La delicadeza podemos considerarla como
una serie de atributos y cualidades, como pueden ser la ternura, la finura, la
exquisitez, la distinción, la paciencia, etc. Nunca debemos considerarla como
una debilidad. Es una “forma” cuidada, sensible y elegante, oponiéndose a sus
antónimos como la grosería, la vulgaridad, la desconsideración, la descortesía,
la brusquedad, etc. La delicadeza exige una consideración y una sensibilidad
para con los demás, la cual parte de una atención y una generosidad permanente.
Y aunque no se es consciente de ello, todo se transmite y se comunica,
haciéndose visible ante los demás.
De
todo esto se desprende la capacidad de verse afectado, y de tener en cuenta los
detalles a realizar las cosas con pulcritud. Por ejemplo tener la costumbre de
agradecer los detalles, termina siendo una atención que solemos dar a nuestros
semejantes, como muestra de agradecimiento. Precisamente por ello a veces
presentamos algunos flancos abiertos a quienes nos avasallan, en especial a los
sentimientos, pero dado que no se trata de una impertinencia, la postura que
adoptamos es atribuida, a unas formas de eludir esas diferencias, para no caer
en el brusco comportamiento, reconociendo que es sólo una desatención.
La
delicadeza en la conversación, es realmente un punto en el cual podemos tomar
referencia de cómo nos situarnos en el diálogo y en el trato con los demás. De
ahí que es fácil ser delicado, para no ser atropellado por las propias
decisiones y acciones de los demás. Es posible que nadie pueda sentirse
correcto como persona, hasta no haber experimentado la acción de sentirse con
delicadeza ante los demás y vivirla como experiencia.
En
definitiva la delicadeza significa, acoger los sentimientos, los pensamientos,
las creencias, las preocupaciones, los intereses, etc. No solo a una persona,
sino a todos entre los cuales habitualmente convivimos. Todo ello requiere una
dosis de finura y precisión que se puede educar de algún modo, a través de la
reflexión, la experiencia, el diálogo y la escucha.
La
delicadeza alcanza toda la autenticidad de la persona y se refleja en el
rostro, en la mirada, en los movimientos de las manos, en la forma de
desplazarse, etc. Siempre he pensado que a la vida le falta una “banda sonora”,
que no es otra cosa que una sutil delicadeza, que haga que el “blanco y negro”
se convierta en permanente colorido, y que haga que seamos protagonistas
absolutos de nuestras vidas. Con ello, obtendríamos una mayor capacidad para
captar a través del comportamiento y la palabra, la sutileza para poder
mostrar, una manera respetuosa de tratarnos mutuamente.
La
delicadeza es una cualidad innata en mucha persona, pero esto no implica que no
puedan desarrollarla los demás. Lo más importante se manifiesta cuando se trata
a otra persona y saber tener empatía con ella. Para ello, lo mejor es ponerse
en su lugar, y suponer qué pensarías y como te gustaría que le tratasen si tú
fueses la otra persona.
De esta forma
observamos como ciertas personas desarrollan estas delicadezas, indicando que se expresan con auténtica
sutileza, como si de uno mismo se tratara. Hay siempre algo en forma de un “mecanismo
musical”, sobre todo en su voz, puesto que son personas que al tratarlas, se
identifican con un plácido comportamiento, incluso en los momentos difíciles, podríamos
decir que tienen algo de “melodiosas”.
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