¿Hemos sentido miedo alguna vez? Es posible que digamos: “Yo nunca he tenido miedo” ¡Seamos sinceros! De pequeño posiblemente sí, pero ¿y de mayor? La vida tiene muchos momentos difíciles y a veces se nos presenta el miedo de diferentes formas.
Ajustándome como acostumbro, a un determinado espacio, intentaré de explicarme. El miedo es una perturbación del estado de ánimo, en el que se pierde la confianza de los propios recursos para afrontar situaciones concretas, que son percibidas como peligrosas para nuestro estado de ánimo. Este peligro puede ser real o imaginario, pero siempre ocasiona una disminución del sentido de seguridad.
Prácticamente todos hemos sentido miedo alguna vez, a lo largo de todas las épocas. Cuando la amenaza es real es lógico sentir temor, se trata del miedo normal, pero cuando la reacción es excesiva o no guarda relación con la causa que lo desencadena, es cuando se convierte en anómalo.
El miedo puede ser, y es, aprendido. Los niños son los más susceptibles a él, aprenden a tener miedo, muchas veces a causa de los adultos. Muchas veces utilizamos el comportamiento infantil provocándoles temor. El miedo no se detecta solo en el aspecto psicológico, tiene también un importante cortejo de síntomas neurológicos, como sudoración, taquicardia, temblor, necesidad de orinar, crisis diarreicas, “pelos de punta” que acompañan a la ansiedad y a la angustia y que puede ser más desagradables que la propia emoción.
Finalmente el miedo se aprende con la experiencia, si uno ha sufrido una situación traumatizante, siempre estará temeroso de que vuelva a producirse. Otros en cambio huyen en cuanto aparece y su conducta resulta de lo más incongruente, no pudiendo controlar ese temor, de esta forma se pierde la confianza en sí mismo y en la de los demás.
Meditación: Si has sentido miedo es que tu conciencia quiere hablarte.
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