Es bastante común que las personas confundamos a la depresión con la tristeza. Mientras la tristeza es un sentimiento normal, una emoción del ser humano, la depresión debe ser considerada como un síntoma o una enfermedad. Esta confusión es comprensible por las semejanzas de ambos estados. Pero veamos sus diferencias:
La tristeza no es un dolor físico, sino psíquico. Cuando estamos tristes podríamos decir que “nos duele el alma”. La muerte de un ser querido, una separación o el despido de un trabajo, la pérdida de un amigo; son circunstancias que a cualquier persona le causan tristeza. Ante una situación desafortunada cada individuo puede reaccionar diferente: convirtiendo la tristeza en otros sentimientos (rabia o ansiedad, por ejemplo) o simplemente tomando al estado de tristeza o angustia como “filosofía de vida”, una visión pesimista de la vida que convierte a cualquier nueva situación de dolor en algo mucho más tolerable para él.
Sin embargo, la depresión generalmente es desencadenada por una situación de tristeza o angustia, pero este estado de baja autoestima y desesperanza es mucho más prolongada. La persona deprimida ha bajado su rendimiento general, se encuentra agotada, le cuesta concentrarse, no reacciona a los estímulos que antes eran placenteros y se vuelven incapaces de tomar cualquier tipo de decisión.
Está claro, que la depresión va mucho más allá de una situación común que nos ponga triste. La tristeza que nos provocan situaciones inesperadas y desafortunadas es un sentimiento normal cuyo proceso puede concluirse con un reajuste de ideas. Los casos de depresión, en cambio, deben ser tratados por un profesional
Meditación: La mayor tristeza viene del mayor recuerdo
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