¡Ay, las
dificultades! Será posible que toda nuestra vida se desarrolle siempre a través
de contratiempos. A veces carecen de importancia, pero que difícil es que “las
cosas” se nos resuelvan sin ninguna contrariedad, a la cual tenemos que hacerles
frente. Nos quejamos, diciendo: “No hay
derecho”, o “no esperaba que esto se presentara así”, etc. En ocasiones
sufrimos sacudidas emocionales, que realmente nos duelen, llegando a enojarnos
incluso con nosotros mismos, al no saber ni entender el por qué “las cosas” se
nos presentan de dicho modo.
Ante estas
situaciones, podemos elegir entre permanecer en el fracaso o confrontarlo,
viendo donde nos hemos podido equivocar. Existe un dicho muy antiguo que nos
dice: “El que nunca comete errores, nunca consigue nada” Pero cuándo nos
debatimos durante días, meses e inclusos años, llega un momento en el que se
nos agotan los recursos, y es imposible vencerlos. Muchas veces, tenemos que
crecernos ante esas contrapartidas, para poder seguir adelante, pero reconozco
que no es nada fácil.
Aunque no
siempre se nos presenta un desarrollo adecuado para que nuestro subconsciente pueda
quedar liberado, ni siquiera pensamos que hemos fracasado, pero al mismo tiempo, pensamos que ante una
debilidad siempre existe un beneficio, el quid está en saber encontrarlo.
Siempre he entendido que cuanto más consciente seamos de poder vencer, más
hábilmente podremos esforzarnos, para no sentirnos fracasados.
Toda dificultad
contra más tiempo permanezca en nuestro interior, sólo consigue generar las
llamadas “heridas emocionales”, las cuales su fin es mantenernos en un estado
de permanente frustración. Siempre me he manifestado a través de mis pequeños
artículos, que el poder de la vida está en la palabra. Si lo pensamos bien,
enfadarse es bueno, los dicen los grandes eruditos; es una emoción puesta por
Dios, es como una energía contenida dentro de nosotros, la cual nos hace que
surjan las dificultades. Sólo tenemos una solución, tratar de vencerlas, ¿pero
cómo? Ante esto, es necesariamente primordial, recuperarse de los
contratiempos, a fin de superar las adversidades, pensando siempre que todos
poseemos la capacidad suficiente y necesaria para tratar de vencer esas
dificultades.
Siempre
tendremos dos maneras de vencer esas dificultades: enfrentarte a ellas o
ignorarlas. Enfrentarse, es reflexionar ante el problema y las circunstancias
que lo causaron, buscando una solución, y tratar de encontrar la salida del
mismo. Es cierto que existe muchas personas se pasan la mayor parte de su vida
sintiéndose ofendidas por lo que “alguien” les hizo, cerrando los ojos y manteniendo
una actitud negativa. Para ello, todos tenemos “la madurez constitutiva”, que
no es otra cosa que la capacidad de sabernos controlar para resolver las
distintas dificultades que la vida nos presenta. Ante esa madurez, siempre
encontraremos el deseo de dejar el pasado, las viejas rabias, el resentimiento,
etc. a fin de despegarnos de todas aquellas actitudes negativas, que parecieron
que nos ofendieron, dejándolas congeladas con el tiempo.
Siempre se ha
dicho que el valor del esfuerzo tiene grandes recompensas; por tanto cuando se
nos presente esas dificultades, pensemos que el éxito de poder vencerlas no
sólo depende de las circunstancias, sino de todo el propósito que hayamos
propuesto para alcanzarlas.
Meditación:
Muchas personas deben la grandeza de sus vidas a sus muchas dificultades.
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