martes, 16 de diciembre de 2014

La vida es un sufrimiento.

           Dije en cierta ocasión: ¿Quién de nosotros a lo largo de nuestra vida, no ha acumulado varios episodios de sufrimientos? Por ejemplo, un caso típico de gran sufrimiento es el no poder hacer nada por aliviar el dolor de alguna persona querida.
           Sí, es cierto que en determinados momentos nos proponemos grandes ideales, pero si lo pensamos bien, siempre son costosos y todo a grande dosis de sufrimiento. Hay que tener, motivos verdaderamente razonables y que merezcan la pena para emprender lo que realmente deseamos. Y naturalmente,  una vida que no sea armoniosa está condenada a una carga que hay que llevar como se pueda.
            Vivimos sumidos en el sufrimiento. Pero: ¿por qué hay sufrimiento? ¿No podría ser la vida sin dolor, sin enfermedades, sin violencias, sin desgracias, sin temores, etc.
            Entonces, ¿por qué hay dolor en nuestra vida? Existen factores que contribuyen enormemente a agudizar nuestro sufrimiento. Uno de ellos es la sorpresa. Por ejemplo: un ser querido que jamás tuvo dolencia, muere joven de un ataque al corazón, que nos echen del trabajo, un amigo que nos abandona, etc. En estos casos el sufrimiento se agudiza con la consternación; ¿qué es ese sentimiento, que se suma a la sorpresa del dolor? No hay forma de adaptarse al sufrimiento. Pero, ¿existe la posibilidad de librarse por completo de él? Si lo pensamos bien; es posible, pero el camino, es bastante difícil y un verdadero desafío.
          Así es como la gente se enamora, mata, se suicida y hacen verdaderos actos inverosímiles. En primer paso es dirigirse a la conciencia prestándole mucha atención a nuestro cuerpo. Poco a poco, esa persona se va poniendo en estado de alerta ante cada gesto y cada movimiento. Y a medida que se va haciendo consciente, empieza a ocurrir ese milagro que consiste en dejar de hacer y pensar muchas cosas que antes no harías.
         Aunque gran cantidad de cosas no dependen de nosotros, hay algo que sí está en nuestro poder. Y es el modo de reaccionar frente a lo que sucede, incluso cuando debemos optar entre varias alternativas que no hemos elegido.
         El bienestar incluye necesariamente el dolor y la existencia del sufrimiento. Entonces, ¿cómo aceptar el dolor? Del mismo modo que se habla, se camina, se construye una casa o se maneja un ordenador: aprendiendo. La virtud nos es un don de la naturaleza: se enseña, se entrena y se aprende.
          La vida nos revela incluso a los más afortunados, la experiencia del sufrimiento. Qué duda cabe que hay quienes están más protegidos contra el riesgo de padecer sufrimientos. Sin embargo, nadie está a salvo del dolor. El sufrimiento es un fenómeno complejo. El dolor físico, el malestar, la sensación de desagrado, no son desde el principio idénticos al sufrimiento. Existe un grado moderado de dolor físico que de ningún modo podemos denominar sufrimiento, puesto que tiene, un sentido total en nuestra vida y es claramente conocido, como nuestra función bilógica personal.
           
Meditación: No se cura un sufrimiento sino a condición de soportarlo plenamente.
 

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