miércoles, 29 de octubre de 2014

¡Cuídate! II

             A veces nadie nos entiende, a pesar de estar rodeado de muchas gentes. Nadie conecta con nosotros, es decir, estamos perdidos. Es como si no tuviéramos opción al diálogo. Terminamos rindiéndonos al mutismo y la soledad. Entonces sólo son válidas las palabras que salen de nuestro interior e intentamos escribirlas, y es cuando (no siempre), son  capaces de comprenderse.
            En muchas ocasiones, por miedo o por inseguridad, no nos decidimos a expresar nuestros sentimientos y deseos. Acceder a mostrarnos hacia los demás nos resulta difícil. Es como un vacío que solo podemos dar prioridad a través de la palabra el desear un profundo bienestar hacia los demás.
             Hay costumbres que son hábitos o tendencias adquiridas por la práctica de actos determinado que solemos repetir al despedirnos de alguien, los cuales siempre van acompañados de profundos deseos vitales. Pero, ¿cuál es esa costumbre? No es ni más ni menos que la palabra: ¡Cuídate! ¿Por qué muchos la expresamos cuando nos despedimos? Esa expresión significa ante todo respeto hacia los demás y al mismo tiempo priorizar el mayor de los deseos ante su propio bienestar. No lo consideremos como un capricho o una forma de quedar bien.
              A veces las palabras no pueden entenderse sino se meditan, y cuantas veces no se entienden porque están en un lenguaje en que nunca se llegan a pronunciar. Vienen del mismo lugar del que proceden los sentimientos que ellas mismas describen. Éstas son distintas en cada persona, conformando su idiosincrasia distintiva, y dependiendo a quienes van dirigidas con carácter de forma personal.
              Si al terminar un escrito hacia determinada persona lo terminamos diciendo; “por favor cuídate”, es absurdo pensar que si no lo decimos, dejará de cuidarse. Para entendernos mejor he aquí este breve ejemplo; Unos sencillos “buenos días” o “que tengas dulces sueños” son saludos de carácter perecederos, solo duran el tiempo que la palabra lo esquematiza, sin embargo ese expresivo “cuídate” es un deseo que perdura siempre, o al menos hasta la próxima vez que nos veamos.  
            Por eso la comunicación no verbal son esas palabras que quedan escritas mediante indicios, signos y sobre todo a través de deseos de estructuras sintácticas escritas. La comunicación de la palabra escrita juega un papel clave en el día a día de toda persona. Siempre quedará ahí. Alguna vez la encontrarán y comprenderán que es lo que sentimos al escribirla.
            Sencillamente es la cercanía o la distancia que se tiene al comunicarla, cuán lejos o próximo se esté del otro, dependiendo siempre del grado de confianza y del tipo de interacción que se quiera demostrar.
            Es posible que los poetas y escritores se olviden de ella; aunque a veces sólo se dice en forma de protocolo, nada puede ser más hermoso el oír cómo te dicen  “por favor cuídate” Ese “cuídate” aunque esté escrito se dice con la boca, con los ojos y con una sonrisa tibia y sobre todo con el corazón, que nos ruega, que nos pide a gritos, que por favor, sigamos estando bien hasta que de nuevo nos veamos. Es como una súplica tímida y silenciosa, expresada por medio de la palabra, invitándonos a que hagamos todo lo posible por cuidarnos. Es triste que ese “cuídate”, es la impotencia del otro, que por mucho que quiera, no puede protegernos, no puede darnos alas para volar, sólo expresar un sentimiento de deseo, que se mantiene a través del tiempo.

 Meditación: Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por los demás.

lunes, 27 de octubre de 2014

Mejor, recordar lo bueno.

           Todo aquello que nos hace mirar hacia atrás es una argucia para no fijarnos en lo que viene, en lo que toca, en lo que se debe cambiar. Los recuerdos, al igual que los sueños, pueden llegar a proporcionar un grado de felicidad. De ahí ese dicho tan famoso.
        “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Todo hace alusión a que en el pasado, todos éramos más jóvenes, vivían otras personas que ahora no viven y el envejecimiento era algo todavía lejano por llegar. Por eso aferrarse a los recuerdos no deja de ser una excusa para no mirar hacia adelante. Alguien nos dirá; si la vida actual es horrible, mejor es recordar.
            Nuestros recuerdos, representan un pilar de nuestra persona. Así el acto de recordar se convierte en una acción de narrativa, es sencillamente el producto de distintos procesos neuronales. ¿Cuántas veces nos sucede que olvidamos algo? ¿Es quizás que nuestro cerebro esté saturado?  Lo que pasa es que a través de que pasan los años se producen pérdidas de neuronas. Así que cuando nos olvidamos, no creo que sea porque ya nos ha llegado el cambio, sino porque tenemos muchas cosas diferentes en la cabeza y no podemos prestar tanta atención como antes.
              La vida es una vivencia donde cada persona tiene implicación en lo que pasa. En nuestra memoria suceden distintas etapas: primeramente es la codificación, o sea sacarnos información del mundo la cual la registramos. Después viene la etapa de almacenamiento: Todo lo guardamos en distintas partes de nuestro cerebro, y por último, aparece la extracción, que es lo que llamamos “recuerdos”. Los momentos y las situaciones los elegimos nosotros, las amistades también. Y las oportunidades, se trabajan y se conquistan. Alguien dirá que la vida no le ha dado oportunidades. Lo fácil es quedarse anclado en la queja, en el dolor, pero así debemos reconocer que la de esa manera la vida se “desangra”. Cambiar es una decisión que debemos tomar y nunca es tarde para comenzar una nueva vida, un nuevo amor, un nuevo proyecto. Para ello tenemos que desprendernos de una parte de nosotros; sencillamente todo lo que se aferra al pasado, a lo que ya no existe, a lo que no se tiene, aunque no se olvide.
           Debemos tener presente que es muy útil olvidar ciertas cosas pero, en lo que se refiere a los malos recuerdos, lo interesante es tratar de no desarrollarlos. Si prestamos más atención a los recuerdos valiosos y los procesamos profundamente, nuestra vida sería más llevadera, aunque aquellos buenos recuerdos jamás se reconstruyen, pero recordarlos tal como eran es sumamente positivo.
          Así solo deberíamos dar gracias a la Providencia por lo que tenemos, no por lo que perdimos; eso se lo dejaremos al tiempo, que ya lo anotará en su destino. Sonriamos a la vida a pesar de sus tropiezos y sus espinas, olvidando esas situaciones desagradables, que nos hicieron la vida imposible, aquellas amistades que perdimos y las oportunidades que dejamos pasar. No lo lamentemos como experiencia en nuestra vida, aunque solo el recordarlo momentáneamente nos ayudará a salir adelante
           
Meditación: Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para quien tiene corazón.

 

viernes, 24 de octubre de 2014

Hablar sin pensar.

             En muchas ocasiones nos encontramos ante varias alternativas y sin pensar escogemos una, quedando convencidos de que nuestra decisión ha sido la más racional, teniendo la sensación de que nada, ni nadie ha interferido en nuestra elección final. Pero si deberíamos reconocer que nos movemos por el impulso que conduce nuestra voluntad, llamada siempre por los deseos más profundos de nuestro ser.
              Pero no siempre medimos los límites, y hablamos precipitadamente sin reflexionar, sumando argumentaciones para justificarnos, llegando a situaciones en las que tropezamos, tratando de enmendar los errores que en la mayoría de los casos pagamos las consecuencias por hablar sin pensar.
                Solo tenemos que observar que cuando estamos en reunión; hablamos y hablamos de todo, sin parar y a veces sin saber con quienes intercambiamos nuestras ideas. El objetivo en estos casos debería ser, pensar antes de hablar, puesto que si no controlamos nuestras emociones, llegamos a comportarnos irreflexivamente bajos estos parámetros en situaciones comprometedoras.
              No es que, por extremada prudencia nos mantengamos permanente callados, pero sí pensemos en lo que decimos y cómo lo decimos, ya que esto puede tener poderosos efectos en nuestras relaciones, acercándonos más a las personas. Una sola frase; ¿cuántas veces puede convertirse en una alabanza o dejar una cicatriz difícil de curar? Así que, según hagamos uso de la palabra y en qué momento, éstas puedan convertirse en ventanas abiertas de par en par o en muros infranqueables.
               Esto es una cosa que nos pasa por desgracia muy frecuentemente. En realidad son momentos de enojo y, porque no decirlo, también de pasión, resultando que decimos temas de cruda moral, que a la larga tratamos de arrepentirnos actuando de forma  incompresiblemente inadecuada. Decía Honorato de Balzac; “A veces hablamos mucho y decimos poco. Para expresar más, conviene pensar más” Aprender a expresarse de forma emocionalmente correcta nos llevará automáticamente a un cambio positivo en nuestras relaciones personales. ¿Cuántas veces nos dirigimos a alguien en unos términos no muy apropiados? Y es cuando una vez dicho, pensamos: ¡no debía haberme pronunciado de “esa” manera! ¿qué pensará de mí?
               La sociedad actual nos ha enseñado que debemos ser rápidos en nuestras contestaciones, demostrando que de todo sabemos y entendemos; entonces crecemos con la idea de que las cosas lentas son una pérdida de tiempo y que en definitiva somos unos torpes al dejar de pensar. Esto nos lleva frecuentemente a las excusas. Es importante saber por qué y para qué sirven las excusas, pero si analizamos bien, que pasaría si debido a nuestra precipitación al hablar, hubiéramos obviado de esas excusas, solo con meditar un poco más lo que hubiera sido más justo decir.
               Lo primero que necesitamos entender es que si no somos íntegros y correctos a nosotros mismos no hay mucho que decir, y poca credibilidad puede tener  lo que digamos,  pues la mayoría de los problemas los ocasionamos nosotros mismos con nuestras precipitaciones y atrevimientos. Es importante ser íntegros en lo que decimos y conocernos para comprender quienes somos realmente, y para ello debemos recurrir a una nueva forma de pensar antes de hablar.
 
Meditación: Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.

martes, 21 de octubre de 2014

Las cosas sin sentido.

           Cuántas veces es mejor dejar las cosas, por no entrar en un estado de continua alteración. Soltar lo inevitable y aceptar que el camino puede seguir un rumbo muy distinto al que esperábamos desde el primer momento que intentamos cambiarlo. Siempre podemos calibrar y anticiparnos ante determinadas reacciones, para poder encauzarlo con deportividad, en lugar de tomar inconscientes actitudes.
           Soltar lo que ya no tiene vuelta, agradecer lo vivido y sencillamente seguir adelante, es lo fundamental, puesto que finalmente, si las cosas no fueron como esperábamos es porque tenían otro propósito. Nunca debemos permitir que un caricaturesco rol, a veces mal concebido nos haga perder nuestra autonomía y nuestras energías, que es en verdad lo que hemos de cultivar día tras día.
           Si, comprendo que es difícil soltarnos cuando hay miedos detrás que nos impulsa de continuar aferrados a lo que ya no tiene sentido. Si tomamos determinadas “cosas” como algo personal, inevitablemente entramos en el papel de víctima, y es posible que contribuyamos a inflamar las tendencias de nuestro entorno. A veces pelearnos contra un “muro” nos debilita, y tenemos que comprender, que no es necesario. Debemos buscar sutiles resortes para que ese “muro” se ablande. Si esperamos el amanecer es posible que nos demos cuenta que la noche antecede al alba y en ella la luz vuelve a reinar ante un nuevo comienzo.
           Siempre contamos con dos opciones: quedarnos arrodillados aguantando los golpes o levantarnos y luchar. Es nuestra elección. Dejemos de culpar al mundo y salgamos a por todas. La diferencia entre el que gana y el que pierde, no es que no tengamos miedo. La diferencia es, ni más ni menos que el ganador se enfrenta a sus miedos. De esta forma debemos confiar en la continuidad que la vida nos ofrece y depositar en ella un firme propósito que el nuevo día nos espera.
            Es cierto que resulta difícil en muchas ocasiones ver el lado positivo de algunas cosas, e incluso que en muchas ocasiones podamos equivocarnos y pensar que la salida que estamos tomando quizás no sea la adecuada. Por tanto es conveniente acudir a determinadas personas que nos aconsejen y nos orienten de una manera objetiva a fin de poder actuar de manera provechosa cuando se nos presentan estos casos en los que no encontramos ese sentido a las cosas.
            Una de las cosas a las que nos atañe, es al continuo sufrimiento en la vida. La réplica es: “nada podemos hacer” por más que combatimos. Pero, nos preguntamos: ¿por qué no encontrar la forma de disminuirlo? Todos experimentamos tales situaciones: los esfuerzos humanos a veces llegan a su fin y sucede lo que no queremos.
             Pensemos que la vida misma, en la que muchas veces no le encontramos sentido, es la que tenemos la obligación de encontrarle su verdadero cauce. Pero, ¿cómo lo vemos?  Cuando tras de ti dejamos a un ser querido, cuando reconocemos el grato recuerdo que nos dejó; sencillamente es cuando comprenderemos que la vida tiene sentido.
 
Meditación: No es la vida la que tiene sentido; es el ser humano el que le da sentido a la vida.
 

sábado, 18 de octubre de 2014

¡Deberíamos reírnos más!

          Sí, pero ¿por qué? Bueno, se dice que la risa es necesaria para vivir y gozar de buena salud, relacionarnos y evolucionar como persona. Podíamos interpretarla como un fenómeno social. Es como una manera de actuar de una forma positiva ante los demás. La risa nos libera. Ésta no permite pensar y reír al mismo tiempo, nos deja la mente en blanco, conectándola con una explosión de felicidad.
          Así, cuando paramos de reírnos, se retorna a la realidad, aunque los problemas sigan siendo los mismos no se percibirán tan graves como antes, gracias a la conexión de la energía positiva con la felicidad que la risa nos aporta.
           La risa es lo contrario al miedo; es el antídoto de esa emoción espontánea. ¡Verás!, al sentir miedo nuestro cuerpo se predispone a una tensión, sin embargo la risa genera el efecto contrario; pasividad, tranquilidad y sobretodo confianza. Así cuando nos reímos adoptamos un efecto de “calma” ¿por qué? La respuesta está en nuestro cerebro y en el mensaje vibratorio que la misma risa produce.
            Si comprobamos; todos somos más felices cuando estamos con alguien que se ríe. La risa es altamente contagiosa, por eso deberíamos estar siempre dispuestos a practicarla, así nos encontraríamos con mejor humor y al mismo tiempo estaríamos más “sanos” emocionalmente. Cuando nos reímos sentimos una sensación de regocijo que siempre suele terminar con estridentes carcajadas, que fortalecen el corazón y sobre todo relaja nuestra mente. La risa posee un poder contagioso, es bueno comenzar el día, con una sonrisa a la naturaleza y así sentiremos que todo parte mejor y posiblemente nuestras ideas puedan quedar más claras.
              El sentirse de buen humor, es también un acto de resistencia; si carecemos de esa posibilidad nos sentiremos oprimidos, notando una imposibilidad de soportar el día.
              Aunque a esto, también nos surge esta pregunta: ¿por qué nos reímos? Pues bien, hace mucho tiempo se ha arraigado profundamente en el sector científico la idea de que la risa aparece como respuesta a un estímulo. Ese estímulo, no es ni más ni menos que un tipo de estrés, aunque tampoco debemos de olvidarnos del sentido del “buen humor”.           Muchas personas poseen esa cualidad, lo que les hacen sentirse con una  tranquilidad que podemos percibir en ocasiones tras haber experimentado un acto de excesiva complicación. En definitiva la risa da salud y, sin embargo, en muchos momentos no la tenemos en cuenta. Entonces: ¿por qué no es fácil reírse?. Pues sencillamente, hoy en día se nos presenta como un bien escaso, debido las situaciones que continuamente nos preocupan. Por ello, debemos recurrir a expertos  que nos recuerden cómo reír o que nos dejemos llevar por el humor de personas que sí han incorporado el positivismo y la risa al día a día. Nos reímos de lo que vemos, de lo que oímos, por imágenes mentales, por el placer de un hecho determinado, por gesticulaciones, ocurrencias de nuestros amigos, etc., etc. Nunca podremos entender porqué hay personas que se ríen más que otras, es posible que sea una manera de afrontar la vida. ¡Cuántas veces hemos dicho; “a éste, jamás le he visto reírse”. Entendamos que la risa es una manera de soportar la vida, y que  no deja de ser una de nuestras defensas ante la vida misma.

Meditación: Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.

miércoles, 15 de octubre de 2014

La casualidad.

             La angustia y el temor que produce tener que enfrentarse a ciertas realidades desagradables, han hecho que los hombres comparen la vida con un juego de azar: nada está relacionado con nada, todo es una simple casualidad, donde algunos salen ganando y otros perdiendo. Y así, en esta "lotería de la vida", apostamos cada mañana por nuestra suerte y lloramos por las noches cuando la fortuna no nos ha favorecido.
              La vida está llena de casualidades, hechos impredecibles e inevitables que nos suceden, nos hacen fruncir el ceño y preguntarnos si no serán frutos de un plan preestablecido. En realidad son carambolas de la vida que nos ayudan a avanzar. Es posible que me digas que la vida está llena de cosas sin explicación.
          Cada persona tiene su propio destino: el único imperativo es seguirlo, aceptarlo sin importar adónde nos lleve. No hay hechos casuales. Todo viene de algo ni se dirige hacia alguna parte. La ciencia, inteligentemente, busca el "por qué" de los fenómenos que nos rodean. Hay explicaciones para el día y la noche, para las distintas estaciones del año, para el milagro de la germinación de una semilla, para la gestación de la vida física, para el rumbo de los ríos hacia el mar, para las nubes que se agrupan y luego se disuelven en gotas de lluvia, etc., etc.
          Por eso cada uno de nuestros actos tiene una razón. Cada gesto, cada sonrisa, cada lágrima, cada impulso de valor, cada sensación de fuerza interior, cada sentimiento de compasión y de amor; todos vienen de la semilla de una misma naturaleza. Y cada uno de nuestros actos genera un efecto que será igualmente de la misma naturaleza.
          El amor viene del amor y genera amor; el odio viene del odio y genera odio. En realidad escuchamos tanto hablar de las casualidades, pero, ¿existe la casualidad? Realmente no, nada sucede porque sí…la verdad es que la casualidad no existe.
          Todo es “causal”, nada es “casual”. Todo lo que llega a nuestras vidas, cada situación por la que pasamos, es por algún motivo. “La persona que llega es la persona correcta”, es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante.          Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Todo está preparado para que algo nuevo empiece en nuestra vida, y es allí cuando comenzará, pero nunca por casualidad.

 Meditación: El mundo está lleno de cosas obvias que nadie por casualidad observa jamás.

jueves, 9 de octubre de 2014

Excálibur.


           Sí, por qué no dedicarle unas sencillas letras. Excálibur era su nombre o al menos, aquel por el que él acudía a la llamada de Teresa y Javier. Era su mascota, aquella con la que compartían todas sus tristezas y alegrías.
           Creían en él, porque sabía espantar sus momentos de nostalgia con el esmero propio del “mejor amigo del hombre”, porque corría más rápido que ellos, pero siempre le esperaba, porque cuando la angustia les ensombrecía “él” le invitaba a sobreponerse con sus cabriolas, y con su compañía les regalaba su atención y su lealtad.
           El impacto que genera la muerte de una mascota depende de cada persona y de su edad, pero por lo general podría afirmarse que hay dos grupos especialmente vulnerables; los niños y aquellas personas que viven solas.
          Es triste que muera un animal querido, pero sobre todo sin saber, por qué. A veces la incompetencia del ser humano hace llegar esos actos tan inhumanos, sólo con el fin de acabar con una situación que no han sabido solucionar. El trastorno emocional que puede causar la muerte de una mascota, en ocasiones es, tan relevante como el que se siente al perder a un familiar cercano. Es fácil reconocer a personas que experimenten sentimientos de dolor durante al menos un año siguiente al fallecimiento de su mascota.
          Y no digamos en un caso como el que actualmente vivimos, puesto que quizás, es posible que ese pobre animal, haya sido sacrificado estando completamente sano.
          Solo deseo que a Teresa no se lo comuniquen mientras esté en proceso de recuperación, puesto que podría llegar al empeoramiento de su salud e incluso a un fatal desenlace debido a un brote grave de ansiedad, puesto que sus defensas actualmente son extremadamente débiles.
          Estas son palabras de Javier al ser enterado de que Excálibur iba a ser sacrificado. “No es justo de que además del contagio del ébola por parte de mi esposa, a consecuencia de la falta de medios; (protocolos), pierda a mi mascota por el simple capricho, cuando sería más fácil aislarlo o ponerlo en cuarentena igual que han hecho conmigo” Si esta chica falleciera, para su marido, su mascota, que los ha acompañado años, sería la pérdida de un apoyo emocional  de suma importancia, puesto que su perro era uno más de la familia.

 Meditación: Nadie me dijo que te perdería tan pronto. Te extraño tanto “amigo".