Muchos me dirán:
“Chico, yo nunca me he considerado un necio” Verás mi estimado amigo; si trato
de explicarme bien, verás cómo es posible que mi intención lleve algo de razón.
Pensemos en la vida de cualquier persona, estimando que siempre nos han dicho,
que nuestra vida es muy corta y debemos aprovecharla. Son palabras
“archisabidas” Hasta ahora nada nuevo. Pero analizándola bien, existen muchas
facetas, muchas épocas, muchas circunstancias que sin saber por qué se nos
presentan y tenemos que resolverlas, o dicho de otra manera no vemos “metidos
en ellas”
Y es cuando nos
vemos obligados a “mojarnos”, es decir, a tomar
una actitud, sin remisión, a sabiendas de que te la juegas, hagas lo que
hagas. Si haces lo que tú conciencia te dice, vas a quedar mal ante alguien, y
si te callas, es tú subconsciente el que no te dejará vivir ni un solo día, y
tendrás que sobrellevar esa pesada carga, que continuamente te dirá que obrastes
mal, diciéndote a ti mismo “soy un indeseable” Si tratas de dar explicaciones, ten por seguro,
que ni te entenderán, ni te comprenderán, a pesar que el gran beneficiado sea
tú adversario. Al final, quedamos como un verdadero necio y más cuando se vive
en permanente soledad.
Sé que algo
necesitaba hacer ante aquella situación, aunque yo mismo me decía, pero: ¿Qué
hago? ¿Cómo actúo? ¿Quién me puede entender?
Muchas veces me digo: mi existencia yo no la escogí, me la impusieron,
por tanto mi conciencia me dictó una decisión, que debía resolver, así que debo
aceptarla y entregarme a la circunstancia que la vida me puso por delante, en
aquel momento, pensando al mismo tiempo que todo sufrimiento lo generamos
nosotros mismos con nuestros errores. Así que no podré vivir en paz si no
acepto lo que esa circunstancia me presentó. Reconozco que todo el mundo no es
igual, al mismo tiempo que somos distintos por fuera, cada uno es completamente
diferente en su interior y, lo que para algunos le parece una “nimiedad” para
otros en un verdadero trauma que se nos convierte en una frustración que puede
durar años, y hasta es posible que nunca lleguemos a superarla.
Todas estas meditaciones me recuerdan hace ya
muchos años, a la cantidad de horas que me llevé estudiando o leyendo (como
queráis llamarle), en la Biblioteca de un Noviciado. Allí comprendí muchas
cosas que “fuera” nunca podía haber llegado a
entender. Pero desgraciadamente, pasa el tiempo, y es como decía al
principio, la vida nos pone épocas, etapas, circunstancias, etc., que no son
tan ideales como aquellos textos nos exponían en aquellas ocasiones. Es más,
distan mucho de serlo, por una sencilla razón. “Nadie está en el justo derecho
de la verdad” por mucho que intentemos pregonarlo. Pero claro, nosotros miramos a los demás desde fuera, y desde
fuera vemos tan solo, lo que para ellos es la auténtica verdad.
A veces es
difícil que alguien nos entienda, y escuchamos decir; “a este lo conozco yo muy
bien, con su palabrería” Sí, pero yo te diría, es posible que le conozcas, pero
nunca le llegaste a comprender. Así, mientras estamos transitando por el camino
de esta triste vida, sólo buscamos la satisfacción, no la experiencia. Por
tanto, no permitamos que nos limiten. Pensemos que a veces no somos lo que otros
dicen que somos, sino lo que tú crees de ti mismo. El mundo es un lugar de paso
hacia el más allá, y conviene comportarse ética y justamente para alcanzar ese
destino último donde el ser humano se encontrarás con Dios. Lo importante es
convencernos que, aquello que hicimos, era lo mejor que en ese momento podíamos
hacer y no sentirnos culpables, e identificarnos siempre con la verdad, ya que
si no fuera de esa manera, es cuando podríamos sentirnos imperdonables.
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