viernes, 29 de junio de 2012

La sinceridad.

             Decía Ghandi: “La verdad nunca daña una causa que es justa” La mentira es una forma de eludir la realidad y por tanto la responsabilidad que tenemos de afrontar la verdad de las cosas. Muchos trastornos personales, llevan asociada la mentira como de evitar alguna circunstancia.
            Para ser sinceros, debemos procurar siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que más trabajo cuesta. Utilizamos las “mentiras piadosas”  que en determinados momentos, las calificamos como de baja importancia, donde no pasa nada. Obviamente una mentira pequeña, llevará a otra más grande y así sucesivamente… hasta que nos sorprenden y corremos el riesgo de perder la credibilidad.
            Cuantas veces nos justificamos usando todo tipo de argumentos, entre ellos la maraña de frases hechas como: “Ve donde el corazón te lleve”, o “En medio está la virtud” o la más peligrosa de todas; “Sé tú mismo”  ¿Qué es eso de “sé tú mismo” Pues algo válido si lo que significa es: exprésate, defiende tu modo de vivir y no seas mentiroso contigo mismo. Pero no siempre es ése el sentido. Bajo esas frases se pueden esconder algunas argucias morales.
            Al inventar defectos en una persona ocultamos el enojo o la envidia que tenemos. Para ser sincero también se requiere “tacto”, esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente pueda incomodarla, primeramente debemos ser conscientes que el propósito es “ayudar” o  lo que es lo mismo, no hacerlo por enojo o porque “nos cae mal”.
            En algunos momentos la sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona.

Meditación: Decir la verdad es como escribir bien: se aprende a fuerza de ejercicio.

Rhapsody - Rachmaninoff.


      La sinceridad es una de las cualidades que más admiro en las personas, porque tiene un valor incalculable, te hace digno de la confianza de todos los que te quieren, hace que el respeto hacia ti sea valorado. A veces no queremos utilizar este recurso por temor a no desilusionar a alguien, pero si usamos la lógica podremos darnos cuenta que tal vez le hacemos mucho daño al no sincerarnos que ocultando la realidad, y al mismo tiempo nos cuidamos de caer en personas hipócritas y falsas.

Meditación: Mejor que con palabras la sinceridad se muestra con acciones.

Mi agradecimiento a blummwaiss, autor de este vídeo.



martes, 26 de junio de 2012

Pero... ¿nos duele el alma?

            Necesitamos trabajar los dolores del alma, para que sirvan solo de aprendizaje, extrayendo de ellos la capacidad de fortalecernos y aprendiendo que lo mejor de nosotros, aún está en nosotros mismos.
            Sería conveniente no frivolizar sobre el sufrimiento y el dolor y, aún menos, sobre la indiferencia que con frecuencia provocan. Ni sobre la pobreza, la enfermedad, la miseria, la ignorancia, la guerra y tantas y tantas injusticias.
            Este dolor se siente tan profundo que hiere nuestro corazón, y ofusca nuestra mente, retrocede hacia el pasado, no quiere disfrutar el presente, y al futuro queremos llegar, antes de que el tiempo pase, va adentrándose en nuestro cuerpo y al ser éste inmortal, llegará ese dolor a infligir un malestar en nuestra alma, no dejándonos descansar en paz, ya que ese dolor siempre nos acompañará.
            No reside en ningún miembro, se parece a una desarticulación, a una parte que se hace con todo, a un desenlace previo. No nos pertenece y parece más nuestro que cualquier posesión. Nos duele de una forma “singular”. No es donde lloramos, sino adonde van a parar las lágrimas que no brotan, los amores que no vivimos, las palabras que no decimos, las cartas que no escribimos, los amigos que ya no lo son, o aquellos que se fueron para siempre.
            Ahora bien, no es solo una sensación o un sentimiento. Es una incompatibilidad. Tiene la fuerza de una verdad que nos envuelve y nos arroja un frío nuevo. Entonces valoramos la amistad y la comunicación porque en tal situación se manifiesta lo que quizás nunca podremos contar, lo que no es posible ofrecer en relato alguno.
            Este dolor es tan nuestro que responde a lo que nos constituye. Cuando duele el alma, los ojos no destellan necesariamente tristeza. En ocasiones, miran con más vehemencia, como deseando, una causa, un problema, algo que afrontar, como deseando comprender.
            Cuantas veces necesitamos un abrazo, una palabra, una llamada, una alegría, etc. El alma dice y escucha. Y, en efecto, espera, tantas veces dolorida. Los dolores del alma no dejan recados, imprimen una sentencia que perdura por años. Los dolores del alma no se van en un día y no cambian de un momento a otro; y solo quien los siente puede evaluar el estrago que ellos causan.

Meditación: El verdadero dolor es que se sufre sin testigo.

sábado, 23 de junio de 2012

Pensando en uno mismo.

            Siempre pensé y haciendo honor al título de este Blog la mejor hora para reflexionar es al amanecer, puesto que toda reflexión conlleva un cierto grado de concentración y personalmente para mí ésta es la mejor hora para reflexionar sobre cualquier tipo de situación.  La concentración solemos decir que es la capacidad para fijar la atención sobre una idea o una actividad de forma selectiva, sin permitir que en el pensamiento entren elementos ajenos a ella.
            En ocasiones es un poder mental natural e instantáneo, y uno se plantea concentrarse de forma directa a la situación sobre la cual nos situamos. Existen personas que se les exige un esfuerzo de voluntad al centrarse en un determinado tema. La distracción es la pérdida de la concentración, cuando el pensamiento escapa a otras cuestiones, sin que el sujeto sea capaz de mantenerse en lo que le interesa.
            La pérdida de la capacidad para concentrarse es frecuente en muchos trastornos psicológicos, como la depresión, que suele acompañarse de una disminución de la atención, con lo que el deprimido, que se queja de no tener memoria, y por tanto es incapaz de concentrarse.
            El aburrimiento, el cansancio físico, la falta de sueño, el exceso de ocupaciones y el estrés alteran también la atención y secundariamente, la concentración. Los que padecen frecuentemente dolores de cabeza, suelen ver disminuido su poder de concentración. Todo trabajo exige un grado de concentración, desde el más simple que sólo requiere una concentración mecánica, hasta los que precisan de una concentración creativa. Uno puede ensayar técnicas para concentrarse, como por ejemplo: relajarse, crear ambiente óptimo, que se distinga por ambientes óptimos, silencios y comodidad, evitar la interrupciones, crear las condiciones físicas y psicológicas idóneas, como dormir lo suficiente y no abusar del alcohol, el café o el tabaco, tan nefasto como podemos haber visto para toda persona que suela intentar en más mínimo poder de concentración.

Meditación: Muchas veces lo que se calla hace más daño de lo que se dice.

jueves, 21 de junio de 2012

Una nueva estación.

          Ocurre con frecuencia en primavera. Una premonición vaga nos envuelve. Casi sin darnos cuenta, encomendamos al verano nuestras más injustificadas e insensatas esperanzas. Y tal espera nos provoca el anuncio de un suceso inminente. Nos parece que, en una conjura a favor nuestro, se va invertir el mundo.
            Olvidamos que, en otras ocasiones anteriores, todo fue igual y todo acabó en lo mismo, pero cada año buscamos incansable algo nuevo. El verano es la estación propicia, la estación del transbordo y acaso la del último tren. De ahí su enigma mágico.
            Bajo sus portales se besan los amantes transitorios; bebiendo sus refrescos y al mismo tiempo disfrutando de sus caricias. Todo es deseo cuando llega, la desnudez echa en cara su triunfo a quien la vive. Todo en verano cambia de color; el brillo se amortigua, la mirada, la piel, cambia de color a través de sus rayos. La pasión y la temperatura, pasajera las dos, humedecen los cuerpos; todo evoluciona cuando estalla el verano. Brota el sudor lo mismo que un rocío, producido por el esfuerzo siempre de nuestros cuerpos. El “fuego” del mediodía mustia las flores y desaparecen los espejismos, pero ¿qué importa? ¿qué es el tiempo? Es necesario abandonarse, divertirse sin estricto sentido; verterse hacia otra parte, para olvidarse de lo cotidiano, sin pensar demasiado. Sin reclamar nada.
            Cuando en verano llueve, nos enojamos; pero, ¿por qué no existe un libro de reclamaciones a disposición de los clientes? ¿Quién no ha tenido en medio de esta decoración tan favorable y esperada durante todo el año, esos veinte días de abandono?
            Y sin embargo nos ocurre con frecuencia al terminar la primavera, ese presentimiento que nos asalta, sin voluntad apenas que el verano lo tenemos a la puerta.
            Cuando nos damos cuenta, agosto nos miente, y aparece septiembre, con sus precipitaciones, se nublan los cielos y los relámpagos descargan su ira. ¿Quién no ha pasado por un veinte se septiembre; fue el día que volvimos a la rutina. Sólo pensamos que al año siguiente volverá, pero en esos momentos, sentimos en el desconsuelo de que tenemos que volver a empezar.
            Una y otra vez, nuestras más insensatas esperanzas nos embargas… Quizás ha de ser así.


Verano - A. Vivaldi - 1º Allegro non molto.


      El Primer movimiento (Allegro non molto) del “Verano”, el cual corresponde a las Cuatros estaciones de A. Vivaldi: interpretado por la famosa violista Anne-Sophie Mutter y dirigido por unos de los mejores directores de todos los tiempos, Herbert Von Karajan. Una lenta introducción describe el intenso calor del verano. Se oye el canto de los pájaros en el súbito allegro: el cucú en figura de dobles corcheas con el violín solista, después la tórtola y el jilguero, cuyos cantos son arrebatados por un fuerte viento. A todo esto imaginamos el lamento del pastor por miedo a la tormenta, terminando el movimiento con un viento huracanado, descrito por las dobles corcheas en toda la cuerda.

Meditación: Si una noche de junio pudiera hablar, probablemente sería para presumir que inventó el romance.

Mi agradecimiento a dmst62, autor de este vídeo.



lunes, 18 de junio de 2012

Cuando ya no están.

           Nos falta. Sí, le echamos de menos. Decimos que se nos ha muerto, que algo de nosotros fallece en su irse. En cierta medida siempre estamos de despedida. Incluso en el momento de conocernos bien sabemos, que tarde o temprano, nos separaremos, quizás sin palabra alguna.
            Por eso, la generosidad que exige el amor es la de asumir que no cabe retención, que no nos tendremos jamás. Todo sucede cuando un ser querido emprende su propio vuelo, aunque nunca es comparable su pérdida definitiva, ni siquiera en sueños puede a veces soportarse.
            La vida se nos presenta con toda crudeza. No hay nada que hacer, salvo aprender a vivir con esa carencia que la vida nos presenta y nos marca. Todo el afecto y la compañía podrán favorecernos en el cotidiano vivir.
            Convivir con esa pérdida es fundamental, por eso debemos tratar de hacerlo sin perder la dignidad de un ser vivo.
            También a eso le llamamos “ley de vida”, la cual se impone con naturalidad, expresando más resignación que consuelo. Se van nuestros mayores, nuestros padres, y siempre fallece algo a destiempo, dejándonos, con total independencia sin preocuparse de la edad que tengamos: ¡es una orfandad sin apelativo! Sin ya para siempre quienes no están. No hay línea telefónica, ni visita, ni celebración, ni conversación. Sencillamente no están. Sólo quien ama puede soportar la muerte. En definitiva, querer a alguien es saber que puedes perderle, que se habrá de perder.
            La muerte, nunca reemplaza, sólo exige comprender que hemos de vivir sin los que nos faltan, los que con su ausencia, nos dan otra dimensión a nuestra vida.
            Pero no sólo nos falta quienes no están ya, sino también quienes no están todavía Podemos echar de menos a quienes no conocemos ni probablemente no conoceremos en tanto que restan por venir. Aunque quizás estemos a tiempo. Tal vez lleguen encontrándonos vivos.

Meditación: La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida.

viernes, 15 de junio de 2012

Decir... "te quiero".

          El amor necesita su tiempo. Los sentimientos más profundos no surgen a la primera de cambio. Más bien llegan cuando dos personas se conocen bien y han pasado ya una temporada juntos. Entonces es cuando podemos evaluar los sentimientos reales que tenemos por esa persona.
            Es el mejor regalo que alguien nos puede hacer. Cuesta muy poco pronunciarlo, pero, por alguna razón escondida en un pudor mal entendido, no hay muchas personas dispuestas a decirlo, al menos de forma espontánea y sincera.
            Amar cada día implica compartir el presente sin ataduras y ser feliz por el simple hecho de estar juntos, por la espontánea decisión de amar libremente y con humildad. Una persona debe disfrutar del privilegio de ser uno mismo y de amar por sí mismo. Quizás la clave de cómo amar sea aceptar a la otra persona tal como es y poder actuar en consecuencia.
            Cuando alguien le dice a otra persona “te quiero” está justificando su presencia en el mundo, otorgándole un rol que encierra lo mejor a lo que se puede aspirar como ser humano. Queremos que nos quieran. Podemos darle mil vueltas a la cuestión, pero siempre sucumbiremos ante el cariño expresado por alguien cercano en cuyo territorio de los afectos hemos conseguido penetrar.
            Sinceramente, para decir estas palabras de amor y cariño a la persona que tanto amas necesitas valor y decisión. Hay personas que son más tímidas o tienen más temor de decir lo que sienten por miedo al rechazo.
            Si nos preguntaran por los “te quiero” más importante en nuestra vida, seguramente nos referiríamos a los escuchados de boca de nuestros padres, cuando éramos pequeños; a los que oímos de nuestra pareja, cuando nos enamoramos de ella; y a los pronunciados, con media lengua, por nuestros hijos, que nos emocionaron hasta el borde de las lágrimas.
            Sin amor resulta imposible vivir y el cariño es el combustible que nos alimenta a diario. Sin él estamos perdidos, así que para encontrarnos tenemos que volver a decírselo y volver a escucharlo por muchos años que hayan pasado. Es lo mejor que podemos dar y lo más sublime que podemos recibir.
            Somos lo que recibimos, y si nunca sembramos expresiones de cariño, difícilmente podremos conocer la felicidad escuchándolas de aquellas personas que más nos importan.
           
Meditación: Nunca olvides a alguien a quien has querido.

martes, 12 de junio de 2012

Escúchate a tí mismo.

             Escucha tus propios sentimientos; no hace falta que mires a tu alrededor. Pues si miras a los demás, no ves exactamente que les ocurre porque su rostro no es su realidad, como tampoco lo es tu rostro.
            Ahí radica la hipocresía de la sociedad: en no mostrar lo interno, el centro, el verdadero rostro, mostrarlo solo a quien es realmente íntimo y puede comprenderlo. Pero, ¿a quién puede considerarse íntimo? Ni siquiera los amantes muestran sus verdaderos rostros. Porque nadie sabe nada, en este momento alguien es tu amante y al momento siguiente no lo es. Por eso, cada cual es como una isla, algo cerrada.
            No mires a los demás; mírate a ti mismo. Y dejas que salga lo que hay en tu interior, aunque corras riesgos. No existe mayor riesgo que la represión. Si te reprimes, perderás todo entusiasmo, todo apetito por la vida.
            Escucha tu corazón, y haya lo que haya en él, sácalo al exterior. Al cabo de poco tiempo lo conseguirás y lo disfrutarás. Y una vez que aprendas a ser veraz, es tan hermoso que nunca estarás dispuesto a ser falso.
            Se sincero contigo mismo: no existe otra responsabilidad. Hemos de ser responsables con nuestro ser. Tienes que responder ante tu ser, y Dios no va a preguntarte por qué no has sido otra persona.
            Solo en esto radica el problema, en cómo ser uno mismo. Y si puedes resolverlo, lo demás no será problemático. La vida es un hermoso misterio para ser vivido, no un problema para resolver. Sencillamente, vivir y disfrutar de ella.

Meditación: Cada minuto es una oportunidad para cambiar tu destino.

Stranger in the nigth - Ernesto Cortazar.


Meditación: En la vida no se cometen errores, solo se toman decisiones equivocadas.
Mi agradecimiento a newoceanflower2008, autor de este vídeo.

domingo, 3 de junio de 2012

Escuchar su voz.

            Puede parecer poco, pero a veces necesitamos sencillamente oír la voz de alguien en concreto. Como sea, al menos. No es tanto la compañía de los argumentos cuanto el cálido articular, entonar, deletrear, sonar, de su singular expresividad. Su voz nos alegre, quizás nos provoca sentimientos. Es como si al oírla viniera algo de su presencia. Tantas veces nos alcanza de lejos y todo cobra otro sentido. Aún resuena en nuestros oídos, la de quien, aunque por lo que fuere, ya no la oyes.
            La voz nos ofrece toda una fisonomía. Ciertamente se forma en un modo de hablar y de decir las cosas. Todo vibra con la voz, y nos vemos atravesados por un sentir que busca componerse y trata de huir, hasta alcanzar nuestra propia figura.
             A veces parece tan firme como dulce, no es implacable pero resulta agradable y se despliega con ese aire tan propio, que hace como si le estuviera viendo.
            No siempre el decir del otro resulta convincente sólo por sus necesarias y buenas razones, como si éstas se impusieran por sí mismas indiscutiblemente, pero debo reconocer que siempre me gustó oír su voz.
            Y en nuestro aislamiento atraviesa los espacios, distancias y vidas para alcanzarnos. Por eso, una vez que una voz es ya parte constitutiva, se origina en nuestra mente su físico, y posee ya un aroma que no sólo es reconocible sino que constituye en parte su forma de ser. Es en realidad la conformada por ese tono familiar que a veces oímos en nuestros silencios.
            Si no hay mucho que decir, nos gustaría oír su voz. Léeme, siquiera un texto ya dicho. Llama, aunque sea por error para preguntar algo equivocadamente. Pero cuantas veces te gustaría oír de nuevo su voz, aunque sea obligado decir que no necesita remitir ningún contenido.
            La voz es ya en sí misma un sentido singular. Déjate dormir escuchándola. Y si es preciso, soñar al arrullo de su despedida.

Meditación: Nada revela tanto el carácter de una persona como su voz.

viernes, 1 de junio de 2012

Si existimos: ¿por qué no vivimos?

            Indudablemente existir es un hecho, pero vivir es un arte. Nuestra sabiduría empieza por aceptarnos tal como somos, a pesar de las transformaciones que podamos llegar a ser. Ninguno hemos elegidos los hechos que nos ha repartido la vida. Nuestro lugar de nacimiento, la familia, la época, nuestro cuerpo, nuestras capacidades y cualidades. Todo debemos administrarlo con la debida cordura y sensatez, para nuestro vivir diario.
            Podemos rechazar estas “cartas” y queremos que las cosas sean de otra manera. Pero es inútil, tenemos que aceptarnos tal como somos. Y no obstante la serenidad, la paz interior y la alegría no pueden correspondernos sin que las consintamos y sin que aceptemos la verdad de la vida tal y como nos llega, con todo lo que tiene de inevitable.
            Eso sí, a la vida por ello, podemos intentar evolucionar y modificar obstáculos, y esquivar los inevitables. Pero esos cambios no intervienen más que en lo modificable, y solo nos serán útiles si los usamos sin el rechazo violento de esas “cartas” que nos tocan al principio de la vida.
            Así pues, independientemente de la posición social, la apariencia física, las cualidades o defectos que la naturaleza nos haya concedido, todo individuo puede y debe convertirse en su ser auténtico gracias al trabajo en sí mismo, junto a una labor para la que tiene libertad de elección. Por eso decía Séneca: “No te dejes, e interpreta tu obra y el papel de hombre bueno”.  
            A veces deberíamos analizar, que tenemos el ejemplo en la familia. No elegimos a nuestros padres, no podemos cambiarlos, solo podemos aceptarlos. De niño todo lo hacíamos de forma instintiva porque dependíamos de ellos. De adulto, debemos hacerlo de forma reflexiva, como una relación libre: dejar de depender o de contra depender de ellos. Eso solo es posible si se adopta una cierta serenidad. Así sellaremos la paz con la realidad sin quedarnos enganchados al odio y a la ira.
            Debo reconocer que me escandaliza el mal y me niego a buscarle un sentido. No obstante esta consciencia de carácter trágico e inaceptable de ciertos sucesos, no nos aportan nada al amor ni a la vida. Aunque algunos sucesos resulten incomprensibles e indignantes, siempre aceptaré el existir y digo, a pesar de todo “si” a la vida, con su parte de misterio, de sombras y de luces.

Meditación: No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos.