Una vez pasado ese
deseo queda en peligro el anhelo de posesión, resultando que todas aquellas
promesas se diluyen ante un esquema que sólo representa la indiferencia. Así
podríamos “recomponer” muchos diálogos, puesto que al fin y al cabo son
desafíos de tiempos pasados y observamos que es muy posible que fueran
situaciones que en realidad no se sostenían, puesto que no existía el auténtico
sistema evolutivo de la suficiente presencia de la imagen ante el objeto
deseado. Muchos me dirán: ¿Por qué tenemos que pensar así? Sí, es
cierto, podrían haber sido, auténticos, pero en este caso no lo fueron, solo
basta con aplicar la sencilla tesis de “La teoría del razonamiento” del mismo
autor.
Reconozcamos que a
veces somos nosotros mismos los que hemos dejado pasar ese problema que siempre
lo hemos considerado como hiriente, encontrándonos ahora como lapidado, por no
haberlo atacado a su debido tiempo. En verdad, ¡No es fácil! Ante tal
situación, todo requiere tiempo, pero la recompensa que obtenemos es digna de
tener en cuenta. Ante estos desafíos siempre pensamos que nos vemos ante una
situación terrible, pero casi nunca llegamos a meditar las múltiples cualidades
que tenemos a nuestro alcance para llegar solventar ese problema que diariamente
nos hace la vida imposible, sólo pensando que somos incapaces de darle una
solución.
Muchos de nosotros
no estamos preparados para los desafíos de la vida. A menudo nos encontramos
con que durante esos momentos nos rendimos ante la presión. Podemos cuidar
alegremente a los seres queridos que están enfermos durante los primeros días o
semanas, pero a medida que su enfermedad persiste y no encontramos cambios en
su progreso, podemos sentir que las tensiones de la vida comienzan a amenazar
nuestra tranquilidad y paciencia.
Pensemos ante
cualquier situación que existen innumerables argumentos lógicos que nos
ayudarán a combatir esos desafíos. La mejor estrategia suele empezar por las
actitudes más convincentes, ante tú propia forma de ver las cosas, para a
continuación ir añadiendo nuevas metas a fin de que uno mismo quede satisfecho
y ante esa actitud pueda quedar atajado
ese desafío. ¿Quién de nosotros querría vivir muchos años siendo un
profundo desgraciado? Por eso tenemos que vivir con los desafíos. ¿De qué
nos serviría la salud si no gozamos de la vida?
Todos hemos de
afrontar problemas, dificultades y obstáculos en la vida y, mientras que a
algunas personas esos desafíos les paralizan o les hacen dar media vuelta,
otros lo afrontan con el coraje de levantarse de nuevo e intentarlo de nuevo.
Meditación: Cuanto mayor es el obstáculo, más gloria hay en superarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario