lunes, 25 de mayo de 2020

¿Sentir o sufrir?


¿Debemos volver el rostro a lo que nos hacen daño? ¡Jamás! A tu enemigo hay que mirarlo cara a cara, entenderlo y saber por qué te ha hecho daño. Para cerrar una etapa necesitamos entender, comprender y no huir. Cuántas veces nuestras relaciones de amistad también suelen ser muy determinantes para muchas personas. El verse traicionado, engañado, nuestras rupturas traumáticas suelen dejar su oscuro sustrato en nuestra personalidad. Dejamos de confiar en las personas y, simplemente, valoramos que es más preferible no volver a tener una relación para no sufrir.
Así, los sentimientos son los fenómenos que nos constituyen desde lo más simple a lo más complejo como individuos únicos, capaces de sentir muy diversas cosas y completamente diferentes entre sí. Los sentimientos humanos nos colocan, además, mucho más cerca a nuestro yo más íntimo, ya que el momento de mayor sentimentalidad es aquel en el cual los estímulos surgen y se hacen claramente visibles.
Cuando hablamos de personas sufridas nos referimos siempre a aquellas cuya inseguridad proviene de una falta de confianza en sí misma, que se manifiestan a través de unas carencias de forma casi constante, y que persisten continuamente desde hace bastante tiempo, formando parte de los rasgos que integran su personalidad. Debemos entender que ese sufrimiento es parte de nuestro cerebro y realmente son las emociones las que nos ayudan a saber sobrellevarlos. Esto, tiene diferentes sinónimos y aparece de múltiples formas, como estrés, angustia, ansiedad, etc. Entendiendo esto, deberíamos evitar sufrir por algo que forma parte del cerebro de nosotros mismos.
Sin lugar a dudas, con más edad la memoria acumula más sufrimientos. Luego no es verdad que todo “los malos ratos se olvidan”. Quizás se olviden los detalles, pero queda en el pozo de la memoria la causa del sufrimiento.
Al mismo tiempo podríamos pensar que el sufrimiento es una especie de pesar en la vida, esto es, nos toca a unos más o menos de manera imprevisible. Aunque no es así del todo. A salvo de los casos personales, hay determinadas circunstancias que nos permiten asegurar que unas personas suelen sufrir más que otras. Por si fuera usted una de las que ha acumulado sufrimientos, puede que le consuele comprobar, que sea posible que sus circunstancias personales le llevaron a ese resultado. Lo malo es que no hay ninguna ventanilla ante la que reclamar el exceso de sufrimiento.
No podremos evitar que algunas veces sucedan que esos sentimientos nos entristezcan, puesto que son parte de nuestra vida.  Lo que sí podemos es disfrutar de aquellos momentos buenos y superar los malos cuando éstos vengan. ¡No debemos resignarnos a la tristeza, y luchemos contra ella!
Cuando aparece en nuestro estado ese sentimiento de tristeza, reflexionemos sobre aquello que hemos perdido y dándole “vueltas” mentalmente, percibamos lo afortunados que podríamos haber sido ante aquella sensible pérdida. Pero a pesar de no poderlo remediar nos quedamos en esa fase, en que todos son lamentos, llegando a un tremendo estado de total impotencia. Entendamos siempre esta forma de ser, tenemos que ser capaces de enfrentarnos a nuestros próximos retos, con la firme condición de olvidar, evitando sufrir por aquellos sentimientos, haciendo que seamos capaces de sobreponernos a fin de formular todo nuestro potencial que llevamos dentro.

Meditación: El dolor de la mente es peor que el dolor del cuerpo.


lunes, 18 de mayo de 2020

Toda una vida para amar.

       
No pensemos en el tiempo. Cada minuto es el comienzo de “algo” ¿De qué? No lo sabemos; ¡Esperemos que pase! Nunca trates de medir el tiempo, el tiempo no pasa, pasamos nosotros, así podemos entender que siempre estamos en el “tiempo” o quizás si nos aferramos al tiempo, tenemos que pensar que el tiempo es ilimitado, y que nuestras vidas perderían sentidos si nos preocupáramos de tenerlo en cuenta. Si amas, no te preocupes, ya el tiempo se encarga de encontrar la solución. ¡Déjate llevar! Así es la vida. Por eso, ante la llamada del amor no dramaticemos.
El deseo no siempre viene de una forma ascendente. No nos preocupemos, Puedes que digas: “por qué no ahora” o “hasta cuando” Sólo el tiempo te lo dirá, según nuestros momentos vitales. Siempre deberíamos tener en cuenta que el amor y la pasión, a pesar de todo, son dos cosas muy distintas, siempre van unidos de profundos sentimientos, puesto que el amor nace de esos mismos conceptos que prevalecen en nuestro interior. Pero casi siempre nos preguntamos: ¿cómo puedo saber que no me equivoco? No te preocupes, ya te lo decía al principio; sólo el tiempo te dará la respuesta. ¡Él nunca se equivoca! Son muchos los momentos que nos vemos aturdidos, con un sinfín de preguntas. Piensas siempre qué si la vida ya de por sí engendra dolor, no te martirices y cuando el amor llegue, no le hagas esperar. Nunca podremos neutralizar el azar, pero sí permitamos educar nuestros sentimientos y pensar que siempre hay un tiempo para amar.
             El deseo, permíteme decirte, que es otra cosa muy distinta, éste; suele estar  marcado por diferencias muy subjetivas, utilizando casi siempre procesos muy distintos, así decimos que el deseo, vale más por lo que guarda que por lo que muestra.  
El amor es la mayor expresión de afecto que podemos ofrecer, se adueña de todo nuestro ser, y a veces hasta de nuestras formas de perder la razón. Amar es compartir su sentido, es tan inmenso que en ocasiones nos hace perder la razón. Entonces, ¿por qué decir, que ya no tienes tiempo para amar? No seas injusto contigo mismo. El amor no necesita tiempo, necesita intimidad. No es una flor de temporada, que solo florece durante un pequeño espacio de tiempo. El amor tiene todo el tiempo necesario para mantenerlo junto a ti. Muchas personas nunca comprenderán, ni tratan de conocer el secreto, de porqué todo esto sucede en nuestra vida. Perdona, quizás yo no sepa explicarme con la debida claridad. Pero dentro de tú subconsciente empezarás a notar que “algo te está sucediendo que no te deja dormir” Piensas que la edad es lo que menos importa y que tienes toda una vida para amar: sí, podrás equivocarte, pero también la misma vida te da opción a rectificar.
Todos tenemos la esperanza de que un día aparezca el verdadero amor, no te aferres a cambiar tus ideales. Entonces: ¿por qué no lo encontramos? Tal vez no lo buscamos en los lugares adecuados o no sabemos reconocerlo cuando lo vemos. Piensas que cuando llegue, él te reconocerá y el nuevo idilio comenzará.

Meditación: Todo lo que deseas, suele venir después de que dejas de buscarlo.

lunes, 11 de mayo de 2020

¡Queremos ser perfectos!


            El mensaje que continuamente recibimos a través de todos los medios está claro: para encontrar la felicidad, debemos alejarnos de la mediocridad y aspirar a destacar por el éxito. Todos los seres humanos, buscamos la perfección tanto física como mental, pero, ¿existe la verdadera perfección? O simplemente es el afán de todos nosotros a superarnos a sí mismo. Por eso, si miramos bien como somos tanto físico como mentalmente y consideramos nuestras virtudes, podemos sacarle provecho y ser personas perfectas, porque de cualquier punto de vista, todo es empezar por querernos a nosotros mismos y sacarnos todo el partido posible a nuestro potencial.
            Así desde pequeños se nos corrige constantemente, y de adultos, en el trabajo se nos mide por los resultados. Por tanto, la lista de exigencias es interminable: atractivos, delgados, musculosos, seductores o triunfadores… El resultado es compararse con ideales destacables, para no llegar a vernos conducidos por sentimientos de frustración.
            Pero cuántas veces en nuestra vida se nos induce a querer conseguir las cosas a un estado de perfección. Muchas veces esto nos lleva a una continua ansiedad y de esa manera las realizamos peor, ya que la ansiedad impide pensar con claridad. Hacer las cosas a la perfección es un ideal irracional, puesto que la perfección no es un atributo de la naturaleza humana. Todos queremos lo mejor, de eso no hay duda. Pero en ese intento, queremos siempre rayar en la perfección. Pensemos siempre antes de emprender cualquier acto, aceptar una pequeña realidad: la perfección no existe. Siempre será subjetiva y nunca será igual para todos, esto debido a que todos pensamos de maneras tan diferentes, siendo imposible satisfacer todos los pareceres personales.
            A veces en infinidad de ocasiones, por querer ser perfecto, nos olvidamos que todo proyecto debe ser ante todo, divertido para uno mismo. Es decir, si no disfrutas lo que haces por tender a perfeccionar las cosas, es momento de reflexionar lo que sucede y tomar vías alternas que nos eviten vivir bajo tensión.
            Frente a esta actitud tan exigente, siempre hay otros comportamientos más equilibrados y por supuesto más saludables. El de la persona que huye de los extremos, y no es excesivamente meticulosa. En definitiva, saber sacar el mejor partido y aceptarse con arreglo a nuestras virtudes e imperfecciones.
            En cada vida existen momentos de mucha tensión, que nos hacen partir de la propia perfección, hay gente que no dejan pasar su vida en blanco, y para conseguirlo, se proponen recurrir a todo tipo de artimañas, como el desprecio, las malas formas, el rechazo, etc., llegando de esa manera a tratar de vencer y convertirlo en una ventaja personal.
            Consideremos siempre en la flexibilidad de nuestras expectativas y no nos preocupemos de llegar a toda costa a la perfección. Por eso, no nos van a considerar una persona descuidada. Huyamos de lo excesivo y no demostremos actitudes rígidas ante nuestro cometido. Conseguir las cosas con poco esfuerzo puede producirnos mayor satisfacción que dedicarle todo nuestro afán, ya que también es una manera de controlar y optimizar nuestro tiempo.
           
            Meditación: Querer ser como otros, es querer dejar de ser tú mismo.


lunes, 4 de mayo de 2020

¡Escribe lo que sientas!


              Escribir siempre es una vía para expresar lo que sentimos y, cuantas veces para manifestar nuestros deseos más profundos a fin de poder alcanzarlos. Escribimos para quitarnos imágenes dolorosas o para asentar hechos extraordinarios que en su tiempo fueron acaecidos; para aceptar la ruptura de lo que creemos que fue perfecto.
            La escritura marca un antes y un después en nuestra historia personal, pero también es importante, ya que los relatos y tradiciones orales se pierden o se modifican a través de la palabra, dependiendo del interlocutor, mientras que los escritos se tratan de documentos donde el autor emite un mensaje hacia un destinatario a veces invisible pero que transmite una prueba irrefutable de su contenido, quedando constancia. Sin embargo; ¿por qué escribimos? Pensemos que nuestra mente es como una centrifugadora de ideas presentes y pasadas, que funcionan a toda velocidad y si no la escribimos las perderíamos.
Escribir lo que sentimos siempre nos ayudará a reconocer emociones, siendo posible que pudiéramos llegar a entender el verdadero sentido de aquello que vivimos. En ocasiones nos es difícil admitir que detrás de una sensación de rabia o ira, por ejemplo, se esconda la vulnerabilidad o la tristeza, existiendo una inseguridad que enmascara todo aquello que llevamos dentro.
Poner el corazón en el papel puede tener consecuencias que van más allá de lo imaginable, dando expresión a nuestro estilo de ver las cosas, facilitando de esa manera una forma de entendernos. Cuantas veces escribimos aquello que nos sale del corazón, de nuestro más profundo ser, haciéndolo plasmar en palabras lo que sentimos, permitiéndonos conocer cómo somos, cómo nos afectan las circunstancias de la vida, y cómo es esa rabia o esa frustración que sentimos, poniéndole nombre sin necesidad de mirarnos a la cara.
A lo largo de nuestra vida experimentamos muchos sentimientos para los que no basta con darles voz, sino que necesitan ser escritos, secándolos a la luz para ser vistos a través de las palabras y en frases a fin meditar una vez leídos. Si te sientes mal, si estás triste, si estás alegre, si tu amor se ha marchado, si alguien cercano ha fallecido, Escribe, y no pares hasta que te vacíes de todas las letras que expresan tus sentimientos, y tus sensaciones. No lo pienses, sólo escribiendo, más adelante lo comprenderás mejor.
Escribir nuestros pensamientos es mucho más lento que hablar. Cuando uno escribe puede borrar si te equivocas, puede agregar un pensamiento o editar lo que ya escribiste. Al escribir nos permite meditar con mayor calma sobre los problemas y, sobre todo, recapacitar en nuestras decisiones antes de llevarlas a cabo.
Escribir nos permite abrir los sentidos, ponernos en contacto con los sentimientos reprimidos y dejar “volar la pluma” como se suele decir. Una historia escrita, nos permite regresar y repasar algún momento de nuestra vida, que a veces es necesario para llegar a una conclusión determinada o tomar una decisión. Si no nos paramos a pensar o reflexionar podemos tomar actitudes apresuradas que posiblemente no sean correctas. A pesar de mis años, estoy plenamente convencido que el ser humano es una persona en construcción, desgraciadamente no estamos bien terminado; por mucho que vivamos, tenemos que seguir aprendiendo, y por mucho que sepamos, seguiremos cometiendo errores. Esto lo ratifica la demoledora situación de nuestro mundo.

Meditación. Con el tiempo uno aprende a querer más… pero a menos gente.