jueves, 26 de mayo de 2016

La delicadeza.

              La delicadeza podemos considerarla como una serie de atributos y cualidades, como pueden ser la ternura, la finura, la exquisitez, la distinción, la paciencia, etc. Nunca debemos considerarla como una debilidad. Es una “forma” cuidada, sensible y elegante, oponiéndose a sus antónimos como la grosería, la vulgaridad, la desconsideración, la descortesía, la brusquedad, etc. La delicadeza exige una consideración y una sensibilidad para con los demás, la cual parte de una atención y una generosidad permanente. Y aunque no se es consciente de ello, todo se transmite y se comunica, haciéndose visible ante los demás.
               De todo esto se desprende la capacidad de verse afectado, y de tener en cuenta los detalles a realizar las cosas con pulcritud. Por ejemplo tener la costumbre de agradecer los detalles, termina siendo una atención que solemos dar a nuestros semejantes, como muestra de agradecimiento. Precisamente por ello a veces presentamos algunos flancos abiertos a quienes nos avasallan, en especial a los sentimientos, pero dado que no se trata de una impertinencia, la postura que adoptamos es atribuida, a unas formas de eludir esas diferencias, para no caer en el brusco comportamiento, reconociendo que es sólo una desatención.
            La delicadeza en la conversación, es realmente un punto en el cual podemos tomar referencia de cómo nos situarnos en el diálogo y en el trato con los demás. De ahí que es fácil ser delicado, para no ser atropellado por las propias decisiones y acciones de los demás. Es posible que nadie pueda sentirse correcto como persona, hasta no haber experimentado la acción de sentirse con delicadeza ante los demás y vivirla como experiencia. 
            En definitiva la delicadeza significa, acoger los sentimientos, los pensamientos, las creencias, las preocupaciones, los intereses, etc. No solo a una persona, sino a todos entre los cuales habitualmente convivimos. Todo ello requiere una dosis de finura y precisión que se puede educar de algún modo, a través de la reflexión, la experiencia, el diálogo y la escucha.
             La delicadeza alcanza toda la autenticidad de la persona y se refleja en el rostro, en la mirada, en los movimientos de las manos, en la forma de desplazarse, etc. Siempre he pensado que a la vida le falta una “banda sonora”, que no es otra cosa que una sutil delicadeza, que haga que el “blanco y negro” se convierta en permanente colorido, y que haga que seamos protagonistas absolutos de nuestras vidas. Con ello, obtendríamos una mayor capacidad para captar a través del comportamiento y la palabra, la sutileza para poder mostrar, una manera respetuosa de tratarnos mutuamente.     
             La delicadeza es una cualidad innata en mucha persona, pero esto no implica que no puedan desarrollarla los demás. Lo más importante se manifiesta cuando se trata a otra persona y saber tener empatía con ella. Para ello, lo mejor es ponerse en su lugar, y suponer qué pensarías y como te gustaría que le tratasen si tú fueses la otra persona.
             De esta forma observamos como ciertas personas desarrollan estas delicadezas,  indicando que se expresan con auténtica sutileza, como si de uno mismo se tratara. Hay siempre algo en forma de un “mecanismo musical”, sobre todo en su voz, puesto que son personas que al tratarlas, se identifican con un plácido comportamiento, incluso en los momentos difíciles, podríamos decir que tienen algo de “melodiosas”.

 Meditación: Cuando la amistad y el afecto se fueron, es siempre de buen tono reemplazarlos por la delicadeza.

lunes, 23 de mayo de 2016

Nuestro comportamiento.

           Cuando actuamos en contra de nuestras actitudes, nos vemos sometidos a influencias que actúan en nuestro interior, condicionando nuestro comportamiento. En realidad son expresiones externas y es cuando decimos lo que los demás quieren oír.
           Si observamos; cuando algunas situaciones no nos salen como esperábamos, nos cargamos de reproches, y es como un doble castigo que en verdad no nos merecemos y cuántas veces utilizamos ideas falsas, que consisten en engañar nuestro entorno, convenciéndoles que podemos experimentar buenas actitudes, pero siempre revelándolas de tal forma, que nuestro comportamiento, muestran resultados que no son auténticos. Esos estados agresivos nos impiden que el tiempo pueda jugarnos momentos de calma, que tanta faltas nos hacen, sin embargo nos conducen a supuestos fracasos y a veces a carencias pasadas, que nos envuelven una y otra vez a sentirnos mal. Podemos actuar en contra de nuestras actitudes porque nuestro comportamiento está sometido a otras influencias. Pero existen siempre condiciones en las que esas actitudes predicen nuestro comportamiento. En mis años de estudiante, no olvidaré aquella tesis que decía “No existe enfermedad más salvaje, que despreciar a nuestros semejantes” Y es cierto, puesto que en determinados momentos de nuestra vida, todo esto nos provoca una gran confusión y miedo, al comprobar que muchos se dan cuenta de su actitud, alejándose con gran rencor. Entonces decimos ¡he perdido un amigo y su confianza en mí mismo! Es cuando quedamos prisionero de un “yo” que detestamos.
           Podríamos decir que nuestras opiniones, comparten nuestros sentimientos,  teniéndolos mediatizados y en cierta manera condicionados por multitud de factores, entre los que podemos destacar las famosas “técnicas de comunicación” las cuales muestran siempre nuestro comportamiento. Aunque es fundamental que todo comportamiento está influenciado por una serie de elementos, que siempre estarán marcados por nuestra cultura y en cuestión por las formas y normas sociales existentes de cada persona, condicionadas a una actitud que se nos presente en cada momento.
           Nuestro comportamiento ante la sociedad siempre lo hemos tratado de entender y comprender en la forma de saber tratar sus características en el desarrollo de sus actividades para podernos permitir vivir de una manera mejor, ya sea observando sus fortalezas o tratando de disminuir nuestras debilidades, siempre aumentando la máxima atención en los puntos en los que generalmente solemos fallar.
           A veces nuestro comportamiento se ve afectado por ciertos rasgos que cada persona tiene. Las características varían de persona a persona y pueden conducirnos a diferentes acciones. Las normas sociales también influyen en el comportamiento. Se intenta siempre seguir ciertas reglas ante la sociedad, la cual condiciona nuestro comportamiento. Lo que nuestro pasado ha sembrado en nosotros, constituye el tiempo que deberíamos reflexionar  con tranquilidad, para tratar de formarnos un juicio sólido de nuestra personalidad
          Las formas en que un ser humano se comporte dependen mucho de cómo trate de manifestarse ante distintas situaciones en su vida, y sobre todo lo que espere obtener de ella. Deberíamos mostrarnos siempre ante actitudes positivas, puesto que si no llegamos a conseguirlas, es muy posible que nos provoquen emociones perjudiciales para nuestro propio comportamiento

 Meditación: Nuestro comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen.

viernes, 20 de mayo de 2016

¿Te sientes crispado?

            Cuántas veces se nos presentan días terriblemente vertiginosos, sin saber a qué atenernos. No podemos explicar a que es debido, pero es cierto que todo nos molesta, todo lo vemos “cuesta arriba”, es decir nos presentamos con un estado de ánimo ante el cual, todo lo vemos en condiciones negativas. No sabemos por qué, pero nuestro estado anímico es insoportable. Para definirlo mejor, podríamos decir que nos encontramos ante una situación de tremenda crispación, sin saber a qué es debido.
           Este estado vertiginoso ante el cual vivimos diariamente, nos provoca una tensión de desafío, haciendo que nos encontremos ante situaciones, que acabamos diciendo: “hoy no estoy para nadie” u “hoy, por poco que me digan, salto”. Todas estas estructuras muy conocidas en nuestro ámbito de vida diaria, llegan a situarnos ante un  estado continuo de crispación, imponiéndonos a nosotros mismos, la necesidad de cambiar, a fin de obtener una mejora permanente.
           Hay crispaciones que proceden ante una falta de valor para decidir cómo tenemos que actuar, o realizar algunas observaciones, y que desgraciadamente no encontramos las formas ni el momento adecuado. Es cierto que nadie muere ante un estado de crispación. Esto es bueno aclararlo debido a que muchos decimos: “cualquier día  voy a volverme loco” Así, cuando nos sentimos ante este estado, parece que la soledad es nuestra principal enemiga, pero en realidad, es una etapa que podemos aprovechar para salir bastante fortalecidos. Siempre las palabras suenan muy bien a la hora de oír consejos, cuando en nuestro interior, es el dolor y la crispación que estamos pasando por unos momentos triste y que nunca sabremos porqué se presentaron.
           Por tanto, dediquemos nuestra atención a sentir las emociones con carácter positivo, y comprobar que nuestra mente no esté aferrada a un patrón de dolor, y no alimentarlas con sentimientos de tristezas. Aunque sí os puedo dar la razón que ante esas situaciones de crispación, hace que nos sintamos agotados, inútiles y al mismo tiempo desesperanzados, ya que en esos momentos no encontramos solución. Estas formas negativas de pensar, hace que nos veamos muchas veces en un túnel sin salida.
            Muchos no estaréis de acuerdo conmigo, pero, ante estas situaciones es de vital importancia, el sentimiento de perdón, es decir; renunciar al dolor o dicho de otra manera, “debemos soltar nuestra crispación” puesto que esto, no nos conduce a ningún sitio. Es algo que nos ocurre de manera natural cuando nos damos cuenta que nuestra crispación no sirve para ningún propósito, sólo para darle un falso sentido a nuestra identidad. A pesar de todo lo dicho, es importante reconocer que son maneras negativas de ver las cosas, para no llegar a momentos de depresión, haciéndonos ver que esa crispación que padecemos, si la continuamos nos llevará a un flujo de energías muy reducidas,  que no es nada menos que una rabia o enojo contenido, en contra de aquella persona que te ha hecho sentir humillado, dañado o ridiculizado.
            Cuando nos sentimos ante un fuerte estado de crispación, no es ni más ni menos que una emoción contenida, de la que probablemente no hemos podidos ser consciente de prestarle la debida atención. Cuando perdonamos, recuperamos el poder que nos arrebató esa situación de crispación, saliendo más fortalecidos y haciéndonos que nos encontremos ante unas condiciones de paz y sobre todo de serenidad, ante la cual nunca debimos llegar.

 Meditación: Si los sonidos describen los lamentos, el silencio está gritando lo que sientes.
 

martes, 17 de mayo de 2016

Superar las preocupaciones.

          Por mucho que queramos eludirlas, siempre de alguna manera o de otra se nos presentan a lo largo de nuestra vida. A veces son de poca importancia, pero reconozco que en algunos momentos son como una tremenda pesadilla que no acabamos de  superarlas. Comprendo que existen ocasiones que es inevitable preocuparse, pero también debemos pensar que existen preocupaciones que se pueden evitar. Medítalo con serenidad y comprobarás que es cierto. Siempre deberíamos decir: Sucederá lo que tenga que suceder; entonces por qué esa preocupación de ante manos.
           Es necesario enfocar las situaciones en el presente y experimentar la aceptación de lo que se nos pueda presentar. Si no actuamos así, nos quedamos “anclados” en esa preocupación, y al final actuamos de forma irresponsable ante nosotros mismos. Eliminarlas, comprendo que no es nada fácil, pero, nunca aferrarse a ellas de forma exageradas, ya que solo nos conducirá a un continuo y permanente malestar, interfiriendo en nuestra forma de vida, al no emplear algún motivo para combatirlas.
            Las preocupaciones no son más que motivos de ansiedad o miedo a lo desconocido y sobre todo al futuro, generadas por los conflictos o los problemas, a las que tenemos que enfrentarnos y en general a la búsqueda de soluciones de forma anticipada. Pensemos siempre que una vez tomada una decisión, ese estado de preocupación desaparece. En estos casos es muy frecuente decir: “lo hecho, hecho está, ya no me preocupo más”. A eso se le dice en Psicología,  “estado de liberación mental, ante un estado emocional”
            El condicionante de las preocupaciones abarcan también el hábito de preocuparse por los asuntos de los demás, en estos casos son personas que creen que los demás no son capaces de resolver solos sus problemas, asumiendo ellos una preocupación añadida. Cada pequeña situación personal, por muy pequeña que sea, la viven como un problema a resolver, viéndose obligados a sentirse preocupados.
           A pesar de todo lo dicho anteriormente, podemos estudiar las preocupaciones como estados positivos. Así muchas personas suelen decir: “necesito tener siempre una preocupación” Quizás para no sentirme como “corcho en el agua” y de esa manera esforzarme para resolver mejor las adversidades. Estas actitudes y formas de pensar, no cabe duda que favorecen claramente a conseguir el éxito personal. Justo es decir que si no aprendemos a vivir con ese cierto malestar, a la larga es tremendamente complicado llegar a poder realizar una vida tranquila.
           Por eso es muy importante comenzar a recapacitar si realmente vale la pena preocuparse por aquellas cosas que tal vez carezcan de una importancia relativa. Seamos capaces de aprender y a jerarquizar ciertas prioridades,  renunciando a “mandatos” internos que nos obliguen a ocupar la mente inútilmente, haciendo que dejemos de lado experiencias que jamás se repetirán y que a veces, no llegamos a darle autenticidad a otras preocupaciones mucho más importantes.

 Meditación: Las preocupaciones harán tus problemas más grandes, dale a cada cosa la importancia que merece.

sábado, 14 de mayo de 2016

¿Se puede aprender a ser feliz?

             Cuando pongo un rótulo a cualquiera de mis artículos, a veces no sé cómo empezar. Justo es reconocer que la respuesta a éste, tiene “migas” Pero todo es comenzar y poco a poco iremos llegando a algunas conclusiones. Si observamos al ser humano, nos quedamos sorprendidos a lo que somos capaces de llegar, ya sea en el ámbito humano, cómo en el profesional. Es posible que consideremos que conseguir aunque sea un poco de felicidad, va a resultar ser la asignatura más difícil de aprender. ¡No lo sé! Pero debo reconocer que a muchos nos cuesta verdadero triunfo y muchos ni siquiera llegan a   “raspar” el aprobado.
            Os invito a que me ayudéis a entenderme, puesto que es posible que no sepa explicarme correctamente. (Seguro que me perdonareis). La felicidad no es una asignatura como aquellas de tremenda dificultad que teníamos en la Universidad, pero que de alguna manera debemos aprender, si no nos veremos abocado a ser tremendamente infelices. Nos pasamos toda nuestra existencia empeñados en ser felices, pero la vida casi siempre nos trae el desasosiego, la frustración, la desesperación, en definitiva la infelicidad. 
            Es cierto que no encontraremos ningún texto que nos la enseñe. La felicidad es un estado de bienestar, de autoestima y satisfacción personal, en que los momentos positivos deben superar a los negativos y los logros deben predominar a los fracasos, consiguiendo que nuestras vidas lleguen a un sentido de auténtica satisfacción.
             A veces se da la paradoja que personas con auténtica necesidad material, experimentan un grado de paz y tranquilidad que les hace felices y sin embargo aquellos que todo lo poseen viven una auténtica desesperación. ¿Cómo es posible esto? En primer lugar debemos aceptarnos tal como somos, y reconocer sin preocupación las características que nos definen, considerando siempre aquello que nos provoca el tener que avanzar nuestro camino, “cargando” con demasiado lastre.  
             Todos deseamos que los demás nos aprueben y nos valoren, no lo vamos a negar, así a veces ocultamos aquellas partes de nosotros que consideramos negativas, haciendo que nos vean en estado de felicidad. Pero con eso nos engañamos nosotros mismos. Lo que realmente necesitamos para ser felices, es observar nuestro interior. Piensas que tu felicidad, sólo depende de tus actos externos, y es posible que de esa manera, estemos dándole poder a otros, o quizás a unas determinadas circunstancias que posiblemente estén fuera de nuestro control.
              Dicho poder reside en la elección en que podamos realizar nuestras vidas, momento a momento. Mientras tengas resentimientos y odios, será  imposible ser feliz.   Lo maravilloso del perdón no es que liberas al otro de una eventual culpa, sino que te  liberas tú mismo de un sufrimiento. Una de las principales causas para llegar a ser feliz, es ser capaz de perdonar todo tipo de ofensas, grandes o pequeñas, aprendiendo de esta manera un camino hacia esa tranquilidad de espíritu que nos proporciona la felicidad.
               Las personas consideradas felices lo son, no porque tenga más que los demás, sino porque su intención radica en el verdadero secreto de aprender a dar, sin esperar nada cambio. Si das odio, recibirás odio, pero si das amor recibirás invariablemente amor. Solo el que aprende a dar amor, está en camino de descubrir la verdadera felicidad.

 Meditación: Las cosas más bellas del mundo, no se ven ni se tocan, sólo se sienten en el corazón.

miércoles, 11 de mayo de 2016

La fuerza del amor.

           Empezaré citando algunas frases y, a partir de ellas, las iremos analizando y sin lugar a dudas seguro que llegaremos a entendernos: Mencionaré algunas de ellas y a través de su desarrollo me comprenderéis, si es que consigo explicarme con la debida claridad. 1ª “Nuestra capacidad de amar es de vital  importancia para el desarrollo de nuestra vida” 2ª “Todo ser humano por naturaleza propia necesita amar y ser amado” Vamos a reflexionar sobre estas dos frases completamente distintas en el ámbito de nuestra vida y a su vez, muy lejanas una de otra.
             Pensemos primeramente en un nenito de uno ocho meses y llegada la hora de su “toma”, aparece una señora con el biberón en la mano, el cual lo sitúa entre los labios del pequeñín, mientras, la señora no menciona palabra alguna. Una vez terminado lo retira y se marcha. Posiblemente el nene quede satisfecho y se duerma. Ahora contemplemos a esa misma señora entrando, y ya desde la puerta empieza a nombrar a ese mismo bebé, diciéndole todo lo que una madre puede sentir y decir hacia su hijo pequeñito. La reacción que el bebé experimenta es de una auténtica “fiesta”. Sus piernecitas patalean, sus bracitos tienden a querer alargarse, como queriendo atrapar (nunca los sabremos) si es la porción de tu “toma” o los arrumacos que la mamá le hace mientras se alimenta. Todos son caricias en sus mejillas, besos y palabras llenas de amor. Al terminar es posible hasta que llore, aunque no sabremos si es porque se retira  aquella cantidad de amor que mientras se alimentaba estaba recibiendo.
             Situemos ahora en una acción bastante parecida, pero entre una pareja de más 80 años. Ella, sentada en su diván, pasa casi todo el día, debido a sus “achaques”, dolencias de todo tipo, y sobre todo la irremediable nostalgia de los años cumplidos. En ese momento, entra su marido, casi de la misma edad y se limita solo a encender un cigarrillo pasando a la terraza para apurarlo. Ella, con voz apagada y con enorme tristeza, sólo se le oye decir con voz entrecortada: “Oh, Dios mío, qué vida más triste, y qué Dios no se acuerda de mí; ¿qué haré yo en este mundo? Pues pensemos ahora en una distinta entrada de ese supuesto marido: Al entrar, ya desde la puerta dice: ¿dónde está lo más bonito de esta casa? ¡Hoy te veo con mejor cara! A continuación se sienta a su lado, y le deposita un hermoso beso en su mejilla, con toda la experiencia de esos años cumplidos, y al mismo tiempo le dice: “Sólo deseo que si algún día te “fueras” Dios haga el milagro de llevarme al mismo tiempo contigo” Ese deseo hizo que a través de las mejillas de ambos, “corrieran” lágrimas, pero nunca pensemos que eran lágrimas de dolor, sencillamente eran lágrimas del profundo amor que se profesaban.      
            Con estos sencillos ejemplos sólo deseo haceros ver la inmensa capacidad que tiene el amor, pensando al mismo tiempo que todos la poseemos, sólo necesitamos ponerla en práctica para sentirnos profundamente feliz a través del amor.
            Sin amor resulta imposible vivir y el cariño es el combustible que nos alimenta a diario. Sin decir; un, “te quiero” estamos perdidos, así que para encontrarnos tenemos que volver a decirlo y volver a escucharlo por muchos años que hayan pasado. Es lo mejor que podemos dar y lo más sublime que podemos recibir. ¡Amor!
 
Meditación: El amor no tiene que ser perfecto, solo tiene que ser sincero.

domingo, 8 de mayo de 2016

¡Cuánto debo soportar!

            Nuestra forma de vivir, cuántas veces hace que no nos detengamos a meditar antes la más estricta soledad, diciendo: ¿Cómo somos? ¿Cuánto debo soportar? y, por qué no decirlo, ¿Cuánto podría mejorar? Sólo cuando las grandes adversidades se nos presentan, nos damos cuenta de lo que obligatoriamente debo de superar. Sé que no debería pensar así, pero hay días que me veo inmersos en esas situaciones, diciendo: “Jamás hubiera pensado que pudiera vencer estos problemas”. Sólo cuando los percibos me doy cuenta de la capacidad que tiene el ser humano, para soportar y lograr vencer lo que la vida nos tiene destinado.
            Ese afán de sobre llevarlo, hace que de alguna manera, no llego a entenderme, aunque, poco a poco voy superando esos temores y sin darme cuenta de que, día a día me veo venciendo esas adversidades, que la vida me puso por delante. A veces veo, que por mis mejillas suelen correr lágrimas de tristezas y desesperanza, pero al mismo tiempo de grandes emociones. Si medito y reflexiono, como decía al principio, son verdaderas heroicidades a las que me expongo diariamente. De esta forma me presento ante los demás sin darme cuenta y, motivado por esa lucha constante, viviendo con ese duelo perpetuo que me destroza el corazón.
           A veces me digo: “cuando una persona sufre, me pongo en su lugar, y tomo su problema como si mío fuera” pero al final ese malestar lo veo pasar, pero el mío: ¡Sigue igual! Son situaciones muy personales de cada uno y, al mismo tiempo formas de pensar que en verdad a nadie le importa, sólo los que la padecen, les toca la forma de vencerlas. Hay momentos que incluso no sé con quién estoy, o quién me acompaña en las diferentes áreas de mi vida, siendo tremendamente difícil encontrar en quién depositar mi confianza.    
           El tiempo suele marcar un proceso natural por el que debo transitar, se trata de ir viviendo un día solamente, sin pensar en el siguiente y así sucesivamente. Solo perdura aquella sonrisa de paz dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que por mucho esfuerzo que haga, y por mucho que pueda soportar, jamás podré olvidar, el tiempo que estuvo a mi lado. Es difícil detenerme y pensar: ¿cuándo acaba mi dolor? Desgraciadamente ¡Nunca! Podría decirse que termina cuando mis sentimientos y estados afectivos hallan acabado también con el paso de mis días. A pesar de todo lo dicho, debo reconocer que por mucho que tenga que soportar, los efectos de esa pérdida, siempre estarán ahí sobre mis propias creencias, a pesar que intente disuadirlos
           Decía hace tiempo, que olvidar no es fácil y el camino que me queda  a seguir es bastante doloroso. Es como estar pagando una penitencia, que nunca tiene fin. No debo pensar que con los días, las penas se van, no es así, a veces hasta las amistades, parecen que también se “marchan”, encontrándome día tras día abatido sin remisión. Al final es como un proceso que continuamente debo soportar y, pensar que  irremediablemente tengo que vivir.
           En este caso debo asumir y comprender que no puedo eliminar ese sufrimiento, y que el ser humano no tiene capacidad para ello. Puedo, en determinados momentos, y por cortos espacios de tiempo, escapar de él, pero no eliminarlo. Solo con reflexión y sobre todo con una sincera aceptación, debo comprender que no puedo hacer nada con respecto a mi propio dolor. Solo soportar que de ahora en adelante tengo la necesidad de condicionar mi vida.

 Meditación: Donde hay mucho sentimiento, hay mucho dolor.

jueves, 5 de mayo de 2016

¡Qué sentido tienen nuestras vidas!

             Creo que a veces es mejor no planteármelo, puesto que ni nosotros mismos sabríamos respondernos. Nos encontramos ante un mundo donde impera las prisas, las emociones, el ímpeto; pero si sólo fuera eso; es que lo peor son la maldad, la desconfianza, la avaricia de querer triunfar, acosta de lo que sea, ¡qué importa! Nuestra vida se envuelve en torno a lo exprés, a lo inmediato. Sólo pensamos que el hecho de vivir, nos enfrentamos a ciertas tinieblas que no queremos ver. ¡Qué desastre! Y terminamos diciendo “todo está mal” así que primero yo y siempre yo.
             Por todo ello, que bien sería encontrar un significado que nos haga afinar nuestra situación más halla de muchos de los ciclos ya vividos y que desearíamos no recordar, pero que irremediablemente son “asignaturas pendientes” que llevamos en nuestra conciencia. Nuestra inteligencia de vida no dejará de invitarnos a que miremos el sentido de nuestra vida, haciendo que se abra alguna puerta aunque sea pequeña, y nos dé acceso a mirar atentos al escenario que nos merezca la pena vivir.
            Es posible que más allá de esas asignaturas pendientes que decía anteriormente, no nos sintamos atendidos, por medio de un vacío tan profundo que nos haga sentirnos ciegos ante la mala utilización de nuestra existencia. Quizás estemos a tiempo de preguntarnos ¿Qué deseamos, una vez utilizado ese “trecho” de vida ya vivido? Siempre estaremos a tiempo de reflexionar y remediar muchos de los males pasados, puesto que tú experiencia considérala siempre muy valiosa y puede valerte para mejorar, de una y mil formas ante un sentido distinto,  para afrontar un mundo mejor.
              Muchos nos dicen que lo malo pasado, es mejor olvidarlo. No, no lo creas, mirar hacia atrás siempre tiene un beneficio muy significativo ante  nuestra trayectoria afectiva. Nunca deberíamos cerrar ningún capítulo de nuestra historia, ya que ello nos conduciría a una vida vacía y sin sentido. Así decimos que una vida no examinada suficientemente, no merece la pena ser vivida.
             Continuamente nos alejamos, dentro de esta sociedad cargada de estímulos, que a veces no podemos con ellos, y nos olvidamos del verdadero sentido de nuestra vida, la cual transciende de lo material, lo superficial y de lo rutinario. Muchas son las condiciones que determinan las formas de darle un sentido a nuestra vida, tantas que en determinados momentos dejamos de saber si las ideas que defendemos son fruto de nosotros mismos o si continuamente, nos basamos en experiencias ajenas.
             Nada nuevo hago al recordar que la felicidad es consecuencia, entre otras cosas, del esfuerzo y de la satisfacción personal, resultado siempre de nuestros logros y progresos. La felicidad no se compra, no se presta, ni se regala, sólo tú eres el único de crearla. No te quepa dudas que un día llegará el momento en que ya no sentirás enojo ni malestar, y por supuesto no tendrás necesidad de sentir desconfianza, entonces será cuando le encuentres el verdadero sentido a tu propia vida.

 Meditación: La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.

lunes, 2 de mayo de 2016

"Yo soy así"

            Después de haber escrito el anterior artículo dedicado a la necedad de un supuesto error de mi comportamiento y, ante aquella situación en la cual me vi envuelto y, que a veces la vida nos pone por delante a través de distintas épocas, facetas, circunstancias, etc., como dije anteriormente.  He de decir que aquel artículo fue desarrollado sobre las 3 de la mañana del mismo día, después de haber tenido una conversación telefónica. Era tal la confusión que sobre mi cerebro se aglutinaba, que me era necesario sentarme ante el Ordenador e intentar organizar mi mente para al menos coordinar mis pensamientos.  
              También no hace mucho, escribí algo refiriéndome a la lectura de un libro, comparándolo de forma metafórica con el paso de una vida. En él hacía alusión, que para conocer bien a las personas, es necesario leer el contenido del libro completo, queriendo dar a entender que ese libro representaba una vida. En ese hipotético caso podríamos llegar a conocer a determinadas personas y quizás también  llegaríamos a entenderla. Como ambos artículos tenían un cierto carácter personal, me he permitido hablar algo sobre mí, sobre aquello que tanto he mencionado, cómo: ¿Por qué no cambias? ¿Dejaste algo pendiente?  ¿Tú naciste así? ¿Por qué lo dejaste a media? etc.
           Pues haciendo alusión a este título, empiezo diciendo: Todos tenemos una carga pesada y difícil sobre nosotros. Es un ”peso” de herencia que va con mi vida debido a los desaciertos o defectos contraídos, puesto que portamos taras físicas y espirituales que nos legaron nuestras generaciones pasadas. Mi ambiente y la educación recibida influyen no poco en el desarrollo de mi propio ser. Todo se va formando ante mi existencia actual con lo que debo contar, convirtiéndome en hijo de mi propia obra, a pesar de todas las dificultades que me han originado a través de mi  paso por el mundo.
           Debo reconocer que es muy difícil manifestarme tal cual soy realmente; ya que de esa manera es posible que llegue a dejar de mencionar algunos de mis verdaderos sentimientos. Reconozco que ante lo anteriormente expuesto, existan “poderes” dormidos o cualidades estimables que no he sabido utilizar, por ignorancia de mí mismo. Cuántas veces mi corazón experimenta los mejores sentimientos y no los he aprovechado, por no haber sabido hacer uso de ellos.
         “Yo soy así”, porque Dios quiso que así fuera y nunca debería arrepentirme de mi forma de ser; aunque debo experimentar que mi vida ha sido tremendamente complicada, pero con voluntad, amor y humildad todo tiene solución. Si en el mundo fuera yo el único “así”, sería de obligado cumplimiento estudiar y analizar tan anómalo comportamiento. “Dios quiso que una parte de la humanidad fuera así” porque quizás otros seres necesiten de mi comprensión, amistad y afecto, cumpliéndose aquel dicho tan famoso de “amaos los unos a los otros” Jamás he intentado hacerle mal a nadie, ni obrar con mala fe, pero la vida me situó frente a un dilema, que pronto comprendí que me traería complicadas consecuencias. Aunque pronto pensé: "Gracias Señor, por haberme dado cuenta a tiempo, de aquella llamada intromisión, como alguien la llamó en su tiempo, ya que:  “si no hubiera cometido ese supuesto error por mi parte"; ¿Quién se hubiera perjudicado durante tanto tiempo?  Por último, añadir que he tenido que sufrir esa desconfianza durante mucho tiempo y quizás nunca pueda recuperarla pero, haber tomado esa decisión, me enorgullece, ya que gracias a ella,  pude salvar la integridad de aquella persona, a pesar que nunca quiso reconocerla.    
           Si la Providencia ha querido que de esta manera fuera, con mis virtudes y con mis defectos,  yo diría que he sido puesto en la tierra para cumplir un cometido y sólo yo debo ser el responsable de saber admitirlo, cumpliendo con Su voluntad. Sé que siempre debo mirar hacia adelante, y a pesar de las dificultades, tener fe y sobre todo amar y respetar; porque de una cosa estoy plenamente convencido y es que: "cuando las cosas se hacen pensado en el bien de los demás, nunca deberíamos arrepentirnos, sólo es posible que el tiempo, algún día pueda darme la razón"    
 
Meditación: Si ante un reto, siempre actúo con evasivas, jamás podré mostrar mi auténtica forma de ser.

domingo, 1 de mayo de 2016

Siempre hay perdón para un supuesto error.

             Muchos me dirán: “Chico, yo nunca me he considerado un necio” Verás mi estimado amigo; si trato de explicarme bien, verás cómo es posible que mi intención lleve algo de razón. Pensemos en la vida de cualquier persona, estimando que siempre nos han dicho, que nuestra vida es muy corta y debemos aprovecharla. Son palabras “archisabidas” Hasta ahora nada nuevo. Pero analizándola bien, existen muchas facetas, muchas épocas, muchas circunstancias que sin saber por qué se nos presentan y tenemos que resolverlas, o dicho de otra manera no vemos “metidos en ellas”
            Y es cuando nos vemos obligados a “mojarnos”, es decir, a tomar  una actitud, sin remisión, a sabiendas de que te la juegas, hagas lo que hagas. Si haces lo que tú conciencia te dice, vas a quedar mal ante alguien, y si te callas, es tú subconsciente el que no te dejará vivir ni un solo día, y tendrás que sobrellevar esa pesada carga, que continuamente te dirá que obrastes mal, diciéndote a ti mismo “soy un indeseable”  Si tratas de dar explicaciones, ten por seguro, que ni te entenderán, ni te comprenderán, a pesar que el gran beneficiado sea tú adversario. Al final, quedamos como un verdadero necio y más cuando se vive en permanente soledad.
             Sé que algo necesitaba hacer ante aquella situación, aunque yo mismo me decía, pero: ¿Qué hago? ¿Cómo actúo? ¿Quién me puede entender?  Muchas veces me digo: mi existencia yo no la escogí, me la impusieron, por tanto mi conciencia me dictó una decisión, que debía resolver, así que debo aceptarla y entregarme a la circunstancia que la vida me puso por delante, en aquel momento, pensando al mismo tiempo que todo sufrimiento lo generamos nosotros mismos con nuestros errores. Así que no podré vivir en paz si no acepto lo que esa circunstancia me presentó. Reconozco que todo el mundo no es igual, al mismo tiempo que somos distintos por fuera, cada uno es completamente diferente en su interior y, lo que para algunos le parece una “nimiedad” para otros en un verdadero trauma que se nos convierte en una frustración que puede durar años, y hasta es posible que nunca lleguemos a superarla.  
             Todas estas meditaciones me recuerdan hace ya muchos años, a la cantidad de horas que me llevé estudiando o leyendo (como queráis llamarle), en la Biblioteca de un Noviciado. Allí comprendí muchas cosas que “fuera” nunca podía haber llegado a  entender. Pero desgraciadamente, pasa el tiempo, y es como decía al principio, la vida nos pone épocas, etapas, circunstancias, etc., que no son tan ideales como aquellos textos nos exponían en aquellas ocasiones. Es más, distan mucho de serlo, por una sencilla razón. “Nadie está en el justo derecho de la verdad” por mucho que intentemos pregonarlo. Pero claro, nosotros  miramos a los demás desde fuera, y desde fuera vemos tan solo, lo que para ellos es la auténtica verdad.
             A veces es difícil que alguien nos entienda, y escuchamos decir; “a este lo conozco yo muy bien, con su palabrería” Sí, pero yo te diría, es posible que le conozcas, pero nunca le llegaste a comprender. Así, mientras estamos transitando por el camino de esta triste vida, sólo buscamos la satisfacción, no la experiencia. Por tanto, no permitamos que nos limiten. Pensemos que a veces no somos lo que otros dicen que somos, sino lo que tú crees de ti mismo. El mundo es un lugar de paso hacia el más allá, y conviene comportarse ética y justamente para alcanzar ese destino último donde el ser humano se encontrarás con Dios. Lo importante es convencernos que, aquello que hicimos, era lo mejor que en ese momento podíamos hacer y no sentirnos culpables, e identificarnos siempre con la verdad, ya que si no fuera de esa manera, es cuando podríamos sentirnos imperdonables. 
 
Meditación: El error siempre se puede perdonar, si tenemos el coraje de admitirlo.