Sí. Así es, tan
fácil de decir y tan difícil de realizar. En estos casos cada persona reacciona
de manera distinta. Aunque es importante no obsesionarse con pedir disculpas y
moderar las reacciones ante un acto negativo y saber olvidar. Pero también es
de suma importancia saber tomar conciencia de que vivimos en grupo y deberíamos
dejar a un lado nuestras tendencias al egoísmo. La culpa no sólo se siente,
sino que se tiende a expresar con gesto y sobretodo con palabras sencillas.
Decir
lo siento, no es igual a pedir perdón. La persona que dice “lo siento” lo que
en verdad expresa es un dolor interno por una actitud realizada hacia esa
persona. La persona que dice “perdona”, reacciona ante un dolor interno, ante
el cual reconoce que no ha actuado bien, reconociendo no volver actuar de esa
manera. Dicha situación nos lleva a la otra persona; la que ha sufrido el
desagravio, y si a la persona que se agravia, no se le ofrece ese acto de
sentimiento, seguirá existiendo siempre el rencor.
Saber
disculparse no solo es un acto que demuestra temperamento hacia los demás,
demostrando que tenemos la voluntad de resolver el conflicto. No dudemos que
también es un acto de fortaleza y seguridad hacia uno mismo. Porque cuando
decimos “lo siento” sin excusa ni reproches, estamos mostrándonos tal como
somos, con la sinceridad de quien no teme reconocer que en determinado momento
cometió un error.
Existen
momentos en los que intercambiar algunas ideas con otra persona, concluye en
una discusión o pareceres distintos, motivo por el cual resulta casi imposible
llegar a un acuerdo. Cada uno tiene percepciones y puntos de vista diferentes
acerca de lo que ambos exponemos y, cuanto más queremos llegar a un acuerdo,
empeoramos la situación, ya que se “enredan” más y más en sus propias
posiciones.
Pensemos siempre
que hay una práctica que es bien efectiva para recomponer una situación
desagradable, y es simplemente: pedir disculpas, o decir “lo siento” Desde
luego que muchas veces tenemos la certeza que no nos toca a nosotros hacerlo,
sino a nuestro interlocutor, porque consideramos que él (o ella) es quien no
está acertado. Para algunas personas es bien difícil reconocer sus errores o
admitir que una decisión que tomaron no fue la más apropiada. Gran parte de
quienes quedan resentidos indefinidamente por una nimiedad se enfocan sólo en
lo pequeño, en el hecho puntual, y pierden de vista lo grande y verdaderamente
importante: una familia, un trabajo, una amistad, etc.
El
hecho de decir “lo siento” no es ningún acto de bajeza, puesto que cuando pides
disculpas le dices a la otra persona que haberla herido durante tanto tiempo,
de alguna forma le has hecho daño, y solo pretendes reconocer que quizás en
aquel tiempo no vistes las cosas claras y que si pudieras volver atrás es
posible que actuaría de otra forma. Si consigues esto, seguro podrás acceder a
lo más profundo de esa “herida” que posiblemente causaste, y curarla desde los
sentimientos más profundos.
No
pensemos nunca que decir “lo siento” es humillación, todo lo contrario, es un
acto de gran valentía y coraje, denotando una gran autoestima y fortaleza en ti
mismo. Reconocer nuestros errores nos ayudará a crecer como persona y a poder
volver a tener un intercambio más enriquecedor. Así el hecho de pronunciar
estas dos palabras implica una auténtica reflexión y sobre todo ponerse en el
lugar del otro.
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