domingo, 16 de noviembre de 2014

Tener lo necesario.

            La lógica nos dice que para dar algo es necesario tenerlo, cuando tenemos ese algo, significa que lo hemos sembrado y estamos ante la posibilidad de tener más de lo que sembramos. Aprender a vivir con menos, es esa lección de vida que escuchamos en boca de todos los maestros espirituales, que vuelve hacia nosotros, pero esta vez de la mano de los economistas, los ministros, o los propios jefes de gobiernos.
             Acumular para tener más, es un sinsentido que no proporciona la felicidad, no valora las cosas en su justa medida y  siempre nos permitirá desapegarnos de ellas. A veces, muchas personas esperan recibir lo que no han sembrado. Si hemos sido respetuosos, ¿esperaríamos recibir respeto? La verdad es que es muy probable.
             Desde niños, hemos aprendido a valorar nuestros útiles, nuestra ropa y nuestras cosas. Nos han enseñado a conservar, a cuidar, a no destruir, y hacer lo posible para tener más y más. Sería tan difícil cuestionar esa pauta… Y, sin embargo, quizás haya algo que sí podamos hacer: podemos agregar dos matices que, sin violar la esencia de lo cultural, que nos permita explorar la capacidad de desprendernos de algo de lo que tenemos. Me refiero al aprendizaje del sentido de compartir y al descubrimiento del sentido de ayudar desinteresadamente.
             A todo eso se le llama solidaridad, pero la pregunta es: ¿hacemos uso de ella? El solo acto de dar, o ayudar no es lo más difícil. El problema empieza a existir cuando se nos presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio, es decir, ayudar sin que nadie se entere. A la hora de realizar esta elección, es clave considerar el talante personal, la capacidad intelectual, pues no todos estamos hechos para lo mismo, sino que cada cual tiene una forma de ser y aunque no lo creamos una tarea de como realizar las cosas en este mundo en que vivimos.
             Aceptar a las personas, es la mejor vía para poder desarrollar positivamente cualquier situación de  nuestra vida. Es necesario aprender a aceptarla y a  sus diferentes formas de ser. Aprender a reconocer lo que es nuestra vida hoy, y  aceptar nuestro trabajo, aceptar a nuestros amigos, nuestro hogar, nuestros bienes materiales, nuestra salud, nuestros pensamientos, nuestros errores, nuestras victorias; en fin debemos aceptarnos como somos, aprender a amarnos más fácilmente sin rencores y aprender a olvidar, siendo desprendidos, de esta manera podemos más fácilmente colaborar con nuestro propio crecimiento debido a que mientras más nos conozcamos a nosotros mismos es directa la conexión que podemos hacer con nuestras propias fuentes y con nuestros propios deseos. Siempre será una forma de encontrar la felicidad.
            Sea una u otra la suerte que nos ha tocado en la vida, siempre existe el juego de las circunstancias y el trabajo personal, que, sumado, pueden permitirnos que, de una familia de alto poder adquisitivo, surja un artista revolucionario o un bohemio poeta y que, de un ámbito carente, surja un escritor afamado o un científico benefactor de la humanidad.
             En la vida cotidiana, estas heroicidades no son frecuentes, pero existen. Por eso, seguir el dictado de nuestro corazón, atreviéndonos a soltar algo de lo que tenemos, nos puede llevar a la verdadera realización personal.

            Meditación: Cuando tratamos de descubrir lo mejor que hay en los demás, descubrimos lo mejor de nosotros mismos.

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