domingo, 14 de octubre de 2012

Tener buenas relaciones.

            La vida es tan compleja que nunca sabemos si lo que nos pasa va a ser para bien o para mal. No hay duda de que tener buenas relaciones con los demás es una fuente de felicidad. Las relaciones de pareja y de amistad nos permiten compartir nuestra intimidad, sentirnos escuchados, sabernos queridos.
             Sin embargo, muchas veces descuidamos dichos vínculos, dándolos por sentado y poniendo por delante mil banalidades.
            Estos son los vínculos fuertes que podemos establecer con los demás, los que nos pueden comportar felicidad porque son relaciones en las que nos sentimos verdaderamente escuchados y en la que escucharnos, son relaciones de corazón a corazón, de alma a alma, y a éstas les dedicamos poco tiempo porque tenemos un montón de cosas más urgentes y que creemos más importantes.
            Otras veces nos cerramos a crear dichos vínculos porque nos hacen sentirnos vulnerables y tememos que puedan lastimarnos. “Por miedo a sufrir: pensamos” Si yo me doy tanto es posible que esa persona me haga daño, ¿cómo se yo que no me va hacer daño? Pero debemos pensar que si no damos, no recibimos. Estamos siempre midiendo a ver cuánto doy; pero que no sea demasiado, para que no sufra.
          Cuantas veces olvidamos que si nos queremos evadir del sufrimiento y nos ponemos una coraza, también nos alejamos de la satisfacción profunda de esa relación.
            A veces nos construimos un “muro” que nos impide disfrutar y vivir con profundidad. Las relaciones con las personas de todas las edades nos ayudan a crecer emocionalmente, pues con ellos compartimos amor, amistad, experiencias, risas, llantos, enojos, felicidad, intimidad y todas las emociones que puedas necesitar.
            Así es necesario hacer amistades, pero más importante es aún mantenerlas. Podemos decir que si desarrollamos esta habilidad, nunca sentiremos soledad y siempre habrá alguien se preocupe por ti.
            Pues a pesar de todo lo expuesto, existen personas que desestiman todo lo anterior dicho y desaprovechan de esa amistad. Sólo cabe preguntarse: ¿por qué? Aunque realmente es difícil de responder, lo más popular es la teoría que trata de explicar la valoración de la soledad a través de su entorno social. De hecho, estas personas discriminan la amistad ante el límite de su interés personal, predominando en ellos el otro “yo”
            Sin embargo perder una amistad también conlleva un proceso de duelo y de depresión, tal vez no afecte tanto como un amor de pareja, pero si lo suficiente para no poder reponerse tan fácilmente.

Meditación: Un amigo no es solo el que te ofrece lo mejor, sino el que evita que te pase lo peor.
        

No hay comentarios:

Publicar un comentario