Cuántos de nosotros, cuando muchas de
las cosas no funcionan, buscamos un
método particular para que se nos hagan efectivas, como puede ser: la
oración, la palabra, el pensamiento, el poder de la visualización, el
agradecimiento, etc. Y hablando de ésta última. Existe esa palabra mágica “gracias” que sólo al pronunciarla nos
libera de ataduras emocionales y al mismo tiempo nos proporciona una vida más
consciente, plena y feliz, y, por qué no decirlo, nos abre muchas puertas. Por
tanto ¡ser agradecido!
El
simple hecho de sentirnos agradecido por cualquier cosa de nuestra vida, es
también reconocer que las aceptamos tal como vienen. Por eso decimos que el
agradecimiento es la base para conseguir la felicidad. En realidad no se trata
de devolver favor por favor, ni regalo
por regalo, sino expresar admiración y gratitud por las cualidades humanas de
quienes nos honran con sus dones.
El
agradecimiento es una cualidad humana vinculada a la madurez y a la salud
psicológica de las personas. La gratitud es un valor fundamental indispensable
en nuestra vida afectiva e incluso es un valor que nos conecta con nuestra
espiritualidad. Sin duda es un elemento fundamental en cualquier relación y al
mismo tiempo una norma social básica que no está de más expresar con
frecuencia.
Desgraciadamente
vivimos en una sociedad en la que hay el convencimiento o la creencia de que
“somos sujetos de derecho” y por tanto, nos lo merecemos y tenemos derecho a
todo, tanto en lo personal como en lo profesional, lo que implica que no
tenemos nada que agradecer. Es como si todo lo que los demás hacen por nosotros
fuera su obligación, y por tanto no hay nada que agradecer.
Cuando
alguien da las gracias, está provocando que su interlocutor repita esa actitud
y aumente la probabilidad de que los demás, en definitiva, tengan un
comportamiento beneficioso para el agradecido, generando dinámicas positivas.
Pero
muchas veces somos indiferentes a los detalles de los demás. Es muy cómodo pensar, “yo no se lo pedí”, si
me lo dieron o lo hicieron es porque quisieron. No hace falta agradecer nada, a
mí, tampoco me lo agradecen.
Evidentemente
vivimos en una sociedad en la que creemos que el dinero es muestra de
reconocimiento, como “hemos pagado” ya no hace falta expresar gratitud. E incluso a través de cualquier acto, nos
decimos a nosotros mismos: “en verdad, yo no le debo nada, no tengo porqué
darles las gracias, y además ni le conozco”
El
agradecimiento no es solo una fórmula de cortesía. Es sobre todo una opción
fundamental ante la vida, entendida ésta como un regalo. Debemos ser
agradecidos con las personas, pero también es necesario partir de la actitud
permanente de estar agradecidos con la vida misma, por la sencilla razón de que
es ella la que nos posibilita a todos el sentimiento del amor.
Acostumbrarse
a agradecer hasta las cosas más sencillas y responder con un cumplido o con
unas sencillas “gracias” en el
momento oportuno, es de simple ética y moral.
Nuestra sociedad actual esta marcada por el individualismo y la competitividad. Dar gracias supone salir de esta dinamica y valorar lo que el otro hace dejando a un lado su propio yo. Creo que todos debemos apostar por ello pues no somos merecedores a priori, de nada mas que cualquier persona. Un abrazo.
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