lunes, 29 de junio de 2020

El sentimiento de agravio.


Es posible que nunca lleguemos a entender que cada sentimiento generalmente tiene un nombre. Hablar de nuestros sentimientos siempre es bueno, ello nos permitirá que no nos sintamos incómodos, al tener que expresar lo que sentimos, además siempre encontraremos alguna persona con la que poder hablar o sincerarnos, o al menos que ser capaz de reflexionar lo que realmente sentimos o queremos.
El relacionarse diariamente con una misma persona, llega a situaciones muy placenteras, pero con el tiempo, pueden establecerse grandes confusiones, llegando a lo que se puede llamar a un sentimiento de agravio. Si lo consideramos de carácter intenso es suficiente para contaminar otros aspectos. Mientras pasa el tiempo, lo analizas y lo revives nos cargamos de energía negativa haciendo distorsionar la manera de ver lo que sucedió, no siendo motivo para emplear comportamientos de ofensas.
Para determinadas personas, incapaces de controlar su mente, cualquier comentario desafortunado puede perseguirle permanentemente, haciéndole adoptar una postura ofensiva. También se afectan quienes son como permanentes “esponjas” para absorber agravios, dado su tipo de personalidad, Incluso se sienten el blanco de las ofensas y desaires de quienes les rodean.
Cuando nos encontramos envuelto en una conducta de ira, por ese sentimiento agresivo, tenemos que tratar de desprendernos, para no sentirnos agraviados. No es fácil, pero desde luego sí es posible. Y al mismo tiempo aprender a combatir la ira como puede ser a través de la comprensión, la tolerancia, etc. Muchas de las cosas que nos dicen o que nos hacen no necesariamente son personales ni tienen la intención de herirnos ni ofendernos; por el contrario, a veces puede ser una manera de ayudarnos.
¿Cuántas veces de tanto acumular, reacciona violentamente ante cualquier pequeño estímulo que nos desagrada no evaluamos adecuadamente si la ofensa merece esa respuesta o si se trata de cosas no suficientemente elaboradas en el pasado que tienden a exteriorizarse frente a una situación parecida?
Sobrevivimos a días de abandono, a días de dolor, y seguimos adelante, pero los relegamos a un lugar del corazón, donde un día gris de otoño, cuando nos sintamos nostálgicos; emergen y esos sentimientos que aquel día nos ofendió, nos traiga recuerdos felices, que todo parece confabularse para no borrar de nuestra memoria, los momentos que todos quisiéramos olvidar. La ofensa siempre es un “veneno” que tomamos esperando que actúe la actitud del otro. Aprender a aceptar las limitaciones propias y las de los demás seguro que pueden ayudarnos a vivir con mayor plenitud. 
Siempre existe el momento de devolver algo, aunque no podamos devolver todo lo que la vida nos ha dado; el dar algo siempre es agradecimiento, aunque sólo sean palabras.

Meditación: Estar enfadados con los demás, es estar enfadados con nosotros mismos.

lunes, 22 de junio de 2020

Ser cordiales.


         Las persona sensatas y amables, deberían dar una explicación de a qué obedecen esa forma de ser. En realidad no se limitan a una cuestión de maneras, es que son así por naturaleza. Puesto que a veces ser cordial y amable con alguien que no te cae bien, significa que tienes la suficiente madurez para tolerar su personalidad.
            Quien es capaz de dar, sin recibir nada a cambio, muestra una cordialidad diferente, no sólo de trato, sino de modo de hacer y de ser. A veces somos amables y cordiales con quienes no nos caen bien, y es porque tenemos un propósito de acercamiento o simpatía con esa persona, a pesar de no ser honesta con nosotros. La cordialidad y la amabilidad es referencia de amor y el acto de amar lleva implícito el respeto, la consideración y aceptación de la persona tal como es.
            Hay ocasiones en las cuales deberíamos de lamentarnos cuando no nos comportamos de modo afectuoso y cordial, y reconocer que no está mal ser encantador.
            Decimos de alguien que es estupendo y cordial cuando no nos genera problemas. Es decir, cuando lo es con nosotros. Generalmente cuando somos cordiales con los demás, habitualmente también somos alegres con los demás, puesto que ser amable y cordial es una cualidad en la cual se combina el amor, la comprensión y la generosidad, es una auténtica virtud de estar libre de segundas intenciones.
            La cordialidad es, también tratar si es posible con amabilidad, al menos con el respeto y el reconocimiento que merecen las personas que nos prestan un servicio, sabiendo tener, al menos alguna vez, palabras afectuosas para agradecer los servicios que nos prestan.
            Ser cordiales y amables son actitudes que se pueden dar en todas nuestras relaciones humanas, aunque en muchas ocasiones parece que andamos tan preocupados en nuestros propios intereses que se nos olvida practicarlas. Sin embargo, debe existir sinceridad, ya que las actitudes amables y cordiales, pueden reflejar nuestra educación y reflejar nuestro sentimiento hacia las personas.
            La palabra cordialidad está referida al corazón, es decir, que aquello que se ofrece, fluye de adentro hacia afuera, no es apariencia de sólo cumplir las formas de convivir con buenos modales, sino aquello que tu ser experimenta.
            En ocasiones, nos sorprende el comportamiento de algunas personas que con su actitud, muestran continuamente un estado de desprecio y descortesía. No pocas veces, las razones deberían pensarse y meditarse para analizar su alcance. Aunque no es de reconocer, que hay personas con las que da gusto comunicarse, a pesar de que algunas no entiendan la cordialidad como simple acto de afectividad. Todos deberíamos poseer  un ámbito de sentimientos y afectos compartidos, resultando sencillamente como personas amables y cordiales.
            La sinceridad contribuye con la cordialidad cuando se busca el aspecto positivo de todos los momentos y situaciones de cada persona, porque en caso contrario, sólo resaltaría nuestro aspecto negativo. 

Meditación: Hay dos cosas que me admiran; la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los seres humanos.

lunes, 15 de junio de 2020

Nuestra imagen.


Sencillamente lo primero que tenemos para ofrecer ante los demás, es nuestra imagen. Ella es la que a primera vista nos define. Por eso: ¿cuántas veces deseamos mostrar la realidad limitando nuestras apariencias? Nuestra imagen es como nuestra carta de presentación, ella refleja la manera en que queremos relacionarnos con el mundo y con los demás. Con frecuencia le damos mucha importancia a la imagen que mostramos a los demás, hasta el punto de olvidarnos de nosotros mismos.
Cuando hablamos de imagen, no nos referimos solo a la vestimenta sino a algo mucho más amplio que incluye también la postura, los movimientos, los rasgos físicos, la manera de caminar, la mirada, la risa, el tono de voz, la higiene, la cortesía, la educación, etc.  Es decir, es un estilo de vida, una forma de ser y actuar ya que cada persona tiene la suya, y que sin querer mostramos ante los demás.
Ese es el motivo por el que cuidamos lo que de nosotros se ve, lo que parece, aunque a menudo intuimos que lo que parece no es. Curiosamente sin darnos cuenta, cuando nuestra imagen y nuestro interior se mezclan y se complementan, aparece nuestra verdadera identidad. Es de exclusiva importante cuidar nuestra imagen personal porque es lo primero que los demás ven de nosotros y, aún sin pronunciar palabra, estamos transmitiendo datos y proyectando nuestra personalidad a través de la imagen que ofrecemos al exterior. Nuestras sensaciones, emociones, nuestra forma de hablar, etc., en general son actos que nos ayudan a mostrar lo que queremos y lo que realmente somos. Puesto que en realidad no es solo eso que aparece ante nuestros ojos. Incluso sin darnos cuenta tenemos facetas desconocidas para nosotros mismos, con las que muchas veces sorprendemos a los demás.
Cuando nos preguntamos por nuestra forma de ser, en realidad no debemos basarnos solo en lo que piensan los demás u opinan de nosotros. Unos de los objetivos principales es renovar nuestra imagen y no aparecer siempre con ese esquema que habitualmente llevamos, ya que todo esto identifica nuestro simbolismo personal. 
Es de suma importancia aceptar cómo nos sentimos, sabiendo a veces que nuestro estado de ánimo puede ser pasajero y emitimos una situación personal que no es nuestro estado propio. Nuestra imagen personal y visual que ofrecemos, no sólo refuerza nuestra seguridad, sino que también fomenta la aceptación social y sobre todo nuestra confianza hacia los demás. Así, el hecho de conectar con nuestro interior, ya aceptamos que éste nos guíe y nos presente una apariencia digna ante los demás. Aunque para eso es necesario que nos arriesgáramos a compartir y saber comunicar nuestras emociones personales.
Nuestra imagen es ver reflejada nuestra propia realidad a través de aquellas elecciones que hayamos tomado a través de nuestra vida. Cada una de estas elecciones nos llevará hacia un lugar o hacia otro. ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido de algo que hicimos o dijimos en determinado momento? La formación de nuestra propia imagen tiene mucho que ver con quien eres y con quien llevas dentro de ti. Crear tu propia imagen, tiene mucho que ver con ser capaz de soñar y de visualizar aquello que queremos lograr. Tenemos que convencernos que cuando queremos algo, debemos poner todas nuestras fuerzas y, es entonces cuando algo mágico sucede, algo se “abre” en nuestra vida, llegando a idealizar una nueva forma en nuestra nueva imagen.

Meditación: Tu imagen no consiste en ser notado, sino en ser recordado.

lunes, 8 de junio de 2020

Superarse a sí mismo.

       
En la vida se nos presentan a veces situaciones incomprendidas, y junto a ellas nos surgen estas preguntas: ¿Por qué ese comportamiento? ¿Por qué a mí? Estas preguntas casi siempre son las mismas; parejas que se separan, familiares que se “nos van”, negocios que fracasan, amigos que desaparecen, etc., en definitiva, son situaciones que vemos diariamente. Solo tienen una explicación: es la vida misma, la vida que tenemos, la vida que necesariamente tenemos que superar.
            Podríamos preguntarnos mil veces “por qué” y podríamos encontrar mil y una respuesta, pero ante determinada situación nunca habrá un porqué hecho a la medida de nuestro dolor, de nuestra confusión, de nuestro agobio, de nuestra tristeza.
            Me pregunto: ¿Hemos dado con el por qué? ¿Calma eso la angustia? ¿Serena nuestra alma? ¿Nos devuelve la tranquilidad perdida? Habitualmente no. Las respuestas a estas preguntas, son analgésicos que anestesian momentáneamente nuestro dolor, pero una vez pasado su efecto, éste regresa más potenciado.
            ¿De quién esperamos las respuestas cuando preguntamos por qué las cosas son como son? Del universo, del destino de la vida, de los astros. En definitiva, son todas abstracciones y al final ninguna respuesta nos vale. Sería de sabio responder que a la vida hemos venido a preguntar y no a responder.
            En realidad, todo tiene un sentido en nuestra vida, y aquello que nos ocurrió que nunca comprendimos, e incluso lo más duro, es posible que al cabo del tiempo comprendamos que todo tenía unos propósitos existenciales, para que revisemos el estado de nuestros vínculos en nuestra vida.
            El apego a determinadas circunstancias, nos lleva a menudo a no aceptar que las cosas son como son y jamás deberíamos desperdiciar la oportunidad de explorar nuevos caminos y poner en uso ese potencial de superación que todos poseemos.
            Cuantas veces tratamos de cobijarnos en nuestro bienestar, y nos decimos que, si somos “buenos”, no nos tocará el sufrimiento, huyendo por los caminos del placer y del interés personal, tratando de que no nos alcance las situaciones adversas.
            Sería justo repetirnos: “Si hoy disfruto mientras contemplo los pájaros, y los pájaros no tienen horarios” Entonces comprenderé; ¿por qué estar atado continuamente a nuestros horarios, si nunca llegamos a entendernos? Es entonces cuando quizás podamos comprender, que todos tenemos un espíritu de superación y aunque con sacrificio y tesón, podremos superar el mundo trágico en que nos ha tocado vivir.

Meditación: A la cima no se llega superando a los demás, sino superándote a tí mismo.

lunes, 1 de junio de 2020

Ser responsable.


La responsabilidad podríamos definirse como una opción moral en la que los demás no son meros objetos a intercambiar, sino sujetos de derechos como nosotros mismo. La responsabilidad se expresa en el compromiso por lograr una sociedad justa.
Los denominados responsables son aquellos que actúan conscientemente, y a su vez, son causa directa o indirecta de cualquier hecho ocurrido. También podemos decir que es aquel que cumple con sus obligaciones o que pone cuidado y atención en lo que hace o decide. Una persona responsable suele tomar decisiones conscientemente aceptando las consecuencias de sus actos, y siempre dispuesto a rendir cuenta ante ellos.
Es cierto que muchas veces confundimos la responsabilidad con el hecho de cumplir ante otras personas aquello que se tiene prometido, podríamos considerarlo como cierto, pero sin embargo es solo uno de los aspectos de lo que debe comenzar por uno mismo. El simple hecho de satisfacer todas nuestras necesidades, ya lo podemos considerar como un acto de responsabilidad.
Nos situamos en determinadas ocasiones, con que es difícil encontrar la medida justa del ejercicio de la auténtica responsabilidad. Algunos no conocen siquiera el significado de esta palabra y se conducen por la vida dejando un rastro de víctimas por no hacerse cargo de cumplir nada tan sencillo, como sus propias obligaciones, en cambio otros exageran esas mismas atribuciones y las asumen con demasiado rigor.                                             
Aunque nos parezca difícil de entender, existen personas que no comprenden los valores de la responsabilidad. Y es que, el ser humano tiene la increíble capacidad de mantener la responsabilidad con otros y ni siquiera escuchan la que cada uno tiene consigo mismo. Cuántas veces nos vemos complicados asumiendo hacia los demás, responsabilidades que no nos competen.
A veces el exceso de responsabilidad para algunas personas representa un verdadero desafío, identificándose con un proyecto que no es el suyo y que no siempre redunda en beneficio de los demás. Esa exigencia nos hace vivir pendiente de unas expectativas que tienen los demás hacia uno mismo, obligándonos a responder a una imagen sobre nuestra persona. Tanta responsabilidad en muchas ocasiones no deja de ser una verdadera ilusión. Ahora que tan de moda está el tema de los “emprendedores” apareciendo como “caballeros andantes” que intentan salvar las penurias de nuestra existencia.
            Es muy frecuente hoy en día, percibir cuanto nos cuesta mantener nuestra vida en un término medio, aunque a través de todos nuestros comportamientos, siempre vamos de un polo a otro. Estamos felices o tristes; trabajamos mucho o poco; somos diligentes o perezosos, en fin; todo redunda en la responsabilidad.
Asumir la responsabilidad en nuestra vida implica ser responsable de nuestras elecciones y acciones, de nuestro tiempo, de nuestro trabajo, del cuidado de nuestro cuerpo, de nuestras amistades y cómo las tratamos, sobre todo ante el significado de tu propia existencia.

Meditación: Llega un momento en que hay que asumir la responsabilidad por los errores cometidos.