A veces nadie nos entiende, a pesar de
estar rodeado de muchas gentes. Nadie conecta con nosotros, es decir, estamos
perdidos. Es como si no tuviéramos opción al diálogo. Terminamos rindiéndonos
al mutismo y la soledad. Entonces sólo son válidas las palabras que salen de
nuestro interior e intentamos escribirlas, y es cuando (no siempre), son capaces de comprenderse.
En
muchas ocasiones, por miedo o por inseguridad, no nos decidimos a expresar
nuestros sentimientos y deseos. Acceder a mostrarnos hacia los demás nos
resulta difícil. Es como un vacío que solo podemos dar prioridad a través de la
palabra el desear un profundo bienestar hacia los demás.
Hay
costumbres que son hábitos o tendencias adquiridas por la práctica de actos
determinado que solemos repetir al despedirnos de alguien, los cuales siempre
van acompañados de profundos deseos vitales. Pero, ¿cuál es esa costumbre? No
es ni más ni menos que la palabra:
¡Cuídate! ¿Por qué muchos la expresamos cuando nos despedimos? Esa
expresión significa ante todo respeto hacia los demás y al mismo tiempo
priorizar el mayor de los deseos ante su propio bienestar. No lo consideremos
como un capricho o una forma de quedar bien.
A
veces las palabras no pueden entenderse sino se meditan, y cuantas veces no se
entienden porque están en un lenguaje en que nunca se llegan a pronunciar.
Vienen del mismo lugar del que proceden los sentimientos que ellas mismas
describen. Éstas son distintas en cada persona, conformando su idiosincrasia
distintiva, y dependiendo a quienes van dirigidas con carácter de forma
personal.
Si
al terminar un escrito hacia determinada persona lo terminamos diciendo; “por favor cuídate”, es absurdo pensar
que si no lo decimos, dejará de cuidarse. Para entendernos mejor he aquí este
breve ejemplo; Unos sencillos “buenos
días” o “que tengas dulces sueños” son saludos de carácter perecederos,
solo duran el tiempo que la palabra lo esquematiza, sin embargo ese expresivo “cuídate” es un deseo que perdura
siempre, o al menos hasta la próxima vez que nos veamos.
Por
eso la comunicación no verbal son esas palabras que quedan escritas mediante
indicios, signos y sobre todo a través de deseos de estructuras sintácticas
escritas. La comunicación de la palabra escrita juega un papel clave en el día
a día de toda persona. Siempre quedará ahí. Alguna vez la encontrarán y
comprenderán que es lo que sentimos al escribirla.
Sencillamente
es la cercanía o la distancia que se tiene al comunicarla, cuán lejos o próximo
se esté del otro, dependiendo siempre del grado de confianza y del tipo de
interacción que se quiera demostrar.
Es
posible que los poetas y escritores se olviden de ella; aunque a veces sólo se
dice en forma de protocolo, nada puede ser más hermoso el oír cómo te dicen “por
favor cuídate” Ese “cuídate”
aunque esté escrito se dice con la boca, con los ojos y con una sonrisa tibia y
sobre todo con el corazón, que nos ruega, que nos pide a gritos, que por favor,
sigamos estando bien hasta que de nuevo nos veamos. Es como una súplica tímida
y silenciosa, expresada por medio de la palabra, invitándonos a que hagamos
todo lo posible por cuidarnos. Es triste que ese “cuídate”, es la impotencia del otro, que por mucho que quiera, no
puede protegernos, no puede darnos alas para volar, sólo expresar un
sentimiento de deseo, que se mantiene a través del tiempo.
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