Cuando la música se convierte en el medio para producir cambios en la persona, adquiere un valor terapéutico que va desde calmar el estrés a superar graves trastornos.
Uno de los usos más difundidos de esta terapia creativa es la regulación del estado de ánimo; para alegrarnos en situaciones de depresión o para calmarnos en estados de alteración, estrés, pánico o temor. ¿Quién no se ha puesto una canción determinada para superar o soportar una situación?
Actualmente se desarrolla como disciplina universitaria. Sin embargo, “la música por sí sola no cura a nadie” Es el proceso que se realiza, acompañando al usuario durante su enfermedad. Un proceso que debe realizar un musicoterapeuta formado como tal, junto al equipo de salud.
El musicoterapeuta evalúa el bienestar emocional, la salud física, la interacción social, las habilidades comunicacionales y la capacidad cognitiva del paciente para poder elaborar un diagnóstico y su correspondiente tratamiento.
Éste debe ser “planificado y desarrollado individualmente para cada persona. No existen recetas musicales generales.
Para ello el terapeuta utiliza la improvisación musical, adaptándose a la imaginación receptiva del paciente. En las sesiones de musicoterapia se emplean instrumentos musicales, siempre adaptando música “no agresiva”
El terapeuta no sólo utiliza la música para escucharla, sino que utiliza, ritmo, letra e incluso silencios, siendo todo ello muy importante y siempre ayudado de varias técnicas y recursos según la necesidad de cada grupo o persona..
El objetivo de la musicoterapia no es el de desarrollar habilidades musicales, sino de desarrollar el potencial de cada uno. Los beneficios que surgen derivan pues de un proceso, el de hacer y responder a la música, habilidad innata e independiente de capacidades técnicas, formación previa o problemas físicos y mentales.
Meditación: La música es amor en busca de palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario