domingo, 11 de agosto de 2013

Alguien entrañable.

            Cuando hablamos de algo entrañable, podemos aplicarlo a personas, objetos o simplemente elementos simbólicos, por tanto, cuando alguna de estas categorías se habla de “entrañable”, será porque constituyen y representan al muy, querido, o porque disparan recuerdos emotivos, lo que popularmente denominamos como nostálgicos.
            La delicadeza y la sensibilidad de determinados seres entrañables a veces nos admiran y nos deslumbran Y estando a su lado tiritamos al vernos envueltos o reducidos por una desbordante entereza, la de quien es capaz de volcarse en  nosotros, hasta más allá de lo pensable.
            Amigos que se nos van y no vuelven. Seres, que nos rasgan el alma. Y hoy nos hacen falta “por sus concejos” y “porque nunca se olvidan de nosotros”, a pesar de que a veces no le correspondemos como se merecen. Es como si fuera un pedazo del paisaje de nuestra alma, que constantemente nos recuerda la “puerta” del recuerdo.
            Si la vida nos regala la cercanía de alguien entrañable, comprobaremos hasta qué punto nos sentimos próximos a él o a ella. El encuentro con quien es entrañable nos hace ser diferentes. Y privilegiados. A su lado nos sentimos al alcance de una intimidad que no se reduce a un estado interior, ni a lo confidencial e incomunicable, sino a algo que siempre necesitamos recordarlo.
            Aunque resultar se entrañable no es simplemente comportarse de modo afectuoso y delicado. Siempre existen formas de serlo, y algunos muy austeros. Tal vez hoy ese ser entrañable no haya aparecido aun y esté en algún y último desesperado combate frente a la muerte. La ayuda que le podemos brindar es solo decirle lo que él representa para nosotros.
            Entrañables son amigos de cosas compartidas. Partidas que no se demoran, vidas que van pasando. Lo traumático es la sorpresa. La falta de su comunicación. La ausencia y lo irremplazable. Pero no basta con subrayar esa actitud. En realidad es un comportamiento y una sensibilidad que no se refugia en la empalagosa adulación, ni en la indiferencia. No es una insistencia en advertir, en recriminar, en calificar, ni siquiera en descalificar. Quien es entrañable deja ser, lo que no supone que no prefiera o desee.
            El que consideramos como entrañable, nos da permanentemente lecciones, consejos, indicaciones, sino también “signos” para escuchar, para acariciar, para aceptar o asumir la singularidad del otro.
            Los dos acordamos desde hace mucho tiempo, que nos encontraremos en el otro mundo, en otro espacio, en otro tiempo, y es allí será donde nos daremos una oportunidad a una historia diferente, pero por lo pronto, hoy por hoy mi amistad, está vigente, a pesar de todo.
            Sencillamente para apreciarle sin que para ello haya de carecer de defectos. Ser entrañable es la máxima de las bellezas y de la inteligencia del ser humano.

Meditación: Muy difícil es encontrar un buen amigo, pero  más difícil todavía es dejarlo e imposible olvidarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario