lunes, 15 de junio de 2020

Nuestra imagen.


Sencillamente lo primero que tenemos para ofrecer ante los demás, es nuestra imagen. Ella es la que a primera vista nos define. Por eso: ¿cuántas veces deseamos mostrar la realidad limitando nuestras apariencias? Nuestra imagen es como nuestra carta de presentación, ella refleja la manera en que queremos relacionarnos con el mundo y con los demás. Con frecuencia le damos mucha importancia a la imagen que mostramos a los demás, hasta el punto de olvidarnos de nosotros mismos.
Cuando hablamos de imagen, no nos referimos solo a la vestimenta sino a algo mucho más amplio que incluye también la postura, los movimientos, los rasgos físicos, la manera de caminar, la mirada, la risa, el tono de voz, la higiene, la cortesía, la educación, etc.  Es decir, es un estilo de vida, una forma de ser y actuar ya que cada persona tiene la suya, y que sin querer mostramos ante los demás.
Ese es el motivo por el que cuidamos lo que de nosotros se ve, lo que parece, aunque a menudo intuimos que lo que parece no es. Curiosamente sin darnos cuenta, cuando nuestra imagen y nuestro interior se mezclan y se complementan, aparece nuestra verdadera identidad. Es de exclusiva importante cuidar nuestra imagen personal porque es lo primero que los demás ven de nosotros y, aún sin pronunciar palabra, estamos transmitiendo datos y proyectando nuestra personalidad a través de la imagen que ofrecemos al exterior. Nuestras sensaciones, emociones, nuestra forma de hablar, etc., en general son actos que nos ayudan a mostrar lo que queremos y lo que realmente somos. Puesto que en realidad no es solo eso que aparece ante nuestros ojos. Incluso sin darnos cuenta tenemos facetas desconocidas para nosotros mismos, con las que muchas veces sorprendemos a los demás.
Cuando nos preguntamos por nuestra forma de ser, en realidad no debemos basarnos solo en lo que piensan los demás u opinan de nosotros. Unos de los objetivos principales es renovar nuestra imagen y no aparecer siempre con ese esquema que habitualmente llevamos, ya que todo esto identifica nuestro simbolismo personal. 
Es de suma importancia aceptar cómo nos sentimos, sabiendo a veces que nuestro estado de ánimo puede ser pasajero y emitimos una situación personal que no es nuestro estado propio. Nuestra imagen personal y visual que ofrecemos, no sólo refuerza nuestra seguridad, sino que también fomenta la aceptación social y sobre todo nuestra confianza hacia los demás. Así, el hecho de conectar con nuestro interior, ya aceptamos que éste nos guíe y nos presente una apariencia digna ante los demás. Aunque para eso es necesario que nos arriesgáramos a compartir y saber comunicar nuestras emociones personales.
Nuestra imagen es ver reflejada nuestra propia realidad a través de aquellas elecciones que hayamos tomado a través de nuestra vida. Cada una de estas elecciones nos llevará hacia un lugar o hacia otro. ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido de algo que hicimos o dijimos en determinado momento? La formación de nuestra propia imagen tiene mucho que ver con quien eres y con quien llevas dentro de ti. Crear tu propia imagen, tiene mucho que ver con ser capaz de soñar y de visualizar aquello que queremos lograr. Tenemos que convencernos que cuando queremos algo, debemos poner todas nuestras fuerzas y, es entonces cuando algo mágico sucede, algo se “abre” en nuestra vida, llegando a idealizar una nueva forma en nuestra nueva imagen.

Meditación: Tu imagen no consiste en ser notado, sino en ser recordado.

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