En la vida se nos
presentan a veces situaciones incomprendidas, y junto a ellas nos surgen estas
preguntas: ¿Por qué ese comportamiento? ¿Por qué a mí? Estas preguntas
casi siempre son las mismas; parejas que se separan, familiares que se “nos
van”, negocios que fracasan, amigos que desaparecen, etc., en definitiva, son
situaciones que vemos diariamente. Solo tienen una explicación: es la vida
misma, la vida que tenemos, la vida que necesariamente tenemos que superar.
Podríamos
preguntarnos mil veces “por qué” y podríamos encontrar mil y una respuesta,
pero ante determinada situación nunca habrá un porqué hecho a la medida de
nuestro dolor, de nuestra confusión, de nuestro agobio, de nuestra tristeza.
Me
pregunto: ¿Hemos dado con el por qué? ¿Calma eso la angustia? ¿Serena
nuestra alma? ¿Nos devuelve la tranquilidad perdida? Habitualmente no. Las
respuestas a estas preguntas, son analgésicos que anestesian momentáneamente
nuestro dolor, pero una vez pasado su efecto, éste regresa más potenciado.
¿De
quién esperamos las respuestas cuando preguntamos por qué las cosas son como
son? Del universo, del destino de la vida, de los astros. En definitiva,
son todas abstracciones y al final ninguna respuesta nos vale. Sería de sabio
responder que a la vida hemos venido a preguntar y no a responder.
En
realidad, todo tiene un sentido en nuestra vida, y aquello que nos ocurrió que
nunca comprendimos, e incluso lo más duro, es posible que al cabo del tiempo
comprendamos que todo tenía unos propósitos existenciales, para que revisemos
el estado de nuestros vínculos en nuestra vida.
El
apego a determinadas circunstancias, nos lleva a menudo a no aceptar que las
cosas son como son y jamás deberíamos desperdiciar la oportunidad de explorar
nuevos caminos y poner en uso ese potencial de superación que todos poseemos.
Cuantas
veces tratamos de cobijarnos en nuestro bienestar, y nos decimos que, si
somos “buenos”, no nos tocará el sufrimiento, huyendo por los caminos del
placer y del interés personal, tratando de que no nos alcance las situaciones
adversas.
Sería
justo repetirnos: “Si hoy disfruto mientras contemplo los pájaros, y los
pájaros no tienen horarios” Entonces comprenderé; ¿por qué estar atado
continuamente a nuestros horarios, si nunca llegamos a entendernos? Es entonces
cuando quizás podamos comprender, que todos tenemos un espíritu de superación y
aunque con sacrificio y tesón, podremos superar el mundo trágico en que nos ha
tocado vivir.
Meditación:
A la cima no se llega superando a los demás, sino superándote a tí mismo.
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