domingo, 1 de mayo de 2016

Siempre hay perdón para un supuesto error.

             Muchos me dirán: “Chico, yo nunca me he considerado un necio” Verás mi estimado amigo; si trato de explicarme bien, verás cómo es posible que mi intención lleve algo de razón. Pensemos en la vida de cualquier persona, estimando que siempre nos han dicho, que nuestra vida es muy corta y debemos aprovecharla. Son palabras “archisabidas” Hasta ahora nada nuevo. Pero analizándola bien, existen muchas facetas, muchas épocas, muchas circunstancias que sin saber por qué se nos presentan y tenemos que resolverlas, o dicho de otra manera no vemos “metidos en ellas”
            Y es cuando nos vemos obligados a “mojarnos”, es decir, a tomar  una actitud, sin remisión, a sabiendas de que te la juegas, hagas lo que hagas. Si haces lo que tú conciencia te dice, vas a quedar mal ante alguien, y si te callas, es tú subconsciente el que no te dejará vivir ni un solo día, y tendrás que sobrellevar esa pesada carga, que continuamente te dirá que obrastes mal, diciéndote a ti mismo “soy un indeseable”  Si tratas de dar explicaciones, ten por seguro, que ni te entenderán, ni te comprenderán, a pesar que el gran beneficiado sea tú adversario. Al final, quedamos como un verdadero necio y más cuando se vive en permanente soledad.
             Sé que algo necesitaba hacer ante aquella situación, aunque yo mismo me decía, pero: ¿Qué hago? ¿Cómo actúo? ¿Quién me puede entender?  Muchas veces me digo: mi existencia yo no la escogí, me la impusieron, por tanto mi conciencia me dictó una decisión, que debía resolver, así que debo aceptarla y entregarme a la circunstancia que la vida me puso por delante, en aquel momento, pensando al mismo tiempo que todo sufrimiento lo generamos nosotros mismos con nuestros errores. Así que no podré vivir en paz si no acepto lo que esa circunstancia me presentó. Reconozco que todo el mundo no es igual, al mismo tiempo que somos distintos por fuera, cada uno es completamente diferente en su interior y, lo que para algunos le parece una “nimiedad” para otros en un verdadero trauma que se nos convierte en una frustración que puede durar años, y hasta es posible que nunca lleguemos a superarla.  
             Todas estas meditaciones me recuerdan hace ya muchos años, a la cantidad de horas que me llevé estudiando o leyendo (como queráis llamarle), en la Biblioteca de un Noviciado. Allí comprendí muchas cosas que “fuera” nunca podía haber llegado a  entender. Pero desgraciadamente, pasa el tiempo, y es como decía al principio, la vida nos pone épocas, etapas, circunstancias, etc., que no son tan ideales como aquellos textos nos exponían en aquellas ocasiones. Es más, distan mucho de serlo, por una sencilla razón. “Nadie está en el justo derecho de la verdad” por mucho que intentemos pregonarlo. Pero claro, nosotros  miramos a los demás desde fuera, y desde fuera vemos tan solo, lo que para ellos es la auténtica verdad.
             A veces es difícil que alguien nos entienda, y escuchamos decir; “a este lo conozco yo muy bien, con su palabrería” Sí, pero yo te diría, es posible que le conozcas, pero nunca le llegaste a comprender. Así, mientras estamos transitando por el camino de esta triste vida, sólo buscamos la satisfacción, no la experiencia. Por tanto, no permitamos que nos limiten. Pensemos que a veces no somos lo que otros dicen que somos, sino lo que tú crees de ti mismo. El mundo es un lugar de paso hacia el más allá, y conviene comportarse ética y justamente para alcanzar ese destino último donde el ser humano se encontrarás con Dios. Lo importante es convencernos que, aquello que hicimos, era lo mejor que en ese momento podíamos hacer y no sentirnos culpables, e identificarnos siempre con la verdad, ya que si no fuera de esa manera, es cuando podríamos sentirnos imperdonables. 
 
Meditación: El error siempre se puede perdonar, si tenemos el coraje de admitirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario