, puede ser nuestra peor pesadilla, sobre todo para quienes tienden a verse todopoderosos y para quienes no han sido apoyados y sostenidos afectivamente, para auto-sostenerse.
           En ambos casos, generalmente suelen haber personas que no saben pedir a los demás. Para otros no es tan evidente, pero sólo el contacto con la idea de ser vulnerable nos provoca una autocrítica muy severa, inculpándonos diciendo: “soy débil”
            La vida es un flujo en el que nos vamos tropezando con dificultades y frustraciones que nos hacen darnos cuenta de lo pequeño que somos, y a la vez, de lo grande que podemos llegar a ser.
            Si nos paramos en esta vida, nos puede pasar de todo, y en cualquier momento, pero si reconocemos este hecho, nos vemos obligados a imaginarnos que somos omnipotentes. Por tanto, me pregunto: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué podríamos decirnos a nosotros mismos cuando nos vemos en nuestra fragilidad, desde esa imagen de impotencia? Pues hablarnos a nosotros mismo y comprender que somos frágiles.
           Siempre debemos de considerar que la fragilidad no es lo mismo que la debilidad. No aceptar que somos vulnerables nos confrontan con esa dureza interior que muchas veces padecemos. La debilidad significa no ser capaz de levantarse, esperar que sean otros los que nos salven o, incluso, evitar las emociones. Mientras que la vulnerabilidad lleva consigo aceptar que las cosas pueden dolernos, que nos podemos caer, incluso “romper”, pero que al mismo tiempo somos capaces de levantarnos.
            A veces unas palabras a tiempo, son la diferencia para otra persona, aquella que te permitirá vivir bien durante un día entero… o más. Muchos están influenciados por la forma en que les miramos, por nuestros gestos, por nuestro interés, etc., siempre acerca de sus circunstancias. De esta manera, reconocemos, ¡Que estamos conectados!
            Ni tampoco podemos querernos si no somos capaces de querer a una parte de nuestro prójimo. Este es el mensaje que tenemos que ir descubriendo  inicialmente con todo aquello que signifique profundizar en nuestro propio silencio.
            Nadie puede volver atrás y empezar un nuevo comienzo, pero cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo día. No importa la forma en la que interpretemos nuestro modo de vivir.
            Siempre es justo reconocer lo que podemos hacer y alcanzar, meditando acerca de nuestras propias necesidades, reconocerlas y no teniendo miedo a pedir ayuda ni disculpas, sin desvalorizar a nadie y ocuparnos que en cualquier momento de nuestra vida podemos llegar a ser frágiles.

 Meditación: Qué difícil es obtener la confianza de los que valen.

domingo, 6 de septiembre de 2015

La vida que imaginamos.

          Esa es una de las muchas preguntas que constantemente nos hacemos; ¿qué vida nos gustaría tener? Por eso a veces nos decimos: “Yo  tengo una buena vida y aun así no soy feliz” Es lógico que lo pienses, por la sencilla razón de que has caído de pleno en los envíos masivos de la publicidad, de la manipulación y de aquellos que quieren que te autodestruyas para así enriquecer la suya.
            Sí, deseamos abundancia, pero: ¿de qué? Es posible que, de entre todas sus formas, el amor y el dinero sean los más buscados. Aunque, ¿cómo conseguirlo? Para empezar todos fantaseamos con ser rico de la noche a la mañana. Pero, ¡Por qué? ¿si no eres feliz con lo que tienes, acaso crees que sabrás valorar y administrar una gran riqueza? Probablemente pierdas muchos amigos, ganes enemigos y las cosas en el plano emocional te vayan a peor. O crees que las situaciones suceden por si solas, que habrá un milagro en tu vida. Así que, en lugar de desvivirnos rogando al Todopoderoso o al Universo para que nos otorgue esa mejor vida; ¿no sería mejor reconocer primero y administrar los bienes que contiene la que ya estás disfrutando?
           A veces, antes un plan sólido y esperanzador, sea posible mejorar esa vida que cuantas veces hemos imaginado y poder convertir esos sueños en realidad. Nunca debemos permitir que el miedo al cambio o la predisposición al fracaso nos detengan en nuestro camino para lograr lo que nos imaginamos. Lo nuevo, si lo pensamos, puede ser escalofriante para muchos, ya que cambiar significa dejar la comodidad y entrar en un nuevo proceso de adaptación. Pero es muy posible, que cuando no tomamos conciencia de lo que imaginamos, tendamos a sufrir el papel de víctima y siempre necesitaremos más, no llegando nunca a estar satisfechos.
          Comprendo que se trata de imaginar, sí, pero siempre partiendo de nuestra esencia más profunda y siempre abriéndonos a los demás. Y nunca olvidando que, antes de solicitar, hay que ofrecer. Debemos aprender a disfrutar de nuestros logros y sobretodo, del progreso de los mismos, reconociendo que hoy estás donde querías estar ayer, y deberíamos sonreír por ello. La vida no es un destino al cual queremos llegar, es un viaje que debemos aprender a transitar.
           Entonces nos preguntamos: ¿acaso es injusto que deseemos mejorar nuestra suerte? No, es normal, pero es más interesante es saber por qué queremos soñar con más. ¡Cuántos pensamientos indisciplinados e indiscretos se dan en nuestros sueños! Es siempre a través de ellos, cuando idealizamos a los seres queridos y cuando deseamos que nuestras vidas desearíamos que se duplicaran para una nueva idealización.
           Ofrecer al mundo una imaginación abundante y amorosa. ¡Es lo ideal! Pero pensemos que en esa ofrenda, entramos en la frecuencia de la vida que imaginamos, y poniéndonos en esa situación nos atraeremos más fácilmente.

 Meditación: Nuestra mayor gloria no está en fracasar nunca, sino en levantarnos cada vez que nos caemos.
 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Paciencia para esperar.

             Ni que decir tiene que la paciencia es una actitud que se caracteriza por la madurez. Es la virtud de quienes a pesar de sufrir, saben tolerar las adversidades que la vida nos pone por delante, tomada siempre con fortaleza y sin lamentarnos. En este mundo que nos acosa y nos empuja a ir cada ver más acelerado, parece una frivolidad el no aprovechar el tiempo del que disponemos.
            Tengamos siempre presente que la impaciencia y la desesperación nos llevan a la resolución de nuestros problemas con soluciones casi siempre superficiales y terminan con resultados negativos. Por eso desacelerar nuestro tiempo y disfrutar de momentos de inactividad es fundamental para así recuperar muchos momentos de bienestar. Todo hace pensar que las personas que tienen paciencia deben esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que pensemos que todo no depende estrictamente de uno, a veces es necesario darnos tiempo.
           ¿Por qué estamos tan obsesionados con ir rápido? ¿Es que quizás nos veamos sometidos a una auténtica presión para ganar tiempo? Quizás sea porque nos presionamos a nosotros mismos. Tengamos en cuenta que la paciencia, como anteriormente decía, es esa actitud que hace a las personas más tolerantes y al mismo tiempo las capacita para comprender y sobrellevar los contratiempos, junto con las adversidades que la vida nos pone diariamente por delante.
           Así deberíamos ajustarnos a no mirar la hora con impaciencia, respirando y sintiendo lo que sucede en nuestro cuerpo, y conectando al mismo tiempo contigo mismo y con el mundo. Aunque nos parezca algo inaudito, los momentos de espera no son necesariamente tiempos perdidos si decidimos que podemos vivirlos plenamente.
           El hecho de saber esperar, ya nos muestra a personas con reacciones viscerales reflexivas y capaces de planificar sus actos siempre son mayor facilidad, e incluso con impulsos que pueden llegar a esas situaciones cerradas que a los seres humanos tan frecuentemente se nos presentan.
           Desgraciadamente se nos presiona para correr, se nos enseña para ser el primero, ganarles al de al lado. Sin embargo si te tomas las cosas con paciencia “no sirves” y serás apartado, porque hoy la paciencia y la eficiencia se ven contradictorias. Del mismo modo, no debemos confundir la paciencia con la pasividad negativa y la dejadez que nos lleva a aceptar con indiferencia lo que nos ocurre, a no luchar por los objetivos y a abandonarnos en manos de la suerte.
            Debemos utilizar los conocimientos necesarios e identificar las oportunidades disponibles para poder actuar de manera correcta frente a las diversas situaciones que se nos presentan en la vida y sobre todo, en el camino hacia el logro de nuestras metas.
              Reconocer además, que la impaciencia, la desesperación, la apatía y la falta de voluntad, serán siempre nuestro más difíciles obstáculos para el logro de nuestro sueños. 
               
 Meditación: Al que la razón no pudo dar remedio, muchas veces se lo dio la paciencia.