sábado, 22 de noviembre de 2014

La paz interior.

           Es difícil encontrar ese estado de paz interior, por el cual a través de él, nos hace sentirnos en una situación de bienestar interior. Ante esto, deberíamos meditar y contemplar que la felicidad nada tiene que ver con los deseos de dejar lo que cada uno es, sino por el contrario preocuparse solo de ser auténticamente uno mismo.
           La reflexión y la meditación nos llevarán a esa nueva perspectiva. Así nos daremos cuenta de que nuestros conflictos internos no son eternos, y entonces, aquella energía que alimentó antes nuestra desgastadora batalla puede ser utilizada para vivir y obrar positivamente.
            De esta manera nos hacemos responsables e irremediablemente acreedores de nuestra felicidad, y de cómo nos irá en nuestra vida. Los conflictos y apuros de nuestra vida cotidiana que continuamente “cargamos”, nos hacen sentirnos cansados, fragmentando nuestras energías, y haciendo que no encontremos una base firme para nuestro bienestar.  La paz interior es esa base sencilla, porque ella engendra energía y aumenta nuestra capacidad física y espiritual, a través de la cual descubrimos esa calma interior, y el empleo efectivo de esa fuerza que nos hará que tengamos menos probabilidades de derrochar recursos vitales en preocupaciones, lamentos, culpas y estupideces.
            Todo esto nos abre los ojos, y finalmente nos cuestionamos que pocas cosas existen más deseables en esta vida que el deseo de ser feliz. Si nos dijeran que podemos hacerlo realidad en un solo sueño, ninguno sería más apropiado que el deseo de ser feliz.
             En este recorrido, a través de la meditación y la reflexión, las cuales, son dos herramientas definitivas, proporcionándonos excelentes formas para desarrollar nuestra conciencia y el entendimiento en todas las áreas de nuestra vida, para alcanzar la paz interior y para conservarla. Todo nos ayudará a trasladar nuestra atención al momento presente y a ejercer controles sobre nuestra mente, apartándonos de las ansiedades y de las actitudes defensivas que no nos permiten alcanzar un bienestar espiritual.
             En la vida real, “la de todos los días” y a pesar de nuestras quejas, las cosas difícilmente salen exactamente como deseamos y cuando se asemejan a eso, no ocurre en los plazos que habíamos imaginado. Lo cierto es que, en el mundo de lo cotidiano siempre encontraremos dificultades, obstáculos y limitaciones para hacer realidad nuestros sueños, teniendo a veces que elegir cada vez más conscientemente entre varias actitudes.
              Una de las cosas digna de meditar son las renuncias; esas son las “renuncias a los apegos”. Las cosas materiales han de ser puestas en su debido lugar. Están ahí para ser usadas, desde luego. Están para usarlas. Pero cuando han rebasado su utilidad, debemos estar prestos a renunciar a ellas, o quizás pasarlas a alguien que las necesite. Cualquier cosa a la cual no puedas renunciar cuando has rebasado su utilidad, te posee; y en esta era materialista muchos de nosotros estamos atrapados por nuestras posesiones. De esta forma nunca llegaremos a ser libre, ni a encontrar esa paz interior.
 
Meditación: Uno no hace amigos: los reconoce a medida que los va encontrando.

 

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