Aunque nos parezca
lo mismo no es igual, puesto que, si no padecemos de una auténtica sordera,
nuestros sentidos auditivos siempre están oyendo. A veces sonidos como pueden
ser murmullos ambientales que proceden del exterior o incluso música, la cual
nos ayuda a realizar las tareas cotidianas, pero es posible que no le prestemos
atención, sencillamente porque no nos proponemos. Pero escuchar, ya es otra
cosa; es prestar atención a aquello que oímos, queriendo descifrar
aquello que oímos, de manera que nuestro propósito es, querer saber y entender
aquellos que oímos.
Escuchar significa
pensar en el mensaje para entender de manera clara y concisa lo que día a día
nos quieren hacer ver. Esto requiere
saber entender esas palabras, y pensar detenidamente lo que con ello desean
transmitirnos. Por mucho que nos neguemos es esencial aceptar de una vez por
todas esa realidad con una actitud, la más serena posible, incluso de buen
grado. ¡Cuántos escuchan diariamente aquello que alguien intenta hacerle
comprender! pero no desean entenderlo! ¿Por qué? No lo sabemos: por
desprecio, por rechazo, por indiferencia, por temor, etc. Querer escuchar
es una actitud difícil, requiere de un dominio sobre uno mismo y al
mismo tiempo implica esfuerzo y comprensión, apoyado siempre en un deseo de
querer comprender lo que tratamos a veces de aceptar, para evitar ese
sufrimiento innecesario que diariamente nos atenaza. Para ello te debes poner
en el lugar del otro, y adentrarte en su ámbito de interés y no sólo
escucharle, sino entenderle en su marco de referencia
Deberíamos
entender que la vida a veces nos dice “cosas”, a través ¿de quién? No lo
sabemos, (eso es lo de menos) pero cuando las analizamos en soledad,
comprendemos que tienen razón. Somos nosotros los que no queremos escucharlas
por los motivos que sean, pero en el fondo de nuestro ser, decimos: “siempre me
voy a mostrar de esta manera” Debo pensar que “la puerta de la felicidad, se
abre hacia dentro, por tanto, debo retirarme un poco para abrirla, si la
empujo, la cierro cada vez más” Por eso digo, que al principio parezca una
paradoja, no es lo mismo oír que escuchar. Ya hemos visto que son
acciones completamente distintas.
Por
ejemplo para oír debemos percibir los sonidos, sin necesariamente pretender que le estemos oyendo. Por ejemplo, te puedo
estar oyendo, pero si no te pongo atención, nunca entenderé lo que mes estás
diciendo.
Habitualmente
decimos: “hablar es una necesidad, escuchar es un arte” Una gran verdad,
puesto que los seres humanos no estamos diseñados para escuchar, pero sí para
oír. Oír y escuchar, sólo está en la intención. Pero querer escuchar es algo
que se hace intencionadamente, mientras que oír es algo que sucede
independientemente a nuestra voluntad. Escuchar es más que oír. Es
sencillamente prestar atención, involucrar nuestro intelecto para poder captar
el contenido o percibir mejor el mensaje.
Si
sabemos escuchar bien nuestras relaciones humanas, serán afectivas y nuestro
trato en el seno del trabajo, de la amistad, del amor; ¡más exitosa! Escuchar
significa muchas cosas, pero especialmente es seguir abierto a la vida, luchar
por una relación. Muchas veces pensamos que oír y escuchar es lo mismo, sin
embargo, no es así, y menos aún, si no queremos escuchar.
Meditación:
Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa.