Se dice, se
recomienda, se nos hace ver que no miremos la vida hacia atrás, pero si lo
analizamos bien, es imposible dejar aparcados esos recuerdos vividos. Sí, me
dirás que a veces fueron malos momentos o quizás terribles, que jamás quisiera
acordarte, pero no dudes que si así fuera, dejaríamos momentos hermosos,
momentos que pensándolo bien jamás pensaría que pudieran repetirse. Aquella
persona que por simple casualidad se cruzó en tu camino y nos dejó unos
recuerdos que nunca podremos olvidar, por la sencilla razón que hoy sería
imposible que se repitieran o quizás porque nos dejaron unas cicatrices,
producto de unas heridas que sin saber por qué jamás entenderemos por que se
produjeron.
Son recuerdos
que difícilmente se sostenían, pero “pintaban muy bien” a pesar de que solo era
humo sobre nuestras cabezas. Pero era ¡tan fácil fantasear! que a pesar del
tiempo pasado nos serían imposibles olvidar. Ni que decir tiene que siempre
tuvimos momentos que hoy no quisiéramos recordar, pero apartarlos… nuestra vida
no nos permite hacerlo desaparecer, ya que ellos forman parte de nuestra
existencia.
La vida es una
vivencia donde cada persona tiene implicación en lo que pasa. En nuestra
memoria suceden distintas etapas: primeramente es la codificación, o sea
sacarnos información del mundo la cual la registramos. Después viene la etapa
de almacenamiento: Todo lo guardamos en distintas partes de nuestro cerebro, y
por último, aparece la extracción, que es lo que llamamos “recuerdos”. Los
momentos y las situaciones los elegimos nosotros, las amistades también. Y las
oportunidades, se trabajan y se conquistan. Alguien dirá que la vida no le ha
dado oportunidades. Lo fácil es quedarse anclado en la queja, en el dolor, pero
así debemos reconocer que de esa manera la vida se “desangra”. Cambiar es una
decisión que debemos tomar y nunca es tarde para comenzar una nueva vida, un
nuevo amor, un nuevo proyecto. Para ello tenemos que desprendernos de una parte
de nosotros; sencillamente todo lo que se aferra al pasado, a lo que ya no
existe, a lo que no se tiene, aunque no se olvide.
Reconocer el
pasado es una necesidad que la misma vida nos obliga y nos hace ver lo que
hicimos y dijimos A pesar de todo
desearíamos no recordar y olvidar, pero la memoria se encarga de jugarnos esas
malas pasadas, recordando momentos los cuales nos hacen sufrir tremendamente y
sin opción a poder dejarlos olvidados. Y
por si fuera poco, están los Ordenadores que a veces solemos compararlo con el
cerebro, éste nos guarda infinidad de información en forma de “paquetitos” de
datos que a lo largo del tiempo siempre perduran en nuestro recuerdo. Es como
una especie de gancho para estirar de ese determinado recuerdo.
Sería
tremendamente ideal olvidarse de aquellos recuerdos que martillean en nuestra
mente y que día a día nos impide olvidar, o simplemente no hace sentir mal por
defecto. Así todas las actividades que hayamos realizado en nuestra vida, todas
la decisiones que tomamos en aquellos momentos, aquellas corazonadas, siempre
permanecerán como impulsos y con carácter emotivo de alguna forma o de otra.
No obstante es
imposible vivir atado a unos recuerdos, ello perjudicaría nuestra vida
emocional, y al mismo tiempo hipotecaría nuestra existencia haciendo que
vivamos ante una tremenda frustración.
Meditación:
La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir
lo que debe olvidarse
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