Es cierto que a todos nos gusta adquirir objetos de todos los países y lugares que visitamos. Seguro que, en más de una ocasión, esos recuerdos de países remotos han acabado guardados en el desván por no saber dónde colocarlos o no atrevernos a tirarlos. Sin embargo esos recuerdos procedentes de lejanos rincones pueden transformar el paisaje de nuestro hogar, llenándolo de color, exotismo y personalidad.
Antes de comprar esos recuerdos en nuestro destino de vacaciones, debemos tener en cuenta, el espacio y el estilo de nuestro hogar. Aunque a veces se pueden mezclar estilos, y romper con la rigidez de nuestro entorno, debemos hacerlo con armonía y sin ser muy radicales. A la hora de colocar cada objeto debemos tener en cuenta, además del tamaño, la importancia o carácter del objeto.
La originalidad de los recuerdo es un factor a tener en cuanta y normalmente, juega un papel positivo en nuestra decoración. Lo mejor según mi opinión es adquirir objetos que complementen nuestra casa sin que ésta se convierta en el centro de todas las miradas.
Los objetos que adquirimos en nuestros viajes pueden representar también un aspecto cultural de los sitios que visitamos, de manera que el recuerdo se prolongue más allá del viaje. Pero, ¿por qué nos gusta tanto adquirir recuerdos de nuestro viaje en vacaciones? Llevarnos a casa un objeto que hayamos adquirido en un viaje, de alguna forma, implica transportar a nuestro hogar un trocito de nuestras vacaciones. Además, nos gusta el hecho de tener en casa un poquito de ese lugar al que, probablemente, no regresaremos más.
También nos hace mucha ilusión revisarlos y comentarlos, porque así nos recuerda las vivencias de nuestro viaje y consideramos que hacerlo es una manera de reflexionar acerca de lo mucho que puede cambiar nuestra vida.
Meditación: El mejor souvenir no lo encontrarás a la venta, lo tendrás en los amigos verdaderos.
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