Cuando pongo un
rótulo a cualquiera de mis artículos, a veces no sé cómo empezar. Justo es
reconocer que la respuesta a éste, tiene “migas” Pero todo es comenzar y poco a
poco iremos llegando a algunas conclusiones. Si observamos al ser humano, nos quedamos
sorprendidos a lo que somos capaces de llegar, ya sea en el ámbito humano, cómo
en el profesional. Es posible que consideremos que conseguir aunque sea un poco
de felicidad, va a resultar ser la asignatura más difícil de aprender. ¡No lo
sé! Pero debo reconocer que a muchos nos cuesta verdadero triunfo y muchos ni
siquiera llegan a “raspar” el aprobado.
Os
invito a que me ayudéis a entenderme, puesto que es posible que no sepa
explicarme correctamente. (Seguro que me perdonareis). La felicidad no es una
asignatura como aquellas de tremenda dificultad que teníamos en la Universidad,
pero que de alguna manera debemos aprender, si no nos veremos abocado a ser tremendamente
infelices. Nos pasamos toda nuestra existencia empeñados en ser felices, pero
la vida casi siempre nos trae el desasosiego, la frustración, la desesperación,
en definitiva la infelicidad.
Es cierto que no encontraremos ningún
texto que nos la enseñe. La felicidad es un estado de bienestar, de autoestima
y satisfacción personal, en que los momentos positivos deben superar a los
negativos y los logros deben predominar a los fracasos, consiguiendo que nuestras
vidas lleguen a un sentido de auténtica satisfacción.
A
veces se da la paradoja que personas con auténtica necesidad material,
experimentan un grado de paz y tranquilidad que les hace felices y sin embargo
aquellos que todo lo poseen viven una auténtica desesperación. ¿Cómo es posible
esto? En primer lugar debemos aceptarnos tal como somos, y reconocer sin
preocupación las características que nos definen, considerando siempre aquello
que nos provoca el tener que avanzar nuestro camino, “cargando” con demasiado
lastre.
Todos
deseamos que los demás nos aprueben y nos valoren, no lo vamos a negar, así a
veces ocultamos aquellas partes de nosotros que consideramos negativas,
haciendo que nos vean en estado de felicidad. Pero con eso nos engañamos nosotros
mismos. Lo que realmente necesitamos para ser felices, es observar nuestro
interior. Piensas que tu felicidad, sólo depende de tus actos externos, y es
posible que de esa manera, estemos dándole poder a otros, o quizás a unas
determinadas circunstancias que posiblemente estén fuera de nuestro control.
Dicho
poder reside en la elección en que podamos realizar nuestras vidas, momento a
momento. Mientras tengas resentimientos y odios, será imposible ser feliz. Lo maravilloso del perdón no es que liberas
al otro de una eventual culpa, sino que te
liberas tú mismo de un sufrimiento. Una de las principales causas para
llegar a ser feliz, es ser capaz de perdonar todo tipo de ofensas, grandes o
pequeñas, aprendiendo de esta manera un camino hacia esa tranquilidad de
espíritu que nos proporciona la felicidad.
Las
personas consideradas felices lo son, no porque tenga más que los demás, sino
porque su intención radica en el verdadero secreto de aprender a dar, sin esperar
nada cambio. Si das odio, recibirás odio, pero si das amor recibirás
invariablemente amor. Solo el que aprende a dar amor, está en camino de
descubrir la verdadera felicidad.
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