sábado, 29 de agosto de 2020

Epílogo.

         A veces siento que, durante este último periodo de mi vida, carezco de un auténtico amor sano y verdadero, que cubran mis necesidades emocionales. Por ese motivo arrastro durante esta última faceta de mi vida, una profunda sensación de vacío. ¿Cuántas veces ese malestar me resulta tan intenso, que llego a sentir como si tuviera un profundo hueco en mi corazón? Esa es la manera que siento al recordar la falta de ese amor que permanentemente estoy sufriendo.

            ¿Cómo llenar ese hueco que deja la pérdida de alguien? Ese sentimiento de falta, es la sensación que actualmente necesito para poder sentirme completo y feliz Así me digo. ¡En mí vida, faltas tú! Tal vez esa sensación de vacío no es una invención, es un sentimiento real, que merece ser escuchado y atendido. Pero cuantas veces nadie te escucha o quizás a nadie le interese; ante esto; ¡lo escribo! Y es posible que esta acción me lleve a la calma o pueda que me tranquilice, aunque en ocasiones no sea lo suficiente 

            Lo que verdaderamente pesa sobre mi ánimo es una terrible soledad cargada de tristeza; es como sentirme aislado, deprimido, incapaz de expresar mis sentimientos, desconectado de lo que ocurre a mi alrededor, e incluso aunque esté rodeado de gente.

            Son justos esos momentos en los que estoy solo, sin nadie; olvidado, perdido; lo que me da tiempo a pensar, recordar todos y cada uno de los momentos vivido con ella. Sinceramente no puedo darme una respuesta lógica o al menos que me consuele, puesto que cuando llegó la muerte de esa persona con la que he compartido toda mi vida… ¿Cómo se supera esa ausencia?  No existen manuales, ni enciclopedias que me digan las palabras “mágicas” para aliviar ese dolor que invade mi alma.

            Sí, necesito recordar, pero no con la memoria cerebral sino con el ser que llevo dentro, aquel que me hace regresar a la calma y a la serenidad, intentando superar ese triste suceso, ante un proceso de ajuste emocional que solo el tiempo es el mejor aliado para sentirme mejor, y cuando esto sucede, me propongo aceptar el final de mi vida.

            Mi pregunta es: ¿Qué debo hacer? Sí, no hay más solución que seguir el camino destinado y caminar con la esperanza de que todo irá relativamente bien. Noto que los días son diferentes y mi aliento, aunque parezca igual, se desvanecen con el paso del tiempo. Es un acto realmente difícil, y al mismo tiempo lleno de valentía, puesto que ella siempre representó todo en mi vida, y eso ha quedado depositado en mi subconsciente, quiera o no, haciéndose notar por cualquiera circunstancia evocando momentos positivos. Si es cierto, que llegamos a la aceptación a través del abatimiento ya que la vida y el tiempo, así nos lo rige. Es una nueva etapa para vivirla en paz nuevamente.

            En el silencio de la noche, cuando todo se cubre, es cuando mejor veo su imagen, recordando una larga historia de amor. Es como una crónica que puso fin a mi vida, pero que se mantiene viva en mi pensamiento.

No desearía terminar tan catastrofista, sólo haceros ver que todos deberíamos tener la valentía de lanzarnos a las “aguas profundas” de nuestro ser interior y descubrir ese gran tesoro que hay dentro en cada uno de nosotros: puesto que lo más increíble es que siempre nos sorprenderemos, al descubrir lo maravilloso que es el ser humano que tenemos en nuestro interior.

 Meditación: Empezamos con un simple “hola” y terminamos con un triste “adiós”

 Un día cualquiera.

 

martes, 18 de agosto de 2020

La meditación.

 

            Aunque la ciencia se interesa ahora por la meditación, distintas tradiciones la han practicado durante miles  de años, y un gran número de personas han comprobado por sí  mismas los beneficios que supone. Esta es una herramienta que sirve para introducirnos en nuestro interior y ver nuestras  deficiencias  psicológicas, emocionales y psíquicas, desde el conocimiento de lo que somos en realidad, para realizar el camino de nuestra propia recuperación.
        El proceso de “calmarse y centrarse” son todos caminos que nos permiten beneficiarnos del poder terapéutico de la meditación, que carece de efectos positivos y, además ¡es gratuito! Normalmente vivimos en un estado de tensión y nervios en el que nuestros problemas más profundos quedan enmarcados por otros sucesos más triviales o también por la sucesión de los días de nuestro trabajo diario.
        La meditación es un estado de percepción del presente en el que no interviene el pensamiento. En este estado, ya no hacemos ni pensamos nada, simplemente somos. Sin embargo, la meditación es algo más que un fenómeno psicológico, como muchos creen, está directamente asociado a un gran número de cambios físicos en el cerebro.
           Meditar es experimentar el alivio del desasosiego y de la rutina constante de la mente para sentir el silencio y la paz interior. Existen muchas maneras de lograr estas técnicas de meditación, para cual se adecua a nosotros mismos. En realidad, cuando estamos en estado de meditación, la mente como entidad no existe. Pero si observamos, existe una sucesión de pensamientos que son más o menos automáticos.
       Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de nuestro interior. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros neutrales en contenido de sentimientos. Es muy posible que éstos, desaparezcan casi de inmediato, otras veces insisten en perdurar en nuestra conciencia, reclamándonos nuestra atención, de manera obsesiva o persecutoria.
         Todo esto es debido a que el sentimiento sigue al pensamiento, pudiendo hacernos sentir cualquier cosa, desde feliz, eufórico, deprimido o desesperado. Empezar a meditar, no quiere decir que necesariamente tengas que cambiar de peinado y mudarte a vivir en un templo, tampoco tiene que ver con la religión. De hecho, puedes acercarte a esta práctica de forma neutral y objetiva. Simplemente como si se trataras de una rutina de ejercicio para tu cerebro,
        Solo deciros para terminar de una forma breve, que la meditación aumenta la felicidad al favorecer estados mentales positivos, como la compasión, la amabilidad, el amor, la amistad, la generosidad, la paciencia y sobre todo la tolerancia, haciéndote ver cosas que parecen mentira que en algunas situaciones hayan podido suceder. Estos estados mentales positivos que genera la meditación, pueden hacerte recapacitar y comprender que cuando algo se pierde, nunca es definitivo, siempre que utilices, como decía en uno de mis artículos, llamado “la teoría del pensamiento”

 Meditación: Ayer fue una historia, mañana es todo un misterio.

 

lunes, 10 de agosto de 2020

Los desafíos.

           A veces cuando nos enfrentamos a momentos felices o prometedores, necesitamos ser tremendamente ilusos para pensar que determinadas promesas pudieran haber sido reales. Ante todo, deberíamos acudir a “La teoría de la lógica” o al “Conceptos de los sentimientos humanos”, todo ello recogido en los textos del prestigioso psicólogo y analista Carlos Castilla del Pino. En ellos se analiza todo lo concerniente al sistema emocional, caracterizado solo y exclusivamente por el “deseo de posesión del objeto” 

Una vez pasado ese deseo queda en peligro el anhelo de posesión, resultando que todas aquellas promesas se diluyen ante un esquema que sólo representa la indiferencia. Así podríamos “recomponer” muchos diálogos, puesto que al fin y al cabo son desafíos de tiempos pasados y observamos que es muy posible que fueran situaciones que en realidad no se sostenían, puesto que no existía el auténtico sistema evolutivo de la suficiente presencia de la imagen ante el objeto deseado. Muchos me dirán: ¿Por qué tenemos que pensar así? Sí, es cierto, podrían haber sido, auténticos, pero en este caso no lo fueron, solo basta con aplicar la sencilla tesis de “La teoría del razonamiento” del mismo autor.

Reconozcamos que a veces somos nosotros mismos los que hemos dejado pasar ese problema que siempre lo hemos considerado como hiriente, encontrándonos ahora como lapidado, por no haberlo atacado a su debido tiempo. En verdad, ¡No es fácil! Ante tal situación, todo requiere tiempo, pero la recompensa que obtenemos es digna de tener en cuenta. Ante estos desafíos siempre pensamos que nos vemos ante una situación terrible, pero casi nunca llegamos a meditar las múltiples cualidades que tenemos a nuestro alcance para llegar solventar ese problema que diariamente nos hace la vida imposible, sólo pensando que somos incapaces de darle una solución.

Muchos de nosotros no estamos preparados para los desafíos de la vida. A menudo nos encontramos con que durante esos momentos nos rendimos ante la presión. Podemos cuidar alegremente a los seres queridos que están enfermos durante los primeros días o semanas, pero a medida que su enfermedad persiste y no encontramos cambios en su progreso, podemos sentir que las tensiones de la vida comienzan a amenazar nuestra tranquilidad y paciencia.

Pensemos ante cualquier situación que existen innumerables argumentos lógicos que nos ayudarán a combatir esos desafíos. La mejor estrategia suele empezar por las actitudes más convincentes, ante tú propia forma de ver las cosas, para a continuación ir añadiendo nuevas metas a fin de que uno mismo quede satisfecho y ante esa actitud   pueda quedar atajado ese desafío. ¿Quién de nosotros querría vivir muchos años siendo un profundo desgraciado? Por eso tenemos que vivir con los desafíos. ¿De qué nos serviría la salud si no gozamos de la vida?

Todos hemos de afrontar problemas, dificultades y obstáculos en la vida y, mientras que a algunas personas esos desafíos les paralizan o les hacen dar media vuelta, otros lo afrontan con el coraje de levantarse de nuevo e intentarlo de nuevo.

        Meditación: Cuanto mayor es el obstáculo, más gloria hay en superarlo.