domingo, 28 de septiembre de 2014

Tres años de reflexiones.

           Pues sí, ya son tres años plasmando reflexiones; no son cosas de demasiada importancia, aunque algunas veces van “dirigidas” otras al menos, yo así las considero, son verdades como puños. Eso sí, siempre vistas desde mi torpe punto de vista.  Muchas veces me pregunto: ¿por qué escribir sobre determinados temas? ¡Muy sencillo! Si nos paramos a pensar, la vida da para mucho y sobre todo, se viven muchas experiencias.  Si reflejáramos todo lo que vivimos, tanto bueno, como  malo: ¿cuántos libros podríamos escribir? Solo es ponerse a pensar, cómo decía en uno de mis artículos “pensar es gratis”, al menos por ahora; pues cómo va la vida, quizás algún día tengamos que pagar.
             Este aniversario ha sido, el más triste de mi vida. El que haya seguido mis artículos pronto se dará cuenta de mi tremenda aflicción. Es como llevar esa “tristeza” incrustada en el alma de por vida. No, no es fácil de explicar. Ya lo hice anteriormente en varios artículos,  pero no deseo hablar más de ello, sería como avivar más mi dolor. Sé que muchos de vosotros os habéis percatado de mi situación, aunque calláis en silencio, a pesar de saberlo.
             Sin embargo algunos pronto invadieron mi “correo” con palabras de ánimo y de apoyo. Siempre tuve para ellos palabras de agradecimiento. Otros a pesar de saberlo, callaron de forma incomprensible, jamás le guardaré rencor, puesto que siempre trato de exponer el beneficio de la duda, y digo: es posible que no se hayan enterado. ¡Por qué pensar mal!
            La escritura es un poderoso medio tranquilizante e incluso de transformación Es un mecanismo que refleja el alma y el espíritu de uno mismo, revelando en muchos de nosotros aquellas experiencias que hemos vividos y que a través del tiempo se nos han olvidado. O mejor dicho: “quisiéramos olvidar” Para eso están las efemérides, las cuales nos hacen recordar periódicamente si actuamos bien o actuamos mal. Para esa actitud está ese dicho que he repetido varias veces; “siempre tu conciencia te dictará tu deber”.
            Escribir nos permite abrir los sentidos, ponernos en contacto con los sentimientos reprimidos y dejar “volar la pluma” como se suele decir. Una historia escrita, nos permite regresar y repasar algún momento de nuestra vida, que a veces es necesario para llegar a una conclusión determinada o tomar una decisión. Si no nos paramos a pensar o reflexionar podemos tomar actitudes apresuradas que posiblemente no sean correctas. A pesar de mis años, estoy plenamente convencido que el ser humano es una persona en construcción, desgraciadamente no estamos bien terminado; por mucho que vivamos tenemos que seguir aprendiendo por mucho que sepamos, seguiremos cometiendo errores. Esto lo ratifica la demoledora situación de nuestro mundo.
           Solo me queda daros las gracias por el seguimiento de este Blog, en el que jamás pensé que me leyeran en todas las partes del mundo, como Rusia, China, la India, Indonesia, Estados Unidos y sobre todo  nuestros países amigos de habla hispana.
            Y para terminar decir que el acto de escribir es una actividad cotidiana, que puede provocar momentos de inspiración, relajación, placer e incluso de reflexión, como acredita el título de este Blog.

¡¡GRACIAS A TODOS LOS QUE ME SIGUIERON!!

 Meditación: Qué gran libro se podría escribir con lo que se sabe. ¡Pero mucho mayor sería si se  escribiera sobre lo que no se sabe!

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sábado, 27 de septiembre de 2014

Ser generoso.

             Si lo pensamos bien, es fácil ser generoso con quien nos gusta o nos interesa. Pero la verdadera generosidad brilla con todo su esplendor cuando la dedicamos a alguien que, simplemente la necesita, aunque no nos una vínculo o compromiso especial. No deberíamos subestimar esos pequeños gestos de cumplido y amabilidad. Aunque reconocerlos de otra persona no signifique mucho para ti. Puede ser realmente importante incluso aunque no le conozca, e incluso a que no esté acostumbrado a ser tratado con determinados cumplidos.     Un gesto simple y atento puede recordarte que aún existen en este mundo personas que se acuerdan de ti, a pesar de no conocerlas.
            Pero cuando nos preguntamos: ¿Qué es la generosidad? Podríamos decir: es pensar y actuar hacia los demás. En esta época en que vivimos, cuando los valores supremos de la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, la generosidad parece ser lo único que verdaderamente vale la pena en esta vida 
            Es como un don especial, que alguien “dirige” hacia ti, a través de una balanza emocional. Siempre es relativamente sencillo ser generoso con las personas que nos gusta, o con las personas con la que queremos crear un vínculo. Y todavía más fácil es ser generoso con aquellos que nos interesan. Pero no es fácil practicar la generosidad con alguien con quien no se tiene ningún vínculo ni compromiso. Alguien a quien apenas conocemos, pero que sabemos que simplemente, lo necesita, aunque no lo agradezca.
           Una de las propiedades de la generosidad es la apreciación del valor de lo que poseemos. A veces, la dificultad estriba en no saber identificar adecuadamente nuestras posesiones o nuestras posibilidades. Enseguida acudimos a frases del tipo “ya hace mucho tiempo…” “no quiero que…” “no vaya a creerse que…” etc., cuando muchas veces el problema no está en la capacidad, en el tiempo o en el saber hacer, sino en la falta de confianza de nuestras posibilidades o en la falta de apreciación de lo que realmente uno  es capaz de hacer.
            Desgraciadamente apreciamos en nuestra sociedad de manera inconsciente, la comodidad, el dinero, y la imagen como los valores supremos dentro de las virtudes que todo ciudadano moderno deseamos tener. La generosidad comprendamos que no consiste en dar todo lo que tenemos. No se limita solo a lo material. Hay mucho en nosotros que podemos dar; por ejemplo: nuestro talento, nuestro conocimientos o cualquier gesto amable, como por ejemplo: repetirle cada vez que te despidas de él: “por favor, cuídate” o “sé feliz”. Así es como la generosidad deja de ser una actitud y sólo afecta a una única parcela. Ese sentimiento agradable que experimentas al compartirlo  se extiende por nuestro ser.
             La generosidad, como anteriormente decía, no es únicamente por nada material ni por intención. Podemos dar nuestros consejos, nuestros conocimientos, nuestro afecto, etc. Pero sea lo que sea, cuando damos algo, siempre debe ser con la intención de no recibir nada a cambio. En determinado casos pensemos que podemos ser generosos solo con el aprecio a los demás
 
Meditación: El desprecio es un placer que dura solo un día; la generosidad es un sentimiento que te puede hacer feliz eternamente.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Demostrar afecto.

             Durante nuestra vida, y en cualquier momento de ella necesitamos motivarnos, en especial para desarrollar confianza, puesto que es muy importante saber que siempre hay personas que se interesan por ti. Todo es necesario para mejorar nuestro estado de ánimo, haciendo que se ilumine nuestro rostro aumentando nuestra autoestima, evitando que no decaigamos, y de esta manera aprender a sacarle jugo a la vida, disfrutando del lado bueno de las cosas.
            Podríamos preguntarnos: ¿es necesario demostrar afecto? Sencillamente, si. Toda muestra de afecto nos hace comprender el desarrollo de nuestra vida hacia los demás. Todo ser humano está capacitado para recibir y dar afecto, puesto que al mismo tiempo constituye para él una necesidad, puesto que una existencia sin afecto hacia los demás, deriva en un estado de vacío interpersonal. Cuántas veces experimentamos esa acción de dar afecto sin esperar una respuesta, aunque en muchos casos, difícilmente perduren demasiado, debido a que la falta de reciprocidad afectiva hace que al no existir un estímulo personal, no refuerze nuestra conducta. Así, de esta forma, esta motivación va perdiendo fuerza hasta llegar a desaparecer, volcándose en estos casos, hacia otras personas que posiblemente obtengamos mayores compensaciones afectivas.
            Existen demostraciones de afecto que de por sí son aparentemente rechazadas, y esto es lo que realmente nos llama la atención. A veces unas palabras de  afecto, no son agradecidas y es posible que hasta no deseemos recibirlas. Francamente no debe tener explicación. Todos necesitamos de afecto, aunque estemos físicamente distantes.
            Es posible que hablar acerca de expresar esos sentimientos afectivos hacia los demás se nos vengas sensaciones contradictorias. No es fácil expresar lo que a uno le pasa, y muchas veces, tenemos que reconocer ciertos sentimientos que se nos puedan calificar mal, quizás debido a la forma que deberíamos transmitirlos.
             De esta manera, cuántas veces hemos sentido emociones frente a algo que socialmente no se debe sentir. Por ejemplo: hay momentos que deseamos olvidar y  nuestros deseos serían que ni siquiera se acordaran de uno. Siempre estos casos son de carácter negativos y todo es porque la clave está en no saber atender las formas para poder corresponder a esos sentimientos afectivos.
            Pensemos siempre que toda muestra de afecto hacia los demás, son necesidades primarias para nuestra supervivencia de un ser vivo y que no puede ser sustituido por ningún otro recurso disponible. Una de las primeras reflexiones está en nosotros mismos. En la actualidad contamos con números estudios, los cuales se han realizados a través de distintos gabinetes de sociología. Pero pensemos siempre que nadie puede dar lo que no tiene.  Sencilla, pero acertada reflexión que siempre deberíamos tener en cuenta: ¿no será que igual no nos apreciamos a nosotros mismos lo suficiente, y por eso nos cuesta tanto demostrar los afectos a los demás?
             Démonos cuentas que todas las variadas manifestaciones afectivas junto con el amor representan la verdadera llave de acceso a los sentimientos más profundos, solo es cuestión de paciencia y comprensión. Pensemos siempre que cada persona es distinta a sus comportamientos y experiencias dentro de su vida personal. Por tanto, siempre serán diferentes a la reciprocidad de dar y recibir demostraciones afectivas.

 Meditación: Un amigo no es el que te lo dice, sino el que te lo demuestra.

lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Por qué perdemos la confianza?

            Confiar es una cualidad fundamental del ser humano, común en todas las culturas. Es como una actitud que concierne al futuro, en la medida en que este futuro dependa de las acciones de otro. En ciertos momentos en nuestra vida, se nos pasa por la mente la pregunta de ¿por qué nos sentimos como nos sentimos?, ¿por qué esa inseguridad que padecemos?  Desde nuestros primeros años, van surgiendo poco a poco el sentido de identidad y dependiendo de las circunstancias emocionales, así  vamos afianzando nuestra confianza.
            Pero ¿cómo infundirnos confianza? Esta es una facultad que empieza a gestarse durante nuestros primeros años, y en los vínculos que vamos estableciendo con los adultos de nuestro entorno.
            Siempre decimos que, “debemos tener confianza en uno mismo”. Las personas que confían en sí mismos creen en sus habilidades, sienten que tienen control sobre sus vidas y creen en definitiva que son capaces de hacer lo que piensan y esperan.
            Es un caminar basado en el apoyo y en el acompañamiento efectivo que tendrá como futuro esa una persona que crecerá con confianza en sí misma y en los demás. Muchos factores están relacionados con un adecuado desarrollo de este aspecto. Todo ello promueve una actitud de los sentimientos positivos y confianza en uno mismo. La clave para generar sentido de confianza en uno mismo y en los demás, es el desarrollo de nuestra identidad personal. Si los mensajes que recibimos son del tipo: ¡Qué torpe eres! o ¡No sea vago! Incorporaremos en nuestro interior un sentido de desconfianza. De esta forma al tener dudas acerca de nuestro potencial de seguridad,  nos sentiremos inseguros en nuestras relaciones con los demás, que, a su vez, también carecerá el sentido de desconfianza.
           Por eso la falta de confianza en sí mismo no necesariamente se relaciona con falta de habilidad. Más bien es el resultado de centrarse en expectativas poco realistas y en los estándares de los demás. De nada puede servir menospreciar el valor de los demás sólo por el hecho de nuestra propia insatisfacción, al llegar a reconocer que entre el amor hacia nosotros y el de los demás puede fluir el cristalino manantial de confianza que emerge esa fuerza inagotable de nuestro interior.
            La confianza es un camino que hay que recorrer de por vida, y su reflejo se observa tanto en los asuntos privados como en las cosas comunes que diariamente nos afectan. Aprender a tener confianza implica trabajar para adquirir un auto dominio a toda prueba, para ello es de suma importancia la visualización y la relajación; esto nos permitirá tanto expulsar lo negativo como recibir lo positivo.
           En definitiva el aprender a creer en uno mismo es necesario que aprendamos a describir el sentido de la vida y a comunicarnos mejor con los demás.
 
Meditación: La confianza es como un jarrón cuando se rompe, por más que lo pegues nunca quedará igual.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El temor a la soledad.

            La soledad, salvo excepciones, es una experiencia indeseada, similar a la depresión y la ansiedad. Es distinta del aislamiento social, y refleja una percepción del individuo respecto a su red de relaciones sociales, bien porque esta red sea escasa o porque la relación es insatisfactoria o demasiado superficial. La soledad es nuestro mayor freno ante muchas situaciones de la vida, dejando a partes los golpes, como la muerte de un ser querido, una separación de pareja o una enfermedad grave, etc. El resto de las depresiones nacen de nuestra soledad.
            En esa categoría entra la soledad al abandono y a la pérdida. ¡Evitemos entrar en ella! Piensa que si le temes, te hará daño cuando esa pérdida suceda. Será diferente y posiblemente tengas otros recursos, puesto que la vida nos muestra situaciones para un  nuevo desarrollo personal, ya que la soledad está relacionada con la capacidad de la persona para manifestar sus sentimientos y opiniones.
            Aunque muchas personas pueden en ocasiones sentirse solas, el temor a la soledad es un estado que requiere ser atendido para evitar sufrimientos. Ese temor es contraproducente en aquellos casos en los cuales una persona está inmersa en una relación destructiva, dado que no le permite salir de la situación en la cual se encuentra por la simple razón de no quedarse sola. Ese temor hace que nos sintamos incapaces de soltar una relación que no funciona, por mucho que estemos sufriendo con ella.
           Todo esto nos lleva a idealizar al otro. Es como una forma de autoengaño para así a nivel interior tener una justificación de, por qué seguimos a su lado. En estos casos predomina usar la razón, puesto que al igual que en la naturaleza no hay veneno sin antídoto, en la vida humana no hay problema sin solución, y  todo radica en encontrarla. Casi siempre es tan evidente que cuando esa relación no tiene sentido, no deberíamos esforzarnos en mantenerla como quisiéramos que fuera y no como es en realidad. Esto nos ayudaría a tener algún argumento con sentido delante de las demás personas, que no van a entender que sigamos a su lado.     
            El temor a la soledad es una de los síntomas que caracteriza a los dependientes emocionales. Éstos, suelen ser personas con muy baja autoestima, tendencia al nerviosismo y a la depresión. Y posiblemente también, cuente en su historial con una carencia afectiva desde su infancia, a veces crónica y sostenida a través del tiempo, aunque no es necesario que se den situaciones de maltrato infantil o negligencias graves.
             Suelen estar acostumbrados a tener ideas propias y personales, ya que esa sensación de abandono y desprotección les ha hecho muy independientes e incapaces de desenvolverse en su vida cotidiana.       Otra de las características del dependiente emocional persiste en la intención de encontrar una pareja e intentar por todos los medios solucionar el problema, en vez de desistir o desarrollar otro tipo de conducta, como hostilidad hacia el entorno. Persistentemente suelen continuar en la búsqueda del otro,  manteniendo el deseo de terminar con esa carencia afectiva.
 
Meditación: Sin un corazón lleno de amor y unas manos generosas, es imposible curar a un ser humano de su soledad.

 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Por qué vivimos con prisa?

         Desgraciadamente hoy las prisas es un estilo de vida. Parece que el que tiene más cosas que hacer es el más importante, o al menos eso da a entender. Al parecer corremos como si pretendiésemos ganarle algo a alguien. Hemos nacido en la época de las prisas y de las aceleraciones. Quizás las prisas tengan mucho que ver con ese carácter competitivo que nos puede estar haciendo perder oportunidades y experiencias.
         La verdadera naturaleza nos enseña que cada proceso tiene su tiempo y su ritmo. A veces esperar es lo más acertado, como hace la naturaleza. La verdadera libertad se basa en el autocontrol, que nos permite fluir sin que las impaciencias y las destrucciones nos desvíen del presente. Es cierto que nos hemos adaptado a las exigentes demandas del tiempo en que actualmente vivimos, y esto no es que esté “bien o mal”; de alguna forma muchos hasta disfrutan de este modo de vida. Otros, aunque se quejan de no tener tiempo para nada, no pueden dejar de hacer todas las cosas que hacen por distintas razones.
          ¡Quién se controla a sí mismo, puede alcanzarlo todo!, afirma una teoría china. La clave de esta teoría está en actuar como la naturaleza nos lo tiene implantado, sin apresurarse ni retrasarse, es decir en consonancia con cada proceso y armonizando lo interior con lo exterior. Hoy la sociedad de consumo estimula la gratificación inmediata de nuestros deseos e invita por tanto a la impaciencia, aunque si lo pensamos bien una vida plena requiere aprender a demorar las gratificaciones
           En realidad, podemos decir que las prisas no son necesarias, pero es un estilo de vida, que hemos adoptado, entre otras cosas, por la inseguridad que tenemos en nosotros mismos, por esa falta de confianza en nuestras habilidades creativas. Debido a estas consecuencias, no es fácil que el mundo de hoy, que continuamente nos apremia a apresurarnos, nos presione para “ganar tiempo”, como si el tiempo fuera una carrera a la que hemos venido a competir. Sólo se apura el que no va a llegar o tener. Y si uno cree que no vas a llegar, cuando sientas que no has llegado: me pregunto ¿A dónde queremos llegar exactamente? ¿Nos hemos preguntado alguna vez, si realmente estamos llegando  adonde queremos ir? ¿O será que las prisas no nos dejan ver justamente que estamos llegando adonde anhelamos? ¡Todos es un dilema
          ¿Qué es lo que más nos gustaría hacer? En verdad; a veces nos ponemos en dudas, pero en realidad, solo nos gustaría vivir esta vida que por más que tratemos de entender, cada vez se nos vuelve más complicada. Sencillamente, deberíamos sonreír por todo lo que tenemos,  porque así nos daríamos cuenta de que muchas cosas, las tenemos a nuestro alcance, aunque ni las vemos ni las apreciamos
         Cuanto más a fondo vivamos en el presente, más brilla la vida a través de nosotros. El pasado y el futuro son olas que sistemáticamente emergen en el mar de la mente. ¿Cuál es la cuestión, “vivir de prisa o vivir lento” Vivamos el momento y tomémoslo tal cual como si fuera un “amante con pasión”


 Meditación: Los “correos” que de prisa se emitieron, mil disgustos dieron.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Siempre necesitamos más.

           Las necesidad son propias de todo organismo vivo, consiste en una sensación provocada por la idea de que nos falta algo ya sea a nivel material, orgánico o sentimental. Se trata de unos de los componentes fundamentales de la vida, no sólo de los humanos, sino de las demás especies.  No nos percatamos de que la capacidad de las personas más fuertes interiormente es la de tener bastante con lo que la vida nos trae y nos quita, y en eso reside a veces la clave de la felicidad.
            A veces cuando nos referimos a necesidad emocionales nos referirnos a aquellas cosas que una persona considera que le son vitales para sentirse a gusto consigo mismo y con su entorno; estas necesidades varían con la edad y con las características propias de cada uno, y en muchos casos suelen responder a ciertos trastornos emocionales.
            En estos casos podríamos preguntarnos: ¿por qué como sociedad no podemos curarnos de la esa enfermedad emocional? Sólo decir que la misma sociedad, con sus valores equivocados a veces, es la que produce el malestar emocional. La gente no se da cuenta, pero la presión que nos imponemos todos, a veces es bestial. Queremos tener todas las cualidades; ser guapos, inteligentes, cultos, ordenados, eficientes tener muchos amigos… y en muchos casos, si no se cumplen una sola cosa ¡nos ponemos a temblar!
            Siempre estamos necesitados de algo. Cuando nadie nos ofrece el hombro, nuestra cabeza busca otra salida; la aprobación, y en esos casos deseamos encontrar desesperadamente que alguien nos diga algún cumplido, o quizás aquello que deseamos que nos digan. Pero no sirve cualquier persona, debe ser alguien a quien consideremos superior o al menos igual a ti, alguien a quien admires y nos considere en una escala superior a nuestro parecer.
            El hecho de llegar a comprender de lo que tenemos es lo suficiente, es como una capacidad que poseen las personas fuertes. Interiormente tenemos bastante con  lo que la vida nos trae y nos quita. Podríamos decir, que en la renuncia está la fortaleza. En cambio, la enfermedad de nuestro siglo en la continua necesidad, creyendo que necesitamos más y más para ser feliz.
            A pesar de ello siempre estamos esperando algo que necesitamos. Pero conforme pasa el tiempo, las exigencias para que se cumplan esas funciones van en aumento hasta que nos volvemos adictos a todas las necesidades sociales. Llegamos a perder los límites, de los cuales no debemos pasar y nos volvemos propensos a cometer todos aquellos actos que en un principio creemos que nos son indispensables para vivir.
            Así nos pasamos la mayor parte de nuestra vida, buscando la felicidad en los lugares equivocados, sin pensar que aquello que necesitamos para hacernos felices, es posible que la encontremos en los lugares más sencillos. Pensemos siempre que Dios nos puso la felicidad en lugares cercanos, pero quizás no nos demos cuenta. Nunca estamos contentos y siempre necesitamos más. El no admitir que lo que tenemos es justamente lo que necesitamos, es la causa de nuestros sufrimientos.
             Cuando queremos cosas que no tenemos y no podemos conseguirlas, no aceptamos las situaciones difíciles presentes, no valoramos lo que tenemos y nos quejamos continuamente, llegando el momento en que la vida nos lo quite y sufrimos más por tener eso que no nos agrada tener. Entonces es el momento en que perdemos hasta lo que necesitamos.
 
Meditación: Vivimos en una época en la cual las cosas innecesarias son nuestra única necesidad.

martes, 9 de septiembre de 2014

El placer de mejorar.

           Indudablemente el advertir que hemos mejorado en cualquiera de nuestras actitudes diarias, sin ningún tipo de vanidad y a través de una percepción equilibrada de uno mismo, tiene una alta valoración personal. De todo es sabido que vivimos en un mundo estresante. Así que procuremos ser honesto, puesto que todos tenemos problemas temperamentales, los cuales tenemos de dominar y si es posible mejorar.
            Sí, ya sé. Me dirás ¡Nadie es perfecto! Pero sí, todo se puede mejorar. El perder la calma se convierte es un problema cuando se sale de control. ¿Cuántas veces perdemos los estribos? y ¿Cuántas deberíamos mejorar “aquella” actitud  que aún pasado el tiempo, creemos que obramos con la debida compostura? Esa imagen positiva que “pregonamos” de nuestras cualidades, sólo con “querer mejorarlas” y a través de una reflexión comedida, nos ayudará a alcanzar y obtener los objetivos que nos propongamos para asumir los contratiempos de manera responsable.
             Pensemos siempre que una buena autoestima lleva consigo amor condicional y todo surge del placer de mejorar, no del rechazo a los demás. Si no confiamos unos en otros, no seremos capaces de involucrarnos en actitudes sobre todo en asuntos constructivos. Con frecuencia hallamos a personas que desconocen sus capacidades y se sorprenden cuando alguien enumera sus valores y virtudes. No pensemos que si algo puede salir mal, ¡saldrá mal!; pensemos que si no hay motivos para pensar que saldrá mal, es preferible pensar que puede salir bien. Las malas rachas no duran para siempre, centrémonos en las áreas de nuestra vida que funcionaron bien  y tengamos presente que nuestras cualidades positivas y nuestras virtudes, harán anular nuestros defectos.
            Todo consiste en definir nuestros objetivos, pensando en una nueva meta que podamos alcanzarla y al mismo tiempo definirla a través de los pasos que nos conduzca a ella. Desgraciadamente hoy vivimos una época agitada, más allá de la explicaciones de los políticos y economistas, es como una pandemia de deseos que nos empujan a una carrera sin fin, pues el objetivo del deseo es el próximo deseo y no la satisfacción del presente. Todos tenemos la gran ocasión de escuchar la acallada voz de nuestras necesidades. Empecemos por reconocerlas y sigamos por honrarlas. De esta forma, seguro que obtendremos una vida más sencilla, pero también más profunda.
            Que duda cabe que debemos tener esperanza. Esto significa que podemos alcanzar lo que deseemos, puesto que la esperanza es una de las cosas más valiosas que tenemos en la vida, pues nos hace fuerte, nos ayuda a superar los malos momentos y nos hace seguir adelante cuando parece que no podemos más, nos da fuerzas para luchar y al mismo tiempo nos aporta una sensación de calidez interior y felicidad.
            Y por último saber perdonar. ¿Por qué no? ¡Perdonar! Sí: Perdonar es comunicar expresamente el deseo de dejar atrás sucesos o comportamientos que han dañado la confianza en el pasado. Pactar es, mejorar y empezar de cero.

Meditación: ¿Quieres ser feliz por un instante? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡PERDONA!
 

sábado, 6 de septiembre de 2014

Las desconfianzas.

        ¡Qué palabra más cruel, verdad! Sí, pero por qué. ¿Es que somos desconfiados?
        Desgraciadamente tenemos que reconocer que por lo general somos desconfiados por naturaleza; desconfiamos de nuestros amigos, de nuestros compañeros de trabajo, de nuestros vecinos, de los políticos, y porque no decirlo, a veces hasta de nuestra familia.
         Pienso que los seres humanos desconfiamos hasta de nosotros mismos, porque no tenemos la seguridad de que somos capaces de realizar lo que nos proponemos. Por tanto desconfiar de alguien o de algo es cuando no nos fiamos de ese alguien o de ese algo, que por supuesto no tenemos la seguridad en ellos y por tanto nos produce ese sentimiento de desconfianza. Sin embargo la confianza se experimenta cuando comprobamos que nuestras aptitudes son capaces de realizar determinadas actividades y de cumplir los objetivos que nos proponemos.
            Si lo pensamos, existen determinadas desconfianzas que no son ni buenas ni malas, el problema se encuentra cuando no podemos elegir en desconfiar o confiar, sino que somos esclavos de uno de los dos extremos. A veces tener esperanza en que la gente se comporte de buena fe y de acuerdo a lo que prevemos facilita nuestras relaciones.
            Creer en los demás y la buena voluntad nos ayuda a sentirnos incluidos en el grupo, aceptados y reconocidos por lo que somos, y en definitiva a sentir que somos parte de la comunidad en que estamos. Este tipo de confianza, ¿cuántas veces  nos resulta tóxica y nos provoca una fuente de conflictos si no nos basamos en la aceptación mutua.  Y con respecto a la vida, siempre existe esa confianza natural, en que las cosas saldrán bien. Es lo que nos hace saber de forma instintiva que el aire estará siempre ahí para llenar nuestros pulmones, pensando siempre que el sol saldrá cada mañana por el horizonte           
            Comprendo que todo lo anteriormente dicho es muy bonito y aceptable, pero por desgracia, todos hemos desconfiado alguna vez de alguien, unas veces con cierto  sentido y toda la lógica del mundo que nos rodea, y otras nos hemos dado cuenta del sin sentido de mostrar tanta suspicacia.
            Es fácil reconocer que las personas con este tipo de problemas suelen ser  reacias a confiar de los demás, porque temen que la información que comparten sea utilizada en su contra. En ocasiones suelen negarse a contestar preguntas personales diciendo que esa información “no es asunto tuyo” demostrando significados ocultos que a veces suelen ser degradantes o amenazantes.
            Seamos sinceros y analicemos quien no ha desconfiado de otras personas alguna vez, o pensamos mal de alguien, o una mirada, una frase, haciéndonos recapacitar y ponernos en “alerta” pensando en que aquello no trascienda más allá de lo que intuimos.
            Al tener esa pertinaz desconfianza en las personas hace que no nos desarrollemos emocionalmente y pueda convertirse en una obstrucción para nuestro futuro y sobre todo para el transcurrir de nuestra vida. La base fundamental en una amistad debe ser; comprensión, confianza y sinceridad. Sí; tendremos altibajos, pero de eso se trata en las amistades, de superar los obstáculos juntos. Para evitar la desconfianza, lo ideal y más recomendable, es tratar siempre de mantener una sinceridad clara con la persona con la que mantenemos una duradera amistad.

Meditación: La amistad termina donde la desconfianza empieza.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

"Nos quedamos anestesiados"



             Cuando por  la pérdida de un ser querido, nos invade el dolor, la tristeza; los pensamientos  llegan a un punto en que se pierde el deseo de vivir, parece imposible sentir el deseo de volver a reír. Sin embargo la vida no se detiene; ¡continua!
            Todo nos obsesiona con que el tiempo pase, y ojalá fuese rápido. Nos encontramos en una situación que necesitamos entretenimiento, sea cual sea: paseos cine, televisión, deporte, etc., todo consiste en buscar horas entretenidos para escapar de algo; “algo” que no tenemos definido, sólo es cuestión personal, como un intento de olvidarnos de la realidad. Realmente en este mundo tan agitado en el cual nos ha tocado vivir, muchos decidimos “no pensar”, seguir esa línea que la vida nos marcó, dándonos una falsa y temporal sensación de paz, y auto creencia, que con el tiempo todo puede pasar.
            Nos convertimos en infelices, intranquilos, grises, tristes, desmotivados, sin querer detenernos en la situación que nos ha tocado vivir. No queremos detenernos y pensar que no disponemos de tiempo necesario para reflexionar y enfrentarnos con nosotros mismos, recapitular y pensar, que es lo que debemos hacer. Justamente la vida se nos convierte en un drama, que nos obstruye la mente sin dejarnos decidir.
            En la primera etapa, después de la tremenda desgracia, actuamos sin sentimiento de dolor, fríamente, casi como un robot. Ni una lágrima, ni un lamento. Son los días posteriores al trágico óbito, es decir no efectuamos ningún cambio de actitud. Nos predomina la confusión, convenciéndonos de ¡eso tenía que ser así! Pero pasa el tiempo; ese tiempo que ahora nos parece tremendamente lento, que no tiene fin, que no hay solución. Solo podemos permitirnos una sola cosa: “la aceptación”
            En ese estado de ánimo en el cual nos encontramos oscila un ritmo vertiginoso, Pasamos de un dolor atroz a una rabia profunda, que no sabemos canalizar, mientras que a nuestro alrededor la vida sigue con sus banalidades y sus problemas cotidianos. Es cuando después de pasado un determinado tiempo, es importante trabajar con las emociones y el dolor de esa pérdida. Si, es algo terrible; toda una vida juntos y ahora pienso que no pudimos decirnos ni adiós.
            Es difícil determinar cuando acaba el dolor. Podríamos decir que termina cuando los sentimientos y estados afectivos de la persona vienen determinado por lo que pasa en nuestra vida cotidiana. Aunque por mucho que tratemos, los efectos de esa pérdida, siempre estarán ahí sobre nuestras creencias, por mucho que queramos disuadirlos.
            Nunca deberíamos olvidarnos de algo tan importante como es “decidir” Eso, solo uno lo puedes efectuar. En estos casos debemos decidir cambiar. De ahí dependen los resultados de nuestra vida. Vivir una vida sin sentido, sin ilusión, sin norte es demasiado triste. Ya la vida se encargará de ponerla aún peor.          
            No desearía terminar tan catastrofista, sólo hacernos ver que todos deberíamos tener la valentía de lanzarnos a las aguas profunda de nuestro ser interior y descubrir ese gran tesoro que hay en cada uno de nosotros. Puesto que lo más increíble es que siempre nos sorprenderemos, al descubrir lo maravilloso que es el ser humano que llevamos dentro.

Meditación: Sé que llegará el día en que nos veamos nuevamente y te tendré preparado un gigante regalo de amor, para compensar los cumpleaños que no estuvimos juntos.
¡¡Cuánto te he querido!!