jueves, 30 de enero de 2014

¿Cómo podemos cambiar?

            Si, a veces tenemos la necesidad de cambiar en nuestra vida; quizás para evitar esa monotonía que diariamente nos embarga. Pero, cuantas veces se da el caso de ¿cómo continuar avanzando juntos cuando, de pronto, ya no caminamos al mismo paso?
            Obviamente, cada caso en particular es un mundo, pero lo primero que tenemos que hacer es escuchar activamente a nuestra pareja. Escuchar e interrogarnos para ser capaces de ver la voluntad del cambio de nuestra pareja, siempre desde un prisma positivo. Aunque inevitablemente, habrá obstáculos, pero la idea es ¿Podemos realizarlo? ¿De qué manera? ¿Es compatible ese cambio de vida? La clave está en mirar la idea no como una amenaza, sino como una oportunidad para  seguir avanzando.  
           Respaldar a nuestra pareja en sus proyectos de vida, como nos gustaría que lo hiciera un amigo, es algo fundamental para que la relación evolucione y crezca. Una de las base de una relación de pareja es la amistad. A nuestros amigos les damos soporte y le animamos a que cumplan sus objetivos y proyectos, y con la pareja debe suceder lo mismo. En realidad una pareja feliz se compone de dos personas felices, por lo que impedir la felicidad del otro o renunciar a la felicidad propia no será nunca una manera de evolucionar juntos.
              En realidad se trata así, de poner en común nuestros puntos de vista para afrontar la posibilidad de cambios, asumiendo también que la pareja es un ente vivo que, como tal, puede y debe ir evolucionando, siempre y cuando dichos cambios sean beneficiosos para ambos. Cada cual tiene una forma de pensar y cada cual cree que su forma de pensar es la correcta, pero en realidad las distintas formas de pensar de cada cual o de todos en conjunto no tiene nada de veraz, si no se llega a un consenso mutuo.
             Necesitamos que las emociones negativas sean eliminadas de nosotros, porque con esas emociones, nunca nos permitirán un cambio afondo. Es imposible transformarnos si continuamos con esas tensiones negativas. 
             Si ese cambio va a ser positivo y enriquecedor para ambos, saldremos reforzados, pero si el cambio va a provocar algo negativo, o que no se corresponda con nuestros valores o con nuestro modo de vida, entonces habrá que mirar por nuestros intereses. Una persona que se deje llevar por ese condicionamiento negativo, puede volverse mentiroso al cien por cien.
             Como todo, en la vida en pareja, tiene que ser consumado, y la mayor parte de las veces hay que alcanzar puntos en común en los que ambas partes lleguen a conseguir la mayor satisfacción posible.

 Meditación: Tómate tiempo cada noche para encontrar la forma de cerrar bien el día, y cada mañana encontrarás un nuevo comienzo.
 

sábado, 25 de enero de 2014

Dar sencillamente las gracias.

           Cuantas veces sentimos en realidad que nos servimos para nada; esto es tan frustrante que percibimos que estamos en la vida como un simple adorno, aunque debemos de considerar que el mínimo acto de servicio al prójimo es una fuente de felicidad y satisfacción si se emprenden con la condición paradójica de no esperar nada a cambio.
           Por eso el deseo de sentirnos útil, es sentir que estamos haciendo algo bien y que nos gratifica como persona y muchas veces nos hace sentirnos un poco más importante.
           Y en eso precisamente consiste la vocación de gratitud: es como una actitud voluntaria de colaboración y ayuda a los demás, queriendo ser útil en sus vidas, de forma que las necesidades ajenas se tornen tan importantes como pueden ser las propias. En general es la manifestación de una entrega generosa que se deriva de la conciencia de que tenemos algo que dar a otras personas, aunque solo sean  “gracias”.
            Dicen las estadísticas que cada día damos las gracias más de veinte veces. Las damos cara a cara, por teléfono, por correo electrónico, por WhatsApp, por Facebook, etc. A veces lo hacemos de forma automática, casi sin darnos cuenta. La pregunta es: ¿cómo es posible que aún existan personas que se niegan a dar las gracias. Es decir; “simplemente gracias”.  El gráfico que ilustra este pequeño artículo pertenece al desgraciado accidente ocurrido en Santiago de Compostela el 24 de Julio del 2013. En él se representa a un bombero portando sobre sus brazos a una chica joven herida la cual se encontraba sola y sin protección. Unos días después, entrevistado esto señor por algunos medios de comunicación, dijo ante la opinión pública, que era lo más hermoso que había recibido, después de haber efectuado numerosísimos actos de servicio durante su vida profesional. “La chica al sentirse protegida en brazos de aquel bombero, sólo pudo pronunciar: “gracias”.
            Existe una gran diferencia entre dar las gracias y mostrar nuestro agradecimiento
            Dar las gracias es una respuesta espontánea, automática, es como un convencimiento social que por educación o ética personal hacemos hacia una persona, a la cual le deseamos lo mejor para su vida. Sin embargo mostrar nuestro agradecimiento va mucho más allá de pronunciar la palabra mágica “gracias”, en este caso es mostrarle a la otra persona que realmente valoramos y apreciamos lo que ha hecho por nosotros o lo que desea que sintamos. Mi pregunta es la siguiente: ¿qué es necesario realizar, para manifestar  a determinadas personas, lo que hacia ellas sentimos o deseamos?
            Mostrar esa gratitud, esos pequeños detalles en determinados momentos, son más eficaces que las palabras y mucho más indicados para transmitir nuestros sentimientos.  Y es en esos momentos en los cuales nos damos cuenta de cuánto nos aprecian, trayéndonos de vuelta al momento presente y enfocándonos en lo realmente importante.
            La negación a este sencillo acto, denota una actitud de identidad negativa, con arreglo a un conflicto de personalidad, el cual puede actuar por orgullo personal, desconfianza y recelo de todo lo que provenga. Todo ello implica un vacío existencial, es decir no sentir paz interior, al faltar ese sentimiento de unidad interior, y no lograr desde alguna área de la personalidad, algún grado de autorrealización, llegando a expresar un vacío de esperanza y expectativas futuras.


        Meditación: El que da, no debe volver a acordarse; pero el que recibe nunca debe olvidar.
 




 

martes, 21 de enero de 2014

¡Qué nos gusta saber que piensan los demás!

             A veces creemos que conocemos nuestras cualidades y defectos, pero ¿qué piensan de nosotros aquellos que hablan de mí? Eso es una fuerza ineludible, que se apodera de nosotros con la tentación de saber que dicen de mí. En muchas ocasiones no conocemos a nuestro interlocutor, pero en nuestro interior siempre nos preguntamos, dirá algo positivo o negativo, acertará o se equivocará, me conocerá o quizás no tenga ni idea. Sucede en muchas ocasiones que el que escribe no nos conoce personalmente, pero esa fuerza irresistible hace que leamos todos sus escritos, aunque no pensemos hacer ni una sencilla réplica.
             Esto se puede entender fácilmente cuando un político pronuncia un discurso de suma importancia, al día siguiente procura comprar o hacerse con toda la prensa posible para saber los resultados y la opinión, que tienen sobre él.
              Esto mismo nos sucede a nosotros en nuestra vida diaria; basta que alguien escriba sobre nosotros, para que inmediatamente procuremos leer todo lo que reflejan  esos documentos. Es como una fuerza incontenible, siendo casi imposible ignorarlos.
              La visión de nosotros mismos, a veces es demasiado indulgente, otras implacable, rara vez acertada. Por mucho que queramos autoanalizarnos, siempre existen facetas de nuestra personalidad que se nos escapan, ya que son los otros las que nos lo revelan. Y esa es, sencillamente esa fuerza irremediable, la cual nos hacer interesarnos por todo lo que escriben de nosotros.
              Es posible que te sorprendas al ver que otros tienen una opinión de ti distinta a la tuya. También se dan casos en lo que decimos: ¿cómo es posible que sepa esto, si en verdad no me conoce? La verdad es, “que en parte lleva razón” También es lógico que suceda, que estén parcialmente equivocados, aunque en cierto modo, el porcentaje de acierto es bastante elevado.
              Así de esta manera se puede descubrir que la imagen que damos, no es la misma que los demás perciben, puesto que a menudo, la mayor parte de nuestro tiempo, vivimos de apariencia y en función de lo que dictan las normas del medio en que nos movemos. Solo cuando nos encontramos en nuestro aposento y en soledad, es cuando pensamos: “en parte llevaba razón de lo que ha dicho de mí”, aunque enseguida desistimos de esos sentimiento y volvemos a nuestro comportamiento habitual.
              Pensemos que actuando de esa opinión, nuestra vida no es totalmente nuestra, sino un poco la de cada uno de los que nos rodean.     Pero debemos estar tranquilos, ya que esto nos suele pasar a todos y es algo muy difícil de controlar, a pesar de que tiene sus ventajas y podremos sacarle provecho a lo que los demás creen. Esta información puede producir nuevos cambios al mostrar o corregir lo que realmente consideramos que podemos estar equivocados.
             Pensemos siempre que no solo es muy importante tú imagen y tu aspecto, sino también como eres por dentro, es decir, tu personalidad, tu carácter, tu sonrisa, tu seguridad, tu forma de comunicarte con los demás, y muchísimas más cosas que te aseguro que tienes.

 Meditación: Uno de los dones que puedes tener escondido y que no has podido sacar es el aprender de tus errores.

jueves, 16 de enero de 2014

Olvidar no es fácil.

             Cuando perdemos a un ser querido decimos: “¡Ah, esto es por ahora, pero con el tiempo dejará de doler”. Pero no nos damos cuenta de que la vida es muy sabia y al mismo tiempo muy cruel, y ella nos hará recordar que a penas somos un minúsculo grano de arena en este mundo. De esta manera pasan los días y recordamos más aquellos momentos vividos, en que un día éramos felices juntos, y ahora ya nunca será posible. Ciertamente es un camino doloroso.
             Así día a día, seguimos preguntándonos; ¡por qué! Pero pronto la respuesta me hace entender; “no seas necio”. ¡Es que debe ser así! Y así se ha cumplido. Cada día sigo preguntándome: “si hubiera tardado algún tiempo más, cuantas cosas  hubiéramos vividos juntos”.
             Olvidar no es fácil y el camino que me queda  a seguir es bastante doloroso. Es como estar pagando una penitencia, que nunca tiene fin. No debo pensar que con los días las penas se van, no es así, es como un proceso que continuamente hay que aceptar y vivir irremediablemente
             Hay días que afluye la rabia, la pena, la resignación, pero al final ¡más pena aún! A través de la razón, el instinto y la reflexión, puede llegar al equilibrio existencial, el cual todo humano posee, y solo éste me hace vivir en paz y en armonía.
             A veces  necesito recordar, pero no con la memoria cerebral sino con el ser que llevo dentro; es el que me hace regresar a la calma y a la serenidad. Ir superando ese triste suceso es un proceso de ajuste emocional que solo el tiempo es el mejor aliado para sentirme mejor y cuando esto sucede, me propongo aceptar la nueva vida.
             El tiempo suele marcar un proceso natural por el que debo transitar, se trata de ir viviendo un día solamente, sin pensar en el siguiente y así sucesivamente. Solo me queda tu sonrisa de paz dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que por mucho esfuerzo que haga, jamás podré olvidarte, sabiendo que te he perdido para siempre.
            Mi pregunta es: ¿Qué debo hacer? Sí, no hay más solución que seguir el camino elegido y caminar con la esperanza de que todo irá relativamente bien. Ahora noto que los días son diferentes y mi aliento aunque parezca igual, se desvanece con el paso del tiempo.
            Entre la razón y el sentido, parece que todo debe encontrar un lugar para el traslado de los sentimientos internos, aunque el corazón, cuántas veces se apresura y es entonces cuando el dolor y la nostalgia invaden mi ser.
            Es imposible no sentir tu ausencia durante fechas importantes, como las pasadas recientemente. No es posible no recordarte en los lugares que juntos hemos vividos, sobre todo en estas últimas fiestas, o a través de momentos inolvidables juntos a los familiares y los niños.        
              En el silencio de la noche, cuando todo se cubre, es cuando mejor veo tu imagen, recordando una larga historia de amor. Es como una crónica que puso fin a tú vida, pero que se mantiene viva en mi pensamiento.

                  Meditación: Sólo lo que se pierde es adquirido para siempre.

sábado, 11 de enero de 2014

Un error, una advertencia.

            A menudo la vida da vueltas inexplicables, y dolorosas, que nos deja una sensación de derrota. Pero muchas veces con el tiempo, nos damos cuenta de que los errores son en realidad riquezas disfrazadas. Un error no es un fracaso, sino una valiosa lección para el futuro. Centrarse en el proceso y no en los resultados es más enriquecedor. Quien comete errores y no aprende de ellos peca de ignorante, porque todo en la vida tiene un propósito para el bien común de los seres en la tierra.
            Los errores contribuyen en gran medida al desarrollo de las personas, solo si se toma lección de ellos, de lo contrario provocan caos. A todos les hemos oído escuchar expresiones como “Me equivoqué”, “Nuevamente cometí el mismo error” y me pregunto ¿Por qué cometemos tantos errores? Esta es una opinión muy particular en donde pretendo responder y explicar con respecto a mi experiencia de vida, en mi hogar, universidad, y en otros lugares personales.
                Todos hemos cometidos errores algunas vez y, seguiremos cometiéndolos, algunos serán los mismos que ya cometimos y otros serán nuevos, pero jamás dejaremos de cometerlos. Digamos que cometer errores es lo que nos hace después ser más fuertes (al menos eso dicen) y saber afrontar los problemas de otra manera, aunque siempre sea así, hay que ser realista. Nadie es capaz de corregir todos los errores que ha cometido durante el transcurso de su vida, siempre quedará algo, somos humanos y por tanto; ¡no somos perfectos!
               Cuántas veces decimos: ¡Vaya, de nuevo un error! Pues sí. Es una forma para empezar de nuevo. La felicidad, la paz, la perfección, no se consiguen sin pasar por el fracaso y duras pruebas, pero sin perder el entusiasmo, el carácter, la iniciativa, etc. Suena fácil, pero adoptar esta máxima como forma de vida no es nada sencillo, todo  hace que nos permita aprovechar los cambios y los errores cometidos, a favor de uno mismo y de los demás.
              En general las personas hacen alusión a que solo les gusta la verdad y que quieren conocerla siempre a costa de lo que sea, como dicen los “libros sagrados”: “La verdad os hará libre” aunque debemos ser consciente de esta otra frase “La verdad es amarga”
              Casi nunca nos ponemos en la tarea de investigar para aprender, por la sencilla razón de no querer interpretar, que podríamos ser diferente si aprendemos a reconocer nuestros errores.

 Meditación: El error se evita antes de cometerlo, pero cuando ya está hecho lo único que queda es aceptarlo.

 

Enamorarse o amar.

           Nos solemos enamorar cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer a él o a ella esas barreras que nos separan de los demás. Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin hicimos una relación con alguien.
            No es tarea fácil de explicar, pero el enamoramiento no tiene nada que ver con el amor. El amor se siente, sin embargo el enamoramiento se padece; dicho de otro modo, el amor es un sentimiento y el enamoramiento, una emoción; en realidad dos cosas bien distintas. El sentimiento es profundo y se construye, mientras que las emociones son intensas y nos arrolla.
             Los enamorados sufren una obsesión por otra persona, sin haber hecho nada para que suceda y sin poder hacer nada para que desaparezca. Ese estado feliz pero enfermizo, se adueña de uno como la fiebre, y no hay medicina para paliar la mezcla de felicidad y sufrimiento que, inevitablemente, va a darse.
               Una persona no puede querer a otra en sólo cinco días, una semana, y sin embargo, si cabe enamorarse fugazmente. Tampoco se ama de repente y, sin embargo, sí es posible levantarse una mañana y darse cuenta de que se está terriblemente enamorado. No quiere decir que enamorarse no es bueno, al contrario es maravilloso. Sin embargo, es sólo el principio. Muchas personas son adictas a estar enamoradas.
              Terminan sus relaciones cuando la magia de haber conocido alguien nuevo desaparece; cuando empiezan a ver en la otra persona y a darse cuenta que no es tan perfecta como pensaba.
               En todos estos conceptos, debemos apreciar una diferencia más: las atribuciones falsas. Atribuimos al enamoramiento cualidades que seguramente no posee. ¿Acaso es tan generoso? ¿Tan bondadoso? ¿Hay realmente amor en el enamoramiento? Probablemente, menos de lo que creen sus protagonistas. Aunque un enamorado pueda quitarse la vida por el otro, la realidad es que no existe tanta abnegación y entrega, sino obcecación, posesión envenenada y tiranía emocional.
               Es más, en casos no tan raros, uno puede enamorarse de quien odia, o viceversa, llegar a odiar a alguien y seguir enamorado. Eso por supuesto, no sucede en el amor.
               Muchas veces conocemos de personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pudieron evitarlo. ¿Qué se supone, que es una cuestión de suerte? ¿Qué se supone, que amamos por arte de magia? ¿Qué se supone, que alguien más tiene poder sobre nosotros?  ¡De ninguna manera!
               Podrás sentir una gran admiración por alguien, podrás desear tener una relación con alguien, podrás estar muy agradecido por lo que alguien ha hecho por ti, pero…no le amas.

 Meditación: Esta sociedad nos da facilidades para hacer el amor, pero no para enamorarnos.

 

jueves, 2 de enero de 2014

Deberíamos conocernos mejor.

            El procurar escucharnos y conocernos nos da acceso a una dimensión más profunda y acertada de nuestro ser. La clave está: ¿en cómo lograrlo? Cultivando poco a poco nuestro estado de escucha y disponibilidad interior. La verdad es que la humanidad debería saber mejor que no todo es dinero, que la vida como nuestra alma y el espíritu no es un lugar para esconderse cuando las cosas se ponen difíciles en la vida, ni es para usarlas como una gran cláusula para salir a meternos en problemas. Pero también sé que eso es lo que se necesita para que la revolución espiritual de la vida de uno, pueda ser fantástica; pero si quieres solo un “vendaje” entonces estamos perdiendo el tiempo.
           Ver claramente en nosotros y en nuestro alrededor que poseemos una visión y una percepción limpia de perjuicios, de miedos y acceder a lo que consideramos una verdad liberadora. Así cuando logremos alejarnos de nuestro yo ordinario, de nuestra máscara social, tenemos acceso a una dimensión más casta, más rica de nosotros mismos. Cada vez más estamos viendo ese vacío convirtiéndose en una enfermedad nueva, una forma de depresión; puesto que la apatía y la ruptura de una sincera amistad, truncaron  aquellos antiguos entendimientos que prácticamente han desaparecido.
              Entonces: ¿cuál debería ser la solución? Salir de lo cerebral, de lo mental, y volver habitar nuestro cuerpo. Poner toda nuestra atención en los momentos actuales, y sobre todo, en nuestras sensaciones emocionales y psicológicas. Todo ello nos permitiría estar abierto y disponible interiormente. Escuchar música, contemplar un paisaje, meditar, reflexionar y permitirnos soñar despierto; son esos muchos de los estados que acabarían conectando con nosotros mismos.
              Algo aparentemente sencillo, pero que no es tan fácil como parece, y sin embargo es fundamental para poder vivir según la dignidad y la vocación de cada uno de nosotros. Se trata de “conocerse a uno mismo” Parece una simpleza, ¿no? Pero no; es más complicado de lo que creemos. Parece que conocemos mucho a los demás, y es porque nos pasamos la vida observando, curioseando, vigilando la conducta de los otros, analizando “que dicen de nosotros” y además le calificamos, poniéndole una etiqueta, una marca casi a fuego para siempre, difícil de borrar.
             Lo esencial en nuestra vida es ser feliz, poseer libertad y contar con verdaderos amigos. Creo que hoy en día nos cuesta mucho encontrar el tiempo para las cosas verdaderamente importantes.
             A veces, aunque lo sepamos, no es fácil tenerlo presente, debido al ritmo de vida que llevamos, puesto que nuestra nueva situación, nos ocupa todo.
             Cuando caminamos en la oscuridad es más fácil que nos tropecemos o pisemos a otros sin querer. La claridad, por el contrario, nos facilita una correcta percepción de nosotros mismos y de los demás, nos ayuda a crecer personalmente y en comunidad, a tener la paciencia necesaria y a afrontar lo que somos y lo que nos rodea desde lo que tenemos.  El conocimiento personal no debe buscar quitarnos molestias, sino abordar los problemas desde su raíz, aunque nos lleve tiempo comprenderlos.  La diferencia estriba en que, buscar quitarse las molestias a través del silencio, es una visión un tanto pobre y narcisista, mientras que ir a la raíz, no siempre nos quita el malestar, pero si nos permite conocernos mejor a nosotros mismos.

 Meditación: La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás.