lunes, 13 de julio de 2020

Emociones agradables.

       
¿Quién no ha tenido emociones a lo largo de su vida? Ya sean de carácter positivo o negativo, aunque lo realmente evidente es que siempre las hemos tenidos. Pero: ¿qué son las emociones? ¿Cómo actúan en nuestra vida? Las emociones son aquellas reacciones fisiológicas que se desencadenan en nuestro ser, las cuales se generan por experiencia directa y se perciben ante la continua observación de las personas de nuestro entorno. Estas emociones siempre están presentes en nuestra vida, actuando siempre de base al comportamiento experimentado, y sujetas a “controlarlas o reprimirlas” Sin lugar a dudas éstas, podemos controlarlas de forma adecuada cuando surgen, ya que en función de ellas solemos tomar decisiones de una forma u otra y al mismo tiempo nos motivan de una manera positiva o a veces negativas, según las consecuencias del objetivo a experimentar.
Por eso decimos que dejar libres nuestras emociones y pensamientos sin tratar de juzgarlas, ni tratar de evitarlas, siempre nos conducirá a un camino que nos liberará de las inquietudes y sobre todo del estrés. Con esa práctica siempre llegaremos a ganar lo que se llama “equilibrio emocional” Todas las emociones llegan a tener una gran importancia y utilidad en nuestras vidas, puesto que nos ayudan a responder a lo que nos sucede y a tomar decisiones, con el fin de revivir el recuerdo de algunos sucesos importantes. Aunque también pueden acarrearnos consecuencias negativas en momentos inapropiados, y en ocasiones daños substanciales debido a una inestabilidad personal.
            Experimentar emociones positivas es siempre agradable y placentera a corto plazo, puesto que tendrían otros efectos beneficiosos más duraderos en la medida que se sostienen para tiempos de larga duración. Es decir, cuando sentimos algún deseo o vemos cumplido alguna ilusión llegamos a una agradable sensación emocional, de seguridad, bienestar y energía positiva. Las emociones no son buenas ni malas, pero pueden resultarnos agradables o desagradables. Todas ellas son necesarias, por tanto, etiquetarse por algunas emociones de carácter negativas no es conveniente. Lo que tenemos que hacer es aprender a situar cada emoción donde toca y a otorgar a cada una el peso necesario en cada momento. Las emociones se sienten y no debemos permitir que nos dominen.
            Del mismo modo que hablaba de emociones agradables, éstas pueden llegar a ser de carácter desagradables, llegando a formar parte del repertorio natural de nuestras emociones humanas. ¿Cuántas veces nos bloqueamos y llegamos a pensar en “círculos viciosos” para evitarlas? El esfuerzo de no valorarlas y aceptarlas sin más, hace que no las rechacemos; en estos casos uno se da cuenta de que el malestar, el enfado o la contrariedad a que estamos sometidos, no es algo que podamos huir, sino que forma parte de la experiencia humana de la vida misma.
            Pensemos siempre que provocar alegría en los demás puede ayudarnos a conseguir situaciones agradables de emotividad, que poco a poco son asimiladas contigo mismo y éstas son asociadas a un estado de alegría generalizada. Desgraciadamente existen personas que se encierran de forma hermética no permitiendo vivir dichas emociones. Es bueno que sientas emociones agradables cuando alguien piensa en ti. Siempre te llenará de orgullo, y si lo planificas bien, conseguirás que ese concepto emocional sea de carácter positivo y agradable.

Meditación: Quien no sabe llorar con el corazón, tampoco sabe reír.

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