martes, 27 de agosto de 2019

El hábito de criticar


Diría que casi diariamente nos enfrentamos a las críticas. Es algo muy habitual entre los seres humanos y, sin embargo, nos cuesta acostumbrarnos. Las críticas son difíciles de encajar, especialmente las que vienen de personas que nos importan. La verdad es que siempre estamos dispuestos a criticar: “ante eso no dudamos”.
Es muy frecuente que alguien cuando quiera decirnos algo y no sepa hacerlo, suele acercarse con mucha diplomacia y decirnos con tono de voz bastante amable: ¿Puedo hacerte una crítica constructiva? ¡Por favor no te moleste! Mira que te lo digo por tu bien.
Aunque es verdad lo que intentas, es criticar aquello que esa persona hizo y tú no te animaste hacer. No cabe duda que el efecto continuo de criticar, refleja un sentimiento de interioridad, puesto que son personas que se siente inferiores a los demás.
            Ten en cuenta que siempre habrá alguien dispuesto a criticar lo que hacemos, o lo que no hacemos, generalmente son personas que están frustradas con su propia vida, y para compensar su disconformidad, critican todo lo que hace los demás.
Existen personas que suelen tener bloqueadas su capacidad de ver las cosas desde un prisma no real y eso les hace percibir diferentes alternativas y posibilidades que se le presentan. Para solucionar dicho problema, suelen criticar la acción que el otro realiza. Otros atraviesan periodos de cambios con facilidad siendo su situación de constantes alternativas. Y por último aquellos que todo lo viven como etapas de terror y sufrimiento. Estos, jamás ven la parte positiva que la otra persona esté realizando, y ante esto, toma la actitud de juzgarle. Todo ello nos da a entender que existen personas que viven una amplia gama de alternativas entre las cuales pueden escoger distintas formas de ver las cosas. En todos estos casos podemos decir; “que se juega a perder” Consideremos siempre que nuestras percepciones a veces son erróneas. Aunque lo que vemos en muchas ocasiones, muchas veces no se corresponde con la realidad.
No nos dejemos intimidar por las críticas sin fundamento y aprendamos a mejorar gracias a las críticas constructivas. A la gente que le gusta criticar siempre te va a criticar, si haces porque haces y sino porque no haces, como anteriormente decía. Así que dejas de lado lo que opinen los demás y ponte en marcha dejando de darle relativa importancia a esas críticas, haciendo realmente lo que te apetece.
Ya nos gustaría a todos estar siempre a la altura de aquellos en lo que creemos ver. Pero no debemos confundirnos. Las cosas son como son y más vale asumirlo más pronto que nunca, porque si no, malgastaremos nuestras energías en intentar cambiar lo que no podemos cambiar y al final no lo lograremos.
Defenderse de los ataques verbales y encajar los reproches no es una labor sencilla; puesto que debemos necesitar grandes dosis de confianza y seguridad para recibir la opinión de los demás, paciencia para dominar nuestro autocontrol, aceptando esas criticas de otros de forma constructiva.

Meditación: Quien habla de la vida ajena, es porque no tiene la suya llena.

viernes, 16 de agosto de 2019

El sufrimiento inútil


Si nos paramos a pensar: en esta vida nos puede pasar de todo, en cualquier momento, pero reconozcamos: ¡cuántas veces sufrimos inútilmente! Nos daremos cuenta que, ante este hecho, nos vemos obligados a imaginarnos que somos frágiles. Por tanto, me pregunto: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué podríamos decirnos a nosotros mismos cuando nos vemos en nuestra fragilidad, desde esa imagen de impotencia?
En general, cuando nos sentimos tristes es porque hemos perdido algo, ya sea real o fantaseado. Es decir, que carecemos de aquello que antes tuvimos y ahora es cuando verdaderamente no hay posibilidades de recuperarlo. Es por ello, que ese sufrimiento nos implica la ausencia de energía, dejándonos inactivos para ceder paso a la aceptación, ante esa nueva situación. Al no tener esta fuerza, no nos queda más acción posible que la de aceptar, contribuyendo a dejar de “forzar” la realidad. Es decir: aquello que antes manteníamos, ahora, debido a la ausencia de energía es cuando se apodera esa sensación de sufrimiento inútil, que nos hace imposible sobreponernos.
Vivimos sumidos en el sufrimiento. Pero: ¿por qué hay sufrimiento? ¿No podría ser la vida sin dolor, sin enfermedades, sin violencias, sin desgracias, sin temores, etc.
Siempre diremos que; el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, siendo esa la conclusión a la que debemos llegar. Una gran verdad desconocida a la que tendríamos que prestar más atención. A veces no podemos escapar a ciertas cosas que sabemos que nos harán daño, pero sí podemos escoger cómo éstas nos afectan. Es difícil, que a nadie le gusta el dolor, no obstante, tan sólo tenemos que evitar algunas actitudes que no nos benefician.
Aunque gran cantidad de cosas no dependen de nosotros, hay algo que sí está en nuestro poder. Y es el modo de reaccionar frente a lo que sucede, incluso cuando debemos optar entre varias alternativas que no hemos elegido. Entonces, ¿cómo aceptar el dolor? Del mismo modo que se habla, se camina, se construye una casa o se maneja un ordenador: aprendiendo.
Es cierto que podríamos pensar que el sufrimiento es una especie de azar en la vida, esto es, le toca a unos más o menos de manera imprevisible. Aunque no es así del todo. A salvo de los casos personales, hay determinadas circunstancias que nos permiten asegurar que unas personas suelen sufrir más que otras. Por si fuera usted una de las que ha acumulado sufrimientos, puede que le consuele comprobar, que sea posible que sus circunstancias personales le llevaron a ese resultado. Lo malo es que no hay ninguna ventanilla ante la que reclamar el exceso de sufrimiento.
Siempre decimos: ¿por qué a mí? Esta es la primera actitud que al pensar nos viene a la mente, justificando que no es justo, puesto que hemos actuado bien y que la suerte debería estar de nuestra parte. En verdad, es una manera de rechazar esa situación que te está provocando dicho sufrimiento.
Un buen principio moral es intentar que los demás, sobre todo los de nuestro círculo más íntimo, sufran lo menos posible. No siempre es fácil. Las alegrías de unos hacen sufrir a los otros. Ésa es la desventura del destino humano. Por lo menos queda el consuelo de que los sufrimientos hacen el carácter y, ante este principio, decimos: frente al error que nos ha causado ese dolor, aprendamos de él, olvidando los detalles y siguiendo adelante. ¡no te tortures más! Perdónate a ti mismo y no sufras inútilmente.

Meditación: Sufrimos inútilmente cuando nos torturamos por nuestros errores.

viernes, 9 de agosto de 2019

¿Dónde está la felicidad?


¿Dónde está la felicidad? Valiente pregunta, dirán algunos. Y llevan toda la razón. ¿Cuánto se ha escrito sobre la felicidad? Posiblemente mis razonamientos no estén de acuerdo con muchos de vosotros. Pero cada cual lo expresa, como lo siente. La felicidad suele ser el camino, no el final del trayecto, es decir es algo absurdo y abstracto que se consigue en nuestro interior a lo largo de nuestra existencia, y sólo en determinados y escasos momentos, es algo personal y espontáneo que surge a través de la satisfacción y de la comprensión.
            La felicidad está dentro de nosotros mismos, es decir lo que hace uno consigo mismo. No en lo que los demás piensen de nosotros, lo que debemos hacer. (Quizás debería ser así) A veces sólo el placer de dar, ya nos proporciona un alto grado de felicidad; por ejemplo: si nos proponemos dar, por el hecho de dar sin más, sólo por el gusto de dar, por el placer de dar, como si estuviéramos haciendo un regalo, la vida se vuelve mucha más tranquila y serena. No podemos explicarlo, pero sentimos una gran alegría en nuestro interior. Es muy importante no unir el acto de dar, con el de recibir.
            Quedémonos sólo con el primero y observaremos que pasa. Seguro que a la larga recibirás más de lo que imaginas. Obviamente, en nuestra sociedad de la opulencia se comparte y se ayuda mucho menos que en las culturas tradicionales. La pérdida de lazos sociales y la sensación de aislamiento, están para muchos en el origen del estrés, la ansiedad, e incluso la falta de felicidad. El ego nos puede. Pero, de vez en cuando, uno consigue ser feliz con lo que hace, sea o no reconocido. Creo sinceramente que esa es la felicidad más pura. No depender de nadie. Ser sincero y honesto con uno mismo. En estos casos no necesitamos del reconocimiento de los demás para lograr la felicidad.
            Hay un dicho que dice: “la vida, si no la compartes, no es vida” Preocuparse de hacer cosas por los demás tiene un impacto positivo. Por humilde que sea, cualquier acción puede convertirse en un don desinteresado; escuchar, perdonar, dar las gracias, invitar, enseñar, acompañar el sufrimiento, etc., Todo puede contribuir a ser más felices.
            El verdadero problema es que la felicidad no existe ni en el futuro ni en el pasado. Ésta se presenta en un estado emocional, y en un estado interno, que solo puede sentirse en el presente. Podrás recordar un suceso pasado que fue positivo y sentirte contento al recordarlo, pero esa felicidad, ya existió, aunque la estás sintiendo ahora, la vives en el momento presente, no en el pasado. Eso es lo que pasa frecuentemente con el sentimiento de felicidad.
          Siempre se presenta en pequeñas dosis, que duran poco tiempo y se desvanece en un parpadeo. Por ello la clave es conseguir ese algo que nos genere un sentimiento de pequeñas y cortas sensaciones de felicidad, que se vayan uniendo unos actos con otros para que nos hagan pensar al final conseguir una gran felicidad. Pensemos siempre que la felicidad constituye una de las condiciones humanas más sagradas, plenas y significativa que existe. Procuremos sonreír sin ganas o con ellas. Estar seguro siempre de que el ser humano es capaz de superar muchos dolores, muchos más de lo que nosotros mismos sospechamos. Ese estado de ánimo es el que hace la aceptación total de la vida, y el goce de la misma, frente a cualquier circunstancia.
            Termino con esta cita de Benjamín Franklin que nos dice: “La felicidad, generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”

Meditación: Ser feliz no consiste en hacer lo que quieras, si no en amar lo que haces.


viernes, 2 de agosto de 2019

La virtud de esperar.


Haciendo alusión al título de este pequeño artículo, debo reconocer que, saber esperar en esta vida es una auténtica virtud. Nos pasamos gran parte de nuestra existencia esperando: pero, ¿qué esperamos?; esperamos un reconocimiento, esperamos una aceptación, a veces ese pequeño detalle que complemente nuestra ilusión. Pero en realidad, cuántas veces debemos reconocer que nunca se debe esperar nada, cuando en verdad, nada existe.
Brindar una simple ayuda sin esperar nada a cambio es una forma de regalarte a ti mismo. Haz la prueba, (aunque te cueste) de hacer algo por los demás, no siempre tiene que ser un objeto, ni nada material Verás que cuando lo haces la vida te recompensa con una sensación de satisfacción, de plenitud, que muy pocas cosas en la vida te pueden dar. Dar sin esperar nada a cambio, es como volcarse a los demás, ayudar a los que lo necesitan, dar consuelo a los que sufren; eso es generosidad. Y no es un valor pasado de moda. La generosidad es la llave que abre la puerta de la amistad, es una semilla que siembra el amor, y puede ser la luz que nos saque de ese oscurantismo de tipo material que llevamos dentro, el cual muchos de nosotros estamos viviendo en la más negra de la ignorancia.
Dicen; quien espera, se decepciona y que quien nada espera, se sorprende. Es por esto que me parece mucho más atractivo vivir asombrado en el recuerdo. Sin embargo, es verdaderamente difícil no esperar nada de nadie, así decimos; que la esperanza es lo último que se pierde, siendo ésta la única que nos hace esperar.
Nos pasamos la vida esperando muchos momentos, con lo cual es fácil que nos llevemos desilusiones y decepciones. Por eso lo más importante es tener siempre expectativas realistas y no esperar a que todo se resuelva por sí solo. No debemos esperar nunca que cambie nada de la noche a la mañana, puesto que eso no tiene ninguna lógica. Si solamente esperamos, posiblemente nos llevemos una gran decepción en la vida y si tenemos un problema y esperamos que la situación mejore sin mover un dedo, pasará lo mismo.  Es como un viaje del que nada espera, o de una persona de la cual ya jamás sabrás si existe. ¡En la vida todo es inesperado! A veces lo que esperas es peor si lo comparas con lo inesperado. La razón por lo que aún nos aferramos a la esperanza es que lo que esperamos, es lo que nos mantiene en pie, esperando siempre una explicación  
¡Cuántas veces esa espera te deja intuir la situación para tener una visión mayor y más lúcida para determinar la acción correcta a tomar! La paciencia de esperar, es un regalo cuando se da o se recibe, llegando aún más allá cuando puedes leer los motivos más profundos de alguien. Saber esperar es una virtud de sabios y una cualidad de personas de estirpe valerosa, la cobardía no existe en su diccionario cotidiano y lo más importante es que junto a la virtud de la paciencia, exista la virtud teologal de la esperanza.   
Mis estimados amigos reconozcamos que saber esperar es un verdadero arte. Quien ha desarrollado ese talento prueba que ha alcanzado un importante grado de evolución personal. Supone autocontrol, tolerancia a la frustración, y capacidad de ver la auténtica realidad de las situaciones.

Meditación; La paciencia es una flor, que no florece en todos los jardines.