Es difícil encontrar ese estado de paz
interior, por el cual a través de él, nos hace sentirnos en una situación de
bienestar interior. Ante esto, deberíamos meditar y contemplar que la felicidad
nada tiene que ver con los deseos de dejar lo que cada uno es, sino por el
contrario preocuparse solo de ser auténticamente uno mismo.
La
reflexión y la meditación nos llevarán a esa nueva perspectiva. Así nos daremos
cuenta de que nuestros conflictos internos no son eternos, y entonces, aquella
energía que alimentó antes nuestra desgastadora batalla puede ser utilizada
para vivir y obrar positivamente.
De
esta manera nos hacemos responsables e irremediablemente acreedores de nuestra
felicidad, y de cómo nos irá en nuestra vida. Los conflictos y apuros de
nuestra vida cotidiana que continuamente “cargamos”, nos hacen sentirnos
cansados, fragmentando nuestras energías, y haciendo que no encontremos una
base firme para nuestro bienestar. La
paz interior es esa base sencilla, porque ella engendra energía y aumenta
nuestra capacidad física y espiritual, a través de la cual descubrimos esa
calma interior, y el empleo efectivo de esa fuerza que nos hará que tengamos
menos probabilidades de derrochar recursos vitales en preocupaciones, lamentos,
culpas y estupideces.
Todo
esto nos abre los ojos, y finalmente nos cuestionamos que pocas cosas existen
más deseables en esta vida que el deseo de ser feliz. Si nos dijeran que
podemos hacerlo realidad en un solo sueño, ninguno sería más apropiado que el
deseo de ser feliz.
En
este recorrido, a través de la meditación y la reflexión, las cuales, son dos
herramientas definitivas, proporcionándonos excelentes formas para desarrollar
nuestra conciencia y el entendimiento en todas las áreas de nuestra vida, para
alcanzar la paz interior y para conservarla. Todo nos ayudará a trasladar
nuestra atención al momento presente y a ejercer controles sobre nuestra mente,
apartándonos de las ansiedades y de las actitudes defensivas que no nos
permiten alcanzar un bienestar espiritual.
En
la vida real, “la de todos los días” y a pesar de nuestras quejas, las cosas
difícilmente salen exactamente como deseamos y cuando se asemejan a eso, no
ocurre en los plazos que habíamos imaginado. Lo cierto es que, en el mundo de
lo cotidiano siempre encontraremos dificultades, obstáculos y limitaciones para
hacer realidad nuestros sueños, teniendo a veces que elegir cada vez más conscientemente
entre varias actitudes.
Una
de las cosas digna de meditar son las renuncias; esas son las “renuncias a los
apegos”. Las cosas materiales han de ser puestas en su debido lugar. Están ahí
para ser usadas, desde luego. Están para usarlas. Pero cuando han rebasado su utilidad,
debemos estar prestos a renunciar a ellas, o quizás pasarlas a alguien que las
necesite. Cualquier cosa a la
cual no puedas renunciar cuando has rebasado su utilidad, te posee; y en esta
era materialista muchos de nosotros estamos atrapados por nuestras posesiones.
De esta forma nunca llegaremos a ser libre, ni a encontrar esa paz interior.
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