lunes, 10 de agosto de 2020

Los desafíos.

           A veces cuando nos enfrentamos a momentos felices o prometedores, necesitamos ser tremendamente ilusos para pensar que determinadas promesas pudieran haber sido reales. Ante todo, deberíamos acudir a “La teoría de la lógica” o al “Conceptos de los sentimientos humanos”, todo ello recogido en los textos del prestigioso psicólogo y analista Carlos Castilla del Pino. En ellos se analiza todo lo concerniente al sistema emocional, caracterizado solo y exclusivamente por el “deseo de posesión del objeto” 

Una vez pasado ese deseo queda en peligro el anhelo de posesión, resultando que todas aquellas promesas se diluyen ante un esquema que sólo representa la indiferencia. Así podríamos “recomponer” muchos diálogos, puesto que al fin y al cabo son desafíos de tiempos pasados y observamos que es muy posible que fueran situaciones que en realidad no se sostenían, puesto que no existía el auténtico sistema evolutivo de la suficiente presencia de la imagen ante el objeto deseado. Muchos me dirán: ¿Por qué tenemos que pensar así? Sí, es cierto, podrían haber sido, auténticos, pero en este caso no lo fueron, solo basta con aplicar la sencilla tesis de “La teoría del razonamiento” del mismo autor.

Reconozcamos que a veces somos nosotros mismos los que hemos dejado pasar ese problema que siempre lo hemos considerado como hiriente, encontrándonos ahora como lapidado, por no haberlo atacado a su debido tiempo. En verdad, ¡No es fácil! Ante tal situación, todo requiere tiempo, pero la recompensa que obtenemos es digna de tener en cuenta. Ante estos desafíos siempre pensamos que nos vemos ante una situación terrible, pero casi nunca llegamos a meditar las múltiples cualidades que tenemos a nuestro alcance para llegar solventar ese problema que diariamente nos hace la vida imposible, sólo pensando que somos incapaces de darle una solución.

Muchos de nosotros no estamos preparados para los desafíos de la vida. A menudo nos encontramos con que durante esos momentos nos rendimos ante la presión. Podemos cuidar alegremente a los seres queridos que están enfermos durante los primeros días o semanas, pero a medida que su enfermedad persiste y no encontramos cambios en su progreso, podemos sentir que las tensiones de la vida comienzan a amenazar nuestra tranquilidad y paciencia.

Pensemos ante cualquier situación que existen innumerables argumentos lógicos que nos ayudarán a combatir esos desafíos. La mejor estrategia suele empezar por las actitudes más convincentes, ante tú propia forma de ver las cosas, para a continuación ir añadiendo nuevas metas a fin de que uno mismo quede satisfecho y ante esa actitud   pueda quedar atajado ese desafío. ¿Quién de nosotros querría vivir muchos años siendo un profundo desgraciado? Por eso tenemos que vivir con los desafíos. ¿De qué nos serviría la salud si no gozamos de la vida?

Todos hemos de afrontar problemas, dificultades y obstáculos en la vida y, mientras que a algunas personas esos desafíos les paralizan o les hacen dar media vuelta, otros lo afrontan con el coraje de levantarse de nuevo e intentarlo de nuevo.

        Meditación: Cuanto mayor es el obstáculo, más gloria hay en superarlo. 

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