Cuántas veces se
nos presentan días terriblemente vertiginosos, sin saber a qué atenernos. No
podemos explicar a que es debido, pero es cierto que todo nos molesta, todo lo
vemos “cuesta arriba”, es decir nos presentamos con un estado de ánimo ante el
cual, todo lo vemos en condiciones negativas. No sabemos por qué, pero nuestro
estado anímico es insoportable. Para definirlo mejor, podríamos decir que nos
encontramos ante una situación de tremenda crispación, sin saber a qué es debido.
Este estado
vertiginoso ante el cual vivimos diariamente, nos provoca una tensión de
desafío, haciendo que nos encontremos ante situaciones, que acabamos diciendo:
“hoy no estoy para nadie” u “hoy, por poco que me digan, salto”. Todas estas
estructuras muy conocidas en nuestro ámbito de vida diaria, llegan a situarnos
ante un estado continuo de crispación,
imponiéndonos a nosotros mismos, la necesidad de cambiar, a fin de obtener una
mejora permanente.
Hay crispaciones
que proceden ante una falta de valor para decidir cómo tenemos que actuar, o
realizar algunas observaciones, y que desgraciadamente no encontramos las
formas ni el momento adecuado. Es cierto que nadie muere ante un estado de
crispación. Esto es bueno aclararlo debido a que muchos decimos: “cualquier
día voy a volverme loco” Así, cuando nos
sentimos ante este estado, parece que la soledad es nuestra principal enemiga,
pero en realidad, es una etapa que podemos aprovechar para salir bastante fortalecidos.
Siempre las palabras suenan muy bien a la hora de oír consejos, cuando en
nuestro interior, es el dolor y la crispación que estamos pasando por unos
momentos triste y que nunca sabremos porqué se presentaron.
Por
tanto, dediquemos nuestra atención a sentir las emociones con carácter positivo,
y comprobar que nuestra mente no esté aferrada a un patrón de dolor, y no
alimentarlas con sentimientos de tristezas. Aunque sí os puedo dar la razón que
ante esas situaciones de crispación, hace que nos sintamos agotados, inútiles y
al mismo tiempo desesperanzados, ya que en esos momentos no encontramos
solución. Estas formas negativas de pensar, hace que nos veamos muchas veces en
un túnel sin salida.
Muchos
no estaréis de acuerdo conmigo, pero, ante estas situaciones es de vital
importancia, el sentimiento de perdón, es decir; renunciar al dolor o dicho de
otra manera, “debemos soltar nuestra crispación” puesto que esto, no nos
conduce a ningún sitio. Es algo que nos ocurre de manera natural cuando nos
damos cuenta que nuestra crispación no sirve para ningún propósito, sólo para
darle un falso sentido a nuestra identidad. A pesar de todo lo dicho, es
importante reconocer que son maneras negativas de ver las cosas, para no llegar
a momentos de depresión, haciéndonos ver que esa crispación que padecemos, si
la continuamos nos llevará a un flujo de energías muy reducidas, que no es nada menos que una rabia o enojo
contenido, en contra de aquella persona que te ha hecho sentir humillado,
dañado o ridiculizado.
Cuando
nos sentimos ante un fuerte estado de crispación, no es ni más ni menos que una
emoción contenida, de la que probablemente no hemos podidos ser consciente de
prestarle la debida atención. Cuando perdonamos, recuperamos el poder que nos
arrebató esa situación de crispación, saliendo más fortalecidos y haciéndonos
que nos encontremos ante unas condiciones de paz y sobre todo de serenidad, ante
la cual nunca debimos llegar.
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