Cuando actuamos
en contra de nuestras actitudes, nos vemos sometidos a influencias que actúan
en nuestro interior, condicionando nuestro comportamiento. En realidad son
expresiones externas y es cuando decimos lo que los demás quieren oír.
Si observamos; cuando
algunas situaciones no nos salen como esperábamos, nos cargamos de reproches, y
es como un doble castigo que en verdad no nos merecemos y cuántas veces
utilizamos ideas falsas, que consisten en engañar nuestro entorno,
convenciéndoles que podemos experimentar buenas actitudes, pero siempre
revelándolas de tal forma, que nuestro comportamiento, muestran resultados que
no son auténticos. Esos estados agresivos nos impiden que el tiempo pueda
jugarnos momentos de calma, que tanta faltas nos hacen, sin embargo nos
conducen a supuestos fracasos y a veces a carencias pasadas, que nos envuelven
una y otra vez a sentirnos mal. Podemos actuar en contra de nuestras actitudes
porque nuestro comportamiento está sometido a otras influencias. Pero existen
siempre condiciones en las que esas actitudes predicen nuestro comportamiento.
En mis años de estudiante, no olvidaré aquella tesis que decía “No existe
enfermedad más salvaje, que despreciar a nuestros semejantes” Y es cierto,
puesto que en determinados momentos de nuestra vida, todo esto nos provoca una
gran confusión y miedo, al comprobar que muchos se dan cuenta de su actitud,
alejándose con gran rencor. Entonces decimos ¡he perdido un amigo y su
confianza en mí mismo! Es cuando quedamos prisionero de un “yo” que detestamos.
Podríamos
decir que nuestras opiniones, comparten nuestros sentimientos, teniéndolos mediatizados y en cierta manera
condicionados por multitud de factores, entre los que podemos destacar las
famosas “técnicas de comunicación” las cuales muestran siempre nuestro
comportamiento. Aunque es fundamental que todo comportamiento está influenciado
por una serie de elementos, que siempre estarán marcados por nuestra cultura y
en cuestión por las formas y normas sociales existentes de cada persona,
condicionadas a una actitud que se nos presente en cada momento.
Nuestro
comportamiento ante la sociedad siempre lo hemos tratado de entender y
comprender en la forma de saber tratar sus características en el desarrollo de
sus actividades para podernos permitir vivir de una manera mejor, ya sea
observando sus fortalezas o tratando de disminuir nuestras debilidades, siempre
aumentando la máxima atención en los puntos en los que generalmente solemos
fallar.
A veces nuestro
comportamiento se ve afectado por ciertos rasgos que cada persona tiene. Las
características varían de persona a persona y pueden conducirnos a diferentes
acciones. Las normas sociales también influyen en el comportamiento. Se intenta
siempre seguir ciertas reglas ante la sociedad, la cual condiciona nuestro
comportamiento. Lo que nuestro pasado ha sembrado en nosotros, constituye el
tiempo que deberíamos reflexionar con
tranquilidad, para tratar de formarnos un juicio sólido de nuestra personalidad
Las
formas en que un ser humano se comporte dependen mucho de cómo trate de
manifestarse ante distintas situaciones en su vida, y sobre todo lo que espere
obtener de ella. Deberíamos mostrarnos siempre ante actitudes positivas,
puesto que si no llegamos a conseguirlas, es muy posible que nos provoquen
emociones perjudiciales para nuestro propio comportamiento
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