Todos deseamos ser independiente y
autosuficiente como fuera posible. Si, es cierto, el impulso de distinguirnos
de los demás forma parte de nuestro crecimiento tanto como la necesidad de
pertenecer a un grupo o colectivo. A veces nos mostramos como si nos hubiéramos
creado una burbuja de bienestar, a nuestro modo y semejanza.
Es
entonces cuando el miedo aparece haciendo peligrar dicha burbuja, cuando
creemos que va a producirse un cambio que pueda desestabilizar nuestra
seguridad. Si estos límites son sobrepasados, nos sentimos como amenazado en
nuestro espacio vital, como un peligro a nuestra necesidad de independencia e
integridad, y es entonces cuando aparece el miedo. Así es como se desarrolla el
miedo a la intimidad.
El
miedo pone en la balanza los recursos que uno tiene y aquello que tenemos que
afrontar. Cuando se produce estos desajustes, es cuando el temor se hace
presente. Por tanto, es cuestión de inseguridad y de no conocerse bien a uno
mismo, lo que conlleva a ese malestar y frustración que a veces padecemos.
Muchas
veces, cualquier relación de confianza o cercanía nos produce ese temor a la
intimidad, a abrirnos y a entregarnos, conduciendo todo a un estado de
aislamiento y soledad. Debido a ese alejamiento, estas personas conocen muy
poco acerca de los demás, lo que le provoca inseguridad en sus relaciones.
Existen
personas que se agobian en las relaciones, o pierden el interés, por miedo a
que dicha relación les lleve a una situación estable. Prefieren no establecer
vínculos emocionales ni hacer planes de futuro en común. Los que saben cómo
relacionarse con este tipo de persona, pueden estar seguros de contar con un
profundo afecto, aunque no sean capaces de mostrarlo, o incluso admitirlo.
Cuando
más adelante vaya la relación, más agobiante se vuelven. Son partidarios de
relaciones de poco tiempo, y no es raro que aquellos que tienen temor al
compromiso terminen bruscamente la relación cuando se ven atrapados en esa
espiral de la que ven difícil su salida.
Ese
temor al compromiso puede condicionar nuestra vida. Por tanto determinar el
temor al compromiso es un paso esencial para construir una relación sana y
estable.
Cuando
ese temor se nos presenta, significa generalmente que le tenemos miedo al
cambio. La incertidumbre de futuro y todo lo que esto implica para un futuro de
vida, nos hace perder libertades y el hecho de estar atados a alguien por el
resto de nuestra vida, nos hace que empecemos a buscarle defecto a nuestra
pareja para tener de esta manera una razón que justifique nuestros temores.
Ese
estilo huidizo que esas personas presentan, son aquellas que viven una relación
en estado continuo de acercamiento-alejamiento. Son las que más dicen quererse
enamorar para después sentirse “acorralados” Por eso huyen. Suelen ser personas
con un alto grado de autosuficiencia emocional y una baja activación de los
deseos de apego. En definitiva son las más proclive a sentir el llamado “temor
al compromiso” huyendo de una relación duradera y cuando consiguen lograrlo, procuran
no atarlos en corto.
Meditación:
El compromiso es una palabra que necesita de mucho valor para ser pronunciada.
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