La lógica nos
dice que para dar algo es necesario tenerlo, cuando tenemos ese algo, significa
que lo hemos sembrado y estamos ante la posibilidad de tener más de lo que
sembramos. Aprender a vivir con menos, es esa lección de vida que escuchamos en
boca de todos los maestros espirituales, que vuelve hacia nosotros, pero esta
vez de la mano de los economistas, los ministros, o los propios jefes de
gobiernos.
Acumular
para tener más, es un sinsentido que no proporciona la felicidad, no valora las
cosas en su justa medida y siempre nos
permitirá desapegarnos de ellas. A veces, muchas personas esperan recibir lo
que no han sembrado. Si hemos sido respetuosos, ¿esperaríamos recibir respeto?
La verdad es que es muy probable.
Desde
niños, hemos aprendido a valorar nuestros útiles, nuestra ropa y nuestras
cosas. Nos han enseñado a conservar, a cuidar, a no destruir, y hacer lo
posible para tener más y más. Sería tan difícil cuestionar esa pauta… Y, sin
embargo, quizás haya algo que sí podamos hacer: podemos agregar dos matices
que, sin violar la esencia de lo cultural, que nos permita explorar la
capacidad de desprendernos de algo de lo que tenemos. Me refiero al aprendizaje
del sentido de compartir y al descubrimiento del sentido de ayudar
desinteresadamente.
A
todo eso se le llama solidaridad, pero la pregunta es: ¿hacemos uso de ella? El
solo acto de dar, o ayudar no es lo más difícil. El problema empieza a existir
cuando se nos presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio, es decir,
ayudar sin que nadie se entere. A la hora de realizar esta elección, es
clave considerar el talante personal, la capacidad intelectual, pues no todos
estamos hechos para lo mismo, sino que cada cual tiene una forma de ser y
aunque no lo creamos una tarea de como realizar las cosas en este mundo en que vivimos.
Aceptar a las
personas, es la mejor vía para poder desarrollar positivamente cualquier
situación de nuestra vida. Es necesario
aprender a aceptarla y a sus diferentes
formas de ser. Aprender a reconocer lo que es nuestra vida hoy, y aceptar nuestro trabajo, aceptar a nuestros
amigos, nuestro hogar, nuestros bienes materiales, nuestra salud, nuestros
pensamientos, nuestros errores, nuestras victorias; en fin debemos aceptarnos
como somos, aprender a amarnos más fácilmente sin rencores y aprender a
olvidar, siendo desprendidos, de esta manera podemos más fácilmente colaborar
con nuestro propio crecimiento debido a que mientras más nos conozcamos a
nosotros mismos es directa la conexión que podemos hacer con nuestras propias
fuentes y con nuestros propios deseos. Siempre será una forma de encontrar la
felicidad.
Sea
una u otra la suerte que nos ha tocado en la vida, siempre existe el juego de
las circunstancias y el trabajo personal, que, sumado, pueden permitirnos que,
de una familia de alto poder adquisitivo, surja un artista revolucionario o un
bohemio poeta y que, de un ámbito carente, surja un escritor afamado o un
científico benefactor de la humanidad.
En
la vida cotidiana, estas heroicidades no son frecuentes, pero existen. Por eso,
seguir el dictado de nuestro corazón, atreviéndonos a soltar algo de lo que
tenemos, nos puede llevar a la verdadera realización personal.
Meditación:
Cuando tratamos de descubrir lo mejor que hay en los demás, descubrimos lo
mejor de nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario