jueves, 1 de agosto de 2013

La amabilidad II.

          La amabilidad puede definirse como un comportamiento o acto que resulta caritativo, solidario o afectuoso con otras personas. Por eso engloba diversas actitudes, como la simpatía, la generosidad, la compasión y el altruismo. Decía en el primer capítulo de la amabilidad, que ésta era siempre un claro concepto de madurez y grandeza de espíritu y de un cálido acercamiento a los demás seres de la creación por lo que se sienten hermanados todas las personas amables.
            Por eso debemos recuperar esa amabilidad y relaciones cordiales, que todos necesitamos. Recuperarla es una cuestión de ética y satisfacción personal. La vida de muchas personas está siendo hoy precarizada, y al mismo tiempo se produce un fenómeno de insolidaridad, un aumento de egoísmo que, paradójicamente, no se dirige a las necesidades de supervivencias sino un aumento del deseo de objetos que simboliza sensaciones de poder, como buscando en ellos una satisfacción que hace una unión con los verdaderos lazos sociales.
            Si falta la amabilidad y la cortesía en el trato social, nos queda el refugio en la intimidad, pero desprovisto de alegría y susceptible de buscar compensación en contactos instantáneos, como los que permiten las redes de Internet. Si todo esto pudiésemos remediarlo, seríamos más amables en el trato social.
            Tenemos que recuperar por todos los medios, un mundo más cálido. Sería una buena manera de combatir la indiferencia que se ha colocado como valor predominante en las relaciones sociales, donde la compostura y el autocontrol, dan un toque elegante de distinción.
            La suspensión de la actitud amable tiene como efecto una sensación de soledad aumentada y un despliegue espontáneo de nuestro buen talante que se reserva a un círculo cada vez más reducido de personas.
            Esa falta de amabilidad nos genera una percepción de los demás como personas hostiles, lo que nos mueve a defendernos, bien con una evitación fría, bien mediante una actitud agresiva. De este modo, se potenciaría asimismo las actitudes de amabilidad.
            La era de Internet permite la dispersión y el anonimato. Esto también puede limitar, suplir los encuentros reales con los demás y debilitarnos para afrontar la soledad. Además la promesa de un contacto ilusorio es el espejismo de una compañía que pocas veces lo es. El uso que se hace de las redes sociales quienes buscan cariño, sexo, amistad, sería menor si nuestro mundo social ofreciera más dosis de amabilidad.
            Vivimos en una sociedad que parece gozar a veces a través del conflicto y la crispación. Eso es lo que nos presenta los medios de comunicación, que se nutren tan a menudo de agresiones violentas, insultos y crueles situaciones.
            Ni la verdad está reñida con la amabilidad, ni el entendimiento con la razón. La verdad tiene siempre buenos modales, así que, a través de ser amable, podemos encontrar siempre las mejores razones para nuestro entendimiento personal.

Meditación: Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que tú silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario