Cuando comenzamos cualquiera relación,
por supuesto pensamos que todo nos irá bien. Al menos ese es el propósito con
la cual la emprendemos. Pero ¿qué nos sucede?
Es que no la hemos elaborado bien, o quizás sea el miedo, considerando
éste como la antesala de ese acabado que deseamos. Dominar esta situación nos
hará visualizar mejor el objetivo y pensar en un finalizado perfecto.
Generalmente las gente que no aspira a tener finales felices, suelen quedarse a
medias, puesto que la vida misma les pondrá algún fallo, que les hará que no
consigan ese acabado que sueñan.
Cuantas
veces sin tener nada, lo intentamos todo y sin esperar nada seguimos teniendo
esperanza. En ocasiones nos damos cuenta de que hemos vaciado nuestra vida por
estar con nuestra pareja y a pesar de todo podemos sentirnos mal por ese
motivo, puesto que si la pareja se rompe, todo puede ser negativo para nuestros
sentimientos.
Compartimos
toda la vida con la misma persona, estando siempre acompañados y lógicamente
las relaciones han de ser mucho más amplias, pero a pesar de enriquecer todos
esos aspectos no son puramente necesarios para una verdadera relación de
pareja.
Tengamos
presente que siempre es fundamental perdonar esos fallos sin ningún tipo de
dudas, así podremos ponernos de nuevo en marcha para llegar a buen puerto. El
perdonar conlleva la confianza en las personas, consiguiendo ayudarnos el uno
al otro, a pesar de reconocer que es una tarea complicada el volver a recuperar
la confianza.
No
es nada nuevo que aceptar nuestra pareja tal cual es, con sus defectos y sus
virtudes, no es nada fácil. Es posible que tanto uno como otro tengan
comportamientos que no sean de nuestro agrado. Comprendo que tenemos todo el
derecho a pedirle que cambie, pero si nos empeñamos en que debe cambiar de
inmediato, puede que no sea admisible dicha actitud, debido a que consigamos
empeorar más la situación.
Pocas
son las parejas que deciden cambiar si de alguna manera se les exige que lo
hagan, a la larga todo se convierte en reproches y sobre todo en malos
entendidos. Lo más habitual es que esos fallos, consigan llegar a un enfado,
estableciéndose entre ambos un comportamiento que al final lo conseguido es
llegar a un estado de tensión al no aceptar las diferencias. Es decir podemos
aceptar a nuestra pareja aunque fallemos en algunos de nuestros comportamientos,
pero no establecer relaciones de dependencia, sólo así llegaremos a conseguir
vidas de independencia y egoísmos.
También
ocurre habitualmente que la pareja termina viviendo en la monotonía y lógicamente
se va perdiendo la ilusión. Lo bonito de
la vida en pareja es que si los dos quieren, no tienen por qué caer en el aburrimiento. Mantener esa
ilusión es un "trabajo" que lo único que requiere es pensar en que la
pareja merece la pena cuidarla y que como cualquier cosa que nos guste cuidar,
la mimaremos y trataremos con cariño. Todo lo que no
se cuida, se estropea, y la pareja no es diferente.
Es
posible que no consigamos controlar nuestras emociones o sentimientos, aunque
siempre somos libres de elegir la forma de evitar esas discordias, y para ello
solo tenemos que decidir qué tipo de relaciones y que persona exigimos tener a
nuestro lado para evitar esos fallos.
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