¿Quién no ha
tenido emociones a lo largo de su vida? Ya sean de carácter positivo o
negativo, aunque lo realmente evidente es que siempre las hemos tenidos. Pero: ¿qué
son las emociones? ¿Cómo actúan en nuestra vida? Las emociones son aquellas
reacciones fisiológicas que se desencadenan en nuestro ser, las cuales se
generan por experiencia directa y se perciben ante la continua observación de
las personas de nuestro entorno. Estas emociones siempre están presentes en nuestra
vida, actuando siempre de base al comportamiento experimentado, y sujetas a
“controlarlas o reprimirlas” Sin lugar a dudas éstas, podemos controlarlas de
forma adecuada cuando surgen, ya que en función de ellas solemos tomar
decisiones de una forma u otra y al mismo tiempo nos motivan de una manera
positiva o a veces negativas, según las consecuencias del objetivo a
experimentar.
Por eso decimos
que dejar libres nuestras emociones y pensamientos sin tratar de juzgarlas, ni
tratar de evitarlas, siempre nos conducirá a un camino que nos liberará de las
inquietudes y sobre todo del estrés. Con esa práctica siempre llegaremos a ganar
lo que se llama “equilibrio emocional”
Todas las emociones llegan a tener una gran importancia y utilidad en nuestras
vidas, puesto que nos ayudan a responder a lo que nos sucede y a tomar decisiones,
con el fin de revivir el recuerdo de algunos sucesos importantes. Aunque
también pueden acarrearnos consecuencias negativas en momentos inapropiados, y
en ocasiones daños substanciales debido a una inestabilidad personal.
Experimentar
emociones positivas es siempre agradable y placentera a corto plazo, puesto
que tendrían otros efectos beneficiosos más duraderos en la medida que se
sostienen para tiempos de larga duración. Es decir, cuando sentimos algún deseo
o vemos cumplido alguna ilusión llegamos a una agradable sensación emocional,
de seguridad, bienestar y energía positiva. Las emociones no son buenas ni
malas, pero pueden resultarnos agradables o desagradables. Todas ellas son
necesarias, por tanto, etiquetarse por algunas emociones de carácter negativas
no es conveniente. Lo que tenemos que hacer es aprender a situar cada emoción
donde toca y a otorgar a cada una el peso necesario en cada momento. Las
emociones se sienten y no debemos permitir que nos dominen.
Del
mismo modo que hablaba de emociones agradables, éstas pueden llegar a ser de
carácter desagradables, llegando a formar parte del repertorio natural de
nuestras emociones humanas. ¿Cuántas
veces nos bloqueamos y llegamos a pensar en “círculos viciosos” para evitarlas?
El esfuerzo de no valorarlas y aceptarlas sin más, hace que no las
rechacemos; en estos casos uno se da cuenta de que el malestar, el enfado o la
contrariedad a que estamos sometidos, no es algo que podamos huir, sino que
forma parte de la experiencia humana de la vida misma.
Pensemos
siempre que provocar alegría en los demás puede ayudarnos a conseguir situaciones
agradables de emotividad, que poco a poco son asimiladas contigo mismo y éstas
son asociadas a un estado de alegría generalizada. Desgraciadamente existen
personas que se encierran de forma hermética no permitiendo vivir dichas
emociones. Es bueno que sientas emociones agradables cuando alguien piensa en
ti. Siempre te llenará de orgullo, y si lo planificas bien, conseguirás que ese
concepto emocional sea de carácter positivo y agradable.
Meditación:
Quien no sabe llorar con el corazón, tampoco sabe reír.
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