A este título, puedes que me responda:
"mala", o “vamos tirando”. Entonces: ¿cómo te gustaría que fuera? Aquí también me
responderías. Pues no sé qué responderte. ¿Afortunada, feliz, etc? ¿Piensas que
esa felicidad que tanto añoras existe? Aunque te cueste entenderlo esa
felicidad está dentro de ti mismo. ¡Búscala! Seguro que la encontrarás. Sí, comprendo que no
es nada fácil. Pero es el único sitio donde se encuentra. En este estado de
vida en el cual nos encontramos, solo nos preocupamos por el mundo y el lugar que
ocupamos en él para conseguir la felicidad.
Al
transcurrir los días, nos hacemos tantas series de preguntas, tantas formas
para intentar conseguir esa felicidad
tan deseada. Pensamos en títulos, familia, trabajo, amigos, suerte, etc., pero
dentro de nosotros existe una voz apagada que nos continúa preguntando: ¿Eso es
todo? ¿Eso es todo lo que necesito? ¡No
puede ser! ¡Tiene que haber algo más!
Algo falta… pero ¿qué es? Puesto que
muchos lo tienen y no lo son.
Es
cuando podríamos plantearnos el disfrute como sinónimo de una total entrega plena de confianza a la vida, la cual nos
supondría paladear el goce al que nos hemos entregado. Pero no olvidemos nunca
que la felicidad siempre va acompañada de un sentimiento inseparable, ¡el
dolor! ¿Cómo es posible? Solo hay que observar la vida a nuestro alrededor.
Sencillamente eso es así porque la vida nos lo impone. Jamás existirá la
felicidad sin dolor. Obligatoriamente
todos estamos dispuestos a recorrer la vida,
sea de la forma que a cada uno se nos presente, pero siempre nos
aparecerán “puertas” que debemos saber franquear para poder avanzar.
En
la vida son tantos los deseos y tan pocas las realidades, tan grande las
injusticias y a veces tan mínimas las justicias, que nos martillea en nuestro
interior esa afirmación de, entonces: ¿qué sentido tiene nuestra vida?
Comprendo que es difícil de entender e incluso de vivir, aunque eso no quiere
decir que tengamos que optar por el mal entendimiento de la desesperación.
Hemos de comprender que errando se aprende, y a veces es necesario equivocarse
para saber acertar en determinados momentos.
En
medio de estos extremos encontraremos posturas más o menos cercanas. Por
ejemplo podríamos pensar que la vida nos trae tantos problemas que a veces nos
deja abiertos tantos interrogantes, que se nos hace difícil comprender su verdadero sentido. Y refiriéndome al dolor del que antes hablaba,
deberíamos comprender que es casi obligación estar de acuerdo con él, siendo
necesario sentirlo y vivirlo. Comprendo que el dolor tiene mal augurio, pero
¿cuántas veces es curativo? Impidiendo que nos instalemos en el continuo
sufrimiento.
Ahora
debido a los adelantos tecnológicos, todo queda “grabado” en alguna plataforma
digital, respaldado siempre tal como éramos y plasmado siempre a través de
redes sociales, canales, vídeos, etc. Toda nuestra vida en cualquier momento
está digitalizada, aunque parece una buena idea, ya que de esta forma no nos
perderemos nada si nuestra mente hace que se nos olvide. Pero debemos hacernos
cargo que es muy prudente a veces olvidar, puesto que es bueno dejar ir a las
personas, cuando éstas por ley divina les llega su momento, y así seríamos más
congruentes y seguros de cómo eran. De esta manera elegimos lo que nos conviene
y nos alcanza a recordarlas desde lo más profundo de nuestro ser.
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