jueves, 15 de agosto de 2013

¿Tenemos envidia?

           La envidia es un sentimiento (o pasión si es muy intensa) de carácter que surge al considerar lo que se posee o ha conseguido otra persona. Esta palabra procede de invidere, que significa “ver con malos ojos”. El envidioso mira con malos ojos las cualidades, éxitos o posesiones de los demás; que constituyen para él una fuente de sentimientos no placenteros y de profunda insatisfacción.
            La envidia es algo íntimo que no se suele confesar. Resulta que es un tanto vergonzoso admitir que el bien ajeno puede inspirar un profundo malestar interior, cargando, a veces, de hostilidad hacia esa persona. En otras ocasiones se intenta justificar ese sentimiento mediante una larga serie de juicios de valor que a pesar de que tienen cierto fundamento, están tan matizados por el estado afectivo del envidioso.
            Es difícil encontrar una persona que nunca haya sentido envidia a lo largo de su vida, ya que aunque casi nadie reconoce ser envidioso, no hay más que observar que cuando alguien recoge muchos éxitos en poco tiempo, las críticas más duras le acosan continuamente. 
            La soberbia y el egoísmo son dos rasgos de personalidad vinculados íntimamente con la envidia. Por la soberbia una persona no está dispuesta a aceptar a otros, a los que considera iguales o inferiores. Tanto más, cuanto que en la envidia son muy frecuentes las comparaciones con otras personas como fuente de autovaloración.
            Ya decíamos al principio que la envidia es un sentimiento muy popular, y aunque muchas personas tienen un buen estilo de vida y buenos resultados en el trabajo, se consumen al mirar a los otros y querer lo que ellos tienen, pensando que los demás son más ricos y más afortunados que ellos.          Personalmente creo que es un comportamiento estúpido y autodestructivo. Sin embargo, a la sociedad no parece importarle, como si fuera normal envidiar en lugar de ocuparse de uno mismo.
            Si lo pensamos profundamente, vemos que diariamente convivimos con ella, y en algunas circunstancias nos atrapa y en otras luchamos en contra de forma contundente. Cuantas veces quedamos desvalidos frente a las situaciones que nos genera     El egoísmo supone un exagerado afán de poseer todo para sí, dentro de una actitud en la que predomina el estar volcado sobre uno mismo y donde los sentimientos y las preocupaciones de los demás permanecen un tanto al margen, como si no existiesen o no tuviesen importancia.
            No siempre se puede deber esto a una envidia más o menos encubierta, sino que a veces hay razones objetivas para hacer apreciaciones, sobre todo si no se trata de personas próximas a nosotros y su éxito o cargo está encuadrado en un ámbito de actuación distinto al nuestro.
            Por último no hay que confundir la envidia con el disgusto que puede surgir tras conocer el éxito o un golpe de fortuna de una persona hacia la que se mantienen sentimientos de odio o deseos de venganza. Si se desean para ellas el mal o sus fortunas nos producen envidia, no cabe duda que nuestras vidas serán más tristes.

Meditación: Si aspiras a tenerlo todo en la vida, nada será suficiente para ti.

2 comentarios:

  1. Gracias María por tu comentario.- Siempre es una grata satisfacción recibir alguna cita tuya. Saludos muy afectuoso.

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  2. Envidia? pues la verdad es que no tengo conciencia de envidiar a nada ni a nadie...
    No voy a mentir, veo algunos atributos físicos que tiene la gente y yo no tengo y pienso:
    uy que envidia ya podía yo medir 1,70cm!! o veo a gente que ha estudiado conmigo y no eran precisamente unos lumbreras con unos pedazos de coches y pienso : qué me he perdido??
    Pero hasta el punto de desearles algo malo, o pasarlo yo mal, no, creo que no..
    Y tampoco creo que nadie nunca me haya envidiado, no soy susceptible de generar ese sentimiento en nadie...

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