domingo, 7 de diciembre de 2014

El racismo.

            En el mundo que habitamos existen diversos grupos sociales diferenciados entre sí por su ubicación geográfica, raza, progreso tecnológico y desarrollo económico. Algunos grupos son parecidos mientras que otros son muy distintos, ya no sólo por su esfera cultural y humana, sino incluso por sus caracteres físicos y leguajes.
            El hombre como ser social tiende a agruparse, y siempre suele hacerlo con aquellos otros individuos más afines a él. En general los grupos tratan de dejar clara sus identidades con respecto a los otros, estableciendo modas, uniformes, banderas colores y demás distintivos que se atribuyen estos individuos y sus pertenencias a un grupo determinado y no a otros.
           Las grandes emigraciones, así como la expansión sociocultural y avance tecnológico de algunas sociedades con respecto a otras, han hecho borrar y reconstruir sus diferentes linderos geográficos a lo largo de la historia. De este modo quedaron subgrupos incluidos dentro de grupos mayoritarios. Subgrupo que adoptan toda la ideología y costumbres del grupo superior, pero que mantienen imborrables sus distintivos raciales como signo indicativo de su origen.
            Es entonces cuando el racismo actúa como secuela instintiva, que se puede definir como aquella doctrina ideológica que exalta los derechos y méritos de una determinada raza con menosprecio de los correspondientes a otras.
           Cuando la mecha del racismo está prendida es difícil de apagarla en una sociedad, pudiendo llegar a provocar temibles tumultos, revoluciones y persecuciones. La minoría, injustamente acusada, reaccionará defensivamente, incluso con violencia si es agredido. Esto es lo que refuerza el primer razonamiento: “No sólo son delincuentes, sino a demás violentos y peligrosos, luego deben ser expulsados o exterminados.”
           Parece absurdo y ridículo, pero desgraciadamente este razonamiento refleja una manera real de pensar dentro de nuestra sociedad. Si ese “delincuente” sorprendido, en lugar de pertenecer a la minoría (subgrupo del que antes os hablaba), hubiera sido un delincuente de la mayoría, el hecho hubiera sido catalogado como un delito de carácter menor, siendo entonces definido como un delito más de los que habitualmente ocurren en toda sociedad y sin ninguna consecuencia discriminatoria.
           El concepto de racismo llega a un círculo vicioso de eliminación: un individuo no es igual que los demás, y por ello, desgraciadamente se le margina. Con la marginación no obtienen los mismos derechos que los demás y por este motivo se le rechaza. Esas son las consecuencias diarias, y el padecimiento continuo cargado de situaciones llenas de violencia

 Meditación: Nuestras pieles serán diferentes, pero nuestros corazones son iguales.
 

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