viernes, 30 de mayo de 2014

¡Qué de momentos de angustia!

            La angustia se caracteriza por sentimientos de incertidumbre e inestabilidad en los diferentes ámbitos de la vida diaria. La mayoría de las personas a sentido ataques de angustia en algún momento de su vida por alguna determinada razón. Si la  angustia se adueña de nuestra existencia, no debemos de rendirnos, a veces pueden ser un motor de cambio, pues nos avisa de que andamos mal y no debemos huir de ellas, sino transformarlas.
            Desde luego hay razones, pero… la angustia afecta a jóvenes y mayores, pero no siempre sabemos reconocer su origen. ¿Cuántas veces nos sentimos abrumados por la propia sociedad en la que vivimos, por el “listón” tan alto que nos hemos puesto por exigirnos triunfos, dinero, rendimiento, estatus social, etc.
            Pero; ¿por qué nos surgen estos momentos de ansiedad. Las causas pueden diversas y siempre dependerán particularmente de cada persona, aunque naturalmente irán vinculadas a los momentos desencadenantes de tu vida personal.
            Nos preocupa la soledad, la vejez o los exámenes. Por si fuera poco, las imágenes de guerra,  de niños hambrientos, de atentados, de asesinatos que “entran” en nuestra casa a través de la pantalla del televisor.
            Pero reconozco que todo me produce una gran presión, tanto lo malo como lo bueno. Si surge un problema, me pongo a morir, intentando encontrarle pronto una solución, pero si algo me resulta estimulante, también me suelo alterar muchísimo. Siendo ese estado el que me lleva a una hipertensión crónica. Ante esto ¿qué podemos hacer? ¿Renunciar a vivir con pasión, o retirarme a un monasterio zen?
           Nos han inculcado la idea de que para ser alguien, debemos triunfar. Estas crisis de angustia la vivimos como una señal de muerte inminente, notando como si nos fuéramos a morir, aunque creamos en la sensación de la muerte: siempre nos suelen decir que este sufrimiento es equivalente al de alguien que nota que lo van a matar, y por tanto nos acompaña esos síntomas corporales.
           Estas crisis suelen durar unos minutos, pero puede persistir durante horas. Suele ser tan viva la sensación de peligro para nuestra vida, que la persona, suele acudir a asistencia médica, no quedando tranquilo al afirmarle “que no tiene nada de corazón” pues lo que parece posible es que sean síntomas alarmantes a causas orgánicas.
           Somos nosotros la verdadera causa insaciable. ¿Es que acaso no tenemos suficiente? Los eruditos de los tiempos siempre han dicho que la naturaleza del hombre es no estar nunca satisfecho. Sin embargo, en la época en que vivimos se dan algunas características que contribuyen a aumentar ese de clima de inseguridad a que nos embarga.
            Pero, ¿cómo sobreponernos a ese estado de angustia? ante doto evitar la carga de tensión de todo tipo, aprender a valorar las cosas en su justa medida y a establecer un orden de prioridades,  proponiendo lo que no esté a nuestro alcance. Y por supuesto nunca intentando esforzar por encima de lo humanamente posible.

 Meditación: La vida nunca nos depara lo que queremos en el momento apropiado. Las aventuras ocurren, pero no puntualmente.

martes, 27 de mayo de 2014

Todos somos vulnerables.

            El grado de vulnerabilidad de las personas y el alcance de su capacidad para resistir y hacer frente a los peligros, dependen de los factores físicos, económicos, sociales y políticos. Aunque la pobreza, siempre constituye de manera importante a la vulnerabilidad. En verdad es el grado de susceptibilidad o de incapacidad de un sistema para afrontar los efectos adversos ante los cambios que la vida nos presenta y en particular a los fenómenos externos.
             Esta vulnerabilidad siempre dependerá del carácter, magnitud y rapidez de los cambios a que estemos expuestos, ante unos determinados sistemas, y a  la sensibilidad y capacidad de nuestra adaptación.
             Este tipo de vulnerabilidad siempre está relacionado con nuestro estado físico y por supuesto al lugar donde habitemos; pero si lo analizamos a nuestro estado de pareja, es difícil contemplar la existencia de vulnerabilidad. Lo verdadero aquí es que el amor es una fuente inagotable de alegría y felicidad, pero también es una vía posible para que alguna de las dos personas llegue a sentirse un tanto vulnerable.
             En una relación de pareja, compartir la vulnerabilidad es uno de los factores clave para poder tener un encuentro íntimo y profundo. Si somos capaces de vivirla, podremos prestar atención a nuestras necesidades, sentimientos, inquietudes y temores como a los de nuestra pareja.
             Por esos, quizás existan personas que piensan que mostrar sentimientos es un signo de debilidad, aunque debemos comprender que en una sociedad marcada por la presión de la competitividad, estamos relativamente acostumbrados a desarrollar nuestra propia afectividad.
             La sensibilidad nos ayudará a percibir movimientos y gestos sutiles y a compartir los secretos más profundos del alma. Cuando podemos vivir juntos momentos en los que intercambiar lágrimas que brotan espontáneamente, no tienen por qué ser tristes ni felices, sentimos que algo nos toca el corazón, siendo entonces cuando nuestra vulnerabilidad puede aflorar más hondamente. Sin duda, este es uno de los mayores regalos que podemos compartir en una relación de pareja.
            Sin embargo, si actuamos siempre desde la fortaleza, nos relacionaremos de otra manera muy distinta. Así consideramos que si no somos capaces de mostrar nuestra sensibilidad, además de que la otra persona no podrá atendernos ni acompañarnos, siempre tendremos una relación superficial, ya que si algo no se muestra como es, es como si no existiera.
            En fin todos en algún momento de nuestras vidas sentimos esa vulnerabilidad, aunque creo que podemos sobrellevarla mejor si aprendemos a vivir día a día y disfrutar de la compañía de alguien. Aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla es la mejor manera de aceptar la pura realidad.

Meditación: Aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla, es la mejor manera de adaptarse a la realidad.

 

Serenade piano and violin - F. Schubert


 
Meditación: La mayoría pasamos mucho tiempo intentando que nuestra vulnerabilidad no se note.

domingo, 25 de mayo de 2014

Las euforias.

            Debemos de considerar las euforias como un concepto de actos de bienestar, como la búsqueda constante de emociones intensas. En el fondo, las euforias nos sacan de nuestro centro, siendo también compatible con las alegrías.
              Buscarlas constantemente es como vivir en un cuerpo y una mente acelerada. Nos puede suceder que experimentemos un cierto enamoramiento, a veces hacia una persona, o bien hacia alguien que nunca elegiría en un estado de ánimo normal. Estos estados suelen desaparecer cuando llega la fase depresiva, al vivir de una manera intensa el “subidón” que nos lleva a un estado de agotamiento interno.    
            También podemos considerarlas como un fuerte deseo de sentir un estallido en nuestro interior como señal de felicidad auténtica, siendo algo que realmente nos lastima y desequilibra. Las euforias suelen identificarse en algunas ocasiones con compras compulsivas de artículos superfluos sin reparar en gastos Generalmente adquirimos cosas que no usaremos, o quizás usaremos muy poco tiempo y pronto las dejaremos de lado.
            El exceso de euforia nos excita el corazón y nos descontrola el cuerpo. Pero sí es cierto que muchos oscilamos entre la euforia y la apatía, lejos de un estado sereno que nos permita disfrutar de la vida. Como siempre, en el término medio se debe encontrar la solución. Cualquiera irregularidad en estas circunstancias no solo afecta a nuestra vida emocional, sino a la manera de ver el mundo.
            Si las euforias no estuviesen bien vista socialmente, el fútbol no tendría tanto éxito. Pero los espectadores quieren entrar en esos estados emocionales en que el cerebro libera sustancias que crean bienestar. Sin embargo se trata de un estado momentáneo y transitorio.
            Otro de los problemas de las euforias es que son adictivas. Cada vez deseamos más, y cada vez necesitamos más para llegar a los niveles que nuestra situación emocional nos pide. Por eso vivimos en una sociedad enamorada y deseada de todo los bienestares  que nos rodean. En ese estado de euforia, sólo llegamos a un estado compulsivo de tener todo lo que los demás tienen, sin pensar en nuestras posibilidades, ni económica ni sociales. Simplemente decimos ¿y yo por qué no? Todo eso nos hace llevar al estado tan crítico y que desgraciadamente vivimos. Aquí os recuerdo lo que nos dice el famoso dramaturgo inglés Oscar Wilde. “Todo exceso lo mismo que toda renuncia, trae su propio castigo”

 Meditación: Cuando saltes de alegría, cuida de que nadie te quite la tierra debajo de los pies.

 

jueves, 22 de mayo de 2014

¿Por qué no somos indulgentes?

           Existía una tradición en la antigüedad, y sobre todo en países orientales, la cual se le recordaba a los niños que la única forma de llevarse bien con las personas es “siendo estricto con uno mismo e indulgentes con los demás” Sin embargo en la actualidad no es fácil poner este principio en práctica. La razón es que la gente hoy tiende a enfocarse en las imperfecciones y de esa manera se sienten desconectadas e incómodas. Así con esta actitud, su  despecho comienza culpando siempre a los demás.
            Por desgracia vivimos en una sociedad competitiva que premia la victoria sin valorar el proceso. Comúnmente vemos a la gente con cierto realismo, a las que hacen daño a los demás y, sin embargo cuando se trata de un acto de auto-reflexión consigo mismo, nos volvemos confusos e incapaces de reconocerlo.
            Como decía anteriormente, no sólo somos muy competitivos sino que además parece que estamos dominados por unos ideales de triunfo en lo profesional y en lo personal. La indulgencia es una actitud de comprensión, es la capacidad de estar lejos de recriminar y de culpar a las demás personas o mostrar conductas inclementes.
             Es necesario aprender a ser indulgentes con uno mismo, por supuesto, no inmediatamente, pero sí a través de una conducta regulada. Todos nosotros somos seres humanos, y precisamente por eso todos cometemos errores, equivocaciones y faltas. No somos máquinas, ni hemos sido diseñados para ser perfectos, de hecho somos criaturas en constante evolución.
             Es cierto que ese deseo de conseguir sobresalir puede empujarnos a una carrera profesional, pero también puede corromper los cimientos de la sana auto-superación para transformarla en una actitud intransigente con las imperfecciones.
             Este proceso puede alcanzar diferentes grados de intensidad. En las cotas más altas, muchos de nosotros no somos capaces de practicar la empatía hacia los demás, ni siquiera un mínimo de comprensión.
             Esta sociedad competitiva en la que vivimos y de la cual hablaba al principio eclipsa todos los aspectos de nuestra existencia. “Nos pasamos la vida contándonos historias a nosotros mismos de las percepciones de los demás, sin pensar que siempre están sesgadas”. ¿Y qué nos decimos de nosotros mismos? Paradójicamente, empezamos a prestarnos atención cuando ya nos comunican que estamos “graves”.
             Así descubrimos que ¡existimos! Por eso observar los pensamientos negativos en una sesión de meditación  puede ser una experiencia sorprendente, porque filtramos a través de nuestro cerebro racional lo que antes criticamos Esto es una tarea que merece prioridad, puesto que la calidad de nuestra vida siempre depende de la calidad de nuestros pensamientos, llegando a la conclusión de que el pensamiento positivo siempre nos protege. Esto nos ocurre con nuestras emociones, cuando son innatas e involuntarias. Así, siendo consciente de que nos tenemos a nosotros mismo podremos ostentar cambiar nuestra forma de enfrentarnos a las dificultades, llegando a inundar de acciones  positivas todas nuestras emociones.

 Meditación: Las personas que no perdonan los pequeños defectos de los demás, jamás disfrutarán de sus propias virtudes.

lunes, 19 de mayo de 2014

¿Tenemos suerte en la vida?

         Aunque no sea más que una forma de interpretar el azar o de tener una mirada optimista sobre el mundo, todos necesitamos, en cierta forma creer en ella. El problema reside en que nos cuesta mucho entender el cálculo de probabilidades, y por ello seguimos creyendo que lo que sucede no es aleatorio y nos empeñamos en encontrar razones allá donde no las hay. Quizás sólo sea, para confiar en la existencia, pero también para actuar y así construir nuestra buena fortuna.
          Todo el mundo quiere tener suerte en  la vida. Pero ¿qué hacen que algunos tengan más éxito que otros? ¿Tiene que ver realmente con nuestras capacidades y estrategias, o con algo mucho más impredecible? En verdad la suerte existe en todas partes y siempre, de manera inconsciente, es como una disposición a vivir un milagro.
            Así caemos en supersticiones. Hay quien pagándole pasa por debajo de una escalera, o que vuelva a su casa y se meta en la cama cuando un gato negro se le cruza en su camino.            ¡Cuanto nos cuesta aceptar las coincidencias! Soportamos mal una explicación basada puramente en el azar, sin embargo, preferimos la necesidad de buscar el destino, la conspiración, el complot, la intención buena o mala. Me pregunto: ¿por qué el azar es tan difícil de admitir?
            Casi todos tenemos “un algo de la suerte” en nuestra cartera o algún amuleto para atraer la buena fortuna. En realidad eso de los amuletos de la suerte tiene su sentido. Como casi todo en la magia blanca, no son otra cosa que formas de encauzar nuestra propia energía. Porque en realidad la buena o mala suerte, aunque pueda tener algo de casualidad parece algo que emana de nosotros mismos.
            Para aceptarla sólo nos hace falta transformar el azar en destino; es decir, darle un sentido a lo inexplicable. Creer en nuestra buena estrella es mucho más tranquilo que vivir en un mundo en el que todo puede ocurrir sin razón, así cada uno de nosotros recurre, para justificar lo que nos sucede, a casualidades múltiples que hacen que los acontecimientos parezcan más o menos gobernables.
           Siempre que nos sale algo mal, es muy probable que exista una cierta razón para ello. Y la gran mayoría de las veces, esa razón tiene una explicación en algún error cometido. Desde luego, no podemos negar que existen cosas inevitables, pero aquí interviene la ley de probabilidades, y no echarle toda la culpa a nuestro cruel destino.
            Nunca podremos evitar que nos llegue una determinada desgracia. Pero sí podemos decidir si nuestra existencia se detiene allí o podemos hacer de ella una experiencia constructiva.
          ¿Cuántas veces fracasamos por perseguir objetivos que no se corresponden con nuestras necesidades?  Esa noción articula la dimensión de nuestra propia vida, o bien aprovechamos las oportunidades cuando se nos presentan y actuamos a favor de nuestra situación, o la dejamos pasar. La suerte es como una mirada sobre el mundo, de esa manera contribuimos a invocarla cuando cultivamos nuestra propia capacidad.

 Meditación: La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
 

viernes, 16 de mayo de 2014

Ser feliz en pareja.

             Una relación feliz no ocurre por azar, se construye día tras día y requiere paciencia, comprensión, dedicación, en otras palabras, amor.
             Todos, hombres y mujeres de cualquier edad y condición, les gusta amarse de forma sana, y no bajo cualquier condición ya predeterminada. Ante esto no es posible cambiar a nadie, el único resultado que se consigue es sentirse poco apreciado. Para mejorar la relación de pareja, en cambio, hace falta tomar conciencia de nuestras responsabilidades para contribuir a establecer una situación satisfactoria.
               Sin embargo, pocos son los que lo consiguen. Todo es debido porque hoy prevalecen las crisis, los fracasos emocionales, e incluso demasiados casos, los malos tratos. Lamentablemente todo ellos está sucediendo tanto en las relaciones heterosexuales como en las homosexuales, aunque de estas últimas se hable poco, pero no porque se silencie algo significa que no existan o se den escasamente.
            Debemos de llegar siempre a acuerdos sobre muchos temas, unos importantes y otros no tanto, pero ninguno deja de ser importante, el tiempo que invirtamos en esto, es sumamente necesario. No se trata de que siempre alguien se salga con la suya, se trata de que los dos sean felices y estén conformes.
            Por eso, muchas veces de forma automática, cedemos una parte muy importante de iniciativa y protagonismo a la otra persona, lo que en el peor de los casos nos puede llevar a la dependencia emocional.
            Uno de los temas más importantes son “los puntos en común”, esto es: cuantas más cosas tengamos en común mejor. Eso no quiere decir, que se haya de romper una relación porque a uno no le gustes determinadas aficiones.
            Los polos opuestos se atraen, pero con el paso del tiempo las diferencias suelen hacer surcos en la relación, mientras que las parejas que tienen los mismos puntos en común, tienen menos posibilidades de tener conflictos, porque les unen más cosas.
            Cada persona tiene la magnífica posibilidad de ser feliz por sí misma. Y solo aquellos que se siente felices por sí mismos consiguen tener estabilidad afectiva e independencia emocional, a pesar de que se puede ser también felices con otras personas en pareja, con sus grupos de amistades o en cualquier otro tipo de relación interpersonal.
            Cuando nos enamoramos de alguien es cierto que la primera impresión es la visual, pero jamás esa pareja se mantendrá unida solo porque el físico o ambos miembros sean realmente espectaculares. El físico nos puede atraer en un primer momento, pero es la forma de ser; la personalidad es la que hará que la pareja perdure.
            Solo quien es capaz de aprovechar de sus errores puede avanzar, sabiendo aprovechar las crisis para crecer fortalecido, viviéndolas como oportunidades de aprendizaje y desarrollo personal.
             Pensemos que a gritos no se soluciona nada, conversando sí. Tengamos en cuenta que en algunas relaciones de pareja ocurre que uno de los dos acumule más poder que él otro, si eso ocurre hay posibilidades de sumisión, perdiendo de esa manera totalmente el respeto.
             Por tanto es de suma importancia que nos hagamos respetar, para ello debemos tener nuestra vida propia y nuestra independencia, sin perder excesivamente la dependencia de la otra persona. 

 
Meditación: Cuando tu pareja empieza a resaltar todos tus defectos en que ya no te ama.

Bandari - Nightingale.





Meditación: Uno siempre necesita de alguien. No hay nada peor que sentirse despreciado o ignorado. La vida en pareja, es indispensable para vivir.

martes, 13 de mayo de 2014

Qué sentimos cuando miramos.

           Saber comunicarse de una manera correcta y efectiva es básico para evitar malos entendidos y lograr que un  mensaje que deseemos expresar se transmita correctamente y quien lo escuche, lo entienda según la intención que tengamos de comunicarnos.
             La mirada tiene su propio lenguaje, es como un vocabulario sin palabras, pero casi todos somos capaces de comprender. Ese encuentro ocular puede decir mucho. No solo demuestra confianza y control, sino que en relación a la cantidad de veces que nos mira la otra persona, a su vez mantenemos un contacto el cual demuestra interés, atención y relevancia, además nos muestra un significado profundo de intención.
              Es de suma importancia aprender a identificar los distintos tipos de miradas para saber que intenciones y saber actuar en determinado momento lo que está pensando la otra persona, si esto lo unimos a saber analizar el lenguaje corporal, generalmente tenemos exactamente qué es lo que está pensando la otra persona en cada momento.
             Comprendamos que junto a la palabra, los ojos son el mejor medio de comunicación del cual disponemos. Generalmente, usamos el contacto ocular cuando estamos en búsqueda de información, mostrando atención o interés, invitando a una acción recíproca entre la persona que miramos, manifestando una determinada intención
             Debemos reconocer que modos de comunicarnos, existen muchos, no se trata sólo de la palabra, que no cabe duda que es muy importante. Existen ocasiones en que “una mirada vale más que mil palabras”. Hay sentimientos que nos superan y para los que no encontramos palabras justas. Son esos momentos que nos dejan sin palabras, a lo cual decimos que “hay silencios que gritan” 
              Las miradas que se cruzan en silencio van más allá de la pasión y el deseo. Cuantas veces nos preguntamos: ¿existe algo más hermoso que enfocar la mirada a esa persona que nos gusta?  Existe un dicho muy antiguo que dice: “los ojos son el espejo del alma” eso es lo que nos dice esa vieja frase, y lógicamente se refiere a que los ojos expresan lo se siente, en cambio la boca dice lo que conviene. Por ejemplo, el tiempo que se mantiene la mirada en los ojos del otro, quiere decir muchas cosas. A veces, puede ser un intento de seducción, en esos casos efectuamos una mirada profunda.
             Cuando la mirada es para seducir, solemos mirar de forma automática bajando rápidamente los ojos, como tratando de que no se note interés. Es entonces cuando de verdad se intenta seducir con la mirada; en estos casos, ésta se torna más prolongada y por lo general casi siempre va acompañada de una leve sonrisa.
             Nos podríamos preguntar si ¿se enamora una persona mirándole a los ojos?  A nadie se le escapa que “establecer contacto” con una persona a través de la mirada es relevante. Por tanto, podemos decir: que existen miradas románticas, expresivas, cautivadoras, etc., es como decir, “los ojos del amor” Por eso el llamado “contacto con los ojos” es una de las formas más fáciles de utilizar en el lenguaje corporal, pero también es una técnica complicada de dominar. Un contacto visual con otra persona que sea de “alta calidad” propicia la transmisión de buenos sentimientos, mientras que un contacto malo puede provocar en una determinada persona distancia e indiferencia, e incluso puede llegar hasta ofender.

 Meditación: Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación.

sábado, 10 de mayo de 2014

¿Debemos tener confianza?

          Solo hay una forma de demostrar que  somos capaces de montar un proyecto y es intentándolo con ganas y con todas tus fuerzas, no vale montarlo y al segundo día dejarlo porque te has aburrido. ¿Por qué la gente no emprende más?
          Sencillamente porque no saben tener confianza; hemos sido educados para buscar un empleo, sin tener en cuenta que nuestra autoestima, haya sido cultivada en base a dejar de vivir en la mediocridad. Este concepto de la confianza, es tan cuestionado como poderoso, tan transcendente como anclado en el presente y al mismo tiempo tan defendido como denigrado.
         Me refiero a la fe y la confianza, con ello a todo el abanico de conceptos que de ello se derivan. Porque si nos permitimos escuchar las cosas que del tema se dicen a nuestro alrededor, nos sorprenderá tanto la fuerza que se le atribuye a la fe como su conexión casi mágica con el mundo de lo supersticioso.
         Muchas veces al comenzar una nueva tarea nos preguntamos si seremos capaces de lograrlo y entonces nos asalta la duda y, al poco de estimarla, la idea queda inconclusa porque nos faltó confianza en nosotros mismos. Todos hemos cometido errores en nuestra vida, todos hemos tenido malos momentos y vivido situaciones que nos gustaría olvidar.  Las llamadas malas experiencias son parte de la vida, pero así también son parte de ellas los buenos momentos.
         De esta forma podemos sacar en conclusión que no todo es sencillo. Nada que sea bueno es gratis y las mejores cosas a veces no son eternas. En mi opinión nacemos confiados y, luego con el tiempo se nos enseña a desconfiar, de lo que nos dicen de la propia experiencia y de las experiencias prestadas de otros.
          Los desconfiados no nacieron tales: alguna vez fueron defraudados en su confianza, fueron engañados, estafados y mentidos. No se trata de entregar confianza absoluta desde el primer momento, pero sí de dar los primeros pasos en esa dirección desde el primer encuentro. Ya habrá tiempo para corregir y darnos cuenta de aquellas primeras pretensiones, bastará con estar consciente del progreso que vaya tomando.
          El filósofo Friedrich Nietzche nos dice: “El que no tiene confianza en sí mismo miente siempre” Nadie está exento de caer en las redes de un canalla, un simulador, un cínico o un estafador profesional. Pero ello no puede ser la excusa para, luego desconfiar de todo el mundo. No debemos seguir en este círculo más que vicioso.
           La confianza es la antorcha que una vez encendida, ilumina a todos y cada uno de los que se animan a sostenerla.

 Meditación: La confianza nos da coraje y amplía nuestros horizontes, permite mayores riesgos y llegar mucho más lejos de lo que imaginamos.

 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Saber dar apoyo.

            Las personas con las que convivimos son nuestro principal apoyo, a ellas recurrimos cuando estamos en dificultades. Existen muchas formas diferentes de dar y recibir ayuda. A veces sólo necesitamos unas palabras de ánimo. Otras veces necesitamos que nos orienten o nos den una nueva perspectiva sobre las cosas. La ayuda puede ser algo muy específico en inmediato, como apoyo para llevar a cabo unos deberes en concreto.
             Pero, ¿y cuándo nos toca ser la parte fuerte? No siempre sabemos cómo actuar, y nos desesperamos buscando la forma para ayudar. La clave es hablar, lograr que quien lo está pasando mal se abra. Debe sentir que está respaldado, pero también que él es el protagonista del esfuerzo por superar su problema.
            Saber que alguien te aprecia significa mucho. Y es algo muy importante cuando uno está estresado. Los problemas parecen menores y más fáciles de sobrellevar cuando se habla con la persona adecuada. De esta forma somos capaces de afrontar mejor las cosas y de ver soluciones con mayor facilidad cuando compartimos nuestros problemas.
             Contactar con médicos y psicólogo a veces no es suficiente, sino también con familias que han pasado por una situación similar, y pueden proporcionarnos apoyo e intercambiar experiencias, puede ayudar a dar salida a nuestras angustias.
             Es muy importante que a veces es conveniente escapar de situaciones como: atribuir a la mala voluntad del afectado, a sus deseos de molestar, comportamientos que nos parecen extraños. Responsabilizar al mundo exterior de los que nos está ocurriendo.
             El objetivo es proporcionarle un ambiente de afecto y de apoyo, pero sin caer en actitudes de protección y complicidad con su adicción.  Probablemente recordarás los momentos en que alguien te ayudó. Tal vez un amigo te ayudó para abandonar un mal hábito o a sobrellevar la tristeza o a supera una decepción. Y al mismo tiempo podrás también recordar momentos a que tú ayudaste a otras personas.
             Pensemos siempre que esta ayuda siempre tendrá fuerza para seguir luchando si conservamos la autoestima, y los que nos rodean nos ofrecen un papel fundamental para espantar los fantasmas que sacuden nuestra mente.
           Cuando está afrontando una situación estresante o atravesando un mal momento las personas que hay en nuestra vida pueden ayudarnos a afrontar difíciles situaciones. Si alguien a quien le importas sabe lo que estás pasando, siempre te ayudará a sentirte comprendido, y no te encontrarás solo.
             Los seres humanos fuimos educados en un contexto de independencia falso, en el que nos enseñaron que siempre debemos hacer las cosas “solos y bien” Sin embargo dada la evolución alcanzada, los cambios tecnológicos, y los descubrimiento que se revelaron ante nuestros ojos, seguir sosteniendo como una única posibilidad es el sufrimiento en soledad. Dar, también implica recibir.
             Saber recibir apoyo no nos hace débiles, por el contrario, nos glorifica; nos hace más humanos, porque nos sitúa en un plano en que captamos la finalidad de nuestros actos; y la incapacidad para resolver solos algunas cosas, en las que podemos decir sin temor, “con esto solo, yo no puedo” y por eso no perdemos “glamour” ni estilo; por el contrario, ganamos la confianza de ser quienes somos.

  Meditación: Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela

 

domingo, 4 de mayo de 2014

La intuición.

           La intuición es un conocimiento instantáneo y directo que se nos presenta dentro de nosotros, con la certeza de que lo captado es auténtico. En verdad ese proceso no se ha producido a partir de ninguna racionalización. Este proceso suele durar pocos segundos. A todos nos ha ocurrido. De pronto, tenemos la sensación de saber sin saber cómo sabemos. Sencillamente “algo” nos dice qué dirección tomar, nos brinda la solución a un problema al que llevamos tiempo dando vueltas, nos advierte de que podemos correr peligro.
           La intuición se nos presenta a veces como un complemento de la razón, permitiéndonos conectar con nuestras verdaderas necesidades y decidir teniendo en cuenta no sólo la lógica, sino también las emociones. Además, nos ayuda a reconocer oportunidades, e incluso a encontrar soluciones en el momento más inesperado.
            En estos casos nos surge la siguiente pregunta: ¿podemos fiarnos de intuición?  Cuando intuimos algo, parece como si nuestro cerebro nos regalara una idea que no sabemos de dónde ha salido. Es como una especie de trabajo subterráneo, y que procesamos inconscientemente. Esto es uno de los aspectos que más lo diferencia del pensamiento racional, para el cual tenemos que hincar los codos, para darle una solución lógica.
             Cuantas veces la intuición puede ser mejor que los modelos de elección racional. En muchos casos es mejor una buena razón que muchas razones parciales para tomar una decisión correcta. Así, ignorar cierta información y dar prioridad a aquella que consideramos más significativa, con mucha probabilidad, será acertado.
             Aunque parezca increíble, al conocer a una persona, la primera impresión solo tarda unos segundos en formarse. Y no tenemos por qué acertar; de hecho, es frecuente cometer errores imperdonables. Cuando un desconocido nos cae bien o mal suele deberse a que un rasgo físico, su forma de moverse, de hablar lo tenemos asociado a otra persona. Obviamente, no nos damos cuenta de que nuestra intuición se basa en una asociación inconsciente.
              En la toma de decisiones, el instinto no siempre nos hace decantarnos por la opción que objetivamente parecería más lógica. Y eso es así porque nos conecta con lo verdaderamente sentimos o queremos. Por ello, la información que nos proporcionan es fundamental. En estos casos la mejor forma de tomar decisiones correctas es apoyándonos en nuestras necesidades, y éstas no siempre siguen las reglas lógicas, casi siempre están vinculadas con nuestras emociones.
              Pero, ¿cómo saber si esa voz interior o esas sensaciones físicas que nos empujan o nos frenan a hacer algo son realmente nuestra intuición y no una proyección de nuestros miedos o nuestros anhelos? Para no confundirnos debemos tener en cuenta el estado de nuestra mente. Un buen criterio es atender dichas proyecciones cuando surgen en un momento de calma, y por tanto, poner en jaque aquellas que aparezcan en un estado de alta motivación.

 
Meditación: La razón teme la derrota, pero la intuición disfruta la vida y sus desafíos.

 

jueves, 1 de mayo de 2014

Darle sentido a la vida.

              No recuerdo dónde, pero en cierta ocasión creo haber citado esta reflexión; “La felicidad en esta vida consiste en tener algo que hacer, alguien a quien amar y algo  que esperar” Y es que a fin de cuenta, las cosas carecen de sentido; somos nosotros los que les brindamos un significado, y de esta manera les otorgamos un lugar en nuestra existencia. El amor y el odio el blanco y el negro, la derecha y la izquierda, la noche y el día, el hombre y la mujer, los sentidos y los sin sentidos, etc.
             Si lo que hacemos, aquello en lo que nos ocupamos lo convertimos en felicidad, en disfrute,  sin duda mantendremos un casi permanente “estado emocional” que nos reportará incontables beneficios tantos físicos como psicológicos, sociales y de todo tipo. Pero a veces y no lo podemos negar, ¿en cuántas ocasiones nos hemos preguntado?
           ¿Qué sentido tiene mi vida? No deberíamos buscarle un sentido a la vida. Pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto. Los hechos que parecen robarle el sentido a la vida incluyendo, no solo el sufrimiento o la angustia, sino también la muerte.
          Tener ese “porqué” y “para qué” es poderoso y gratificante que demos pleno sentido a nuestra vida ya que nuestra profesión, aquella en que ocupamos  el día a día, hace que nos haga sentir bien con nosotros mismos y con los demás; es la primera y principal causa de ese maravilloso “estado emocional” que, además de proporcionarnos incontables momentos de dicha y felicidad, nos blinda y capacita para “soportar cualquier adversidad, crisis o desgracia.
           El pesimista se parece a un hombre que observa con temor y tristeza como su almanaque, colgado en la pared y del que a diario arranca una hoja, a medida que transcurren los días se va reduciendo cada vez más. Mientras que la persona que ataca los problemas de la vida activamente es como un hombre que arranca sucesivamente las hojas del calendario de su vida y las va archivando cuidadosamente junto a los que le precedieron, después de haber escrito unas cuantas notas al dorso. Y así refleja con orgullo y goce toda la riqueza que contienen estas notas, a lo largo de la vida que ya ha vivido plenamente.
             No hay otra alternativa en la vida que la firme decisión de vivirla en plenitud, en una lucha gratificante y motivadora. Si no es así, se hará realidad inexorablemente lo que antes afirmaba. “Desde que se cesa de luchar por ella, la vida ya no tiene sentido”
             Para ello debemos dejar más tiempo para escucharnos meditando en soledad, conversar con aquellos que consideras tus amigos, compartiendo  juicios. Desde ahí salen las señales más potentes que nos marcan el alma, y nos hacen permitir que podamos avanzar. Empecemos por lograr ser felices, e intentar comprender cuándo lo somos o no lo somos, puesto que la felicidad es un fenómeno subjetivo, que cada uno lo ve a su propio estilo y conveniencia. Por lo que plantearnos una felicidad uniforme y continua es totalmente absurdo. A esto, podríamos meditar lo que Nietzsche nos dice: “Quien tiene un verdadero porqué para vivir, no tendrá demasiados problemas para soportar cualquier “porqué” en su existencia”

 Meditación: La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada.
 

No lo perdí. ¡me lo quitaron!


 
Meditación: Sí, me lo quitaron porque su “marca” molestaba. Era necesario evitar “el qué dirán”