Hoy, ¿quién no tiene dificultades para sacar la vida hacia adelante? Existen dificultades que te desconciertan y hasta te desestabilizan los cimientos en lo que no apoyamos. Es entonces cuando más debemos sacarles todo el rendimiento posible. Lo que no debemos es paralizarnos, recrearnos en el dolor, dejarnos enredar por los sentimientos de poquedad con que nos tientan.
A lo largo de nuestra vida, todos atravesamos momentos difíciles; enfermedades, crisis, problemas familiares o de pareja. Acontecimientos que desnivelan nuestra certezas, sumiéndonos en la confusión, el miedo o en la desesperanza.
La vida tenemos que reconocer que es una dinámica; crece, se desarrolla, se supera y va realizando desde su interior las semillas que encierran, y se no abren siempre a nuevas posibilidades. Tarde o temprano atravesamos, en unos momentos u otras dificultades. Desde una ruptura amorosa, a un despido, la pérdida de un ser querido o una enfermedad, etc. Nadie está a salvo de los vaivenes de nuestra existencia.
La tendencia natural es evitarlas, y en ocasiones no está mal, pero al ser parte de la vida hay que reconocerlas y asumirlas. Lo lamentable es ignorarlas, negarlas, o no afrontarlas. Solo cuando se afrontan, éstas dificultades nos ofrecen nuevos recursos, nos abren nuevas posibilidades desconocidas y por tanto, nos hacen más fuertes y más sabios.
Cuando las adversidades no golpean, todos atravesamos emociones muy poderosas. Es conveniente expresar dichos sentimientos, ya sea contándoselos a un amigo o volcándolos en un papel en blanco, es realmente esencial para recuperar el equilibrio. Existen varias maneras de enfrentarse a las dificultades: enfrentarse o ignorarlas. Enfrentarse es analizar el problema y las circunstancias que lo causaron, buscar una solución, y encontrar la salida del mismo. Si por el contrario, decidimos cerrar los ojos y hacer como si no existieran, el problema no desaparecerá, seguiremos sufriendo inútilmente, y además, los problemas sin resolver se irán acumulando, hasta generar una sensación de dolor, estrés frustración y angustia.
Cuantas veces son los propios personas de nuestro entorno quienes, pretenden que nos volvamos a “sentir bien” lo antes posible. Lo cual explica, el sentimiento que puede llevar a que esa persona, se pueda sentir peor, bien porque no se siente comprendida o porque se siente culpable de no poder responder tal y como los demás esperan de él o de ella.
En verdad la vida no es un remanso de paz; todos nos llegamos a encontrar en algún momento con algún problema, la felicidad depende de cómo superar las diferentes dificultades y del esfuerzo que hagamos por salir adelante.
Encontrar la felicidad a pesar de las dificultades de la vida, es posible. Creo que lo importante es la actitud positiva frente a los diferentes problemas, sin olvidar que todo es un proceso, y la tristeza es parte de estar vivos y, que debemos recordar siempre que nuestra felicidad está en nuestras manos.
Meditación: Las dificultades aumentan conforme se aproxima uno al fin.
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