lunes, 29 de abril de 2019

Las malas costumbres.


¿Cuántas veces hemos hablado de que tenemos costumbres de…? ¡Nos hacemos adictos a determinadas costumbres! Sí, es cierto, pero a veces esas costumbres se nos quedan arraigadas de forma permanente, produciendo en nosotros un cierto hábito de continuidad durante toda nuestra vida.
Las costumbres la podríamos definir como una forma de actuar habitualmente del ser humano originada por un continuo comportamiento, el cual puede ser la práctica que tiene un colectivo en determinados actos con respecto a sus tradiciones.
La fuerza de la costumbre no radica en la frecuencia con que la gente las practiquen, sino en que la gente comparta determinadas ideas y creencias, originando uso de una determinada manera de actuar. No se puede hacer un juicio de valor con respecto a los usos y las costumbres de nadie, ni una evaluación de sus condiciones de vida a partir de sus tendencias. No existen las buenas o malas costumbres, debido a que son las formas que tienen las distintas personas de adaptarse a la manera más conveniente de su forma de vida.
Nunca se debemos confundir las costumbres con lo que llamamos hábito. Éste es un acto que, de tantas veces que lo usamos se convierte en una costumbre. Por lo general, un hábito es un movimiento sencillo que utiliza una persona para complementar su vida. Así pues, estos tienden a convertirse en distracciones y entretenimientos para quien los realizan y a su vez son costumbres que tiene el ser humano, que les permiten adaptarse al entorno que les rodea. El hábito cuando es maniático, se convierte en obsesión. Sí, es cierto que a veces nos cuesta vencer las malas costumbres.
Las malas costumbres son comportamientos aprendidos a base de dedicación extrema, persistencia y conciencia. Cuanto más nos involucramos en nuestros hábitos, más se arraigan y se ven reforzados en nuestro sistema. Sin embargo, cada vez que intentamos hacer algo diferente a lo que son nuestros hábitos, estos tienden a debilitarse y el nuevo comportamiento alternativo se fortalece gradualmente con el uso a través de continuas repeticiones.
Existen costumbres que desgraciadamente las hemos descartados de nuestro vocabulario como las palabras gracias, permiso, disculpe o perdón, etc., las cuales van perdiendo su uso, siendo generalizadas por malos hábitos. Actualmente existe un deterioro de los buenos modales y necesitamos, para la tranquilidad de nuestras buenas formas, ponerle coto a ese desbarajuste.
            Una de las malas costumbre que anteriormente ya he mencionado es quedarse apegado al pasado, y es quizás una continuación de lo dicho referente a nuestro pasado. Es terrible esta costumbre, particularmente en el mundo tan cambiante que nos ha tocado vivir. Pensemos que nada es como ayer. Si alguien se queda apegado al pasado, utilizará siempre los mismos procesos, las mismas soluciones, las mismas premisas, y posiblemente se equivocará con frecuencia.
            No cabe duda que existen buenas y malas costumbres; por tanto, mi estimado amigo, haciendo uso de las unas o de las otras, solo quiero deciros, que nos hemos acostumbrado a ver solo la extensión de las malas costumbres, como un hecho casi inevitable.

Meditación: A veces tenemos la mala costumbre de olvidar aquellas cosas que de verdad nos importan.


martes, 23 de abril de 2019

Dejas de preocuparte.


Las preocupaciones no son más que motivos de ansiedad o miedo a lo desconocido y sobre todo al futuro, generadas por los conflictos o los problemas, a las que tenemos que enfrentarnos y en general a la búsqueda de soluciones de forma anticipada. Pensemos siempre que una vez tomada una decisión, ese estado de preocupación desaparece. En estos casos es muy frecuente decir: “lo hecho, hecho está, ya no me preocupo más”. A eso se le dice en Psicología, “Estado de liberación mental, ante un estado emocional”
Existen personas que suelen hacer un drama de cualquier cosa. Algunas no se alteran en medio de un naufragio, mientras que otras se ahogan en un vaso de agua. Cada cual decide la forma que le da a su propio relato, así como interpretar lo que realmente le sucede y de esa forma adoptan el nivel de preocupación.
Todos tenemos preocupaciones. Es normal activarnos ante un “¿qué pasará?” o un “¿y si…?” pensando a continuación en todas las posibilidades que se nos ocurren (la mayoría de las veces con resultados más o menos negativo). Entonces: ¿Por qué nos preocupamos tanto? Muchas personas se preocupan porque creen que esta es la mejor manera de prevenir o resolver los problemas. Sienten que, si no se preocupan, están siendo irresponsables. Pensemos siempre que todo o casi todo, tiene solución.
El condicionante de las preocupaciones abarcan también el hábito de preocuparse por los asuntos de los demás, en estos casos son personas que creen que los demás no son capaces de resolver solos sus problemas, asumiendo ellos una preocupación añadida. Cada pequeña situación personal, por muy pequeña que sea, la viven como un problema a resolver, viéndose obligados a sentirse preocupados.
Es necesario enfocar las situaciones en el presente y experimentar la aceptación de lo que la vida nos pueda presentar. Si no actuamos así, nos quedamos “anclados” en esa preocupación, y al final actuamos de forma irresponsable ante nosotros mismos. Eliminarlas, comprendo que no es nada fácil, pero, nunca aferrarse a ellas de forma exageradas, ya que solo nos conducirá a un continuo y permanente malestar, interfiriendo en nuestra forma de vida, al no emplear algún motivo para combatirlas.
Todos perdemos mucho tiempo de nuestras vidas preocupándonos por cosas que realmente no tienen importancia, cosas tontas o cosas que no podemos cambiar. ¡Tanto tiempo, energía y esfuerzo malgastado inútilmente! La vida es así y hay cosas en el mundo por los que si vale la pena preocuparse. Cuando estamos luchando por tener la razón nos enfocamos en probar que las otras personas están equivocadas. Tratamos de aferrarnos en lo que pensamos queriendo demostrar que somos infalibles. Preocúpate realmente en buscar soluciones, colaborando con otros para encontrar las mejores respuestas y en cultivar relaciones. Preocúpate por el resultado final, no en quien tiene o no razón.
Aunque también debes pensar que la vida es muy corta, y hay que disfrutar de nuestro camino vital, así que tratemos de dejarla al margen y vivir sin preocupaciones. Sé que en ocasiones cuesta, pero tenemos que descubrir las claves que nos da el mundo de la psicología para dejar de preocuparnos por todo lo que nos rodea, empezando a disfrutar de la vida, mejorando así nuestro estado de ánimo y nuestra personalidad en todo momento. ¡Muchas de estas preocupaciones no tienen otra utilidad que robarnos la felicidad del presente!

Meditación: Siempre llegan los momentos que te hacen recordar las cosas que de verdad te importan.

miércoles, 17 de abril de 2019

Estar de buen humor.


En muchas ocasiones nos sentimos con el ánimo por tierra, sin ganas de hacer absolutamente nada y, por si fuera poco, tampoco estamos de muy buen humor. A veces creemos erróneamente que el hecho de tener un estado de ánimo alegre o triste es cuestión de naturaleza o de suerte. Aunque deberíamos pensar que nuestro estado de ánimo; ¿cuántas veces depende en buena parte de nuestra forma de pensar y de cómo interpretar los problemas?
Cambiar el mal humor y convertirlo en buen humor, puede ser tan sólo una cuestión de actitud. Contra los síntomas negativos, el mejor remedio suele ser ponerle más humor a la vida, y así, calmar la irritabilidad y el cansancio. Estar siempre enfadado o irritable no beneficia ni a tu cuerpo, ni a tu mente y tarde o temprano, sentirás las consecuencias. Intenta traer a tu mente momentos felices y agradables, no permitiendo mantener recuerdos que según tú nunca intentas borrar, hazlo desaparecer, hasta que te sientas mejor contigo mismo y que esa “chispa” de alegría se quede contigo.
A veces dibujar una sonrisa entre nuestros labios, siempre mejora nuestro humor, haciendo que los demás se nos acerquen con más amabilidad. Pensemos que una sonrisa no nos cuesta nada en términos de dinero, tiempo o esfuerzo, pero es verdad que literalmente puede tener extremada importancia en nuestra propia vida. Un comentario gracioso, una expresión o un simple juego de palabras en un momento concreto puede ayudar mucho mejorar el ambiente que nos rodea y hacernos sentir bien. Escucha a los demás y adopta una postura que facilite ese ambiente distendido.
Por ello la sonrisa no es solo una prueba de que somos felices; sonreír con dulzura ante los demás, también mejora nuestro humor. Aunque a veces, ¿cuántas veces nuestro interior está tremendamente triste y sin embargo afloramos ante los demás un rostro sonriente? Si, reconozco que es una ironía, pero es mejor no preocupar a los que nos rodean, y no preocuparles con nuestro interior. No creo que llegue a ser una falta, estar llorando por dentro y no mostrarlo ante los demás. Siempre se ha dicho que: “una sonrisa vale más que mil terapias” A menudo el simple hecho de dar unos “buenos días” o unas sencillas “gracias” acompañado de una sonrisa, nos muestra una alta dosis de felicidad.
Aunque nos parezca una utopía, el buen humor está siempre presente en nuestra vida, lo que pasa es que nos “entretenemos” con banalidades y no tratamos de bucear en nuestros sentimientos. Solo ellos nos harán ver si podemos superar ese mal humor que continuamente mantenemos. En los tiempos que corren, vivir con armonía no es fácil, pero es imprescindible para gozar de buena salud física y mental. Muchas veces en el afán de atender los compromisos y sobre todo querer quedar bien con el mundo exterior, nos descuidamos de nuestro mundo interior, haciendo que cada vez se nos haga más perenne nuestro estado de ánimo.
 Pensemos que poco podemos hacer “tragándonos” las angustias y los malos recuerdos. Si somos capaces de transformarlos y convertirlos en situaciones positivas, habremos conseguido las energías suficientes para modificar nuestro buen estado de ánimo, haciendo permanecer nuestro buen humor.

Meditación: El buen humor es una de las mejores prendas que se pueden vestir en sociedad.

jueves, 11 de abril de 2019

Experiencias dolorosas.


Debo reconocer, que muchas de las situaciones que me han hecho perder cierto equilibrio emocional han sido generadas por mí, y sólo a través de mi forma de ser;  y mi tenacidad debo de ser lo suficiente capaz de conseguir nivelarlas para no dejarme llevar por estímulos negativos que realmente me representen y poder salir airoso de ellas. Haber vivido una vida difícil, y aunque parezca una contradicción, puede ser un privilegio, ya que estas me han hecho ver las dificultades que encierra mi existencia, siendo posible que debido a esos traumas, pueda conseguir los recursos necesarios para poder activar esas situaciones presentes.
Probablemente nadie quiere volver a pasar por la misma situación que le causó un determinado, trauma; pero si queremos sacarlo debemos por lo menos hacer un ejercicio de “limpieza” que nos lleve a mitigar los efectos de ese recuerdo. En estos casos nos preguntamos ¿cómo lo hacemos? Simplemente tratando de revivir en nuestra mente partes del mismo, concentrándonos en las diferentes situaciones por las que pasamos y analizando sencillamente “por qué pasaron”
Toda experiencia dolorosa vivida, haga el tiempo que haga, a la larga dejan huellas, por mucho que queramos hacerlas desaparecer de nuestra mente. Y es que la importancia o la magnitud de la causa que la produjeron no fueron lo suficiente justificable para determinar el grado de daño que nos pudo causar.
Es importante aclarar que un trastorno debido a una experiencia vivida, no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza, que puede ser considerado como una reacción normal ante un acontecimiento negativo. Sin embargo, si dicho estado se prolonga en el tiempo o sus síntomas se agravan, impidiendo el desarrollo adecuado de una vida cotidiana, ésta, puede llegar a convertirse en un trastorno que continuamente nos “machaque”, de ahí la importancia de hacer todo lo posible por olvidarlo.
Toda experiencia negativa que continuamente permanece en nuestra mente, sin poder digerirla deja un residuo emocional que acaba con nuestro equilibrio, el cual nos lleva a vivir con desánimos e insatisfacciones que a veces no encontramos la forma de reaccionar. Es entonces, cuando esa experiencia se convierte de forma traumática, ocurriendo el bloqueo ante un sistema que cuesta difícil superar. Todo repercute a través del tiempo y sin darnos cuenta de lo que nos sucede, entramos en un sistema que a veces se convierte en un “paquete” de información ya pasado, que continuamente vivimos y no encontramos la forma de darle solución
Por eso debemos poner esos sentimientos en situación y entender la razón por la cual estamos dolidos. Cuando nos sentimos tristes, llegamos a pensar que la vida es cruel e injusta, así que es difícil entender por qué. En esos momentos, la felicidad nos parece la mejor meta de la vida y el estado “natural” por alcanzarla. Sin embargo, pasaríamos por alto una importante verdad sobre nuestras experiencias. Los momentos de dicha y alegría más profunda de bienestar que a veces nos envuelven, sólo tienen sentido porque representan un contraste con nuestras decepciones, sufrimientos y tristezas, e incluso a través de esos momentos en que nos sentimos atrapados por esas experiencias dolorosas que la vida nos puso por delante.

Meditación: Hay muchas formas de sentirse mal, sólo cuando pasas por ellas te das cuenta que existen.

viernes, 5 de abril de 2019

Asumes tu pasado.


La vida no es más que una constante inseguridad en búsqueda de equilibrio. En cualquier momento nos puede ocurrir un accidente que derrumbe el “castillo” de naipes de nuestra acomodada vida, por lo que debemos asumir esa inestabilidad para poder seguir adelante. A veces, presentimos los temores para el futuro, viendo a menudo aquellos recordatorios de viejos antecedente, o de las cosas que nos han sucedido en el pasado.
Incluso es posible que por temor a algo que sucedió a otra persona, eso también está en el pasado, aunque no es directamente el tuyo propio. Solo el hecho de caminar nos supone un constante desequilibrio, aunque debemos tener conciencia de que poseemos las herramientas para superar ese miedo, y caminar hacia adelante, para superar el vértigo.
Cada intento nos supone un reto, pero también un aprendizaje, que nos hará vencer ese miedo. Y todo es por el motivo por el cual nos cuesta liberarnos del pasado, debido a que se nos incrusta tan adentro que en ocasiones somos nosotros mismo los que nos asusta olvidarlo, a pesar que sabemos que el pasado ya no nos puede hacer daño. Sin embargo, cuando pensamos en el futuro, nos resulta imponente, despertando en nosotros cierta incertidumbre. Todo se manifiesta que cuando empezamos a olvidar el pasado nos damos cuenta de lo desconocido que el futuro se nos presenta.
De esa manera siempre debemos tener presente la idea de conformarnos con lo conocido, y no atrevernos a avanzar hacia lo que pueda resultar una novedad para nuestro futuro; a pesar de que este “bloqueo” nos viene inscrito desde principio en nuestro código genético. Si no nos arriesgamos, tal vez, podremos disfrutar de una vida segura y sin problemas, pero siempre nos preguntamos: ¿qué tipo de vida será? ¿nos arrepentiremos, al final de haber tomado esa decisión? Y de esta forma siempre vivimos con la “carga” del pasado.
Siempre deberíamos tener la costumbre de dejar esperar lo peor. Nuestra vida no tiene que ser una serie de repeticiones. Cada día puede ser un nuevo show. Nuestro objetivo debe ser favorecer la comunicación entre la cabeza y el corazón, y evitar que no luchen, haciendo que dialoguen y trabajen unidos, y así podremos enfocar nuestros proyectos de forma realista. Cuando hayamos pasado una temporada evitando el sufrimiento y nuestras heridas interiores empiecen a cicatrizar, estaremos preparados para enfrentarnos a los miedos que nos hicieron caer, llorar o sufrir. Pero no antes. No podemos luchar una batalla cuando estamos muy heridos, porque el enemigo nos ganará. Debemos tener paciencia con nosotros mismos hasta que llegue el momento adecuado.
Recuerda que tu destino está escrito. La decisión de cambiar tus malos recuerdos se encuentra al alcance de tu mano. Tienes el poder de reescribir tu pasado para que los capítulos de tu presente y tu futuro sean increíbles. Confía en ti mismo y tu capacidad de crear una gran historia de tu vida. Cree en tu fuerza interior para superar los baches y curar tus heridas.
Y una vez que superes ese miedo que tienes a lo vivido en el pasado, y a medida que pase el tiempo, serás consciente de que todo irá bien. ¡Entonces empezarás a dejarte atrás el pasado!

Meditación: Cuando superes el pasado, algo bueno llegará a tu vida.