Aunque la ciencia se interesa ahora por la
meditación, distintas tradiciones la han practicado durante miles de años, y un
gran número de personas han comprobado por sí mismas los beneficios que supone.
Esta es una herramienta que sirve para introducirnos en nuestro interior y ver
nuestras deficiencias psicológicas, emocionales y psíquicas, desde el
conocimiento de lo que somos en realidad, para realizar el camino de nuestra
propia recuperación.
El
proceso de “calmarse y centrarse” son todos caminos que nos permiten
beneficiarnos del poder terapéutico de la meditación, que carece de efectos
positivos y, además ¡es gratuito! Normalmente vivimos en un estado de tensión y
nervios en el que nuestros problemas más profundos quedan enmarcados por otros
sucesos más triviales o también por la sucesión de los días de nuestro trabajo
diario.
La
meditación es un estado de percepción del presente en el que no interviene el
pensamiento. En este estado, ya no hacemos ni pensamos nada, simplemente somos.
Sin embargo, la meditación es algo más que un fenómeno psicológico, como muchos
creen, está directamente asociado a un gran número de cambios físicos en el
cerebro.
Meditar
es experimentar el alivio del desasosiego y de la rutina constante de la mente
para sentir el silencio y la paz interior. Existen muchas maneras de lograr
estas técnicas de meditación, para cual se adecua a nosotros mismos. En
realidad, cuando estamos en estado de meditación, la mente como entidad no
existe. Pero si observamos, existe una sucesión de pensamientos que son más o
menos automáticos.
Estos
pensamientos surgen como burbujas salidas de nuestro interior. Algunos nos
resultan agradables, otros desagradables y otros neutrales en contenido de
sentimientos. Es muy posible que éstos, desaparezcan casi de inmediato, otras
veces insisten en perdurar en nuestra conciencia, reclamándonos nuestra
atención, de manera obsesiva o persecutoria.
Todo
esto es debido a que el sentimiento sigue al pensamiento, pudiendo hacernos
sentir cualquier cosa, desde feliz, eufórico, deprimido o desesperado. Empezar
a meditar, no quiere decir que necesariamente tengas que cambiar de peinado y
mudarte a vivir en un templo, tampoco tiene que ver con la religión. De hecho,
puedes acercarte a esta práctica de forma neutral y objetiva. Simplemente como
si se trataras de una rutina de ejercicio para tu cerebro,
Solo deciros para
terminar de una forma breve, que la meditación aumenta la felicidad al
favorecer estados mentales positivos, como la compasión, la amabilidad, el
amor, la amistad, la generosidad, la paciencia y sobre todo la tolerancia,
haciéndote ver cosas que parecen mentira que en algunas situaciones hayan
podido suceder. Estos estados mentales positivos que genera la meditación,
pueden hacerte recapacitar y comprender que cuando algo se pierde, nunca es definitivo,
siempre que utilices, como decía en uno de mis artículos, llamado “la teoría
del pensamiento”
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